022.
✨️ GAEL ✨️
Con un suspiro cansado, me recuesto en el sofá de la sala de mi casa, dejando que mis pensamientos vaguen libremente mientras mi mirada se pierde en el techo. La habitación está sumida en un silencio sepulcral, solo interrumpido por el sonido de mi respiración y los latidos apresurados de mi corazón.
Cierro los ojos por un momento, tratando de encontrar claridad en medio del caos emocional que me consume. Me pregunto una y otra vez cómo he llegado a este punto, cómo las piezas de mi vida han sido desplazadas y reorganizadas sin mi consentimiento.
La imagen de Cinthia sonriendo junto a Nathalia se ha grabado en mi mente hace semanas. Casi tres semanas para ser más exactos, desde aquella tarde en la que Kendall me envió la foto. "Kate, Kate, Kate..." repito su nombre en mi mente una y otra vez, como un mantra que despierta un torbellino de pensamientos y emociones. El dolor se acumula en mi pecho, como una presión constante que me hace sentir atrapado en un laberinto de incertidumbre.
¿Ella sabía? ¿Sabía Kate sobre todo esto? ¿Era consciente de que su amiga y Nath se veían a escondidas, traicionando mi confianza? Me muerdo los labios, intentando contener la frustración y la confusión que se agolpan en mi cabeza. Las preguntas se amontonan, buscando una respuesta que aún no encuentro.
El remordimiento me consume al pensar en aquel momento en el que tuve la oportunidad de preguntarle a Kate, pero dudé y decidí callar. ¿Por qué no fui capaz de expresar mis dudas y confrontar la situación? El miedo y la inseguridad me paralizaron, y ahora me enfrento a las consecuencias de mi silencio.
Siento una punzada de traición al considerar la posibilidad de que Kate haya sabido y guardado silencio. Es una herida que se abre en mi corazón, dejando cicatrices invisibles pero profundas.
Lo peor es que ese no es el único problema que tengo ahora. A todo esto, a estas semanas tan caóticas de emociones se le sumó el regreso de Luca. No creí que volvería tan pronto. No luego de que Kate me contara cómo estaba en esa fotografía que le enseñó el padre de Luca.
Cierro los ojos con frustración ante el recuerdo de esta mañana.
Flashback
—Gael.
Termino de bajar las escaleras y me despido de Liam, asegurándole que nos veremos en la noche. Luego me giro hacia la persona que me ha hablado y, al hacerlo, veo a Kate allí, mirándome tímidamente.
Me pregunto por qué la evito en lugar de preguntarle directamente aquello que tanto me molesta. Supongo que temo la respuesta. Mi mamá dice que si no quieres saber la respuesta, entonces no preguntes, y eso es precisamente lo que estoy haciendo. Pero la verdad es que no saber me está matando por dentro.
Me duele esquivarla en los pasillos o tener conversaciones breves en nuestros encuentros, cuando la realidad es que me he acostumbrado tanto a nuestras charlas que terminó encantándome. Me hizo desear hablar con ella toda la vida.
—¿Sí? —digo, dándome cuenta de que he estado en silencio durante varios segundos, mirándola fijamente.
—Entiendo que estés pasando por un momento angustiante con tus mejores amigas —responde comprensivamente mientras estruja sus dedos—, y por eso te he dado espacio y no quería molestarte, pero... —Inhala profundamente, soltando finalmente sus dedos y cruzando los brazos—. ¿Estás bien? Últimamente te veo bastante mal y...
—Kate.
Ambos giramos para ver quién la habla, y cuando veo al pelinegro parado a unos pasos de distancia, siento como si mi alma abandonara mi cuerpo. Es como si estuviera viendo un fantasma en este momento.
—Luca —murmura Kate, también sorprendida.
La miro de reojo y me corrijo: ella está mucho más sorprendida que yo.
Vuelvo mi vista hacia el pelinegro, quien a pesar de tener una venda que cubre su nariz morada, golpeada e hinchada, parece estar perfectamente bien. Eso me confunde, ya que según Kate, él estaba terriblemente mal, al menos eso es lo que ella me contó al ver la foto de él en el hospital.
—¿Podemos hablar, por favor? —cuestiona Luca, sin apartar su mirada de ella.
Kate y yo nos miramos de reojo, y trago saliva, temiendo que acepte y vuelva a ser como antes. Sin embargo, ella decide aliviar a mi pobre corazón negando con la cabeza.
—Me alegra que estés bien —dice sinceramente, sorprendiéndome con su amabilidad—, pero tú y yo no tenemos nada de qué hablar —afirma, pero mi respiración sigue atorada en mi garganta—. Ahora, si nos disculpas, estábamos en una conversación importante.
Siento cómo toma mi mano, dispuesta a alejarnos de Luca. Pero antes de que podamos avanzar, el pelinegro agarra la muñeca de Kate, impidiendo su movimiento y el mío.
—Por favor —implora, mirándola directamente a los ojos—. Solo que... —Suspira, pasando su mano libre por su cabello, desordenándolo aún más—. Te extraño.
Siento que mi corazón late con fuerza en mi pecho, al igual que mi respiración se vuelve pesada. Miro de reojo a la pelirroja, quien aún no ha soltado mi mano, y la veo mirarlo sin mostrar emoción alguna.
La tensión en el aire es palpable. Mi corazón late con fuerza mientras observo la interacción entre ellos, con el temor de que Kate pueda volver a caer en los brazos de su ex. Siento una mezcla de ansiedad y dolor ante la posibilidad de que la chica que me gusta decida regresar con él.
—Kate, por favor, solo déjame explicarte —insiste Luca, con un tono suplicante en su voz.
Kate lo mira fríamente, con determinación en sus ojos. Se libera de su agarre y da un paso atrás, separándose de él.
Siento un nudo en el estómago y mi corazón palpita con fuerza. Estoy paralizado, observando cada gesto, cada palabra que intercambian. La tensión en el aire es casi tangible, y me encuentro atrapado en una mezcla de emociones contradictorias.
—Ya no quiero saber nada de ti, Luca. No me interesa escuchar tus explicaciones. Nosotros dos terminamos, se acabó —declara ella con firmeza, sin apartar sus ojos de los del pelinegro.
Luca parece sorprendido por su respuesta. Su expresión se transforma de súplica a enfado, y una sombra de resentimiento cruza su rostro.
—¿Cómo te atreves a decir eso? —responde con amargura—. Tú no puedes simplemente deshacerte de mí así. Yo sé que aún sientes algo por mí, lo sé.
Mi corazón se acelera aún más cuando Luca se aferra a la esperanza de que Kate aún siente algo por él. No puedo evitar sentir un profundo resentimiento hacia él en este momento. Quiero gritarle que se vaya, que deje de aferrarse a algo que ya no existe. Pero me quedo en silencio, observando desde la distancia, sin poder intervenir.
Kate mantiene su postura, sin titubear.
—No, Luca —responde, negando con la cabeza como quien le está explicando algo a un niño pequeño—. Hace mucho que ya no siento nada por ti, lástima que me di cuenta tarde y me quedé a tu lado por costumbre, pero me alegra haberme dado cuenta que ya ni siquiera aprecio tengo hacia ti —afirma, sin dudar, sin expresar lo contrario con su rostro. Con un tono firme y una expresión neutra. Así es como lo mira—. Lo que tuvimos ya no existe. Me lastimaste demasiado, y ya no estoy dispuesta a dejarte entrar de nuevo en mi vida.
Siento un atisbo de alivio. Un rayo de esperanza ilumina mi interior, pero la sombra de la duda aún persiste. ¿Y si Luca logra convencerla de lo contrario? ¿Y si ella decide volver a sus brazos?
La ira y la frustración en el rostro de Luca me golpean como un puñetazo en el pecho. Su desprecio hacia Kate es evidente.
La expresión de Luca se vuelve aún más tensa. Sus ojos arden de ira y frustración.
—Pues bien, cuando te des cuenta de que te equivocaste, cuando te des cuenta de que nadie te querrá como yo lo hice, no estaré aquí esperándote —asegura, mirandola con desprecio. Como si de verdad Kate se estuviera perdiendo de una buena oportunidad—. No me busques, porque ya no me importarás.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras Luca se aleja sin mostrar ni un ápice de arrepentimiento. Es en ese momento en que mi determinación se fortalece. Estoy decidido a estar allí para Kate, a consolarla y apoyarla en cada paso del camino.
Me acerco lentamente a ella, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. Quiero ser su refugio, su hombro en el que pueda apoyarse. Le ofrezco una sonrisa reconfortante, tratando de transmitirle mi apoyo silencioso.
—¿Estás bien? —pregunto con preocupación en mi voz, posando una mano en su hombro.
Voltea hacia mí, con sus ojos mostrando rastros de tristeza, pero también de determinación.
—Sí, estoy bien —responde segura, dándome una débil sonrisa—. Gracias por no irte.
Mis sentimientos se entrelazan en un nudo mientras la abrazo con suavidad, deseando poder aliviar su dolor y ser la persona en quien pudiera confiar.
Fin del Flashback
Todo lo que le dijo es cierto, estoy seguro de eso porque Kate podrá decir muchas cosas, pero sus ojos no mienten. Nunca mienten.
No va a volver con Luca, debo quitarme esa preocupación del pecho, porque es absurdo. Además, ¿qué si vuelven? No es como si nosotros dos tuviéramos algo que le impidiera hacerlo. Pero tampoco quiero que lo hagan.
No puedo evitar sentir una profunda indignación al presenciar la actitud de Luca hacia Kate. En mi interior, una voz furiosa clama que él no merece tenerla a su lado. Sé que Kate no es un objeto, no es algo que se pueda "merecer" en ese sentido, pero si lo fuera, ella sería el tesoro más valioso e inalcanzable para alguien como él.
Luca parece no entender la verdadera esencia de Kate, que nunca lo hizo en realidad. Jamás comprendió la pureza y la fuerza de su espíritu, la forma en que su sonrisa ilumina una habitación y su determinación inquebrantable. Ella es alguien extraordinaria, un ser que irradia belleza interior y exterior. Y Luca, con su actitud despectiva y su falta de aprecio por ella, no está a la altura, nunca lo estuvo.
Kate merece alguien que valore cada una de sus cualidades, alguien que la admire y la respete en todos los sentidos. Merezca o no, Luca no cumple con ese requisito. Él ha demostrado una y otra vez su incapacidad para apreciarla en su totalidad, su tendencia a lastimarla y hacerla sufrir.
Aunque me cueste admitirlo, también siento una pizca de temor. ¿Y si Kate aún alberga sentimientos por Luca? ¿Y si él logra envolverla nuevamente en su red? El miedo me invade, sin poder evitarlo.
Kate no es un premio que se gana o se pierde, pero en mi corazón, sé que ella merece el amor más puro y genuino. Es imposible de comprar para un simple humano como Luca... o yo.
Me quejo en voz alta por la frustración que siento ahora mismo, mientras me muevo sobre el sofá de una lado a otro para intentar quitar el estrés de mi cuerpo de esta forma, al mismo tiempo que escucho la puerta de entrada cerrarse, para luego oír pasos acercarse hasta donde estoy.
—Muy bien, Gael —habla Dustin, como si fuera un perro, para luego acariciar mi cabeza—. Toma un premio, por lo bien portado que fuiste —dice, regalándome un caramelo.
Lo recibo, pero muy ofendido de lo que me acaba de decir.
—Ja, ja, que chistosito te has vuelto desde que tienes novia —respondo, sentándome en el sofá para poder comer el caramelo—. Pero dudo que con esos malos chistes logres enamorarla, eh.
—Pero mira que envidiosito saliste —comenta, sentándose a mi lado—, no sabía que eras tan mal vibroso, José —menciona, chasqueando su lengua a la vez que mueve la cabeza en una negativa. Frunzo el ceño, cansado de que él y mi mamá me llamen así, aun sabiendo que no tengo segundo nombre—. Con razón Kate te rechazó y decidió salir con otro chico.
—No me llamo... —Me callo abruptamente, para después mirarlo sorprendido—. ¿Que Kate qué?
—¿No retomabas hoy tus lecciones con Kate? —inquiere, viéndome algo confundido.
—Sí, pero las pasé para mañana —contesto, aun tratando de procesar lo que dijo hace un momento.
—Oh —murmura, bastante pensativo, mirando hacia algún punto fijo del suelo—. Pues hiciste muy, muy mal —asegura, volviendo a verme a los ojos—. Deja de ser tan lerdo, porque así jamás lograrás salir con ella.
—¿Y quién te dijo a ti que quiero salir con Kate? —cuestiono a la defensiva, metiéndome el caramelo sabor manzana a la boca, para luego cruzarme de brazos.
Lo veo parpadear un par de veces, para luego hacer un pequeño gesto lleno de confusión.
—Oh, entonces tiene sentido que estés así de tranquilo mientras que ella tiene una cita con un tipo —dice, para después encogerse de hombros, quitándole importancia al asunto.
—¿De qué hablas? —inquiero, agarrando su brazo para que vuelva a mirarme y así poder ver si me está mintiendo o no.
Este escuincle baboso suele ser bastante cruel con sus bromas hacia mi, como esto. Es capaz de decirme que vio a Kate besándose con otro, con tal de hacerme sufrir.
—¿No que no te interesaba? —pregunta burlón, sonriendo divertido y entrecerrando sus ojos de manera juzgona—. Pero en fin, lo que te dije, fui a acompañar a Angie hasta su casa y si o si debemos pasar por las rampas y ahí estaba Kate con un tipo.
—Estás mintiendo —digo de inmediato, negando con la cabeza y sonriendo aliviado—. Kate jamás estaría en las rampas de patinetas, imposible.
—¿Y quién dijo que estaba ahí exactamente? —inquiere, mirándome ofendido por no haber entendido su pésima explicación.
—Tú —respondo, mirándolo con desdén, provocando que él me devuelva la misma mirada desafiante. Sin embargo, un recuerdo de esta mañana cruza mi mente y mi corazón comienza a latir con frenesí—. Dime, ¿cómo era el chico? ¿Cabello negro? —pregunto apresurado, temiendo la respuesta.
Dustin frunce los labios, como suele hacer cuando está pensando o intentando recordar algo.
—No, era castaño —contesta, aún pensativo, como si no estuviera seguro, para luego asentir con la cabeza antes de añadir—: Sí, en definitiva era castaño.
Siento que mis hombros se relajan con alivio al saber que no se trata de Luca, pero inmediatamente mi mente comienza a buscar otras posibilidades.
¿Un chico castaño? ¿Podría ser su hermano? Es una opción plausible, considerando que su madre también tiene el cabello de ese color y... Espera un momento, ahora que recuerdo, Kate me contó que tenía una hermana mayor. Solo son dos hermanas, al igual que Dustin y yo.
—Ah —digo pensativo, sin saber qué hacer.
¿Por qué de repente siento acides? Llevo una mano a mi pecho y comienzo a refregar esa zona, tratando de quitar este malestar tan repentino.
¿Quién podría ser ese chico castaño? Dios mío, necesito una respuesta para calmar esta incertidumbre.
—¿De verdad no te importa? —cuestiona Dustin, haciendo que gire a verlo, recordando su presencia que por un momento había olvidado.
—No, para nada —miento, sintiendo la acides intensificarse, y ahora refregar no es suficiente, así que comienzo a darme pequeños golpecitos en el pecho para intentar calmarlo.
—Bien —dice, haciendo una mueca que no demuestra más que la sorpresa que siente, para luego encogerse de hombros, restándole importancia al asunto y agarra el mando del televisor—, porque yo te iba a proponer que vayamos allá, finjamos que estamos en las rampas, cuando en realidad, solo si te interesaba, podríamos estar observándolos y así puedas saber quién es, si lo conoces o no —propone, mirando el televisor mientras cambia de canal.
—De seguro ya se fueron a su casa, enano —comento, sintiéndome desesperanzado al darme cuenta de esa opción, puesto que la idea de Dustin no era nada mala.
—Al menos que su salida dure diez minutos, no lo creo, no —responde, y de reojo lo veo negar con la cabeza—. Porque cuando volvía de dejar a Angie en su casa, es que los vi llegar a la cafetería. Apenas estaban sentándose en un de las mesas de afuera.
De repente, la acides se va de mi, para la emoción y ansiedad ocupar paso en mi pecho.
Me levanto de golpe, logrando asustarlo y hacer que me mire raro.
—¿Y bien? ¿Qué haces ahí? —inquiero, tirando de su brazo para que se levante—. Andando, andando, andando —ordeno, mientras aplaudo al compás de mis palabras.
Me mira divertido, pero sin embargo me hace caso y ambos nos escabullimos hasta el garaje, rogando porque nuestra madre no nos vea ya que capaz primero le da un infarto y, luego, en el hospital, nos regañe al punto de que hasta los médicos lleguen a temerle.
Salimos de la casa con cuidado de no hacer ruido y espero a que Dustin se suba a su bicicleta, para luego agarrarme de uno de los caños de atrás a la vez que me monto en mi patineta. Le doy leve golpecitos en la espalda para que sepa que ya puede empezar a pedalear y eso hace, haciendo que, por ende, yo me mueva con él.
Esto es más fácil para mí que para él, puesto que debe llevar su propio peso y el mío, pero no es como si me importara mucho, la verdad. Mientras menos esfuerzo físico haga, mejor para mí.
Mi corazón late con fuerza mientras Dustin pedalea rápidamente hacia la cafetería. La emoción y la ansiedad se mezclan en mi pecho, y mi mente se llena de preguntas y especulaciones sobre quién podría ser ese chico castaño que estaba con Kate. ¿Será solo un amigo? ¿O tal vez algo más? No puedo evitar sentir nuevamente una punzada de acides, aunque sé que no tengo derecho a sentirme así.
Luego de diez minutos o menos, llegamos a las rampas y Dustin nos guía hacia donde podamos ver directo a la cafetería y nos escondemos detrás de unos arbustos, lo suficientemente cerca para poder observar sin ser vistos. Veo a Kate sentada en una mesa de afuera, riendo y charlando animadamente con el chico castaño. Aunque intento controlarme, no puedo evitar sentir un nudo en el estómago al verlos juntos.
—¿Es él? —susurro emocionado, señalando disimuladamente al chico castaño.
Dustin asiente y se acomoda para tener una mejor visión.
—¿Lo conoces? —inquiere también en un susurro, girando a verme.
No sé por qué susurramos, si claramente no nos van a escuchar debido a que nos separa una calle de distancia, sin contar los autos que pasan haciendo ruido.
—No —respondo, negando con la cabeza, sin poder dejar de verlos.
¿Quién será? ¿Cómo se habrán conocido? ¿Serán viejos amigos de la infancia? No, al menos que él haya viajado desde Estados Unidos, pero si no es el caso, no pueden ser tan viejos amigos. Aunque por la forma en la que hablan y por lo cómoda que se ve Kate a su lado, parece que si se conocen hace bastante.
Observamos a Kate y al chico durante un rato, tratando de averiguar más sobre su relación. Parecen estar pasando un buen momento juntos, riendo y compartiendo confidencias. Mi corazón se aprieta con cada risa de Kate, y no puedo evitar preguntarme si este chico es el motivo de su reciente distancia.
"Claro, échale la culpa de esto a Kate, cuando sabes perfectamente que fuiste tú quien se alejó de ella por temor a preguntarle sobre lo sucedido entre Nathalia, Kendall y su amiga Cinthia", me dice mi conciencia, haciendo que cierre mis ojos, dándole la razón.
Maldita conciencia.
—Vamos a aquella rampa —propone Dustin, indicando con la cabeza hacia una de las rampas, donde nos podríamos sentar y tendríamos la vista perfecta hacia la "parejita feliz".
Asiento en silencio y nos movemos con sigilo, bajando y subiendo las rampas. Dustin pedalea con su bicicleta mientras yo deslizo mi patineta por las superficies de concreto. Nos sentamos en la parte superior de una rampa, dejando nuestras piernas colgando en el vacío y apoyando nuestros brazos en los barandales amarillentos, aunque desgastados por el tiempo.
Apoyo mi mentón sobre mis brazos y suspiro, observando cómo Kate y el chico se miran a los ojos con complicidad, y me pregunto si alguna vez tuvimos esa mirada cuando estábamos juntos. Una punzada de dolor me atraviesa el corazón al recordar los momentos compartidos con ella, y siento una envidia irracional hacia ese chico castaño que ahora parece ocupar su atención.
Me invade la sensación de que este chico castaño tiene algo que yo no tengo, algo que ha logrado atraerla y hacerla sonreír de esa manera.
Trato de mantenerme sereno, recordándome a mí mismo que no tengo derecho a sentir celos. Kate no es nada mío, nunca lo fue. Ella es libre de elegir a quien quiera en su vida, y si ese chico la hace feliz, entonces debo aceptarlo y desearle lo mejor.
Sin embargo, a medida que los minutos pasan y veo la cercanía entre ellos, la idea de que puedan estar iniciando una relación me llena de angustia. ¿Y si este chico es mejor que yo en todos los sentidos? ¿Y si es más divertido, más inteligente, más interesante? Una voz en mi cabeza me dice que no debo compararme con él, que cada persona es única y que lo importante es que Kate sea feliz. Pero la inseguridad y el miedo me consumen, y no puedo evitar sentirme amenazado por esta nueva presencia en su vida.
Dustin se da cuenta de mi estado de ánimo y me mira preocupado.
—¿Estás bien, hermano? —pregunta en voz baja.
Asiento sin mirarlo y me concentro en respirar profundamente para calmarme. No puedo permitir que mis emociones me controlen de esta manera. Kate merece que sea fuerte y respetuoso, incluso si eso significa enfrentar la posibilidad de que ella decida estar con alguien más.
Continuamos observando en silencio desde las alturas, esperando encontrar alguna pista sobre la relación entre Kate y el chico castaño. Aunque una parte de mí espera que todo esto sea solo una coincidencia, otra parte teme que pueda significar el final de nuestras -mis- posibilidades.
—¿Puedo preguntarte algo? —habla de repente, haciendo que gire a verlo. Noto que mueve sus piernas, colgando al igual que las mías debido a la rampa.
Me acomodo mejor en el cemento, aliviando el dolor que sentía en las piernas debido al filo de la rampa.
—Claro, enano —respondo, apoyándome con mis manos hacia atrás y ligeramente inclinado—. ¿Qué pasa?
Sonrío, divertido de mi, al darme cuenta que casi digo "What's up, boy?" Como suele decirme Kate.
—¿Por qué te gusta? —inquiere, y vuelvo a verlo, pero esta vez con el ceño levemente fruncido al no entender de qué habla—. Ya sabes, ¿por qué te gusta Kate? —explica, mirándome a los ojos con verdadera duda—. No es que quiera ser malo contigo ni nada, pero, por lo que sé, empezó a gustarte hace mucho, ¿no? En el tiempo que ella estaba de novia, así que... No sé, ¿por qué te gustaba aún sabiendo que sus sentimientos no podrían ser correspondidos y por qué te sigue gustando ahora?
Me quedo en silencio por un momento, procesando sus preguntas. La verdad es que no esperaba que me cuestionara de esa manera. Mi relación con Kate siempre ha sido complicada, y entender mis propios sentimientos ha sido un verdadero desafío.
Suspiro y decido abrirme con él. Después de todo, ambos estamos sentados aquí, compartiendo nuestras frustraciones en esta fría tarde, mientras espiamos a Kate en su salida con ese chico.
—Sabes, enano, cuando se trata de Kate, es difícil poner en palabras exactamente por qué me gusta —respondo luego de algunos segundos, observando a la pelirroja fijamente—. Es algo que simplemente sucede de forma natural, como si nuestros corazones se entendieran sin necesidad de explicaciones. Cada vez que estamos juntos, siento que puedo ser yo mismo sin reservas ni máscaras. —Me acomodo un poco más, girando a verlo, notando que él está viéndome fijamente—. Esto no se lo he contado a nadie, pero... Desde el momento en que empezamos a tener trato, hubo algo en ella que me cautivó.
Sonrío con nostalgia, recordando momentos compartidos con Kate. Bajo la mirada hacia mis manos, entrelazando mis dedos.
—Incluso cuando ella estaba en una relación, mi corazón no podía evitar sentir lo que sentía —continúo hablando y suelto un suspiro a la vez que me encojo de hombros, volviendo a ver a Kate reír—. Sinceramente no espero que ella corresponda a mis sentimientos, es decir, si debo elegir entre ser su amigo o no ser nada, elijo mil veces ser su amigo, pero simplemente no puedo evitar sentir lo que siento. Supongo que esto es así, no siempre es lógico, no lo sé. —Vuelvo a encogerme de hombros, restándole más importancia de la que realmente tiene—. A veces, simplemente sucede y no podemos controlarlo, ¿no?
—Supongo, sí —responde pensativo, asintiendo con la cabeza.
—Pero si lo pienso a profundidad, tal vez es el olor a coco de su cabello, la fragancia de su perfume que se queda en el aire cuando está cerca. Esas cosas despiertan algo en mí, como si mi corazón supiera que ella está cerca incluso antes de verla —menciono, mordiendo un poco mi labio inferior para evitar sonreír como bobo al recordar esas pequeñas cosas de ella que tanto me gustan—. Y sus pecas... no sé por qué, pero cuando está enojada, sus pecas se vuelven más pronunciadas y me resultan adorables, me hacen reír incluso en los momentos de tensión. —Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios mientras evoco imágenes de Kate en mi mente—. Pero lo que realmente me cautiva son sus ojos. Cuando está feliz, se iluminan como dos luceros brillantes, llenos de alegría y energía positiva.
Bajo la mirada por un instante, recordando momentos íntimos y genuinos con Kate. Sonrío aun más sin poder evitarlo. Nunca puedo hacerlo cuando se trata de ella.
—Lo más hermoso de todo es que ella no tiene miedo de ser ella misma cuando está conmigo —digo, sintiendo mi corazón cálido de repente al recordar las veces que noté su comodidad a mi lado, o las veces que ella misma me aseguro que no temía mostrarme todas sus versiones—. Puedo ver su autenticidad, su vulnerabilidad y su confianza en ser quien es. Y eso, enano, me inspira a ser yo mismo sin temor ni máscaras. Con Kate, puedo ser vulnerable y compartir mis pensamientos más profundos, mis sueños y mis miedos, sabiendo que ella no me juzgaría por eso, ¿sabes a lo que me refiero? —inquiero, girando a verlo y asiente con la cabeza.
—Sí, eso es también lo que me gusta de estar con Angie, que puedo ser yo sin miedo a nada —concuerda conmigo, y sonrío feliz por él, porque haya encontrado ese tipo de gente valiosa.
—En resumen, enano, no hay una razón específica por la que me guste Kate —digo, girando a verlo por unos segundos, antes de volver a ver a la pelirroja de mis sueños—. Simplemente es ella, con todas sus virtudes y defectos, lo que hace que mi corazón se acelere cuando está cerca. No puedo explicarlo con palabras precisas, pero, aunque no estoy seguro de muchas cosas en mi vida, puedo asegurarte que mis sentimientos son genuinos y puros. —Suspiro, apoyando mi mentón sobre mis manos—. Supongo que también es la sensación de comodidad, de estar en casa cuando estamos juntos. No lo sé, solo sé que hay algo en ella que simplemente me cautiva. Su sonrisa, su alegría, su forma de ser... Me hace sentir vivo, ¿sabes? Cuando estoy con ella, todo parece cobrar sentido, como si el mundo entero encajara perfectamente.
Dustin asimila mis palabras en silencio, su rostro reflejando una mezcla de comprensión y ternura fraterna.
—Creo que te entiendo, hermano —dice finalmente, apoyando una mano en mi hombro—. Todos merecemos encontrar a alguien que nos haga sentir de esa manera. Y si Kate es esa persona para ti, entonces lucha por ella. No dejes que la presencia de este chico castaño te desanime —menciona de manera animada, sonriéndome de tal forma que me demuestra su apoyo—. Además, de seguro que él ni sabe andar en patineta y ni hacer trucos tan buenos como tú.
Río ante lo último dicho. Siempre me va a fascinar la increíble capacidad que tiene Dustin para alegrarme en cualquier momento, o simplemente animarme.
—Tienes razón, enano. Seguro que no puede hacer ni la mitad de los trucos que yo puedo hacer —respondo, guiñándole un ojo a Dustin con complicidad.
Ambos reímos, disfrutando del momento de ligereza antes de que nos demos cuenta de que Kate y el chico castaño están a punto de irse. La risa se desvanece cuando mis ojos se encuentran con los de ella. Un escalofrío de nervios recorre mi espalda.
—¿Y ahora? ¿Qué hacemos? —cuestiona Dustin bastante más alterado que yo, mientras ambos nos levantamos de donde estamos sentados.
Empezamos a mirar hacia todos lados, buscando un lugar donde escondernos, pero no hay nada más que rampas y de reojo puedo ver a Kate mirando a ambos lados de la calle, dispuesta a cruzarla para venir hacia donde estamos. Chanfles.
—¿Improvisar? —propongo, girando a ver los verdes ojos de mi hermanito menor.
Asiente con la cabeza y no espera que termine de subirme bien a mi patineta, que me empuja, tomándome por sorpresa.
El impacto del suelo se siente de manera contundente, sacudiendo mi cuerpo brevemente. Un dolor punzante recorre mi espalda y mis extremidades, generando una sensación momentánea de molestia. Sin embargo, sé que no es algo grave, solo un golpe inofensivo que desaparecerá rápidamente.
Me quedo tendido en el suelo por unos segundos, recuperando el aliento y evaluando si hay algún daño real. Sin embargo, rápidamente me doy cuenta de que solo se trata de una pequeña incomodidad que desaparecerá en poco tiempo.
Levanto un poco mi cabeza para mirar a Dustin, y en mi rostro se refleja una expresión de molestia y molestia mientras observo su expresión culpable.
—¿Qué demonios, Dustin? —le reprocho solo moviendo mis labios y parece entenderme, porque sonríe apenado.
Frunzo el ceño cuando veo como se gira, dándome la espalda y fingiendo ver atentamente un árbol. ¿Qué onda con este loco? Pero poco tarda en llegar la respuesta, cuando escucho la voz de Kate.
—¡Boy! ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —pregunta, inclinándose hacia mí, apoyando una mano en mi brazo y examinando mi estado físico, mientras que yo sigo tendido en el suelo—. ¿Cuántos deditos ves? —pregunta mientras levanta su mano libre hacia mi y me enseña tres de sus dedos.
No le respondo, estoy demasiado nervioso de que sepa que los estaba espiando, que me da miedo decir algo incorrecto. Pero mis nervios se van por el caño cuando veo al chico castaño a unos cuantos pasos atrás de Kate, viéndome con los ojos entrecerrados, como desconfiando de mí.
¿Y este? Ni me conoce y ya desconfía de mi falsa caída, aunque en parte fue verdadera, pero todo bajo los nervios de ser descubiertos.
—Eh... Tres —le respondo cuando veo como mueve su mano frente a mí.
—¿Te golpeaste algo? ¿Necesitas que te ayude en algo? —Me mira con una clara preocupación en sus ojos cafés.
Abro la boca dispuesto a decirle que sí, estoy bien, pero entonces el castaño habla llamando nuestra atención.
—Está bien, Kate, no fue una caída grave —comenta, otorgándome aún la misma mirada de desconfianza.
Ahora que lo veo bien, creo que lo conozco, ¿pero de dónde?
Creo que ya no me mira con desconfianza, sino que al parecer, también está intentando recordar de dónde es que me conoce.
—Esa actitud no es nada cool, Vico —responde Kate con el ceño fruncido, mirando de mala forma al castaño, mientras aun sigue con su mano en mi brazo—. Tú no sabes, se pudo haber quebrado o algo. —Vuelve su vista a mi y relaja su expresión, para mirarme de una manera que no comprendo—. Ahora sí boy, dime, ¿cómo estás?
Ahora aquí la cuestión es... ¿Le digo la verdad de que estoy bien o miento para arruinar su cita? Hmm, esta difí...
—Me duele muchísimo la pierna —murmuro "adolorido", señalando mi pierna derecha.
Kate frunce el ceño y me mira preocupada.
—Oh, no, eso no suena bien. ¿Puedes levantarte? Tal vez deberíamos llevarte al médico para asegurarnos de que no sea nada serio —dice, preocupada y moviéndose para intentar ayudarme a levantarme.
—No creo —respondo, negando con la cabeza—, me duele mucho —miento, poniendo mi mejor cara de dolor.
Por la expresión de Kate, supongo que no vio el cómo es que llegué a esta situación, más sin embargo, noto al tal Vico mirar hacia donde está Dustin, quien sigue de espalda, viendo ahora su bicicleta como si le estuviera arreglando algo.
—Vico, ven, ayúdame a levantarlo del suelo —ordena Kate, y escucho como Vico suelta un suspiro para luego acercarse a mí.
Por su actitud se nota que él sabe que estoy fingiendo, pero me importa tres cacahuates lo que piense siempre y cuando Kate no se de cuenta, no interesa.
Cuando me pude levantar, Kate hace que pase mi brazo por sus hombros, haciendo que su aroma a coco llegue hasta mis fosas nasales.
—Gordi, hay que llevarlo a su house —comenta Kate mirando a Vico, sin soltarme ni un poquito—, ¿o te duele tanto como para llevarte al medico? Porque puedo...
—No es necesario —me apresuro en decir, negando con la cabeza—. Mi casa está bien —respondo, otorgándole una sonrisa amable y asiente con la cabeza, para luego volver a ver a Vico mientras que yo solo puedo seguir viéndola a ella.
Me detengo por un momento a observarla con determinación. Mi mirada se desliza por sus pecas dispersas en su rostro, resaltando su belleza natural. Sus largas pestañas, cuidadosamente maquilladas, parecen aún más largas y enmarcan sus ojos de una manera hipnotizante. Su nariz respingada le da un toque encantador, y sus mejillas regordetas me transmiten una sensación de ternura irresistible.
Cada detalle de su rostro me resulta fascinante, como si estuviera descubriendo una obra de arte cuidadosamente esculpida. Cada rasgo me lleva a que me guste un poco más, y mi corazón se llena de alegría al tener la oportunidad de admirarla de cerca.
—Me encantaría, pero no puedo, tengo cosas que hacer —habla Vico, haciendo que vuelva a la realidad y gire a verlo—. Perdón hermano, perdón linda, ¿crees que puedes arreglártelas sola? —inquiere levemente preocupado, mirando fijamente a Kate, y la siento asentir con la cabeza a mi lado—. Bien, me voy.
Lo raro es que, antes de irse, me guiña el ojo, pero no fue un guiño de ojo normal, sino uno de... complicidad.
¿Vico se fue para dejarme a solas con Kate? Bah, seguramente se fue porque sí tenía algo que hacer
—Bien boy, a tu house —dice, mientras levanta mi patineta del suelo y vuelve hacer que la abrace.
Le quito la patineta y la llevo yo, mientras dejo que ella me "ayude".
Llegamos a mi casa y en todo el camino me maldije por haber dejado a Kate ayudarme, es demasiado torpe. Hizo que me caiga una vez más, me golpee contra un banco, casi piso popo, lo cual si agradezco ya que no pise, y varias cosas más que me hacían querer llorar y correr hacia mi mamá, para que me defienda de Kate.
Gracias a Dios no estamos tan lejos de nuestras calles, pero ojalá hubiera aceptado su oferta de venir en taxi hasta aquí. La verdad es que no creía que iba a sufrir por unas cuantas cuadras, pero que equivocado estaba.
Connor me diría que es el karma instantáneo por haberle mentido a Kate, así que este es el precio que debo de pagar.
Nos detenemos frente a mi casa y nos alejamos un poco para mirarnos a los ojos, antes de que alguno de los dos pueda decir algo, puedo escuchar la puerta abrirse y el grito de mi mamá lastima mis oídos.
—¡Oh, mi bebé! —grita mi mamá mientras se acerca hasta donde estoy para estrujarme entre sus brazos—. ¡¿Qué te ocurrió?! —agarra mi rostro y me inspecciona preocupada para asegurarse de que no tenga ninguna herida visible.
Detrás de ella puedo ver a Dustin aparecer, sonriendo divertido, aunque en sus ojos puedo ver la culpa. Vuelvo a mirar a mi mamá, notando que el enano ya le contó lo sucedido, pero ¿qué tanto le contó y por qué está actuando de esta forma?
Vuelvo la mirada a Dustin y paso mi mirada de él a mi mamá varias veces, tratando de entender qué plan han tramado y por qué me mantuvieron en la oscuridad. Ni siquiera sabía que Dustin había venido antes que Kate y yo.
—Me caí de la patineta —respondo como puedo, ya que mi mamá me está presionando las mejillas con mucha fuerza.
Puedo ver cómo su rostro cambia de preocupación a uno lleno de enojo. Me suelta la cara y pone sus brazos en sus caderas, adoptando una postura autoritaria.
—¡Gael José Vitali Spinelli, te dije que no quería que volvieras a...! —se calla abruptamente cuando ve a Kate a mi lado. Parpadea un par de veces, fingiendo sorpresa, y antes de que ella pueda preguntar algo, decido hablar yo primero.
—Me ayudó a llegar hasta aquí, ya que me golpeé la pierna —comento, nervioso por lo que pueda estar pasando por la mente de mi madre en este momento.
Sin pensarlo dos veces, mi mamá estruja a Kate entre sus brazos, sorprendiéndola. Abre sus ojos abiertos de par en par, sin saber qué hacer, hasta que sonríe divertida y le devuelve el abrazo a esta señora dramática.
—Mamá —la llamo, pero ella sigue agradeciendo a Kate por haber ayudado a su bebé una vez más en un aprieto como este—. Mamá, ya deja a Kate —suplico, intentando alejarla de ella.
Finalmente, mi mamá suelta a Kate y me mira con una mezcla de alivio y reproche.
—Debes tener más cuidado, Gael. No quiero que te lastimes —dice, aunque su tono de voz ya no es tan duro como antes.
Entonces, Dustin interviene, intentando desviar la atención.
—¿Qué tal si vamos todos adentro y tomamos algo fresco? Hace calor aquí afuera —propone, señalando la puerta de mi casa.
Mi mamá asiente, pareciendo dispuesta a dejar atrás el momento de preocupación.
—Sí, vamos adentro. Kate, te invito a que te unas a nosotros. Parece que has conquistado el corazón de mi hijo —dice, guiñándome un ojo, haciendo que mi rostro se sonroje ante sus palabras y mi corazón se acelera—, ya sabes, porque siempre se cae cuando estás cerca, como si lo distrajeras o algo pare...
—Si, si, vamos adentro —la interrumpo, poniendo mis manos en sus hombros para hacerla girar sobre sus talones y guiarla hacia el interior de la casa, escuchando la risa de Kate de fondo.
Lo incómodo que es fingir tener dolor de pierna. Debo renguear hasta adentro, que es donde suelto un suspiro en cuanto siento la comodidad del sofá debajo de mí.
Kate se sienta en el sofá frente a mí y Dustin, ni lerdo ni perezoso, dispuesto a aprovechar la oportunidad que se le acaba de brindar, se sienta a su lado. Puedo ver la chispa de maldad brillando en sus ojos.
Cierro los míos al saber lo que se viene: Ambos querrán ponerme en ridículo frente a ella.
—Mamá, Kate ya debe irse a su casa —digo en cuanto mi mamá se sienta en el otro sofá individual y, de reojo, puedo ver como Kate me mira indignada por haberla corrido de esta manera tan sutil.
—Gael, no seas grosero —me regaña mi mamá y veo que Kate quiere sonreír victoriosa—. Mejor ve a buscar jugo para Kate, la pobrecita debe estar muerta de sed después de haberte acompañado todo el camino —menciona, mirandome reprobatoriamente.
Alzo mis cejas ofendido, más sin embargo no digo nada y me levanto de todas formas del sofá para caminar hacia la cocina.
Sí, claro, ella está sedienta y cansada, cuando fui yo el herido por sus malos cuidados hasta aquí.
Mientras me dirijo a la cocina, puedo escuchar a Dustin riendo tontamente, tratando de impresionar a Kate con sus comentarios burlones hacia mi. Me dan ganas de dar media vuelta y gritarle que todo esto es su culpa, que el que estemos en esta situación es culpa suya por su "grandiosa idea", pero me contengo de hacerlo.
Al llegar a la cocina, agarro un vaso y lo lleno con jugo de naranja. Respiro profundo, intentando calmar mi frustración y nerviosismo por la situación.
Regreso al salón y entrego el jugo a Kate con una sonrisa forzada. Ella lo toma y me agradece con una expresión de gratitud que me hace sentir aún más incómodo.
—Gracias, boy —dice mientras toma un sorbo del jugo.
Después de dejar los demás vasos en la mesa ratonera, vuelvo a mi lugar en el sofá, tratando de ignorar toda esta situación, convenciéndome que solo será una charla normal y nada más.
Mi mamá, siempre dispuesta a romper el hielo, retoma la conversación.
—Bueno, ahora sí, cuéntame qué tal tu día, Kate —pregunta curiosa, agarrando uno de los vasos para darle un sorbo.
—Normal, tranquilo —responde la pelirroja, pareciendo un poco incómoda ante la atenta mirada de Dustin, Mariel y la mía.
Bufo algo molesto y burlón, atrayendo su mirada hacia mí, mientras que yo me acomodo mejor en el sofá.
—Si por tranquilo te refieres a tener una cita con un chico, entonces sí, fue muy tranquilo tu día —digo de forma molesta, casi rosando lo burlón.
—¿A ti no te dolía la pierna? —contraataca y abro los ojos de par en par, girando un poco mi cabeza para verla—. Digo, porque te vi caminar muy bien hasta la cocina —explica, sin apartar sus ojos de los míos.
Sus palabras me toman por sorpresa y me quedo en silencio por un momento, sin saber qué responder.
—Ya no me duele tanto —aseguro, encogiéndome de hombros, intentando restarle importancia al asunto.
Kate frunce el ceño, como si no creyera del todo mi respuesta. Puedo ver la chispa de desafío en sus ojos mientras me mira fijamente. No puedo evitar sentir cierta admiración por su determinación y su forma de enfrentarme.
—Sospecho que quisiste sabotear mi salida con Vico —dice ella, elevando una ceja y cruzándose de brazos.
Sus palabras me hacen sentir incómodo, porque en realidad no tenía la intención de sabotear su salida con Vico. Aunque admito que había estado espiándolos sin querer, no quería que Kate lo supiera.
—¿Yo? Ja, ¿para qué querría hacer eso? —me burlo, tratando de disimular mi nerviosismo. Bufando varias veces, trato de restarle importancia a la acusación—. No eres el centro del mundo, fresita.
Kate me mira con sorpresa e indignación, mientras Dustin alza una ceja, claramente juzgándome.
—No seas un tonto frente a tu mamá —es lo único que se le ocurre decir, regañándome, cosa que hace reír a Dustin por lo bajo.
—Tranquila, hija. Él siempre es un tonto, una ya se acostumbra —comenta mi mamá, moviendo su mano para restarle importancia al asunto, haciendo reír tanto a Kate como a Dustin.
—¡Mamá! —la regaño, totalmente ofendido, pero ella vuelve a mover su mano restándole importancia, una vez más, a su comentario.
—¿Así que sí tienes novio? —pregunta mi mamá, centrando su atención en Kate.
—No, señora —responde Kate apenada, dejando el vaso de jugo sobre la mesa ratonera—. No tengo novio, es decir, tenía, pero terminamos hace varias semanas.
—Ay, cariño, ya hemos hablado de esto, dime Mariel, no me molesta. —Mi madre sonríe con cariño, haciendo que Kate frente a ella sonría algo apenada—. Entonces... ¿hay alguien que te interese? —pregunta directamente.
Dios mío, esta mujer tiene cero tacto para hacer sus preguntas. Esto más que una charla casual, parece ser un interrogatorio.
Aun así, la respuesta de Kate me tiene lleno de intriga. Ella tarda en responder, y durante un breve instante, su mirada se cruza con la mía, lo cual provoca que mi corazón se acelere sin comprender por qué, para luego volver a dirigir su atención a mi madre y responder.
—No, por el momento, no hay nadie que me interese —contesta amablemente, manteniendo una sonrisa en su rostro.
La curiosidad me consume, pero decido mantener la calma y no dejar que mis emociones me traicionen. Al fin y al cabo, no debería importarme si le gusta alguien o no. Sin embargo, una pequeña parte de mí espera secretamente que su respuesta sea diferente.
¿A qué se debió que me mirase antes de responder? ¿Será alguna indirecta que no comprendí? ¿Una señal de esas que le pido al cielo? ¿O simplemente miro porque si?
—Si claro —respondo aun molesto por alguna razón, sin poder contener mis comentarios—, porque uno suele tener citas con quienes no le interesa, ¿no?
—¿Cuándo he tenido una cita con alguien que no me interese? —inquiere ofendida, elevando una ceja, y yo río con ironía.
—¡Hoy! ¡Hace unos minutos tuviste una cita con ese castaño! —exclamo obvio y veo que ella alza ahora sus dos cejas—. ¿Cómo es que se llamaba? Ah, si, Vico —digo, imitando su voz al momento de nombrarlo.
Dustin suelta un pequeño ruido al intentar no reír. Supongo que se le hace gracioso verme así. Seguro que cree que estoy celoso, pero no es así. Yo no estoy celoso del tal "Vico".
Kate me mira con sorpresa y confusión en sus ojos. Parece que mis palabras la han tomado desprevenida. Tal vez esperaba una reacción diferente de mi parte.
—Gael, deja de ser ridículo —interviene mi madre, frunciendo el ceño hacia mí—. No tienes por qué poner a Kate en evidencia de esa manera.
—Mira, Gael, no tuve ninguna cita con Vico —dice Kate, mirándome fijamente a los ojos mientras se cruza de brazos, como si su postura me asegurara que lo que dice es cierto—. Solo me invitó a salir para hablar sobre el orfanato, nada más. —Se encoge de hombros, y noto la sorpresa en los rostros de Dustin, mi mamá y, seguramente, en el mío también.
—¿Orfanato? —cuestiona Dustin, y no es hasta que lo dice que Kate parece caer en cuenta de lo que ha revelado, porque cierra los ojos apenada.
Inhala profundamente y suspira con delicadeza y lentitud.
—Oh, bueno, pues, dos veces al mes voy a un orfanato en las afueras de la ciudad para leerles cuentos que yo misma escribo. Intento cambiar, al menos por un momento, su realidad difícil con una historia inventada y bonita —explica con una cálida sonrisa en su rostro al recordar a esos niños—. Sé que ellos saben que todo eso es ficción, pero también sé que disfrutan cuando les leo mis cuentos, tanto como yo disfruto haciéndolo —menciona, encogiéndose de hombros—. Además, hay una profesora de teatro que lleva obras para ellos, y tanto Vico como yo participamos en esas representaciones.
La miro sorprendido, sin poder evitarlo. Jamás imaginé que Kate estuviera involucrada en este tipo de actividades.
Una mezcla de admiración y comprensión empieza a llenarme mientras escucho su explicación. Me doy cuenta de lo equivocado que estaba al juzgarla y asumo la culpa por mis comentarios anteriores.
—Me alegra que la juventud no esté perdida del todo y que aún haya gente buena como tú, cariño —habla mi madre, sacándome de mi ensoñación, y Kate sonríe ante sus palabras.
—No sabía que hacías cosas así, o que escribías siquiera —comento, todavía sorprendido, sin poder dejar de verla con admiración.
—Sí, bueno, para ti solo soy una niña fresa superficial, que solo está pendiente de su atuendo y no piensa en nadie más que no sea ella —comenta, recordándome las cosas que le dije cuando apenas comenzamos a tratarnos y me siento apenado por haberla juzgado así en ese entonces. Aunque está claro que sabe que ya no pienso así de ella—. Igual tranquilo, entiendo que pueda dar esa impresión.
Siento un nudo en la garganta mientras pienso en todas las veces en que la juzgué erróneamente y en los comentarios hirientes que solté sin tener ni idea de su verdadera naturaleza. Me doy cuenta de lo equivocado que estuve al pensar que solo se preocupaba por sí misma y que no tenía más que superficialidad en su ser.
Aunque ahora sé que no es así, no en su totalidad. Ahora sé que es una persona sensible, comprometida y con un gran corazón. Y el hecho de que comparta su tiempo y su talento para llevar un poco de magia a la vida de esos niños, me llena de respeto y admiración.
Una sensación de remordimiento me envuelve, y me arrepiento profundamente de mis palabras hirientes. Me gustaría retroceder en el tiempo y deshacer todo lo que dije, para poder empezar de nuevo y valorarla por quien realmente es.
—Esta es la tercera vez que te veo y aun no sé muchas cosas de ti —habla nuevamente mi madre, haciendo que la pelirroja deje de verme para girar a verla—. ¿Tus padres de qué trabajan? ¿Tienes hermanos? —pregunta curiosa, y Kate ríe levemente al verme girar los ojos.
—Eh... Mi mamá trabaja en una cadena televisiva como periodista, además de ser una de las accionistas mayoritarias de dicha empresa —responde con amabilidad y un notable orgullo por su mamá—. Tengo una hermana mayor, Melanie. Ella está en la universidad, estudiando una licenciatura en las ciencias de la comunicación —cuenta, igual de orgullosa que cuando habló de su madre.
—¿Y tu papá? —pregunta Dustin, haciendo que quiera patearlo por preguntar cosas que no le corresponden, pero él no gira a verme por estar concentrado en Kate.
Ella se encoge de hombros, quitándole importancia, y me sonríe para que esté tranquilo, como tratando de evitar que me enfade con mi hermano.
—No sé dónde está, ni me interesa tampoco —responde amablemente, dirigiendo su mirada hacia Dustin con una sonrisa cálida, pero él solo puede expresar su pesar a través de sus ojos.
Los cuatro nos quedamos callados, y la incomodidad se puede palpar en el aire.
Intento aliviar la situación y romper el silencio.
—Bueno, no todos los padres son perfectos, ¿verdad? —digo, tratando de ser comprensivo y encontrar un punto de conexión con Kate.
Ella asiente lentamente, reconociendo el significado detrás de mis palabras. Es evidente que ambos hemos tenido experiencias difíciles en nuestras familias, y tal vez eso sea algo que nos una en cierta forma.
Mi madre finge mirar la hora en su reloj de pulsera y luego se levanta del sofá, sacudiendo su ropa.
—Bien, la hora de la cena se acerca y todavía no he preparado nada —dice riendo suavemente y luego dirige su mirada a Kate—. ¿Te gustaría quedarte a comer, cariño?
Kate parece sorprendida por la invitación, pero rápidamente recupera su compostura y asiente con una sonrisa.
—Sería un gusto quedarme a cenar con ustedes —responde amablemente.
Mi mamá se dirige a la cocina y Kate la sigue, mientras Dustin y yo nos quedamos en la sala, procesando todo lo que ha sucedido. Me siento aliviado de que la tensión inicial se haya disipado y de que mi mamá haya mostrado su amabilidad hacia Kate.
Dustin rompe el silencio con una risa suave.
—Parece que las cosas están yendo bien entre ustedes, ¿no? —comenta, mirándome con complicidad—. Después de todo, si no le importaras como dices, no habría corrido como lo hizo para asegurarse de que estuvieras bien.
—¿Tu crees? —inquiero, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en mi pecho comenzar a crecer—. Nah, solo somos amigos —digo de repente, recordando la situación en la que me encuentro—. Además, la vimos disfrutar con el tal Vico, se la veía muy feliz.
—Sí, pero tú también la escuchaste, solo estaban ahí por el orfanato —me recuerda, mirándome fijamente a los ojos—. Dijo claramente que no le interesa Vico.
Sus palabras resuenan en mi mente y la chispa de esperanza en mi pecho comienza a crecer. Tal vez haya algo más entre Kate y yo de lo que me he dado cuenta hasta ahora. Sin embargo, la duda y el miedo me frenan.
—No lo sé, Dustin. No quiero arruinar nuestra amistad si me equivoco —confieso, sintiendo un nudo en mi estómago—. Además, con todo lo que ha pasado últimamente, no sé si es el mejor momento para pensar en algo más.
Mi hermano me da una palmada en la espalda, brindándome su apoyo. Entendiendo lo que quiero decir.
—Bueno, hermanito, creo que es hora de que te des cuenta de tus propios sentimientos y decidas qué hacer al respecto —me aconseja, poniendo una mano reconfortante en mi hombro—. Pero recuerda, sé honesto contigo mismo y con ella.
Kate regresa con nosotros y Dustin propone jugar videojuegos en lo que esperamos que la cena esté lista y, para mi sorpresa, ella acepta.
Luego de varias partidas donde la mayoría las ha ganado ella, logrando sorprenderme una vez más, mi madre aparece en la sala llamando nuestra atención.
—La comida está lista, chicos. ¡A la mesa! —anuncia mi mamá con entusiasmo.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa. Mi corazón late con fuerza mientras esperamos la llegada de mi padre. Kate está sentada a mi lado, y puedo sentir su nerviosismo a través del roce de nuestras manos. Dustin, por su parte, intenta romper la tensión con alguna broma, logrando hacerla reír y se lo agradezco mentalmente, porque ahora mismo estoy tan nervioso que temo tartamudear y quedar como un tonto.
La puerta se abre y escuchamos pasos, hasta ver a mi padre ingresar a la cocina. Es un hombre imponente, aunque su expresión sea seria a primera vista, jamás lo verás más de dos minutos serio. Observo a Kate con atención, tratando de leer su reacción ante la presencia de mi padre.
—Hola, papá —saludo, intentando sonar lo más natural posible, pero mi voz delata un cierto nerviosismo.
De la familia, el único que aun no la conocía era él, y el más juzgón y criticón de todos nosotros, también es él.
Mi padre me mira y asiente con una ligera sonrisa. Luego, dirige su mirada hacia Kate, y aunque intento leer sus pensamientos, su rostro se mantiene impasible.
—Hola, hijos —saluda amable, mirándonos a Dustin y a mí antes de centrar su atención nuevamente en la pelirroja a mi lado—, y dime, ¿no piensas presentarme a esta dulce señorita? —inquiere, sin apartar sus ojos de Kate.
—Pa, ella es Kate —los presento—. Fresita, él es mi papá —digo, señalándolos y ambos sonríen de manera amable.
—Así que al fin tengo el honor de conocer a la famosísima Kate —dice, haciendo que abra mis ojos de par en par—. Gael nos ha hablado mucho de ti y ahora entiendo por qué —asegura, y puedo sentir mis mejillas arder—. Aunque no ha sido el único, al parecer tienes impresionado a toda mi familia, porque mi esposa también habló por días de ti cuando ayudaste a Gael con su muñeca fracturada.
Kate le devuelve el saludo con una sonrisa educada y estrecha su mano. Puedo notar que ella también está nerviosa en la manera que ríe, pero trata de mantener la compostura, mientras que, por mi parte, estoy rogando que se corte la luz para que no puedan ver lo apenado que me siento.
Durante la cena, la conversación fluye de forma tranquila, pero hay una cierta tensión en el aire. Mi padre hace preguntas sobre los intereses y aspiraciones de Kate, y ella responde con amabilidad y sinceridad. Aunque mi padre se muestra serio, puedo percibir que está evaluando a Kate, intentando conocerla mejor.
A medida que la cena avanza, mi padre comienza a relajarse y muestra su verdadero lado, el bromista, amable y burlón. Comparte algunas anécdotas de su trabajo y muestra interés genuino en las actividades de Kate. Poco a poco, la tensión inicial parece disiparse y la conversación fluye de manera más natural. Ahora hay risas que logran disipar la incomodidad de hace unos instantes.
Observo a Kate y me doy cuenta de que ha logrado ganarse la aprobación de mi padre. Su manera respetuosa pero segura de responder a sus preguntas, así como su calidez y simpatía, han dejado una buena impresión en él.
Al finalizar la cena, mi padre se levanta y se despide con un apretón de manos para Kate y un abrazo para mí y Dustin.
—Espero verte seguido por aquí, Kate —dice, sonriendole de manera amable—. Por lo que sé, vives aquí cerca, ¿no? —pregunta, a lo que la pelirroja asiente con la cabeza—. Bien, entonces no te preocupes por la hora, puedes quedarte hasta la hora que desees —asegura y puedo ver de reojo a Kate sonreír agradecida—. Ni se te ocurra dejarla ir sola de todas formas, ¿entendiste? —inquiere, ahora mirándome a mí y apuntándome con su dedo—. Cualquier cosa si tienes miedo, le dices a Dustin que los acompañe —bromea, haciendo que ahora sienta vergüenza nuevamente, mientras que él ríe a carcajadas junto a mi hermano—. Bueno, ahora si me disculpan, estoy muy cansado y deseo dormir. Nos vemos, linda.
—Que tenga una bonita noche, señor Vitali —se despide Kate, sonriéndole de manera amable.
—Jonathan —la corrige mi padre en voz alta, desde algún lugar de la casa, debido a que ya está bastante lejos de nosotros.
El timbre de la casa resuena en cada rincón, llenando el ambiente de curiosidad y expectativa. Mi mamá, mi hermano y yo nos miramos, preguntándonos si alguno de nosotros estaba esperando a alguien, pero ninguno de nosotros lo estaba.
Antes de que cualquiera de nosotros pueda levantarse para averiguar quién está en la puerta, los pasos se hacen cada vez más audibles y la puerta se abre de par en par. Voces alegres y entusiastas llenan el espacio, acercándose rápidamente.
Entra Liam seguido de cerca por Connor y Kendall, quienes irradian una energía contagiosa. Sus sonrisas amplias y sus ojos llenos de emoción nos saludan alegremente.
—¡Hola, familia! ¿Están listos para una noche épica? —exclama Liam, con una entusiasmo desbordante—. Por cierto, nos abrió tu papá —explica, señalando atrás suyo con su dedo pulgar.
Connor asiente con una expresión juguetona en su rostro.
—Es hora de olvidar todas las penas y divertirnos al máximo. ¿Quién está conmigo? —dice, y no pasa ni un segundo que los otros dos alzan sus manos.
—Gael, ponte listo, porque vamos a salir a beber y a cantar como si no hubiera un mañana —habla Kendall, sonriendo emocionada por esta salida, pero se le borra la sonrisa en cuanto mi mamá carraspea, haciendo que note su presencia—. Me comprometo firmemente a no permitir que Gael se pase de copas, Mariel —asegura, alzando su mano en juramento.
Giro a ver a mi mamá, quien sonríe divertida y asiente con la cabeza. Mis padres jamás me prohibieron beber una vez que tuve la edad adecuada para hacerlo, pero no es como que ebrio sea una persona agradable, la verdad, y es por eso que evitan que llegue a ese estado.
Si sobrio paso vergüenza, ebrio doy pena ajena.
—¿Entonces? ¿Te unes? —cuestiona Kendall, viéndome fijamente y con emoción—. Chicos, ayúdenme a convencerlo, porque ya saben cómo es que no le gusta tanto sa... ¿Qué les pasa? —inquiere, mirando a Connor y Liam, quienes no dejan de ver a Kate sorprendidos. Kendall decide seguir su mirada y, es entonces, cuando nota la presencia de la pelirroja—. Oh, Kate —murmura, igual de sorprendida que los otros dos.
—Así que ya la invitas a cenar a tu casa, ¿eh? —bromea Connor, sonriendo burlón.
No puedo evitar levantarme rápidamente de mi lugar y acercarme a él para golpear su estómago con mi mano, provocando una risa ahogada y un leve jadeo por parte de Connor, quien se inclina hacia adelante agarrándose la panza.
—Que mal vibroso eres —dice en un quejido, haciéndome reír por lo bajo.
—Hola chicos —saluda Kate, haciendo que volvamos a verla—. Bueno, entonces creo que lo mejor será que me vaya —menciona, sonriendo de manera amable y se levanta de su asiento.
Miro con súplica a los chicos y, si bien Kendall parece bastante reacia por lo que aun no sabemos si Kate sabía o no lo de Cinthia y Nathalia, suelta un suspiro al mismo tiempo que gira los ojos.
—No, espera —dice mi mejor amiga, deteniendo a Kate quien gira a verla curiosa—. ¿Quieres ir con nosotros? —propone, mirándola de manera animada—. Anda, será divertido, lo prometo —asegura, en cuanto ve la duda en los ojos cafés de la pelirroja.
Veo a Kate pensarlo, a la vez que mira a cada uno de mis amigos, incluido yo, tratando de ver si es una invitación verdadera o si a alguno de ellos les incomodaría su presencia.
—Si quieres le puedo pedir permiso a tu mamá por ti —comento, haciendo que gire a verme y le sonrío amable, logrando arrebatarle una sonrisa.
—De acuerdo, acepto ir con ustedes —dice, mirando fijamente a Kendall, quien sonríe amable.
—Bien, andando —ordena Liam, girando sobre sus talones para salir de la cocina, pero somos detenidos por la voz de mi hermano.
—Oigan, ¿y yo? —inquiere, haciendo que giremos a verlo, notando que se encuentra de brazos cruzados.
Nos miramos con mis amigos, entre todos, antes de volver a verlo y responderle a unísono:
—Cuando cumplas dieciocho —aseguramos, para retomar el paso hacia la salida de mi casa.
—¡No se vale! —se queja desde la cocina.
—¡Te prometo que cuando cumplas dieciocho, saldremos todos juntos a donde quieras! —exclama Kendall, abriendo la puerta para nosotros.
—¡Solo faltan dos años, enano! —exclama Liam sonriendo divertido, antes de salir de la casa.
—¡Ánimo, ánimo, ánimo! —canturrea Connor, al igual que Liam, antes de salir de la casa.
Una vez afuera, después de haber sacado una chaqueta y las llaves, saludar a mi mami y prometerle llegar lo más temprano posible, nos miramos entre todos para saber qué hacer exactamente.
Kate propone ir hasta su casa y buscar su auto, para que ella nos pueda llevar a todos, pero mis amigos se niegan ante la idea, puesto que le dicen que si ella también va a beber con nosotros, luego no podrá conducir y ella desistió de la idea al darse cuenta que es cierto.
Minutos después de haber comenzado a caminar, encontramos un taxi y nos subimos, para luego Kendall decirle la dirección de donde queda nuestro karaoke favorito.
El ambiente dentro del taxi está lleno de anticipación y emoción. Estoy ansioso por la noche que nos espera, llena de risas y canciones. Amo cantar aunque lo hago pésimamente mal.
Durante el trayecto, Kendall se encarga de amenizar el viaje con su sentido del humor y su contagiosa energía. Connor y Liam no se quedan atrás y comienzan a recordar anécdotas de nuestras salidas anteriores al karaoke. La risa y la camaradería llenan el espacio reducido del taxi.
En medio de las risas, vuelvo a mirar a Kate. Ella parece tranquila pero también emocionada. No puedo evitar sentirme atraído por su presencia, especialmente porque me intriga saber cómo cantará. ¿Lo hará bien? ¿Cantará peor que yo? ¿Será decente en el tema del canto? Aunque, a decir verdad, no me sorprendería que lo haga bien, porque si algo sé de Kate Baker es que, todo lo que a ella de verdad le guste, lo va a hacer bien porque no se permite errores ni mediocridades.
---***---
El ambiente en el karaoke está cargado de diversión y energía. Mis amigos y yo nos hemos asegurado de que todos tengamos bebidas en la mano para mantener el espíritu de la noche. Kendall y Liam han tomado el escenario, interpretando una animada canción mientras Connor y yo los animamos desde nuestras sillas.
Después de que Liam haya pedido un cuarto de karaoke, pedimos unas cuantas bebidas y nos dirigimos a nuestra habitación. Nos gusta venir a este karaoke, porque es privado. Es decir, no nos molesta hacer el ridículo, porque queda solo entre nosotros.
La única que aun no ha cantado es Kate y, al parecer, Kendall se da cuenta de ello porque la mira con algo de malicia, antes de acercarse hasta ella.
—Kate, ¿quieres cantar una canción conmigo? —le propone, con una sonrisa desafiante—. Es que no quiero cantar sola y ya canté con todos ellos. Anda, di que si, ¿si?
Kate duda por un momento, mirando a Kendall y luego a mí. Pero al ver nuestras miradas alentadoras, finalmente asiente con una sonrisa nerviosa.
—Está bien, lo haré. Pero advierto que no conozco muchas canciones en español —dice, con una pizca de incertidumbre en su voz.
Kendall le quita importancia al asunto con un movimiento de mano, asegurándole que el chiste de los karaokes es que tienes las letras de las canciones en la pantalla para poder guiarte si es que no conoces dicha canción.
A decir verdad, la rubia parece estar bastante pasada de copas, aunque no demasiado como para arrastrar las palabras, que es donde sabemos que debemos detenerla.
—¿Ya tienes en mente la canción que cantaremos? —inquiere Kate, mirando con curiosidad a la rubia que busca con determinación en la pantalla del IPad que está en una esquina.
—Es por esta canción que les propuse hacer una noche de karaoke —responde, sin dejar de buscar en la tableta—. No podía cantarla sola en mi cuarto, y mucho menos sobria. Necesito hacerla así, bastante ebria y en un karaoke donde pueda desgarrarme la garganta sin importarme nada.
Todos la miramos sorprendidos y es ahora cuando pienso si fue buena idea seguirle la corriente o no.
Pasaron casi tres semanas desde su ruptura con Nath, y claramente, después de tres años de relación, no es algo que se pueda superar u olvidar fácilmente, por ende, sigue igual de dolida como si fuera el primer día de su separación.
—¿Conoces a Yuridia? —cuestiona la rubia, girando a ver a Kate, quien sale de su asombro con un par de parpadeos.
—La verdad es que me suena el nombre, pero no estoy segura —admite Kate, algo apenada y mi amiga le quita importancia con un movimiento de mano.
—Bueno, no importa —asegura, sonriéndole con amabilidad—. Puedes cantar conmigo en los estribillos, o donde quieras.
—¿Y por qué quieres que cante esta canción contigo en vez de hacerlo sola? —cuestiona Kate, bastante confundida por la decisión de mi amiga.
—Porque sé que nadie más que tú entenderá el sentimiento que conlleva la letra de esta canción —responde con seguridad, para luego darle play a la música.
Conozco una que otra canción de Yuridia por Kendall, pero la verdad es que la que acaba de poner no me la sé, y por la expresión de Kate parece que ella tampoco.
—Ay no mientas —dice Liam, llamando nuestra atención—. Te haces la más superada con esta canción y mientes —se burla, haciendo que Connor ría con él.
Kendall le enseña su dedo de en medio al castaño a mi lado, antes de empezar a cantar.
La verdad es que mi concentración está solamente en Kate, quien se dedica a mirar la pantalla, leyendo la letra de la canción, la cual si está bastante fuerte.
Connor, quien está sentado en medio de Liam y yo, nos abraza por los hombros, haciendo que movamos nuestros cuerpos de un lado a otro, para luego cantar junto a Kendall el final del estribillo, animándonos a cantarlo también nosotros.
—¡Yo luché con el amor que te tenía y se fue, y ahora, ya te olvidé! —cantamos los tres a unísono, leyendo la letra en la pantalla.
Creo que le arruinamos la canción a nuestra pobre amiga, porque a diferencia de nosotros tres, ella sí canta bien debido a sus clases de teatro.
Faltando un minuto para que la canción acabe, Kendall pausa la música y niega con la cabeza, bastante decepcionada y no sé si porque nosotros cantamos la parte del estribillo con ella, arruinando la canción, o por qué exactamente.
—Tienes razón, maldito —dice, caminando hasta nosotros, para luego beber lo último que quedaba de su vaso—. Esta no es mi canción por el momento, porque no la olvidé todavía —menciona y podemos ver su labio inferior temblar, a la vez que sorbe los mocos de su nariz.
Liam hace un pequeño mohín con su labio inferior, para luego abrazarla fuertemente.
—¿Puedo...? —habla Kate, haciendo que giremos a verla, notando que está señalando el IPad y todos asentimos con la cabeza.
De reojo puedo ver a Kendall secarse las lágrimas rebeldes que se le escaparon.
Pensé que pondría otra canción, pero no es así, Kate decide poner la misma que acaba de cantar Kendall.
Kate empieza a cantar y, a diferencia de Kendall, parece que ella sí siente la letra de la canción porque la canta con emoción.
Mientras observo a Kate cantar, mi asombro crece. Su voz, llena de emotividad y fuerza, eleva la canción a otro nivel. Cada palabra que pronuncia parece cargada de significado, transmitiendo una profunda conexión con la letra. Sin contar que lo hace espectacular. Tiene una voz preciosa, no tiene nada que envidiarle a Yuridia.
En ese momento, me doy cuenta de que no solo estoy enamorado de su voz, sino de la forma en que se entrega por completo a la música. Es un momento mágico, donde el tiempo se detiene y solo existe ella y su voz cautivadora.
—Me atrapaste, me tuviste entre tus manos, me enseñaste lo inhumano y lo infeliz que puedes ser, te fingiste exactamente enamorado, aunque nunca me has amado, yo lo sé. —Sus ojos brillan con intensidad, su expresión refleja cada emoción de la canción. Puedo sentir cada nota resonando en mi interior, haciéndome vibrar en sintonía con ella—. Me dijiste que jamás podría olvidarte, que después iría a buscarte y a pedirte, bésame. Yo luché contra el amor que te tenía y se fue, y ahora, ya te olvidé.
Pienso en lo irónico que es todo, porque eso es justo lo que le dijo el infeliz de Luca esta mañana. Que lo buscaría, rogando porque vuelvan. Y ella le dijo eso, que ya lo olvidó.
Cada verso que sale de sus labios me envuelve en un torrente de sentimientos. Las palabras de la canción cobran vida y se convierten en una ventana hacia su mundo interior.
Mientras continúa cantando, me encuentro atrapado en sus gestos y movimientos. Su presencia en el escenario es magnética, cautivando a todos. Las miradas de admiración se posan sobre ella, pero yo me siento afortunado de estar presenciando ese momento tan íntimo y personal.
Cuando finalmente termina la canción, el karaoke estalla en aplausos y puedo ver a los otros tres levantarse de sus asientos para ovacionarla, haciendo que Kate salga de su trance y vuelva a la realidad, mirando a todos con una sonrisa y sintiéndose algo apenada. La halagan, diciéndole lo talentosa que es y ella se los agradece, pero yo simplemente la miro, sin palabras, con una sonrisa de admiración en mi rostro.
A partir de ese momento, sé que no quiero dejarla ir. Quiero ser parte de su mundo, de su vida. Quiero compartir momentos como estos, donde el tiempo se detiene y solo existimos ella y yo. Y aunque todavía no sé cómo expresar mis sentimientos, sé que haré todo lo posible por demostrarle cuánto significa para mí.
✨️ KATE ✨️
La música y la risa continúan resonando en el karaoke mientras Gael y yo escapamos de sus amigos y subimos a la azotea del edificio. El aire fresco de la noche acaricia mi rostro mientras nos encontramos solos, bajo el manto estrellado del cielo nocturno. Nuestros corazones están llenos de emociones latentes, y puedo sentir que hay algo importante que debemos decirnos el uno al otro.
Nos paramos cerca del borde de la azotea, mirando el paisaje urbano iluminado que se extiende frente a nosotros. El silencio entre nosotros es cómodo y cargado de anticipación.
—Gracias por acompañarme, boy —digo, mirándolo de reojo—. De verdad necesitaba un poco de aire, porque por el alcohol ya estaba comenzando a marearme —aseguro, riendo por lo bajo y puedo verlo sonreír.
Se apoya en el barandal de la azotea y se cruza de brazos, mirándome con una chispa traviesa en sus ojos.
—Bueno, fresita, si te mareaste por el alcohol, creo que subir aquí a la azotea no fue la mejor idea —comenta, fingiendo una expresión de preocupación exagerada—. Pero no te preocupes, estoy entrenado para atrapar caídas, así que tienes un superhéroe a tu lado.
Su comentario me hace soltar una carcajada, relajando aún más la atmósfera entre nosotros.
—Vaya, no sabía que también eras un superhéroe. ¿Cuál es tu superpoder? ¿Atrapar a las chicas mareadas en las azoteas? —respondo, jugando con su broma.
Él levanta una ceja, fingiendo seriedad mientras se acerca a mí.
—Ese es solo uno de mis muchos talentos secretos, pero si te lo cuento, tendría que matarte —dice en tono conspirador, haciendo una pausa dramática antes de estallar en risas junto conmigo.
El sonido de nuestras risas se mezcla con el viento nocturno, creando una melodía única que parece llenar el espacio entre nosotros. En ese momento, me doy cuenta de lo bien que nos complementamos y de lo cómodos que nos sentimos juntos.
—De verdad que ya estamos bastante pasados de copas como para reírnos de todo, ¿no crees? —menciono, mirándolo fijamente a los ojos.
No es hasta que decido girar mi cuerpo para quedar cara a cara con él, que noto lo cerca que estamos, y por alguna razón, mi corazón se acelera ante eso.
El ambiente en la azotea se vuelve aún más íntimo mientras nos miramos fijamente. Puedo sentir la tensión entre nosotros, cargada de expectativa y deseo. Mi respiración se vuelve más profunda, tratando de controlar la avalancha de emociones que se agolpan en mi pecho.
—Definitivamente, hemos alcanzado ese punto en el que todo nos parece gracioso —responde, su mirada intensa clavada en la mía.
Sin pensarlo demasiado, me dejo llevar por la conexión que existe entre nosotros y me acerco un poco más a él. Nuestros alientos se mezclan en el aire mientras nuestros ojos continúan atrapados en un silencio que habla más que mil palabras.
—Kate... —susurra Gael, su voz suave y llena de emoción. Baja la mirada hasta mis labios y lo veo tragar en seco—. Hay algo que debo decirte.
Mi corazón late con fuerza, anticipando sus palabras. En ese instante, el tiempo parece detenerse y solo existimos él y yo, compartiendo un momento único y especial.
Estoy a punto de responderle cuando un fuerte trueno retumba en el cielo nocturno, seguido rápidamente por una lluvia torrencial que comienza a caer sobre nosotros.
Nos miramos sorprendidos, y sin decir una palabra, tomamos la decisión al unísono: correr hacia adentro del edificio para resguardarnos de la lluvia.
Nos abrazamos instintivamente mientras corremos por la azotea que comienza a empaparse, riendo y disfrutando de la adrenalina que nos provoca la lluvia. Llegamos al acceso al edificio y entramos, algo mojados por la lluvia y con sonrisas en nuestros rostros.
Antes de que uno de los dos podamos decir algo, Kendall llega hasta nosotros y el alivio se refleja en sus ojos al encontrarnos.
—¡Ahí estaban! —exclama, acercándose a nosotros—. Los estuve buscando por todas partes —dice, poniéndose en medio de ambos para abrazarnos por los hombros lo mejor que puede, puesto que es bastante más baja que yo y, por consecuencia, de Gael—. Vamos, nos queda una sola canción que Liam quiere cantar contigo Gael —informa, empujando nuestros cuerpos para que comencemos a caminar con ella.
—¿Qué canción quieres cantar, no sabes? —inquiere el castaño, mirando curioso a su amiga que niega con la cabeza.
Estuve toda la noche tratando de hablar con Kendall, pero no encontré el momento de hacerlo, hasta ahora.
—Kendall, espera —digo, deteniendo mi caminar, por ende, haciendo que ellos dos también dejen de hacerlo—. Quiero hablar contigo.
La rubia se aleja de ambos de manera lenta, mirándome curiosa, intrigada mejor dicho y, por la mirada que nos ofrece Gael, estoy segura que él también se siente así.
—¿Quieres que me vaya? —pregunta Gael, señalando con su dedo pulgar el pasillo y niego con la cabeza.
—No, está bien —aseguro, sonriendo amable pero no puedo evitar estrujar mis dedos al sentirme nerviosa de repente—. Kendall la verdad es que yo... —Inhalo hondo, mirándola fijamente a los ojos—. Lo siento mucho, no sabía que Cinthia estaba haciendo pues... eso, you know —digo apenada, bajando la vista al suelo, buscando valor para continuar con esto—. Me enteré hace un par de semanas, para ser más exactos, dos días después de tu ruptura con Nath —admito, volviendo a verla a los ojos—. Mira, Cinthia no es mala, ¿okay? Solo... —Suspiro frustrada por la situación de mi amiga—. La verdad es que no sé por qué lo hizo, no lo entiendo, pero te puedo jurar que su intención jamás fue...
—Tú no tienes que pedirme disculpas por ella, Kate —interrumpe Kendall, mirándome de manera seria—. Entiendo que sea una de tus mejores amigas, pero no es tu deber. No te corresponde a ti.
Me dan ganas de contarle que nos hemos peleado por esto y, desde entonces, no nos hablamos, pero sé que eso no viene al caso.
—Ya sé, pero...
—Lo aprecio —continúa ella, sin dejarme hablar a mí—. De verdad aprecio que intentes arreglar algo que tú no has roto, porque eso habla de la clase de persona que eres, y de la clase de amiga que eres, pero, como dije, esto no te corresponde a ti —asegura, aun con su expresión seria—. Si fue su intención o no, si sabía o no, es algo que ella misma debería hablarlo conmigo si es que tiene ganas de hacerlo en algún momento. Esta situación solo nos concierne a Nathalia, tu amiga y a mí, ¿si? No te preocupes, no mezclo situaciones como para molestarme contigo —menciona, ahora sonriendo de manera amable a la vez que agarra mi mano y da un apretón amistoso—. Ahora, tema aclarado, ¿volvamos para escuchar la última canción de la noche interpretada por dos idiotas?
Gael se queja, mientras que Kendall me abraza por los hombros y me guía por los pasillos, a la vez que ríe divertida.
No se lo digo, pero me alivia saber que no está enojada conmigo por ser amiga de Cinthia.
Volvemos a nuestro cuarto, donde se encuentran Connor y Liam riendo por algo totalmente ajeno a nosotros, pero sonrío divertida al verlos así de animados.
—¡Hasta que volvieron! —exclama Liam al vernos entrar y se levanta para acercarse hasta Gael, para así abrazarlo por los hombros—. Vamos, tú vas a cantar una canción conmigo como broche de oro para el final de esta magnifica noche.
Gael gira a verme y le sonrío para animarlo, a la vez que siento a Kendall agarrar mi mano para guiarme hasta el sofá grande y sentarnos juntas, mientras que Connor está sentado en el sillón de al lado.
—¡Que vivan los novios! —grita Connor, aplaudiendo de manera eufórica y alargando un poquito las palabras.
Río ante su comentario, mientras que Liam y Gael hacen una pequeña reverencia en agradecimiento.
—Pareja como nosotros no hay dos —dice Liam, mientras que Gael levanta dos dedos, para luego negar con uno de estos—. En fin, esta canción que vamos a cantar es para ti, fresita.
Alzo las cejas un poco sorprendida a la vez que me señalo, para confirmar si habla de mí. Mientras que Gael, por otra parte, gira a verlo de mala manera y con el ceño fruncido.
—Que no le digas así —le recrimina, haciendo que Liam sonría divertido—. Espera, ¿qué? —cuestiona una vez que recapacita en lo que el castaño a su lado dijo.
—Es para ti, porque quiero que con esta canción sepas lo que siento por tu mejor amiga y así, le hables bien de mí, para que se me sea más fácil conquistarla —explica Liam y hago un mini mohín con mi labio inferior por lo tierno que ha sonado eso—. Así que presta atención, para que pueda convencerte de ayudarme.
Le da play a la música y de inmediato reconozco la canción. Yo quisiera de Reik.
Gael empieza a cantar junto a Liam, y aunque es evidente que ninguno de los dos tiene una voz privilegiada, no puedo evitar reír ante lo mal que suenan. Pero a pesar de todo, mis ojos se quedan fijos en Gael. A medida que él canta, sus ojos solo se posan en mí, transmitiendo una intensidad que me desconcierta.
Las palabras de la canción fluyen de sus labios y, en medio de la desafinación, alcanzo a distinguir un fragmento que parece dedicado especialmente a mí:
—Tú te me quedas viendo, y me preguntas si algo me está pasando. —Un escalofrío recorre mi espalda mientras me doy cuenta de la posible intención de Gael al elegir esta canción—. Y yo no sé qué hacer, si tú supieras que me estoy muriendo, quisiera decirte lo que yo siento, pero tengo miedo de que me rechaces, y que solo en mi mente vivas para siempre. —Me mira directamente a los ojos y, con un guiño de ojo cómplice, deja claro que hay algo más detrás de su interpretación.
¿Acaso esta canción es una indirecta para mí? Me pregunto mientras su mirada intensa no se aparta de la mía. Su voz puede no ser la mejor, pero la sinceridad con la que la canta, sumada a sus ojos llenos de emoción, me hace sentir algo especial. Mi corazón late con frenesí ante la posibilidad de que Gael esté expresando sus sentimientos a través de esta canción.
Durante un momento, el ambiente parece cargado de electricidad, y el ruido de fondo se desvanece, dejándonos solos en nuestro pequeño mundo. Observo cómo Gael me guiña nuevamente un ojo al finalizar la canción, y una sonrisa nerviosa se dibuja en mis labios.
Sin embargo, antes de que pueda dejar volar mi imaginación, Liam interrumpe el momento con un comentario bromista y la magia se rompe, devolviéndonos a la realidad. Intento mantener la compostura y río junto a los demás, pero no puedo evitar preguntarme si lo que acabo de sentir fue real o simplemente producto de mi estado de ebriedad.
Kendall se pone de pie con dificultad, tambaleándose ligeramente mientras se agarra de la mesa para mantener el equilibrio. Su risa contagiosa resuena en el lugar, contagiándonos a todos.
—Eso ha sido magnifico —asegura, aplaudiéndole a Liam y Gael, quienes de nuevo hacen una pequeña reverencia de agradecimiento—. Pero, chicos, creo que ya es momento de irnos antes de que comience a sonar igual de mal que Connor —dice, señalando a su amigo con una mueca divertida.
Connor, quien se encuentra en un estado bastante alegre debido a las copas de más, levanta una ceja y le responde con una sonrisa socarrona:
—Oye, cuidado con lo que dices, Kendall —responde, levantando un dedo y señalándolo con el—. Si estuviera ebrio, ¿podría hacer esto? —inquiere, para luego empezar a bailar de una forma bastante extraña mientras tararea una canción completamente desconocida para mí.
Estallamos en risas ante la ocurrencia de Connor, mientras Kendall lo mira con una expresión divertida mezclada con un ligero gesto de incredulidad.
Salimos del lugar de karaoke y al abrir la puerta nos encontramos con la lluvia que cae torrencialmente. Rápidamente, nos protegemos debajo del techo del local y nos damos cuenta de que cada uno debe ir en direcciones opuestas.
—Bueno, creo que es momento de despedirnos —dice Kendall, levantando la mirada hacia la lluvia—. Voy a tomar el transporte y regresar a casa antes de terminar empapada—. Andando, Connor —menciona, agarrando a su amigo por los hombros, para luego empezar a correr bajo la lluvia para tratar de llegar a tiempo a la parada.
—¡Oigan! ¡Esperen! ¡Yo también voy! —grita Liam, para luego despedirse de nosotros con la mano y empezar a correr hacia los chicos, quienes lo esperan bajo un árbol.
Nuestros amigos ya se han ido, dejándonos a Gael y a mí bajo el cielo oscuro y los charcos brillantes en el suelo. Mis manos tiemblan ligeramente por la emoción y el frío, y el alcohol que he bebido me nubla un poco la mente.
—¿Pido un uber? —inquiero, girando a ver a Gael, quien asiente con la cabeza.
Saco mi celular de mi bolso de mano y, para nuestra suerte, el uber no tarda tanto en llegar, y nos adentramos en el cálido refugio del automóvil con velocidad, evitando mojarnos tanto.
Gael le da la dirección de mi casa al chofer. Durante el trayecto, nuestras miradas se encuentran varias veces en el espejo retrovisor, creando una conexión silenciosa que va más allá de las palabras. Siento una sensación reconfortante al tenerlo a mi lado, como si estuviera protegida de cualquier tormenta.
Llegamos a mi casa y, cuando creo que Gael va a continuar hasta su casa en el uber, se baja primero y mantiene la puerta abierta para mí, extendiéndome su mano para ayudarme a bajar. Le pago rápidamente al chofer, asegurándole que puede quedarse con el cambio y me bajo.
La adrenalina recorre mi cuerpo cuando él extiende su mano hacia mí, y no puedo evitar sonreír mientras tomo su mano con la mía. Siento la frescura de la lluvia en mi piel mientras salgo del auto, pero también siento el cálido agarre de la mano de Gael, que me brinda una sensación reconfortante en medio de la tormenta.
Corremos juntos, agarrados de la mano, hacia el porche de mi casa. Las gotas de lluvia caen sobre mi, haciendo que mi cabello esté empapado y mi rostro esté salpicado de pequeñas gotas. Pero a decir verdad, en este momento, nada de eso me importa.
Nuestros pies se deslizan sobre el suelo mojado, pero nos mantenemos firmes, sin soltar nuestras manos. La risa se mezcla con la lluvia y llena el aire mientras corremos hacia la protección del porche. Llegamos al refugio de la entrada de mi casa. Nos detenemos un instante, jadeantes y con los corazones latiendo rápidamente.
La lluvia sigue cayendo, formando un telón de agua que nos rodea. Nos miramos el uno al otro, nuestras risas se desvanecen lentamente, pero el brillo en sus ojos permanece. La electricidad entre nosotros es palpable, como si el aire estuviera cargado de una energía especial.
Gael rompe el breve silencio con una sonrisa encantadora y juguetona.
—Ha llegado sana y salva, señorita, mi trabajo aquí ha terminado —dice con un tono teatral mientras hace una pequeña reverencia y toma mi mano, llevándola suavemente a sus labios para depositar un dulce beso en el dorso.
Río divertida, sintiendo cómo mi corazón se acelera con cada gesto suyo.
—Vaya, qué caballero tan galante —respondo en tono ligero, disfrutando de la complicidad que se ha creado entre nosotros.
—Que tengas una linda noche, fresita —comenta con voz cálida, soltando lentamente mi mano, pero sin apartar sus ojos que en esta noche se ven más hermosos de lo normal.
—Igualmente, boy. —Sonrío con cariño, gesto que no duda en corresponderme antes de ponerse la gorra de su chaqueta, meter las manos en los bolsillos de esta y girar para ver la lluvia.
Antes de alejarse de mi corriendo, me guiña un ojo con complicidad pero eso me hace sentir que el momento se vuelve agridulce. Algo dentro de mí se rebela contra la idea de dejarlo ir tan fácilmente.
—¡Gael! —exclamo, haciendo que se detenga en medio de la lluvia y gire a verme curioso.
Sin meditarlo ni un instante, mis pies se mueven por sí solos, y corro hacia él. La lluvia se convierte en un telón de fondo mientras me acerco a su figura, dejando que las gotas resbalen por mi rostro.
Llego a su lado y lo abrazo con fuerza, sin importarme el agua que nos rodea. Siento su cuerpo contra el mío, su calor y su esencia que me envuelven en una sensación de seguridad y ternura. Mi corazón late acelerado mientras lo abrazo fuerte, aferrándome a él como si no quisiera soltarlo nunca. Puedo sentir la fuerza de sus brazos rodearme, creando un escudo contra el mundo exterior.
En este abrazo, puedo sentir cada latido de mi corazón mezclándose con el suyo, y todo lo que importa es el calor de su abrazo y el torrente de emociones que nos envuelve.
—Gracias, boy —susurro, mis palabras ahogadas por la lluvia—. Gracias por estar aquí, por cuidar de mí y por ser la persona maravillosa que eres.
Lo siento intensificar aun mas el abrazo, pegándome a su cuerpo con fuerza pero sin lastimarme, mientras que yo apoyo mi rostro en su pecho y cierro los ojos, dedicándome a disfrutar de este momento sin importarme en lo más mínimo el estar arruinando mi ropa de diseñador.
Es un abrazo cargado de gratitud, de emoción y, quizás, de un sentimiento más profundo que ninguno de los dos se atreve a admitir en voz alta. El aroma de la lluvia se mezcla con el de Gael, y la sensación de tenerlo cerca me hace desear que este momento no termine nunca.
A medida que nos separamos, una sonrisa sincera se dibuja en nuestros rostros. La lluvia sigue su danza eterna mientras nos despedimos, pero sé que este abrazo bajo la lluvia ha sellado algo especial entre nosotros. Es un momento para recordar, un momento en el que nuestros corazones se han sincronizado en perfecta armonía.
Cierro la puerta de mi casa, pero sigo sintiendo el eco de su abrazo en mi ser. Me quedo allí, apoyada contra la puerta, con el corazón desbocado. Sé que este encuentro ha cambiado algo en mí, ha despertado sentimientos y emociones que no puedo ignorar.
———🍓🍓🍓———
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
Les voy a confesar algo: En realidad, en este cap ellos dos se iban a besar en la terraza del karaoke jijiji peeeeeeeeero, recordé que tengo un borrador de algo y que, no podré subirlo, si no hacia este abrazo primero JAHSDJAHDSA igual, basta, son tan lindos incluso abrazándose bajo la lluvia.
Creo fielmente que solo Gael y Kate pueden hacer de un abrazo bajo la lluvia, algo romántico y tierno. No sé, digo.
¿Qué les pareció el cap?
Sé que muchas querian a Gael celoso y, si, él esta muuuuy celoso aunque lo llame "acides", pero no es de los que lo demuestren como tal porque le cuesta esto de demostrar que está celoso AJSDHAJDHAJ pero, como verán, hay momentos que no puede contenerlo ajsdhajd en fin, gael ah
Iba a poner al inicio del cap la cancion "Ya te olvidé" de Yuridia, pero luego recordé que Gael también canta una canción y ya no puse nada, no? Pero bueno, búsquenla en youtube o spotify
En fin, los amo
Pd: a partir de aqui viene lo chidoriiii
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