Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

021.

✨️ KATE ✨️

—¡Boy! —exclamo, caminando a paso rápido hacia él.

Gael se despide de algún amigo suyo para acercarse hasta donde estoy.

Ambos nos detenemos a un par de pasos de distancia y nos miramos a los ojos, algo nerviosos y podría decir que hasta incómodos. Bueno, él está incómodo por alguna razón que desconozco. 

¿Será porque ayer fue un día lleno de emociones? Tenía las emociones tan a flor de piel que creo que estaba muy sensible, porque por unos segundos creí confundir las palabras de Gael, malinterpretarlas. Pero eso no es posible. Somos amigos y nos vemos de esa manera. Además de que si hablamos que no pasó mucho tiempo que terminé con Luca...

—Hola —dice luego de algunos segundos en silencio y le sonrío amable.

Hi —saludo haciendo que ahora sea él quien sonría—, te hablaba porque... ¿Tienes algo qué hacer esta tarde?

—¿Por qué? ¿Te mueres por salir conmigo, fresita? —cuestiona, apoyando su cuerpo contra los casilleros pero en el proceso casi se cae.

Carraspea tratando de ocultar lo que acaba de pasar y yo presiono mis labios para evitar reír.

Reírse de los demás es fuchi.

—Quisieras, boy —respondo con una sonrisa divertida y él corresponde el gesto—. No, en realidad era solo curiosidad, you know. —Elevo un hombro para restarle importancia—. So, ¿tienes o no?

—Para tu triste corazón de fresa, sí, tengo cosas qué hacer en la tarde —contesta y frunzo levemente el ceño ante sus palabras. Nunca tiene la tarde ocupada—. Tengo detención —se apresura en explicar y suavizo mi mirada al darme cuenta que le estaba pidiendo explicaciones con ella.

—Hace mucho que no vas a detención —recuerdo más para mí que para él, pero igual asiente con la cabeza.

—Sí, tengo un problema con eso. —Vuelvo a fruncir el ceño mientras que él sonríe de lado, divertido por algo—. Cada que recuerdo que no estoy yendo a detención crece una chispa de maldad dentro de mí que me incita hacer algo que me haga volver ahí, como si fuera mi lugar, no lo sé. Es que pensar que detención podría ser aburrido para los que están ahí me entristece, y bueno, como buen samaritano que soy, decido ir a su rescate y hacer de ese lugar más llevadero.

What did you do? —inquiero levemente curiosa y mirándolo fijo.

—Si te digo serías mi cómplice y no quiero que eso te suceda —admite encogiéndose de hombros, haciéndose el misterioso y tocando levemente la punta de mi nariz con su dedo, logrando confundirme—. Sólo te diré que algunos andaban muy de bocones y, bueno, el resto es historia.

—¿Algún día dejarás de hacer bromas? —cuestiono, elevando una ceja de forma acusatoria y él se encoge de hombros nuevamente.

—Cuando muera quizás, porque a lo mejor y se me da por venir a asustarlos como fantasma.

Sonrío divertida y giro los ojos, para luego ver mis uñas pintadas de blanco y decoradas con pequeñas piedras rosas.

Well, si no hay nada más para decir creo que me voy —anuncio levantando mi vista hacia él.

—¿Y tú? —Suelta de repente, deteniendo mi huida—. ¿Tú tienes algo que hacer a la tarde?

—Sí —respondo mientras muevo mi cabeza.

—¿Las porristas?

—No, tengo cosas, you know —contesto sintiéndome nerviosa de repente y no tengo idea de por qué, si de hecho venía a invitarlo para que me acompañe—. Well, me tengo que ir a clases. I see you later, boy.

Sin darle tiempo a decir más nada, giro sobre mis talones y comienzo a caminar lejos de él, haciendo resonar mis zapatos de tacón por el pasillo. El sonido de mis pisadas me acompaña en mi precipitada huida, mientras intento poner en orden mis pensamientos. No entiendo por qué, si quería invitarlo a ir al orfanato conmigo, no pude decirle que iría hoy mismo. De repente, sentí como si no fuera el momento adecuado.

Quizá se deba a que ir allá es algo tan mío, que la idea alocada de preguntarle si quería ir me sorprendió o asustó, no lo sé.

Las visitas al orfanato es algo que hago hace dos años, y nunca he dejado que mis amigas me acompañasen ahí, porque siempre lo sentí mi lugar, donde puedo ser yo sin problemas porque esos niños nunca me juzgarían. 

Sin embargo, con Gael es diferente. Desde que nos conocimos, -a pesar de las peleas del inicio- hemos construido una conexión especial. Me ha demostrado su comprensión y apoyo incondicional, lo cual me ha permitido abrirme de una manera que nunca antes había experimentado. Quería compartir ese espacio con él, mostrarle una parte importante de mi vida y permitirle formar parte de ella.

Pero cuando estaba a punto de decirle sobre mi invitación al orfanato, sentí una especie de barrera invisible que me detuvo. Me invadió la sensación de que, aunque nuestra relación es fuerte, quizás aún no estábamos listos para dar ese paso. Quizá yo no estaba lista para compartir ese espacio tan íntimo con alguien más.

El orfanato es un lugar lleno de emociones intensas. Allí los niños luchan por encontrar un hogar, un amor que les brinde seguridad y una esperanza para el futuro. A veces, sus historias me abruman y me llevan a reflexionar sobre mi propia vida. Tal vez temía que Gael no estuviera preparado para enfrentar esa realidad, que pudiera ser demasiado abrumador para él. O quizá solo me acobardé de mostrarle más de mí y ya.

Me asusta la idea de que Gael sea la única persona en el planeta tierra que me haga querer mostrarle todo de mí, no importa si eso sea bueno o malo, por el simple hecho de que él me hace sentir que está bien no ser siempre perfecta, que con él no debo serlo. Me hace querer ser todas mis versiones juntas, querer mostrarles todas ellas. Pero, muy en el fondo, me da temor que no le caiga bien por una de ellas y, no lo sé, decida dejar de hablarme por parecerle tonta o ridícula.

---****---

Salgo del vestuario improvisado, luciendo mi disfraz de cerdito, y camino hacia el espejo para asegurarme de que todo esté en su lugar. Mientras ajusto mi disfraz y retoco mi maquillaje, de repente choco con alguien sin querer.

—Disculpa —digo, agarrándome de él para no caer.

—¿Estás bien? —cuestiona el chico sosteniéndome por los hombros para evitar que me caiga—. ¿Te conozco?

—Justo estaba por preguntarte eso —admito, frunciendo levemente el entrecejo, tratando de recordar de donde lo conozco.

Ambos nos quedamos observándonos por algunos segundos en los cuales su rostro se esclarece como si ya recordara de dónde nos conocemos

—Tú eres la chica linda con un novio de mierda, ¿cierto? —indaga con un tono de voz que muestra lo emocionado que está por haberme recordado.

Frunzo el ceño un poco más tratando de pensar de dónde me conoce a mí y, por "novio de mierda", supongo que habla de Luca. Entonces, de repente, todo encaja en mi mente.

Es el chico con el que hablé en la cena organizada por el padre de Luca, después de que él me dejara sola para hablar con Clara. Esa noche fue una experiencia humillante y dolorosa, y solo de recordarla siento una mezcla de repulsión y rabia. ¿Cómo pude permitir tal humillación? Me siento tan estúpida.

—Ahora ex —aclaro, alzando uno de mis dedos, aunque me cuesta debido a la pata de chancho de mi disfraz—, pero sí, esa misma —respondo, arrebatándole una sonrisa ladina—. ¿También vienes hacer teatro para los niños del hogar?

El chico de cabello castaño señala su disfraz de lobo y vuelve a mirarme, haciendo que mis mejillas se pongan ligeramente rojas por lo tonta que debo haber parecido con mi pregunta.

—No, la verdad es que me gusta vestir de lobo con frecuencia —contesta con sarcasmo, elevando un hombro, para luego reír por lo bajo—. Sí, no lo puedo hacer tan seguido por la universidad, pero intento encontrar tiempo para hacerlo.

Alzo mis cejas sorprendida de saber que va a la universidad. Parece como de mi edad.

—¿En qué año de la universidad estás? —pregunto curiosa.

—¿Esa es tu forma de intentar averiguar cuantos años tengo? —inquiere, elevando una ceja divertido y yo sonrío de lado.

Maybe —contesto, alzando un hombro para restarle importancia.

—Este es mi primer año —responde a mi pregunta, y luego agrega—: Tengo diecinueve, ¿y tú?

Abro la boca para responder, pero la coordinadora de la obra nos dice que ya vamos a comenzar, así que ya no puedo decirle nada.

—Espero que me respondas después de la obra, cuando estemos tomando un helado o café —comenta al pasar junto a mí, girando para mirarme por encima de su hombro y guiñándome un ojo—. Claro, si no rechazas la invitación, Miss Piggy.

Continúo mirándolo mientras se aleja, sintiendo un cosquilleo en el estómago ante la perspectiva de una posible cita. Me pregunto cómo podría haber olvidado a alguien tan interesante como él.

La obra ha llegado a su fin y los niños estallan en risas, su alegría llenando el lugar. Sonrío al ver su entusiasmo y saber que hemos logrado llevarles un momento de diversión y escape.

La señorita Elizabeth, con su estilo peculiar y a veces un tanto terrorífico, ha creado una versión única de "Los tres chanchitos y la venganza hacia el lobo feroz". Reconozco que el título es largo y un tanto extraño, pero al final siempre logra hacer reír a los pequeños.

El escenario improvisado, los disfraces extravagantes y las actuaciones exageradas han capturado la atención de los niños, transportándolos a un mundo de fantasía y aventura. A medida que la trama se desarrollaba, las risas se intensificaban y la energía positiva inundaba el lugar.

Ver cómo los niños disfrutan y se divierten me llena de satisfacción. Poder formar parte de algo que les brinde alegría y escape de sus circunstancias difíciles es algo muy especial para mí. A través de la actuación, puedo ser una fuente de entretenimiento y, al mismo tiempo, transmitirles mensajes de esperanza y superación.

R  egresamos de nuevo al "vestuario" que en realidad es un salón, para poder sacarnos los disfraces y el maquillaje.

—Cerdita —dice el castaño acercándose a mí.

—Lobito —respondo el apodo según su disfraz, mientras camino hacia los espejos para desmaquillarme.

—¿Entonces? —inquiere viéndome por el reflejo del espejo y yo frunzo el ceño sin comprender sus palabras—. ¿Aceptas tomar un helado con este dulce y doméstico lobo?

Relamo mi labio inferior para evitar sonreír divertida y giro a verlo a sus ojos color café.

—¿Cómo sé que no es una treta para intentar atacarme? —cuestiono, cruzándome de brazos, haciendo referencia a nuestros disfraces.

—Porque soy un lobo moderno y con eso me refiero a que soy vegetariano, y encima te invité a tomar un helado, o café, eso debería ser prueba suficiente, ¿no crees?

No puedo evitar soltar una risa ante su respuesta ingeniosa y divertida. Su confianza y humor me atraen aún más.

—Bueno, supongo que un lobo vegetariano no representaría una amenaza para una cerdita como yo —respondo, jugando con el doble sentido de nuestras palabras.

Él se acerca un poco más, sus ojos brillando con complicidad.

—Entonces, ¿aceptas mi invitación? Un helado, o café, lo que prefieras está bien, pero cualquiera de esos dos suena perfecto para continuar nuestra conversación pendiente —dice con una sonrisa encantadora.

Siento un cosquilleo de emoción recorriendo mi cuerpo. No puedo resistirme a la tentación de pasar más tiempo con él y descubrir qué más tenemos en común.

—Está bien, lobito, acepto tu invitación a tomar un helado. Pero advierto que soy muy exigente con los sabores, así que el lugar que elijas debe tener opciones deliciosas —respondo con una sonrisa, de verdad que me siento despreocupada con él como para poder actuar así—. By the way, que sepas que no salgo con nadie disfrazado de lobo, ni ningún disfraz en general. Evitemos ser pathetic, please.

—Justo estaba por decirte que tampoco salgo con cerditos —contesta riendo por lo bajo, antes de comenzar a caminar hacia los vestuarios improvisados con cortinas—. ¡Y no te preocupes, Piggy, conozco el lugar perfecto. Te aseguro que encontrarás un sabor que te encantará! —exclama, ya detrás de las cortinas.

Después de cambiarnos y volver a parecer personas decentes, salimos al exterior y nos encontramos en la calle, el aire fresco de la noche acariciando nuestros rostros. Victorio, o Vico como me dijo que lo llamara, me guía por las calles, y mientras caminamos, disfrutamos de una conversación animada y llena de risas.

Después de un corto trayecto, llegamos a una acogedora heladería. El ambiente es vibrante, con el suave aroma a dulce y las coloridas opciones de sabores que se encuentran frente a nosotros.

—Aquí estamos, Piggy. Este lugar es famoso por sus exquisitos helados artesanales. Estoy seguro de que encontrarás uno que te encante —dice Vico, señalando el mostrador lleno de tentadoras opciones.

Sonrío emocionada y me acerco al mostrador, examinando detenidamente los sabores disponibles. Mi atención se centra en un helado de fresa con trozos de chocolate.

Automáticamente pienso en Gael y en cómo me dice y, por alguna razón, eso me hace sonreír. Estoy segura que si estuviera aquí, me molestaría por mi elección de sabor, diciéndome algo como "sabía que escogerías el de sabor fresa, porque eres una fresa" o alguna otra cosa que no tendría mucho sentido más que para él, y seguramente se reiría, haciéndome reír con él porque su risa, además de ser contagiosa, me gusta oírla. 

I think... —finjo estar pensativa, debatiéndome entre los sabores solo para darle un poco de emoción al momento—, quiero el helado de fresa con trozos de chocolate. Suena delicioso —digo, mientras miro de reojo a Vico, quien asiente con la cabeza y no sé por qué esperaba que entendiera la ironía de eso, cuando es obvio que no podría hacerlo—. ¿Y tú, Wolfie? ¿Cuál es tu elección?

Él se toma un momento para revisar las opciones y finalmente elige un helado de chocolate con trozos de galleta y almendras.

—Este —responde con una sonrisa—. Disculpe —habla, llamando la atención del chico del mostrador. El chico se sonroja levemente al ver a Vico, quien está sonriendo de manera encantadora como hace un rato, y lo entiendo al pobre chico con su cabello azul porque Vico es muy lindo—, quisiéramos dos helados de...

Dejo de prestarle atención, porque me centro en mirar el lugar. Es algo retro, con sus carteles en neón, sus asientos en cuero color turquesa y una franja blanca. Es agradable. Definitivamente sería un lugar al que vendría con mis amigos, si no fuera que queda bastante lejos de donde vivimos, puesto que está en un pueblo a las afueras de la ciudad.

Me sorprendo cuando Vico toca mi hombro y giro a verlo, notando que está tendiéndome mi helado y se lo acepto con una sonrisa, para luego ambos dirigirnos a una mesa vacía, cerca de la ventana. Es un pueblo muy acogedor, parece tranquilo, pero acogedor a fin de cuentas.

—¿Cómo es que se llama este pueblo? —inquiero, mirando a través de la ventana como hay un sendero con muchísimos árboles debido al bosque un poco más allá de donde nos encontramos, y puedo ver a las personas pasear felices y los niños andar en bicicleta o patines.

—Kazuo —responde despreocupado, también mirando por la ventana como yo.

Asiento con la cabeza, admirando un poco más la vista, antes de centrarme nuevamente en el castaño frente a mí.

A medida que saboreamos nuestros helados y continuamos con nuestra animada conversación, me doy cuenta de que estoy disfrutando cada momento junto a él.

Nos sumergimos en una conexión genuina, compartiendo risas, historias y descubriendo más sobre nuestras vidas y pasiones. No puedo evitar sentir que este encuentro es especial, que hay algo más entre nosotros que solo una casualidad.

El helado se derrite lentamente mientras el tiempo pasa, pero nuestras risas se mantienen intactas. Quién hubiera pensado que un encuentro inesperado en un improvisado escenario y un disfraz de cerdito me llevarían a esta deliciosa tarde de helado y a la compañía de un lobito encantador.

El sol se oculta en el horizonte y las luces del pueblo se encienden, creando un ambiente mágico y acogedor. La noche avanza, pero el tiempo parece detenerse mientras compartimos historias, risas y sueños.

Cuando finalmente decidimos que es hora de partir, nos ponemos de pie y salimos de la heladería, caminando de la mano por las calles iluminadas del encantador pueblo de Kazuo.

Nos detenemos en la esquina de la calle antes del camino para ir al orfanato, justo donde dejamos nuestros vehículos. Me mira con esos ojos cafés llenos de alegría y dice:

—Ha sido una tarde maravillosa, Piggy. Me alegra mucho haber tenido la oportunidad de encontrarme contigo, porque desde esa noche he quedado impresionado contigo —admite, logrando sorprenderme por su sinceridad—. Estoy deseando verte de nuevo y continuar charlando contigo. Quisiera ser tu amigo.

Sonrío y asiento con la cabeza, sintiendo una calidez especial en mi corazón.

—Yo también he disfrutado mucho de nuestra tarde, Wolfie —contesto con sinceridad y él sonríe amable—. De verdad que sí ha sido increíble coincidir y pasar tiempo contigo, y también, en definitiva, quiero ser tu amiga.

Ambos decidimos pasarnos nuestros números de celular, para luego darnos un abrazo suave pero lleno de significado y nos separamos, cada uno tomando un camino distinto, pero con la promesa de encontrarnos nuevamente.

 A medida que conduzco por la carretera, mis pensamientos se centran en la agradable tarde que pasé con Vico y en la posibilidad de cultivar una hermosa amistad.

Finalmente, llego a mi hogar y entro por la puerta principal. Mi mamá me saluda con alegría desde la sala y me pregunta cómo fue mi día. Le cuento emocionada sobre la obra de teatro, lo emocionados que estaban los niños al verme de nuevo luego de algunas semanas de no haber ido, el encuentro con Vico y nuestra divertida tarde de helados.

Después de conversar un rato con mi mamá, subo las escaleras y entro en mi habitación. Me siento en mi cama y decido relajarme un poco antes de acostarme. Decido navegar un rato por Instagram, desplazándome por las publicaciones de mis amigos y conocidos.

De repente, una foto llama mi atención. Es una imagen de mi amiga, pero hay algo en ella que me confunde. En la foto, ella está sonriendo junto a una persona que se ve extrañamente familiar. Observo detenidamente la imagen, tratando de descifrar quién es la persona a su lado.

¡La amiga de Gael!

Me levanto de golpe, quedando nuevamente sentada sobre la cama, como si ese acto me permitiera ver bien la foto.

Tengo muchas emociones encontradas, porque hasta donde yo sabía, o lo que me contó Gael, es que ella sale con la rubia, entonces... Una notificación ocupa parte de la pantalla, avisándome que Devra acaba de enviarme un WhatsApp, preguntándome si vi la nueva fotografía de Cinthia.

Capaz y no es nada, y solo son amigas y ya, porque tampoco es como si fuera una foto comprometedora, pero... Cinthia nos ha hablado sobre que estuvo viéndose con alguien y, la verdad, se la veía feliz por ello. Me alegré muchísimo por ella, porque encontrara alguien que la hiciera así de feliz, pero jamás creí que...

Decido entrar al chat que tengo con Devra y responderle que sí, vi la foto.

DeviDu:
¿De verdad crees que son amigas y ya? ¿Qué no es la chica de la que nos hablaba?

Yo:
Idk, pero quiero creer que no. Es decir, al menos que no lo sé, ¿capaz y la chica terminó con la rubia y nosotras no nos enteramos? Después de todo, no es como que fuéramos parte del grupito, ¿no?

DeviDu:
Oh por favor Kate, sabes bien que esas son tonterías. Tú tienes un noséqué con Gael y yo tengo mi amistad con derecho a roce con Connor, ¿no crees que en alguna conversación con ellos nos hubiéramos enterado de todo esto?

Yo:
Primero que nada, yo no tengo ningún "noséqué" con Gael, ¿ok? Somos amigos y ya.

DeviDu:
Si, claro, como prefieras decirle. Yo también le digo a mi mamá que Connor es solo mi amigo cuando viene a mi casa.

Yo:
Nos fuimos de tema, ¿no crees? Aquí el tema no es mi amistad con Gael, sino la (según nosotras) relación de Cinthy con la amiga.

DeviDu:
Nathalia. Se llama Nathalia.

Yo:

Cierto, con Nathalia. ¿Crees que debamos hablarle y preguntarle?

DeviDu:

Si, pero no creo que sea correcto hacerlo por el grupo. Mejor lo hacemos en persona. ¿Paso por ti?

Yo:¿No es tarde? Recuerda que su mamá no es... Ya sabes, la mejor para comprender el por qué la vamos a buscar a estas horas. Tampoco quiero causarle problemas.

DeviDu:
Tienes razón, no había pensado en su mamá. Mierda.

Me quedo pensativa por un momento, preocupada por la situación. No quiero causarle problemas a Cinthia ni generar conflictos innecesarios con su madre.

Yo:
No queremos meterla en problemas ni generar tensiones con su mamá. Creo que lo mejor es esperar y darle la oportunidad de contarnos ella misma si hay algo que debamos saber. Tal vez simplemente no nos lo ha mencionado aún.

DeviDu: 
Sí, probablemente sea lo más sensato. No queremos saltar a conclusiones precipitadas ni entrometernos en su vida si ella no lo desea. Solo espero que, si hay algo importante que debamos saber, Cinthia se sienta cómoda compartiéndolo con nosotras en algún momento.
¿A quién quiero engañar? jajaja
Si mañana para la segunda hora, Cinthia no nos ha dicho nada, la confrontaremos en algún lugar del instituto que esté completamente vacío para hablar, ¿bien?

Yo:¿Te parece?

DeviDu:
Katy, no soy quién para decir qué está bien o no, pero si ella está metiéndose en una relación como buenas amigas deberíamos decirle que está mal, ¿no crees? Igual, antes de acusarla, merece ser escuchada y que nos explique qué carajos con todo esto.

Asiento con la cabeza, aunque no me vea Devra, y suspiro. Estoy segura de que Cinthia tiene sus razones para mantener su vida amorosa en privado, y debemos respetar su decisión. Aunque la curiosidad me carcome por dentro, sé que ser paciente y respetuosa es lo correcto.

Decidimos dejar el tema por ahora y retomar nuestra conversación sobre otros asuntos más ligeros. Aunque la incertidumbre sobre la relación de Cinthia sigue presente en mi mente, trato de no dejar que afecte mi ánimo. No puedo evitar preguntarme qué significará todo esto y si nuestras suposiciones están en lo correcto, pero solo el tiempo y Cinthia podrán darme las respuestas que busco.

---***---

El sonido del timbre marca el inicio del fin de la clase y el comienzo del receso. Me dirijo hacia mi casillero para dejar algunas cosas y encuentro a Devra esperándome allí.

Devra me saluda con una sonrisa, pero noto que hay cierta tensión en su expresión.

—Kate, la hora acordada llegó y Cinthia no nos ha dicho nada. Creo que es momento de buscarla y aclarar las cosas —comenta, abrazándose más a sí misma y suelto un suspiro.

Asiento en silencio, compartiendo su preocupación. Juntas nos dirigimos por los pasillos en busca de Cinthia, preguntando a algunos compañeros si la han visto. Finalmente, la encontramos charlando con algunos de los chicos del equipo de porristas.

Nos acercamos a ella y le pedimos que nos acompañe a un lugar tranquilo para hablar. Cinthia asiente y se despide de los chicos al igual que nosotras, para después llegar hasta el salón de química, que se encuentra vacío en este momento.

Caminamos hasta el centro del salón, y Devra no puede contenerse más.

—Cinthia, ¿qué está pasando? —cuestiona sin cuento previo, mirando a los ojos a nuestra amiga—. Nos has tenido en vilo todo el día, sin decirnos nada. ¿Qué hay entre tú y Nathalia?

Cinthia baja la mirada, luciendo apenada y avergonzada.

—Tuve una conexión especial con Nathi en una fiesta que coincidimos y, en un momento de debilidad, nos dejamos llevar, ¿saben? Y...

—¿Te metiste en una relación? —pregunto sin poder evitarlo, mirándola con algo de decepción—, o es que... fue esa vez y luego, no sé, no pasó nada más y... —Me callo al ver como Cinthia suelta un suspiro y niega con la cabeza. Levanta la mirada, encontrándose con la mía llena de reproche.

—Nos dejamos llevar por un impulso y nos besamos, no pasó más que un beso esa noche, lo juro —se apresura en decir, mirándonos a ambas ansiosa de que le creamos y se calma en cuanto la pelinegra y yo asentimos con la cabeza—. La cosa es que después de ese beso comenzamos a vernos en secreto, al inicio no entendía por qué, pero me gustaba, porque me resultaba tentador tener una relación así, pero entonces descubrí que Nathalia estaba en una relación con Kendall, y todo se volvió un caos.

Las palabras de Cinthia me golpean como un puñetazo en el estómago. La decepción se apodera de mí, mezclada con una pizca de enojo.

—Entonces sí te metiste en una relación —habla Devra, más para ella que para nosotras, para después soltar un jadeo lleno de incredulidad, mientras sigue cruzada de brazos. 

—¿No te importó que Nathalia estuviera con Kendall? ¿Cómo pudiste hacer algo así? —pregunto, luchando por mantener la calma

—No fue así de simple, Kate —explica Cinthia, desviando la mirada con pesar—. Al principio, no tenía idea de que Nath estaba en una relación con ella. Fue una conexión intensa y espontánea en aquella fiesta, y solo después me enteré de la situación. Traté de ponerle fin a todo, pero las cosas se complicaron más de lo que esperaba. Kendall descubrió la verdad y decidió terminar con Nathalia. Ahora ambas han dado por terminada su relación, pero me siento terriblemente culpable por todo lo ocurrido —suspira con pesar, visiblemente angustiada.

Un torbellino de emociones me envuelve mientras Cinthia habla. La decepción y la tristeza luchan por dominar mi mente. No puedo evitar sentirme lastimada por su falta de consideración.

Me ha visto llorar por las veces que Luca me ha sido infiel, le he contado como me sentía, lo mal que te hace y el como sientes tu autoestima destruida, tu confianza... ¿Cómo pudo hacerle esto a alguien más?

—¡Cinthia, has jugado con los sentimientos de dos personas! —exclamo, sin poder apartar mis ojos de los suyos—. ¿No te das cuenta del daño que has causado? Eres mi amiga, pero eso no significa que pueda apoyar o justificar tus acciones irresponsables.

 Nuestros ojos se encuentran en un tenso silencio, la tensión entre nosotras palpable en el aire.

—Lo sé, Kate —responde Cinthia con voz entrecortada, su mirada cargada de arrepentimiento mientras juega nerviosamente con sus manos—. Me arrepiento profundamente de lo que ha ocurrido y me disculpo sinceramente. No hay palabras suficientes para expresar cuánto lamento haber lastimado a todos en este proceso —suspira, desviando la mirada hacia el suelo.

—¿Y piensas seguir con Nathalia? —cuestiona Devra, hablando por primera vez después de un rato—. Es decir, pregunto por la foto que subiste ayer.

La pregunta de Devra hace que desvíe la mirada hacia Cinthia, esperando su respuesta. Mi enfado sigue presente, pero también quiero comprender la situación en su totalidad.

—Encima eso —protesto, sintiendo cómo la indignación se apodera de mí—. ¿Cómo pudiste ser tan cínica como para subir una foto?

Cinthia se muestra a la defensiva ante mis palabras, y su respuesta me deja perpleja.

—Ni siquiera entiendo por qué estás tan enojada —ataca Cinthia, aparentemente enfadada por mi reacción, lo cual me provoca un jadeo lleno de incredulidad—. ¿Eres amiga de alguna de ellas? ¿De Kendall? Porque lo pareciera, ya que estás más de su lado que del mío.

Mis ojos se abren de par en par ante sus palabras. No puedo creer que esté tratando de desviar la responsabilidad y echarme la culpa a mí.

—¿De tu lado? —pregunto, incapaz de contener mi incredulidad, dejando escapar una pequeña risa—. ¿Cómo quieres que esté de tu lado en esta situación, Cinthia? Te metiste en una jodida relación, ¿es que no te das cuenta de la gravedad de tus acciones?

Las palabras salen de mis labios cargadas de frustración y decepción. Siento que Cinthia no está asumiendo la responsabilidad de sus actos y eso me hiere profundamente. 

Ambas nos miramos por unos momentos más en silencio y noto como pasa algo por sus ojos, algo que no logro comprender.

—Ya entiendo —habla, asintiendo lentamente con la cabeza—. Te sientes identificada con Kendall, ¿no? ¿Es eso?

Las palabras de Cinthia me sorprenden y me dejan atónita. No esperaba que sacara a colación ese aspecto de mi vida en medio de esta situación.

—Cinthia —interviene Devra, mirándola con reprobación—. Ya es suficiente, las dos. No estamos aquí para discutir.

La tensión en el ambiente es palpable mientras nos miramos en silencio. Cinthia sigue hablando, señalándome con el dedo y dirigiéndose a Devra.

—No, Devra, no estamos aquí para discutir, pero alguien debería decirle que no todo es sobre ella —dice con un tono acusatorio, volviendo a mirarme a los ojos—. No todo gira alrededor de ti, Kate.

Las palabras de Cinthia me hieren profundamente, pero en lugar de dejarme arrastrar por la angustia, decido responder con calma.

—Tienes razón, Cinthia, no todo gira alrededor de mí —digo con serenidad, manteniendo la mirada firme—. Pero esta situación no se trata solo de mí, se trata de la confianza que hemos depositado en nuestra amistad. Como amigas, esperaba que pudiéramos comunicarnos y apoyarnos mutuamente. No se trata de tomar bandos, sino de asumir nuestras responsabilidades y comprender el impacto de nuestras acciones en los demás.

—Sabrías que he tomado responsabilidad en el asunto, si me dejarías explicarme, pero no —responde, negando con la cabeza y mirándome también decepcionada—. Ahí vas, como siempre, sacando tus conclusiones. Discúlpame, pero no todos somos perfectos como tú.

—No se trata de perfección, Cinthia —respondo con una mezcla de tristeza y frustración en mi voz—. Se trata de expectativas básicas de confianza y respeto en una amistad. Si te has disculpado, entonces demuéstralo con tus acciones y no me eches la culpa por intentar entender lo que ha sucedido.

Cinthia me mira con ira, sus ojos llenos de resentimiento.

—¿Y tú? ¿Acaso nunca has cometido errores? ¿Eres perfecta? —me lanza preguntas retóricas, pero su tono cargado de sarcasmo hiere mis emociones.

—¡No! ¡Claro que no soy perfecta! —exclamo, sintiendo cómo la frustración se desborda en mí—. Pero no se trata de eso, Cinthia. Se trata de cómo lidiar con las consecuencias de nuestros actos. Se trata de que te metiste en una jodida relación, afectaste a personas inocentes por tu maldito egoísmo y la necesidad de querer que alguien te quiera.

Mis palabras salen con furia, dejando escapar toda la frustración acumulada. La discusión se intensifica mientras ambas lanzamos acusaciones hirientes.

—Chicas, por favor, no deberíamos seguir así. Necesitamos encontrar una manera de resolver esto sin dañar aún más nuestra amistad —interviene Devra, con su voz llena de preocupación.

—Oh, miren quién lo dice —continúa Cinthia, ignorando a la pelinegra, mirándome fijamente a los ojos—. La chica que ha salido por más de un año con el imbécil bueno para nada de Luca D'Alessandro, ¿no? No eres quién para hablar sobre buscar desesperadamente ser amada por alguien, porque tú has soportado demasiado solo por un par de migajas de amor —asegura, mirándome con repulsión. Trago en seco, sintiendo una punzada en mi pecho—. Te has dejado humillar, pisotear y hasta denigrar por él, solo porque cada que le salía del culo te trataba bien, te decía cosas medianamente bonitas y, qué se yo, quizá un par de méndigos e insignificantes te amo, y dime, ¿lo ha valido? Mírate donde estás, Kate, no estás en derecho de hablar sobre eso.

Las palabras de Cinthia atraviesan mi corazón como afiladas flechas. Sus ataques son directos y certeros, golpeando mis inseguridades más profundas. El dolor y la rabia se mezclan dentro de mí, y una respuesta hiriente brota de mis labios.

—Tú no sabes lo que es amar a alguien y luchar por esa relación, incluso cuando todo parece estar en contra —prosigo, mi voz temblando—. No puedes entender lo que es abrir tu corazón una y otra vez, esperando que las cosas mejoren, aferrándote a la esperanza de que todo valga la pena. Así que no te atrevas a juzgarme, Cinthia, cuando ni siquiera sabes lo que es el amor.

—¿Y tú si lo sabes? —cuestiona igual de dolida que yo. Ambas nos estamos lastimando demasiado—. ¿Quién te lo enseñó? ¿Tu papá antes o después de abandonarte? 

Las palabras de Cinthia cortan como cuchillas afiladas, y su último ataque llega directo a mi corazón. La mención de mi padre y su abandono golpea una herida que ambas sabemos que nunca sanó. El dolor se intensifica y mis ojos se llenan de lágrimas mientras la ira se mezcla con la tristeza.

—No, mi padre no me enseñó eso —respondo, mirándola fijamente a los ojos—. De hecho, lo único que pensé que me había enseñado es sobre la crueldad humana, pero llegaste y tú misma te has encargado de demostrarme hasta qué punto puedes llegar —sentencio, sintiendo un sabor amargo en mi boca—. Pero supongo que así es como te defiendes, ¿verdad? Hiriendo a los demás para sentirte mejor contigo misma. Después de todo, ¿qué puedo esperar de alguien que no le importa herir a los demás con tal de ser feliz siendo el plato de segunda mesa? —Sonrío con maldad, con enfado—. ¿Qué? ¿Pensaste que salir a escondidas con alguien es cool o algo así? ¿Pensaste que ellas terminaron porque Nathalia te elegiría? ¿Crees de verdad que la segunda opción pasa a ser mágicamente la primera? Déjame darte un consejito como amiga —digo, acercándome un paso a ella, con mis brazos cruzados por debajo de mi pecho—. Las segundas opciones pasan a ser la primera, solamente cuando estas ya no quieren seguir siéndolas. Si no, pregúntale a Halton.

Mi tono de voz es cortante y lleno de desprecio. Me alejo, retrocediendo lentamente mientras las palabras resuenan en el aire. Devra intenta intervenir, tratando de calmar la situación, pero nuestras emociones están demasiado enardecidas como para escucharla. La amistad se ha fracturado, y en ese momento, no sé si podrá ser reparada.

✨️ GAEL ✨️

Diviso a Kate a lo lejos, caminando hacia su auto, así que empiezo a correr para alcanzarla y, en cuanto estoy cerca de ella, la llamo para que detenga su caminar, pero todo sale mal.

Ella sí se detiene, incluso gira a verme, pero en ese preciso momento mis pies se enredan y pierdo el equilibrio. Siento cómo mi cuerpo se desploma hacia el suelo y un agudo dolor recorre mi espalda al impactar contra el pavimento. Cierro los ojos con fuerza, sintiendo una mezcla de vergüenza y dolor.

Oh my God, ¿estás bien? —inquiere Kate tratando de aguantar la risa, mientras la escucha acercarse a mí.

—Por supollo, fresita —respondo con un toque de arrogancia—. ¿Crees que una caída así podría derrotarme? Ja —me burlo, intentando mantener mi orgullo, pero al intentar levantarme me quejo en el proceso—. Ay, ayúdame, ayúdame por fis —pido adolorido, y esta vez no puedo evitar sonreír al escuchar su risa mientras me agarra del brazo para ayudarme.

Ella me ayuda a ponerme de pie, aunque aún siento una leve molestia en la espalda. Intento mantener mi expresión imperturbable, pero sus risas contagiosas me hacen soltar una risa también.

—Creo que eso es lo más torpe que te he visto hacer, Gael —dice Kate entre risas, mientras me asegura que estoy bien.

—Bueno, siempre tengo que sorprenderte de alguna manera, ¿no? —respondo, tratando de recuperar mi dignidad—. Gracias por venir en mi rescate, aunque haya sido por culpa de mi desafortunado resbalón.

Kate sonríe y me da un suave golpecito en el hombro. 

—Eso es lo que hacen los amigos, Gael. Estamos aquí para apoyarnos en los buenos y en los torpes momentos —afirma, mostrando su cariño y complicidad—. Pero dime, ¿para qué me buscabas? 

—Oh, si, eso —digo, recordando el por qué vine corriendo hasta ella—. ¿Tienes algo que hacer ahorita? —cuestiono, mirándola directo a los ojos.Parece pensarlo por unos momentos, para luego negar con la cabeza de manera lenta. 

—No, ¿por? 

—¿Me podrías hacer un favor? —pido, juntando mis manos en suplica a la vez que sonrío con suplica. 

—Claro, ¿cuál? —cuestiona con curiosidad, cruzándose de brazos. 

—¿Me podrías acompañar al mercado, por favor? —propongo, sin abandonar mi postura—. Es que mi mamá necesita que le compre algunas cosas, pero la verdad es que con este calor no quiero ir en colectivo lleno de gente transpirada y... 

—¿El mercado? —me interrumpe, mirándome con intriga mientras inclina levemente su cabeza hacia un costado.

—Sí, ya sabes, el mercado —respondo como si fuera obvio, pero su expresión puedo deducir que no tiene idea de lo que estoy hablando—. Ya sabes, el lugar al que van todos a comprar cosas más baratas de lo que puedes conseguir en el centro comercial... —digo, esperando que sepa de que hablo, pero no pareciera ser el caso. 

—No, perdón, no sé de lo que hablas —responde algo avergonzada y le quito importancia al asunto con un movimiento de manos. 

—A veces olvido que somos de diferente clases sociales —admito, encogiéndome de hombros—. Ignóralo, no importa. Entonces, ¿me harías el favor de llevarme hasta allá, acompañarme a comprar y, si no es mucha molestia, luego llevarme hasta mi casa?

—Lo voy a pensar, ¿sí? —dice, llevando una mano a su mentón. Asiento con la cabeza, esperando su respuesta. Después de unos segundos en los que me dedico a mirarla, su expresión se transforma en una sonrisa divertida, confundiéndome por un momento. Luego, me empuja de manera juguetona—. Anda, sube —ordena amablemente, señalando el auto con la cabeza.

—¿Entonces eso es un sí? —pregunto sorprendido de que haya aceptado, mientras camino hacia el asiento del copiloto.

—¿Tú qué crees, honey? —responde con una mirada pícara.

Una vez dentro del auto, nos abrochamos los cinturones y Kate enciende el motor, mientras yo me encargo de elegir la música. Hoy toca Dua Lipa, y porque Kate me cae bien, también le pondré un poco de Taylor Swift.

No es como si hubiera creado otra playlist aparte, donde solo hayan canciones de One Direction, ellos como solistas, Big Time Rush, Taylor, Dua y 5SOS, sin que ella lo sepa. No es como si la hubiera creado únicamente para cuando estemos juntos, creyendo que compartimos algo íntimo y especial entre los dos.

De reojo, la miro mientras "One Kiss" de Dua Lipa comienza a sonar y sonrío al verla mover su cuerpo al ritmo de la música.

El trayecto resulta divertido, como siempre lo es cuando estamos juntos. Esta vez, especialmente, porque Kate no tenía idea de cómo llegar al mercado y tuve que guiarla.

Una vez que encontramos un lugar para estacionar, salimos del auto. Aunque veo la duda en los ojos de Kate sobre si dejar su auto ahí o no, decido tomar su mano y tirar de ella, animándola a comenzar a caminar.

—Tranquila —murmuro en voz baja para que solo ella me escuche—. ¿Ves a esas personas con chalecos de color naranja? —pregunto, señalando discretamente con mi dedo índice, sin soltar su mano—. Ellos son los encargados de cuidar los autos. Cuando nos vayamos, se les paga y ya está.

Caminamos juntos por los pasillos del bullicioso mercado, disfrutando del ambiente animado y colorido que nos rodea. Nuestro primer destino es una pequeña tienda de especias, donde mi mamá me ha pedido que compre algunos condimentos para la cena.

Mientras revisamos los frascos llenos de aromáticas hierbas y especias exóticas, Kate se detiene repentinamente y su mirada se desvía hacia un puesto de ropa en la distancia.

—¡Mira, Gael! ¡Ropa a buen precio! —exclama emocionada, señalando con entusiasmo hacia el puesto.

La miro con curiosidad y luego sigo su mirada, notando las prendas expuestas en perchas y montones. Aunque al principio no me había interesado en la ropa, sus palabras me hacen reflexionar.

—Pero, Kate, es ropa de segunda mano —le señalo, tratando de encontrar una razón para resistir la tentación—. No sé si deberíamos...

Ella me interrumpe, con una sonrisa traviesa en los labios.

—No importa si es de segunda mano, Gael. Cuando tienes buen ojo para la moda, todo te luce bien —me asegura, tomando mi mano y llevándome hacia el puesto—. Además, seguro encontrarás algo genial a un precio increíble.

Me dejo llevar por su entusiasmo y, después de comprar las especias que me pidió mi mamá, nos adentramos en el mundo de las prendas usadas. Revisamos las diferentes opciones, y aunque al principio dudo, Kate encuentra una chaqueta de cuero vintage que asegura es perfecta para mí.

—¡Vamos, pruébatela! —me anima, empujándome hacia un probador improvisado detrás de una cortina.

Me pongo la chaqueta y me miro en el espejo, sorprendido por lo bien que encaja con mi estilo. La calidad del material y los detalles únicos hacen que la prenda se destaque.

—Tienes razón, Kate. Esto realmente se ve bien —le digo, saliendo del probador con una sonrisa—. Creo que he encontrado una verdadera joya aquí —bromeo, puesto que quien lo hizo fue ella y la veo analizar como me queda, para después asentir con la cabeza en concordancia conmigo—. Ahora tu, vamos a buscar algo para ti también —propongo, empujando su pequeño cuerpo hacia el montículo de ropa nuevamente. 

Creí que se resistiría, puesto que nada de aquí es Louis Vuitton, Gucci, Prada o alguna de esas marcas prestigiosas, y si ves una que diga eso, seguramente es una imitación muy barata. Temía que se decepcionara al no encontrar las marcas de lujo, pero me sorprende gratamente ver cómo su emoción no disminuye en lo más mínimo. 

Creo que fue mala idea. Llevamos cinco minutos y ya tengo mis dos brazos ocupados por tanta ropa, mientras que Kate solo tiene uno y, claramente, está buscando llenar el otro. 

—Disculpen —habla una señora, haciendo que Kate deje de buscar entre la ropa y gire a verla—, deben dejar todo eso ahí nuevamente. 

Ambos nos quedamos perplejos, tratando de entender la situación.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta Kate, totalmente confundida. 

—Esto no es una tienda —responde la señora algo molesta, confundiéndonos aún más—. Por ende, solo pueden probarse dos prendas a la vez si no van a llevar nada de esto —menciona, señalando la ropa que tenemos en nuestros brazos—. No vengan a jugar aquí, niños, buscando una o dos prendas y luego volver a dejar todo esto en su lugar. Nos hacen perder clientela que, mientras ustedes juegan, ellos podrían comprar esas prendas, ¿saben? 

Pienso hablar, explicarle a la señora que posiblemente si nos llevemos todo esto, porque los ojos de Kate gritan "gastar, gastar y gastar", al ver, según ella, ropa tan linda y tan barata, a mi parecer no lo es tanto, pero para ella seguro que si. Pero antes de poder decir algo, Kate habla. 

—Pero nosotros le preguntamos a esa dulce chica —dice, señalando a la pelinegra que mira todo con atención, sin animarse a meterse—, y nos dejó hacer esto. 

—Sí, pero no toda la mesa es suya, ni toda la ropa tampoco —contraataca la señora, cruzándose de brazos de manera desafiante. 

Kate alza una ceja, como suele hacer cuando la cuestionan o desafiaban. Asiente con la cabeza y luego miró la mesa antes de dirigir su mirada hacia la señora.

—De acuerdo —cede, y puedo ver a la señora mirarnos con aire de superioridad—. ¿De donde hasta donde es su mesa y su ropa? —inquiere, haciendo que ahora la señora nos mire dudosa. 

—¿Por qué quieres saber eso? 

—Por favor, responda —pide de manera firme, sin apartar sus ojos de los de la señora. 

La pelinegra intervino y señala el área que corresponde a la mesa de la señora.

—De aquí hasta aquí —afirma la chica.

—Bien —dice Kate, segura de algo que aun no comprendo. 

Sin esperarlo, empieza a dejar algunas prendas de vestir en el lado que señaló la pelinegra. De las treinta prendas que teníamos, más o menos, nos quedamos con unas veinte o quizá un poco menos, eso es seguro. 

—Ahí tiene las prendas que saque de su mesa, señora —responde Kate, cruzándose de brazos—. Espero no molestarla más en sus ventas, que tenga buen día —sin decir nada más, gira para seguir rebuscando en la ropa del lado de la pelinegra. 

La señora nos mira entre enojada e incrédula, mientras que Kate me da dos buzos más de hombre, tres vestidos y una falda, para luego comenzar a caminar hacia el probador.

Miro a Kate con asombro por su determinación y capacidad de hacer valer su punto. Me quedo allí por un momento, sosteniendo la ropa en mis brazos, mientras la señora nos observa sin decir una palabra. Finalmente, decido seguir a Kate hacia el probador, dejando las prendas que llevamos de la mesa de la señora en su lugar designado.

Dentro del probador, Kate se probaba las diferentes prendas con entusiasmo mientras yo esperaba pacientemente afuera. Cada vez que asomaba la cabeza por la cortina, su rostro se iluminaba con una sonrisa, ansiosa por mi opinión.

—Boy, ¿qué opinas de este vestido? —preguntó Kate, asomando la cabeza y señalando un hermoso vestido corto de color rojo.

Me acerqué para verlo mejor y, en ese momento, el aliento se me quedó atrapado en la garganta. Kate lucía absolutamente impresionante. El vestido resaltaba su figura elegante y femenina, realzando cada uno de sus encantos. Los detalles cuidadosamente diseñados, combinados con el vibrante color rojo, la convertían en un auténtico torbellino de belleza.

Trato de encontrar las palabras adecuadas para describir lo que veo, pero mi mente se quedó en blanco. En ese momento, solo puedo admirarla embobado. Sus cabellos pelirrojos caen con gracia sobre sus hombros, enmarcando su rostro radiante. Sus ojos brillaban con emoción y una chispa traviesa. Su sonrisa, sincera y contagiosa, ilumina todo a su alrededor. Es como si el mundo se detuviera y solo existiéramos ella y yo en ese pequeño espacio.

Es como si Kate fuera un retrato de belleza en movimiento, y yo me encontrara inmerso en su encanto.

Finalmente, logro encontrar mi voz y respondo con una sonrisa tímida.

—Kate, te ves absolutamente impresionante con ese vestido —le digo, admirando su belleza—. Ese vestido resalta tu belleza de una manera que no puedo describir con palabras. Estoy seguro de que serás el centro de atención en cualquier lugar al que vayamos.

Ella sonríe satisfecha y se adentra nuevamente en el probador para seguir probándose otras prendas. Mientras tanto, me permito reflexionar sobre la escena con la señora y la actitud decidida de Kate.

Admiro su confianza en sí misma y su habilidad para enfrentar situaciones desafiantes. Es cierto que venimos de diferentes clases sociales, pero Kate siempre encuentra la manera de superar las barreras y ser quien es, sin dejar que las expectativas de los demás la definan.

Cuando Kate salió del probador luciendo el conjunto de falda morada, blusa negra y blazer a juego, mi mirada quedó fija en ella. Era como si el tiempo se detuviera por un momento, solo para permitirme apreciar su elegancia y estilo impecables. La manera en que la falda resalta sus piernas esbeltas y la blusa realza su delicado cuello y hombros, crea un equilibrio perfecto entre elegancia y feminidad.

—¿Qué opinas de este conjunto? —me pregunta, girando en círculos para mostrármelo desde todos los ángulos.

—Kate, te ves absolutamente impresionante —le aseguro, dejando que mi admiración se refleje en mis ojos—. Realmente tienes un gran ojo para la moda, como siempre dices.

Kate sonrió, complacida con mi respuesta. Su confianza irradiaba por todo el lugar, y era contagiosa. Admiraba su capacidad para elegir prendas que reflejaran su personalidad y se adaptaran a ella de manera perfecta.

Continúo probándose todas las prendas que ha elegido y yo, sin importarme nada, sigo dándole mi opinión sobre cada uno de los atuendos que decide enseñarme. Al terminar, me dice que me pruebe toda la ropa que eligió para mí y, en cuanto quiero negarme porque no tengo dinero para comprarlas, me asegura que son un regalo de su parte y que no le gustaría que lo rechazara. 

De todas formas, lo mío es más fácil, porque solo decido probarme los buzos y chaquetas que eligió para mí. Cada una de ellas es más genial que la anterior. 

De verdad tiene buen ojo para la moda.

—¿Entonces te los llevas o quieres que veamos otra cosa? —cuestiona, mirando a nuestro alrededor, mientras que mis ojos solo pueden estar centrados en ella.

—Kate, de verdad no...

—¿Vemos más? —me interrumpe, haciéndome saber que no quiere que me niegue a esto.

—No, esto está más que bien —aseguro, cediendo a que me regale esto.

Después de todo, si la hace feliz, ¿por qué no aceptarlo? Ella es feliz y yo tengo ropa nueva. Es un ganar - ganar.

—De acuerdo, vamos —ordena de manera amable, comenzando a caminar hacia la pelinegra. Decido seguirla, cargando nuevamente con toda la ropa, para luego detenernos en cuanto estamos frente a la chica—. Nos llevamos todo —asegura, haciendo que la pobre chica casi se ahogue con su baba.

—¿Todo? —cuestiona incrédula, señalándome por lo que aun cargo con la ropa.

—Si —responde Kate segura de su decisión, para luego mirar algo a su alrededor—. ¿Tienes zapatos? —inquiere, repentinamente curiosa nuevamente. En cuanto la pelinegra asiente con la cabeza, Kate gira a verme y automáticamente niego con la cabeza.

—No —digo rápido antes de que ella hable—. Con esto es suficiente para mí —aseguro, mirándola fijamente a los ojos para asegurarle mi decisión. 

—De acuerdo, entonces solo para mí —menciona, volviendo a ver a la chica que asiente con la cabeza sorprendida.

Después de seleccionar cinco pares de zapatillas, tres zapatos de tacón alto y, si no estoy mal, dos botas, decide por llevarse bolsos que vio, de esos se llevo solo cuatro y, al fin, se decide por pagar. 

La chica tartamudea un poco al decir el precio y ahora soy yo quien intenta no ahogarse con mi baba al escuchar cuanto saldrá todo esto. 

Hay dos opciones: O entramos a la tienda más cara de todo el mercado, o bien, Kate compró demasiadas cosas.

Giro a ver a la pelirroja quien asiente con la cabeza y, por su rostro, noto que ni se inmutó por el precio, es más, saca su cartera como si nada, pero antes de sacar el dinero vuelve a ver a la chica.

—¿Aceptas tarjeta de crédito? —cuestiona y alzo las cejas al escucharla, pero en cuanto la pelinegra niega con la cabeza, ella saca unos cuantos billetes de cincuenta y, si mis ojitos no ven mal, creo que le está dando uno de más y, según por lo que veo, es uno de cien—. Aquí tienes —dice, tendiéndole el dinero.

«Dios, si me estás escuchando ahora mismo, te suplico despertar mañana siendo Kate Baker, por favor», es lo primero que pienso al notar como no le duele para nada gastar poco más de doscientos dólares en ropa.

—Oh, me diste de más —menciona la pelinegra, devolviéndole el billete de cien a Kate, pero ella se niega en aceptarlo.

—No, descuida, es por la buena atención —asegura Kate, agarrando unas cuantas bolsas del suelo, mientras que yo agarro el resto—. Que tengas buen día, linda, y vendas mucho más —desea de buena manera, para luego despedirse de ella y comenzar a caminar hacia la salida de la tienda. Me despido de la chica con una sonrisa, para luego trotar hasta alcanzar a Kate.

Mientras pasamos junto a la señora que nos reprendió anteriormente, noto una expresión de sorpresa en su rostro al ver las bolsas llenas de ropa en nuestras manos. Parece haberse dado cuenta de la oportunidad que dejó pasar al no atender a Kate con amabilidad y respeto. Quizás esta lección le ayude a cambiar su actitud hacia los clientes en el futuro.

Con mi nuestra nueva adquisición en brazos, nos dirigimos hacia el área de electrodomésticos, donde tengo que comprar una licuadora para mi mamá.

Kate me sigue curiosa mientras examino las diferentes opciones, comparando precios y características. Cuando finalmente encuentro una licuadora que cumple con lo que buscamos, Kate señala otro puesto cercano.

—Boy, mira esas ollas a presión, están a un precio increíble —dice emocionada, agarrando mi brazo como si de niña chiquita se tratara al ver su dulce favorito—. Son demasiado útiles para la cocina. ¿Por qué no le llevas una para tu mamá? —inquiere, girando a verme sin soltar mi brazo.

Sonrío divertido ante su emoción, para luego volver a ver donde está la olla de la cual habla y, ni siquiera me gasto en ver el precio que vuelvo a verla a los ojos.

—Porque no tengo dinero —respondo obvio, sonriendo aun de manera amable y puedo ver como su sonrisa empieza a desvanecerse de a poco, sintiéndose de repente algo avergonzada.

—Lo siento, no tomé en cuenta eso —dice, alejando su mano de mi brazo.

Observo su expresión apenada y me apresuro a tranquilizarla. No quiero que se sienta mal por su entusiasmo inicial.

—No te preocupes, fresita. No es un problema. Solo estoy ahorrando para otras cosas en este momento, pero gracias por pensar en mi mamá. Además, no eres la única que se emociona por las ofertas, ¿sabes? —digo con una sonrisa, tratando de aliviar el ambiente.

Kate mira hacia las ollas a presión nuevamente y luego vuelve a encontrarse con mi mirada. Su expresión es un poco más relajada ahora.

—Supongo que a veces me dejo llevar por mis propias expectativas y no pienso en las circunstancias de los demás. Lo siento si parecí una niña rica y mimada que solo gasta y gasta sin pensar —dice Kate, un tanto avergonzada.

—Un poco —bromeo, haciendo que sonría divertida y empuje mi cuerpo con el suyo—. No, ya en serio, no debes disculparte porque tu realidad sea diferente a la mía, no es como si tuvieras la culpa o algo así, ¿sabes?

—Lo sé, pero tal vez debería ser un poco más considerada, ¿no crees? —cuestiona, sintiéndose realmente apenada por tener dinero.

—Kate —la llamo, haciendo que levante la vista del suelo y sus ojos se encuentren con los míos—, ¿te parece que esto es no ser considerada? —inquiero, alzando las bolsas con la ropa que ha comprado para mí—. Porque a mí me lo parece.

—No, eso es un regalo solamente —responde, negando con la cabeza, en desacuerdo conmigo.

—No tenías por qué hacerlo, y fue considerado de tu parte darme uno, así que, no te avergüences por ser rica, por favor —pido, posando una mano sobre su hombro.

—Entonces... ¿Queda muy mal si yo le regalo una de esas a tu mamá? —inquiere, señalando la olla atrás de ella con su pulgar.

Sonrío divertido junto a ella, y asiento con la cabeza.

—Si lo haces, mi mamá creerá que estás intentando llegar a mí a través de ella, ¿sabes? —bromeo, volviendo a ver la licuadora entre mis manos, tratando de asegurarme de que sea esta la que voy a comprar—. Algo así como en esos paises que dan ovejas para pedir la mano en matrimonio y así. 

—Entonces debería comprarla —dice, haciendo que gire a verla sorprendido y ella, en cambio, ríe divertido—. Era broma, tranquilo. 

Inhalo hondo y río por lo bajo de manera falsa, para evitar que note que ese simple comentario logró ponerme nervioso.

—Por poco y creo que realmente quieres casarte conmigo —respondo, tratando de mantener una actitud relajada mientras dejo la licuadora en su lugar—, pero para que sepas, por si te interesa en un futuro, mi mano vale mucho más que una simple olla a presión —continuo con el juego, mientras le hago señas al señor de que sí compraré la licuadora, para que la pueda envolver.

Después de pagar, agarro la licuadora y el señor se despide de nosotros con una amable sonrisa a la cual no dudamos en responder. 

—¿Cuánto más? —inquiere Kate, retomando el juego de hace unos instantes, mirando los artefactos electrónicos que tenemos delante, sin girar a verme—. Digo, para ir sabiendo —dice, mirándome por encima de su hombro y sonriendo divertida.

Sé que está bromeando, pero desearía que lo dijera de verdad. Que de verdad estuviera interesada en saber cómo conquistarme, sin tener idea de que sin hacer nada en particular ya lo hizo. 

Me quedo en silencio por un momento, observando su expresión juguetona y la chispa traviesa en sus ojos. Mi corazón se acelera ligeramente ante su comentario, aunque sé que también es parte de la broma.

—Bueno, fresita, mi mano tiene un valor incalculable —respondo, tratando de mantenerme en el juego—. No se trata solo de dinero, sino de amor, compañerismo y respeto. Y créeme, esos son valores invaluables.

Ella gira completamente hacia mí, dejando los artefactos electrónicos de lado, y nuestras miradas se encuentran.

—Eso suena muy romántico, boy. ¿Entonces una olla a presión y, tal vez, un microondas también? —pregunta, levantando una ceja de manera juguetona.

Sonrío ante su ocurrencia y me acerco un poco más, quedando a pocos centímetros de distancia.

La cercanía con Kate me hace sentir un cosquilleo en el estómago. Aunque intento mantener la compostura, no puedo evitar que mis palabras salgan un poco más torpes de lo esperado.

—Bueno, un microondas podría ser útil para calentar esos momentos especiales entre nosotros... quiero decir, calentar la comida, ¡sí, eso! —balbuceo, sintiendo cómo mis mejillas se ruborizan ante mi propia torpeza.

Kate suelta una risita, disfrutando claramente de mi incomodidad momentánea. Sus ojos brillan con diversión mientras me mira fijamente.

—¿Momentos especiales, eh? ¿Qué clase de momentos tienes en mente, Gael? —pregunta, acentuando aún más su coqueteo indirecto.

Trago saliva, intentando recuperar algo de mi aplomo.

—Oh, ya sabes, esos momentos en los que compartimos una buena comida, risas, y... quién sabe qué más podría surgir —respondo, tratando de mantener un tono sugerente a pesar de mi nerviosismo palpable.

Ella se inclina un poco más hacia mí, jugando con el cabello que cae sobre su hombro.

—Hmm, suena interesante. Tal vez deberíamos explorar esos "quién sabe qué más" en algún momento —susurra, su voz seductora enviando escalofríos por mi espalda.

Mis labios se curvan en una sonrisa tímida, emocionado por la posibilidad de lo que está insinuando.

—Definitivamente, Kate. Estoy dispuesto a explorar todo lo que el destino tenga reservado para nosotros —respondo, dejando que mi voz se vuelva más firme y seguro de mí mismo.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tensión y la conexión entre nosotros.

El ambiente se carga de anticipación mientras nos quedamos en silencio, nuestros rostros a solo centímetros de distancia. El deseo de besarnos flota en el aire y puedo ver en sus ojos el reflejo del mismo anhelo. Lentamente, nos acercamos aún más, dejando que nuestros labios se rocen suavemente. Cierro los ojos, entregándome al momento y dejando que todas las emociones se mezclen en ese instante mágico.

Antes de que pueda pasar algo más, una voz por el altavoz del mercado anuncia algo que no logro entender, haciendo que Kate y yo nos separamos algo sobresaltados y, todo el momento de hace un rato es reemplazado por la incomodidad del momento.

Kate suelta una pequeña risa nerviosa y ajusta su cabello, tratando de recuperar la compostura.

Nos quedamos en silencio por un instante, sintiendo la tensión que ha surgido después de la interrupción. La incomodidad se cuela entre nosotros y no puedo evitar sentir una ligera decepción.

—Bueno, supongo que deberíamos seguir con nuestras compras —digo, tratando de disimular mi desilusión.

Kate asiente, aunque su expresión muestra un rastro de decepción similar a la mía, pero no quisiera ilusionarme.

Nos giramos para continuar con el camino, aunque la verdad ya tenemos todo y podemos irnos, pero Kate quiere ver un poco más antes de hacerlo.

Antes de poder dar más de diez pasos, diviso a Nathalia a lo lejos y ambos nos vemos, haciendo que dejemos de caminar de repente. De reojo veo a Kate girarse a un par de pasos lejos de mí, notando que no he seguido avanzando, pero no la miro, mi atención está ahora completamente en Nath.

Doy un paso en su dirección, pero la pelinegra gira sobre sus talones y comienza a caminar lejos de mí, haciendo que suelte un suspiro lleno de decepción por su huida. 

—¿Boy? —inquiere Kate, llamando nuevamente mi atención—, ¿está todo bien? 

—Sí —respondo, pero a los segundos termino negando con la cabeza, siendo incapaz de mentir sobre mis sentimientos ahora—. La verdad no —admito, soltando otro profundo suspiro.

—¿Qué pasó? —pregunta, acercándose a mi algo temerosa y viéndome sumamente preocupada.

Señalo con mi mentón por donde está yéndose Nath y Kate gira a verla.

—Nath y Kendall terminaron —cuento y, para mi sorpresa, ella no revela eso en su rostro, es más, aparenta vergüenza. Decido ignorar eso por el momento y añado—: Nath engañó a Kendall con alguien y, por más que he intentado hablar con ella, no puedo, sigue huyendo de mí y no sé por qué —digo, soltando otro suspiro—. Sí, no comparto en lo más mínimo lo que hizo, pero sigue siendo mi amiga, ¿no?

—Quizá cree que te pusiste del lado de Kendall —menciona Kate, encogiéndose de hombros—, después de todo, tú mismo me dijiste que tu mejor amiga era Kendall.

—Sí, pero eso no quita que no sea amigo de Nath —respondo, tratando de que entienda mi punto.

—Tal vez Nathalia siente que te ha decepcionado y no quiere enfrentar esa realidad. Quizás necesite tiempo y espacio para procesar todo —sugiere Kate, con una expresión comprensiva en su rostro.

Asiento lentamente, asimilando sus palabras. Aunque me cuesta aceptar la situación, sé que puede haber muchas razones detrás de la reacción de Nathalia.

—Tienes razón. Creo que lo mejor que puedo hacer es darle su espacio y estar aquí si alguna vez decide hablar. No puedo forzarla a enfrentar lo que ha sucedido —digo, resignado pero decidido a respetar su distancia.

—Y... ¿Sabes quién es la otra chica? —inquiere, mordiendo ligeramente su labio inferior, haciendo que gire a verla confuso.

—No, ni idea, ¿por? —pregunto, sin lograr comprender el por qué de su curiosidad. 

Kate me mira fijamente por varios segundos, como si estuviera evaluando si decirme algo o no. Finalmente, decide negar con la cabeza, pero puedo percibir una leve tensión en su expresión.

—No, por nada, simple curiosidad —responde y asiento con la cabeza para restarle importancia al asunto.

La miro con atención, captando su gesto de incomodidad y el cambio en su lenguaje corporal. Algo me dice que hay más detrás de su curiosidad.

—De acuerdo, continuemos entonces —digo, señalando el camino hacia una de las salidas del mercado y ella asiente con la cabeza.

Continuamos caminando hacia la salida del mercado, disfrutando de la brisa cálida que acaricia nuestras mejillas. Sin embargo, mientras avanzamos, diviso algo que llama mi atención en uno de los puestos. Un precioso skate captura mi interés y siento la curiosidad de acercarme para explorarlo más de cerca.

—Kate, espera un momento, hay algo que me gustaría ver por aquí —le digo, señalando el puesto en cuestión.

Ella me mira y asiente con una sonrisa, esperando pacientemente mientras me acerco al puesto. 

El vendedor me enseña dos patinetas diferentes, y las miro con atención, tratando de decidir si me compro una o no. Luego, claramente, porque ahora no tengo más dinero. 

Como estoy bastante indeciso, giro para pedirle una opinión a Kate, pero la pregunta queda atorada en mi garganta al verla charlar con un chico. Por el rostro de ambos, al parecer están entablando una conversación bastante seria, así que me disculpo con el vendedor y me acerco hasta ellos para saber qué sucede, pero mientras más me acerco, mejor escucho, notando que están hablando ambos en francés.

Mi corazón da un vuelco repentino y me quedo perplejo. No sabía que Kate hablaba francés, y me sorprende escucharla entablar una conversación fluida con el chico. Me acerco sigilosamente, intentando no interrumpir su interacción.

Excusez-moi, mademoiselle, pouvez-vous me dire comment vous rendre à cet endroit du marché ?—pregunta el chico, señalando un área en el mapa que tiene en sus manos.

Kate le responde en francés y mi mente se apresura a comprender lo que está pasando. Aparentemente, él es un turista y le está pidiendo indicaciones, o eso creo puesto que señala su mapa.

—¿Boy, podrías...? —cuestiona Kate, girando a verme y es entonces cuando salgo de mi trance y asiento con la cabeza, acercándome a ella para ver qué necesita—. No sé a dónde es que quiere llegar exactamente, puesto que tampoco conozco el mercado, así que, ¿podrías decirme como llegar hasta aquí, para yo traducírselo, por fa? —pide, señalando una parte del mapa que antes tenía el chico entre sus manos.

Asiento con la cabeza y me dispongo a ver bien dónde es que señala.

—Ah, dile que debe caminar hasta el puesto de comida dulce, donde solo venden donas, y de ahí doblar a la derecha y pasar dos puestos más. Luego, verá un puesto de color amarillo, si no estoy mal, y deberá doblar a la derecha nuevamente. Con eso, habrá llegado a su destino —explico, tratando de recordar el recorrido con exactitud.

Kate traduce mis palabras al francés y se lo explica al chico. Mientras los escucho hablar en ese idioma, me siento sorprendido y admirado por Kate. No puedo evitar pensar en lo encantadora que se ve y lo mucho que me gusta escucharla hablar en francés. Siempre me sorprende con su habilidad para superar mis expectativas y revelar nuevas facetas de su personalidad.

En este momento, me doy cuenta de que mi admiración por ella ha crecido aún más. No solo es hermosa y encantadora, sino que también es inteligente, versátil y capaz de comunicarse en múltiples idiomas. Es una mujer fascinante en todos los sentidos.

Ambos se despiden, o eso creo, puesto que el chico me mira, dice algo, sonríe y se va, dejándome sin comprender nada de lo que ha dicho.

—Vaya, no sabía que hablabas francés —admito, retomando nuestro paso hacia la salida, ya sin importarme en lo más mínimo la patineta—, pero debí suponerlo —comento, asintiendo con la cabeza.

—¿Por lo que soy francesa? —inquiere divertida, mirándome de reojo.

—¿Eres francesa? —pregunto, girando a verla, formando perfectamente con mis labios la cuarta vocal, expresando mi sorpresa.

—¿No lo sabías? —pregunta, realmente sorprendida de que no sepa ese detalle de ella, así que niego con la cabeza—. Pues sí, lo soy. Bueno, en realidad soy mitad francesa y mitad estadounidense —responde, logrando sorprenderme aún más.

—¿Estadounidense? —cuestiono, sin poder salir de mi asombro.

Ríe por lo bajo. Al parecer, le divierte mi incredulidad.

—¿De verdad no lo sabías? —inquiere, sin poder creer que no sepa eso, algo que aparentemente es de dominio público—. Es que cuando llegué a Balwer, esa noticia corrió como por más de tres meses, al punto que supuse que todo el Instituto lo sabía —explica, encogiéndose de hombros para restarle importancia al asunto.

—La verdad es que no lo sabía —contesto con sinceridad, sintiéndome un poco mal por no saberlo, pero para ser justos, antes no me interesaba en lo más mínimo su vida—. Pero ahora todo tiene sentido para mí, teniendo en cuenta que hablas en "espaninglish".

—¿"Espaninglish"? —cuestiona confundida, frunciendo ligeramente el ceño.

—Ya sabes, los que hablan inglés y español al mismo tiempo —respondo como si fuera obvio—. Como lo haces tú. Pero en fin, eso no importa, lo que importa aquí es que eres buenísima hablando tres idiomas, estoy sorprendido porque yo con suerte sé hablar bien mi propio idioma.

—Cinco —dice sin contexto detrás, logrando confundirme.

—¿Qué?

—Sé hablar cinco idiomas —responde como si nada, sin aires de superioridad ni nada—. Inglés, mi primera lengua —dice, alzando un dedo al enumerar los idiomas que sabe—. Francés, mi segunda lengua, puesto que la mitad de mi vida antes de mudarme aquí la viví en Francia —cuenta, haciendo que alce mis cejas al mismo tiempo que ella eleva otro de sus dedos—. Además, español, italiano y ruso —menciona, enseñándome sus cinco dedos.

—¿Ruso? —cuestiono desconcertado, frunciendo ligeramente el entrecejo.

—Mi mamá es periodista —dice, mirándome de reojo para asegurarse de si sabía o no esa información, así que asiento con la cabeza asegurándole que eso sí lo sé—, y cuando vivíamos en Francia se hizo amiga de gente importante y, dicha gente, era rusa. Yo solía juntarme con sus hijos, así que aprendí de ellos —cuenta y asiento con la cabeza, sorprendido por su historia.

Llegamos hasta donde está su auto y dejamos las cosas en la parte trasera de este, para luego subirnos y esperar a la chica encargada de cuidarlo. En cuanto aparece, Kate le tiende un billete de cien, logrando sorprendernos tanto a la chica como a mí.

Se despide de nosotros, para luego Kate prender su cinturón de seguridad y, cuando lo hace, gira a verme y frunce el ceño, seguramente al no entender por qué la estoy mirando sorprendido.

What's up? —cuestiona, acomodándose el cabello antes de encender el motor.

—El pago que le hiciste —digo, tratando de acomodar las palabras en mi cabeza para poder expresarme bien.

—¿Crees que le di poco? —inquiere, mirandome preocupada, para luego mirar por el espejo retrovisor—. ¿Cuánto más crees que debería darle? ¿Cincuenta? ¿O dices que otros cien está bien? Es que no me dijiste cuánto hay que pagarle, y ella tampoco me dijo, entonces supuse que era a voluntad o algo por el estilo, y...

—Kate —la interrumpo, haciendo que deje de hablar de golpe—. Le diste de más —respondo, y puedo ver la perplejidad en su mirada.

Ambos nos reímos por alguna razón que no logro descifrar, porque por algún motivo, esta situación nos dio gracia. 

Prendemos viaje hasta nuestra calle, y en el viaje me dedico a pensar que de verdad estoy interesado en la historia de Kate, me parece fascinante. 

Antes de llegar a la esquina de mi casa, mi celular vibra en el bolsillo de mi jean y lo saco, dándome cuenta que es un mensaje de WhatsApp de Kendall. Al ingresar al chat, quedo perplejo por lo que estoy viendo.

Ken (xq también le gustan las Barbies):
¿Esa no es amiga de Kate?
*Foto*
¿Kate sabía sobre todo esto? Es decir, ¿ella sabía que su amiga y Nath se veían a escondidas de mí?

La confusión se adueñaba de mi mente, enredando mis pensamientos. Siento cómo mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho y abandonarme en medio de este torbellino emocional. 

Abro la foto y, en efecto, esa es la amiga de Kate, Cinthia, sonriendo muy felizmente con Nathalia. Es una foto posteada en Instagram por la misma chica.

Mi mente se agita aún más al leer el mensaje de Kendall. Las palabras escritas en la pantalla del celular parecen quemarse en mis ojos, generando una sensación de traición y confusión que me deja sin aliento.

Levanto la mirada de mi celular y mi mirada se cruza con la de Kate. Por un instante, nuestros ojos se encuentran y siento que algo se quiebra dentro de mí. Una punzada de dolor y traición atraviesa mi pecho, mientras mi mente se llena de preguntas sin respuesta.

¿Kate sabía sobre todo esto? ¿Sabía que su amiga y Nathalia se veían a escondidas? El pensamiento de que ella pudiera haber estado al tanto de esta situación durante todo este tiempo me hiere profundamente. Me pregunto por qué no me lo dijo, por qué ocultó algo tan importante.

Miro de reojo a Kate, tratando de encontrar alguna pista en su expresión, en sus gestos. Pero no logro descifrar nada. La confusión se intensifica, envolviéndome como una densa niebla. Mis emociones están en caos, y me siento atrapado en medio de esta tormenta.

"No, Gael, no pienses así. Recuerda lo que pasó la última vez. No seas idiota".

Estoy seguro que Kate no dejaría pasar algo así como así. La opción de que ella sabía no es factible, ahora que lo pienso bien. Pero... ¿será qué le pregunto?

—Gael —habla, haciendo que salga de mi trance y gire a verla—. Llegamos —dice, señalando mi casa y asiento con la cabeza.

—Sí, disculpa —digo, agarrando mis cosas con algo de torpeza.

—¿Está todo bien? —cuestiona preocupada, tratando de buscar mi mirada—. ¿Pasó algo? —inquiere, al darse cuenta que estoy huyendo de sus ojos.

Dejo de moverme para mirar las bolsas que tengo entre mis manos, para después inhalar hondo.

—Kate... ¿Puedo preguntarte algo? 


———🍓🍓🍓———

¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?

Vicoooo, ¿qué tal Vico? ¿Qué piensan de Vico? ¿Hay que conocerlo más antes de juzgarlo o ya no más se empieza a odiarlo?

De aquí en adelante se verán un Gael y una Kate más sueltos, más... ya saben, tiernos y ajá. 

¿Será que Kate empieza a dudar sobre sus sentimientos por Gael?

¿Y sobre la pelea de Cinthia y Kate? ¿De qué lado estarían en esa situación? ¿Serían Kate, Devra o Cinthia? ¿Alguna vez fueron Cinthia o Kate (el cuerno o la cornuda)?

De todas formas tengo mis dudas de qué team son. ¿Team Kate o Team Gael?

En fin, eso, los amo ❤✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro