017.
✨️ KATE ✨️
Termino de hablar con Garrett, uno de los chicos porristas sobre lo que debe mejorar, pero que no se preocupe porque lo ayudaré en los entrenamientos justo cuando el timbre suena, anunciando el ingreso a clases.
Nos despedimos con un movimiento de manos, para luego cada uno partir en direcciones contrarias.
Llego al salón y Devra al verme sonríe a la vez que hace una seña para que me acerque a ella y así lo hago, para luego dejar mi bolso sobre la mesa mientras tomo asiento a su lado.
—Hola, love —saludo sonriente como siempre, y nos damos dos besos al aire, como solemos hacer.
—Hola, guapa.
Poco a poco el salón empieza a llenarse. De reojo puedo ver a Gael ingresar junto a uno de sus amigos, el moreno, creo que Devra me dijo que se llama Connor. Vuelvo mi vista hacia adelante en cuanto creo que Gael gira a verme, no quiero que sepa que lo estuve viendo o algo parecido. Aun sigo ofendida por lo de ayer. No, la verdad es que ofendida no sería la terminología correcta para lo que siento. Decepción es la palabra adecuada.
—¿Sigues saliendo con el amigo de Gael? —cuestiono mirando a Devra, tratando de concentrarme en otra cosa que no sea él.
—Sí —responde con el ceño fruncido, como si estuviera confundida—, y se llama Connor —me recuerda, haciendo que asienta con la cabeza—. ¿Estás peleada con él?
—¿Con Connor? —inquiero, siendo ahora yo quien frunce el ceño.
—No, boba —Gira los ojos y hago una mueca de disgusto, cosa que la hace sonreír divertida—. Con Gael —dice, moviendo ligeramente la cabeza en dirección de ellos.
Abro la boca dispuesta a responderle, pero en eso ingresa la profesora, haciendo que todos nos callemos para prestarle atención.
—Buen día, alumnos —saluda con su recto porte, feas gafas y su típica falda hasta los tobillos.
—Buenas tardes —decimos a unísono y de pie, para luego volver a sentarnos una vez que ella nos lo indica con un movimiento de manos.
—Bien, hoy haremos un experimento grupal, ¿de acuerdo? —Todos asentimos con la cabeza y algunos murmuran un "si" a coro.
Suspiro de manera desinteresada puesto que no me preocupa esta clase, ya que me va bien y, sobre todo, porque Devra siempre es mi compañera y ella es una nerdcita de las ciencias.
Al pensar en ella recuerdo lo que me dijo hace un rato y giro a verla, desconcentrándome por completo de la profesora que ahora siento que balbucea en vez de hablar con claridad, puesto que mi atención está en la pelinegra a mi lado.
—¿Por qué dijiste que estoy peleada con Gael? —inquiero, frunciendo el ceño y ella gira a verme algo confundida, hasta que parece acordarse.
—Oh, eso —dice, y mira de reojo hacia donde, creo yo, está sentado el susodicho, para luego volver a verme—. Desde que empezaste a tratar con él le has dicho "boy", creo que dos veces te habré escuchado llamarlo por su nombre, pero solamente fue porque estabas muy enojada con él y dijiste su nombre completo —me recuerda, haciendo que deje de verla a los ojos para pasar a mirar nuestro banco—. Entonces, el que lo hayas llamado por su nombre, así, de la nada, no lo sé, me tomó por sorpresa.
Me quedo callada, asimilando lo que acaba de decir y, la verdad, es que tiene razón. Desde que interactúo con Gael que le he dicho "boy", como si así lo hubiera bautizado para mí y ya. No creí que decirle por su nombre inconscientemente me deschavaría.
Decido no decirle más nada y me siento bien en mi banqueta, apoyando un codo sobre la mesa a la vez que apoyo mi mentón sobre la mano, sintiéndome muy confundida de repente.
Es raro descubrir algo de ti que no sabías que hacías, hasta que te lo dicen, porque empiezas a cuestionarte muchas cosas y, lo peor de todo, es que la mayoría de esas preguntas no tienen una respuesta firme.
Por ejemplo, ¿por qué le digo boy? Es decir, ¿por qué decidí ponerle un apodo y llamarlo así? ¿Le sucederá lo mismo a él cada que me dice "fresita" o es solo cosa mía? ¿Por qué esto parece tener importancia?
Lo peor es que no me ha pasado con nadie, ni siquiera Riley quien si le puse un apodo, pero a ella la llamo más por su nombre que por dicho apodo. Entonces, ¿por qué él sí?
—Señorita Baker —habla la profesora llamando mi atención, a la misma vez que Dev golpea mi brazo con algo de fuerza.
—¡Presente! —exclamo saliendo de mi ensimismamiento, mientras alzo mi mano con ganas.
Toda la clase ríe y puedo sentir mis mejillas comenzar a arder por la vergüenza que acabo de pasar. Puedo escuchar a Dev bufar divertida a mi lado, haciendo que golpee mi rodilla contra la suya.
—Si señorita, ya lo sabemos —responde la profesora, ocasionando risas nuevamente en los alumnos—. Pero acabo de nombrarla porque usted hará grupo con el señor Vitali —menciona, sonriendo con cierta falsedad y desagrado mientras señala a Gael.
Ambos nos miramos por unos segundos, antes de volver a ver a la profesora para decir a unísono:
—¡¿Qué?! ¡No!
Me giro a verlo ofendida, pero él ni siquiera de reojo me ve. Todos morirían por hacer grupo conmigo, boy.
—Que ustedes dos no quieran serlo me hace aumentar mis ganas para que trabajen juntos todo el año —asegura la profesora, haciendo que la mire mal. De verdad que intento que la mayoría de los profesores me caigan bien, pero ella cuando quiere logra que me salga de mi cometido—. Vamos, cambien de lugar. Señorita Baker, atrás con Vitali, vamos —ordena con calma, aplaudiendo al compás para que le haga caso.
Inhalo hondo mientras agarro el cuaderno que había sacado junto a mi bolígrafo, para luego agarrar mi bolso y levantarme del asiento. Dev sonríe con malicia a la vez que mueve sus dedos como saludo y yo solo puedo girar los ojos con fastidio.
Refunfuñando camino hasta el fondo, donde se encuentra Gael con cara de pocos amigos ¿por qué le gusta sentarse aquí? Es horrible y huele fatal.
Me acomodo en el asiento desocupado, aún refunfuñando y con mala gana.
—Uy, que humor —dice Gael de manera sarcástica.
Giro a verlo para enfrentarlo, pero está viendo al frente, como si le aburriera pensar en tener alguna conversación conmigo.
—No es por mala onda Gael, porque malvibrosa no soy, but... preferiría hacer grupo con Yuyu que contigo —cuento, señalando con mi dedo pulgar a algún lugar del salón, dando a entender que hablo del chico que tiene fama de desaprobar siempre por nunca estudiar, mientras sonrío con falsedad.
Bufa por lo bajo con diversión mientras sonríe, para luego relamer sus labios.
—No te emociones que a mi tampoco me entusiasma hacer grupo contigo —responde, mirándome de reojo antes de volver su vista al frente.
—Eres insoportable —aseguro, cruzándome de brazos y también viendo hacia el frente a la profesora escribir algo con mucho ánimos en el pizarrón.
—Ya, no te fresees —pide riendo por lo bajo, pero sigue sin voltear a verme.
—A parte de insoportable, goofy —digo y ahora sí gira a verme, pero con el ceño fruncido, confundido, aunque no sé si por cómo lo llamé o la razón del por qué lo llamé así—. Traducción, bobo —explico y asiente con la cabeza, dándome a entender que eso sí comprendió, así que añado—: Fresa no es un verbo, goofy.
¿Nuevo apodo hacia él? Dios, debo dejar de hacer esto.
—Bueno, pues tu eres... —No dejo que continúe hablando, que coloco mi dedo en sus labios.
Sonrío con superioridad, para luego alejar mi dedo de él al mismo tiempo que vuelvo a prestarle atención a la profesora Lyazz.
La profesora termina de explicar lo que quiere que hagamos luego de varios minutos en los que solamente me dedico a tomar apuntes en mi cuaderno y en prestarle atención a ella. La verdad es que está sencillo, y justamente por esa razón es que pondrá la nota de este trabajo hoy.
Provocar una pequeña erupción burbujeante, y luego lograr apagarla volviéndolo a su estado inicial: líquido.
Gael al parecer decidió no discutir más conmigo para poder trabajar en paz, lo cual agradezco mentalmente, porque creo que estaría fuera de mis casillas si no quisiera hacerme caso.
Si hay algo que odio más en este mundo es desaprobar y, sobre todo, por culpa de alguien más y no mía.
Sonrío feliz de ver que la primera parte nos salió bien, haciendo que la profesora asienta con la cabeza antes de retirarse de nuestro banco, diciéndonos que podemos pasar a la segunda parte: provocar la erupción.
—Bien boy, si hacemos las cosas bien, tendremos un diez, ¿de acuerdo? —Me giro a verlo y él giro los ojos mientras asiente con la cabeza.
—Esta es la séptima vez que lo dices, fresita. —Suspira cansado y le otorgo una pequeña sonrisa apenada—. ¿Por qué es tan importante para ti? —cuestiona luego de algunos segundos de manera desinteresada, viendo algo en la pipeta.
—What? —inquiero, frunciendo el ceño al no saber de qué habla.
Ay, me van a salir arrugas de tanto fruncir el ceño. Debo buscar alguna otra manera de demostrar mi confusión que no sea esta.
—Tener un diez en todas las materias —responde y se encoge de hombros, restándole importancia al asunto—. Si lo pienso bien, si sacaras una mala nota no me resultarías menos inteligente a que cuando apruebas todas.
—Para mí sí es importante ser aplicada en todo —aseguro, mirándolo fijamente a los ojos—. Para mí es importante ser buena en todo lo que haga, boy —admito, para después soltar un profundo suspiro.
—¿Por qué?
Ambos nos quedamos viéndonos a los ojos y me encojo de hombros, puesto que eso es algo que no quiero contarle. Aunque la verdad es que, desde lo que ocurrió hace dos días en su casa, no sé si pueda volver a contarle algo personal.
Lo peor es que todo ese asunto quise hacerlo en discreto, decírselo solo a él, enseñarle las pruebas únicamente a él. Pero me vi acorralada, me sentí desesperada ante su desinterés y frialdad. No pude soportar el hecho de que alguien pudiera hacerle daño mediante una traición. Estoy arrepentida de cómo se dieron las cosas, pero no por haberle contado, después de todo, merecía saber lo que hizo su amigo. Aunque a la final haya decidido creerle.
—I don't know, supongo que porque quiero que me admitan en una buena universidad —miento, haciendo una pequeña mueca y me mira dudoso, como si no me creyera. Inhalo hondo y le sonrío como suelo hacer con todos los demás, para volver a ver las cosas sobre la mesa—. Well, ahora hay que echarle un poco de mercurio, pero solo un poco sino esto podría salir mal, y listo, habremos acabado con la segunda parte —menciono en voz baja, como si los materiales en la mesa fueran a ahuyentarse por el volumen de mi voz.
Agarro el mercurio y le echo un poquito para ver la reacción del experimento, pero al no obtener la reacción deseada, decido echarle otra pequeña gota.
—Le echaste muy poco, échale más —dice Gael, para luego agarrar mi mano entre la suya y hacer que eche más mercurio en el matraz de Erlenmeyer, casi que la pipeta queda vacía.
—¡No idiota, eso es mu...!
No puedo continuar hablado, ya que el experimento explota en nuestras caras.
Escucho como algunos ríen por lo bajo, mientras que yo todo lo que puedo hacer es tratar de inhalar hondo para encontrar paciencia, pero sin respirar nada toxico para mi salud.
—Señorita Baker, señor Vitali, ¿se encuentran bien? —inquiere la profesora con una ligera preocupación en el tono de su voz—. ¿Qué sucedió? ¿Saben qué? Mejor vayan a enfermería —pide, sin dejarnos hablar ni una sola vez.
Gael y yo asentimos con la cabeza, para luego sacarnos las gafas protectoras de la cara y el delantal también. Lo colocamos encima del escritorio antes de comenzar a caminar hacia la salida del salón.
En cuanto cruzamos la puerta, Gael se limpia la cara con las manos y voltea a verme, pero en el momento que lo hace, comienza a reír a carcajadas, logrando fastidiarme de verdad.
—¡Eres un inepto! —grito enfadada de verdad, apretando mis manos en puños a un lado de mi cuerpo, mientras lo enfrento, aunque él sigue riendo.
—¡Estás horrible! —asegura, señalándome con su dedo índice y con su otra mano se agarra el estomago, puesto que al parecer está sufriendo un ataque de risa.
Chillo llena de frustración, cosa que solo provoca más risa en él y, sin importarme nada, empiezo a quejarme de la profesora y de él en francés, mientras que camino de un lado a otro tratando de sacar todo el enojo de mí.
Desde que vi "The parent trap" a mis seis años y vi a Hallie quejarse en francés, comencé a utilizar esa técnica para desestresarme. Todos estos años me ha funcionado de maravilla, hasta ahora, que nada parece querer servirme.
Dejo de caminar de golpe y levanto la vista del suelo en cuanto un flash rompe mi concentración y, sin esperarlo, aparece otro casi que de inmediato, tomándome por sorpresa.
—¿Qué crees que haces? —inquiero, dando un paso en su dirección en cuanto caigo en cuenta que el flash fue una foto que tomó desde su celular.
Antes de que pueda decir o hacer algo más, se da vuelta y coloca su celular frente a nosotros con la cámara frontal y, de nuevo, toma una foto. Él sale sonriendo, mientras que yo tengo cara de tonta por la perplejidad que me cargo.
Es tan rápido lo que sucede, que no me da tiempo de procesar dicha foto o verla mejor.
—Elimina esas fotos, pero a la hora de right now —ordeno, apunándolo con mi dedo sintiéndome molesta, aunque ya no tanto como hace unos segundos.
—No —responde riendo aún, pero esta vez por lo bajo, puesto que su concentración está sumida en el celular entre sus manos—. Oye, por cierto, ¿qué fue eso? ¿Francés? ¿Húngaro? ¿Danés? ¿Coreano? —inquiere, guardando su celular en el bolsillo de su chaqueta, mientras me mira intrigado con sus cejas elevadas.
—No te soporto —anuncio, pasando por su lado chocando su hombro con el mío, sintiendo que ahora mismo no puedo seguir viendo su rostro.
Idiota. Mil veces idiota.
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Me dirijo hacia las puertas del instituto junto a los demás estudiantes, después de un agotador día escolar.
Diviso a Luca a lo lejos, apoyado en mi auto y sonrío haciendo que me devuelva el gesto.
Camino hacia él, pero alguien agarra mi antebrazo impidiéndomelo. Giro para ver de quién se trata y me encuentro con esos extraños ojos con heterocromia.
—¿Podemos hablar? —cuestiona, para luego reír por lo bajo al verme bien, haciendo que frunza el ceño. Veo que él también se quitó gran parte de suciedad del rostro—. Te faltó limpiar aquí —murmura mientras agarra un mechón de mi cabello e intenta limpiar la mancha turquesa que hay ahí.
Me aparto de él algo apenada y, disimuladamente, trato de esconder el mechón atrás de mi oreja. Que vergüenza.
—Gracias —digo en voz baja, pero aun así le otorgo una mirada que demuestro que aún no estoy contenta con él.
Y si recuerdo lo que ocurrió en su casa...
—¿Sigues enojada?
—No way! ¿qué va? Amo que hagan explotar cosas en mi cara —respondo de manera sarcástica, haciéndolo sonreír divertido—. ¡Deja de reírte! —chillo exasperada de escucharlo reír. Bueno no, quizá sí no se riera de mi no me importaría, puesto que su risa es bastante bonita y contagiosa—. ¿De qué te ríes? —inquiero, cruzándome de brazos y viéndolo de mala manera, mientras me paro de tal forma que todo mi peso recae en mi pierna derecha.
—Es que te ves tan linda enojada y con la nariz levemente fruncida —dice sin pensarlo realmente, y se da cuenta porque abre los ojos de par en par, asimilando si realmente dijo o no eso.
Nos miramos a los ojos por algunos segundos y, la verdad, yo también estoy asimilando lo que acaba de decir.
—¿Qué? —pregunto para estar segura de mi sentido auditivo.
Hace una mueca, fingiendo no entender de lo que hablo.
Me sorprendo yo misma al darme cuenta que ya conozco algunos de sus gestos hasta el punto de poder descifrar qué quiere decir o hacer con cada uno de ellos.
—¿Qué de qué? —cuestiona haciéndose el tonto.
—¿Cómo que qué de qué?
—¿De qué o qué por qué como de qué?
—¡Gael! —exclamo, haciendo que quiera sonreír y lo sé porque la comisura derecha de sus labios tiembla ligeramente, para luego ponerse serio de nuevo.
—¿Si, Kate?
—Dios, me confundes —murmuro, y sin poder evitarlo río levemente mientras niego con la cabeza.
—Y tu a mí —dice de manera seria, haciendo que deje de reír y lo mire dudosa.
Tiene que dejar de murmurar para que yo este segura de si lo escuché bien o lo imaginé. Debo estar volviéndome loca.
—So, tell me, ¿qué querías decirme? —inquiero, tratando de cambiar de tema puesto que el ambiente esta comenzando a tornarse incómodo.
—Oh, si, eso —dice aliviado de que haya cambiado el tema y puedo ver como sus hombros se relajan, a la vez que lleva una mano a su nuca para tirar de algunos mechones de su cabello—. ¿Vas a tu casa? Digo, porque si es así, podemos ir juntos, ya sabes, con eso de que mi casa queda cerca de la tuya, y en el camino podríamos hablar, porque yo quisiera que supieras que de verdad...
—I'm so sorry, boy, but... —dejo la frase en el aire, en cuanto mi celular comienza a vibrar en mi mano indicándome que me están llamando.
Alzo un dedo, dándole a entender que me espere un minuto, para luego bajar la vista hacia mí celular y darme cuenta que, quien me llama, es Luca.
Suelto un suspiro y cuelgo la llamada sin atenderla. Giro a verlo en el momento que guarda su celular y me mira, para después golpetear su muñeca con el dedo índice, dándome a entender que se nos hace tarde.
—Ve, no quiero hacerte perder más tiempo —dice con un tono de voz que no logro descifrar, así que giro a verlo a los ojos.
Abro la boca dispuesta a decirle que Luca puede esperar, porque quiero escuchar lo que tenga para decirme, pero antes de que pueda decir una palabra gira sobre sus talones y comienza a caminar lejos de mí.
Pienso rápido y, antes de que se aleje demasiado, logro agarrar su antebrazo haciendo que gire para verme, pero a diferencia de mi, no se suelta de mi agarre.
—Quiero escuchar lo que tengas para decirme —aseguro, mirándolo fijo a los ojos y, luego de algunos segundos, asiente con la cabeza.
No es hasta ese gesto qué me siento segura de soltar mi agarre de su brazo, así que eso hago y lo veo mirar de reojo mi movimiento.
Inhala hondo y exhala de una manera tan lenta, que siento que planea quedarse sin aire en todo el cuerpo.
—Bien, verás... Fresita, yo... —Suspira fastidiado, dándose cuenta que solo está balbuceando—. Lo siento —dice luego de algunos segundos, mirándome fijamente a los ojos—. Lo siento por desconfiar de ti, lo siento por ponerte en esa situación incomoda, también lamento que Joe te haya hecho pasar por esos momentos horribles, lamento haberte hecho sentir mal y, de verdad, lamento muchísimo que ya no quieras ser mi amiga —admite y puedo ver sinceridad en su mirada, una que logra hacer que mi pecho se oprima—. Entiendo si no quieres que volvamos a ser amigos, pero por favor no vuelvas a ser indiferente conmigo, no quiero volver a la época donde nos tratábamos mal porque ya no siento lo que sentía en ese entonces y, el solo hecho de pensar que podremos volver a eso... —Suspira de nuevo a la vez que niega con la cabeza—. No puedo. No quiero. De verdad lo lamento muchísimo, fresita.
Hace una pequeña mueca al darse cuenta que no diré nada, ya que mi cabeza está intentando formular palabra alguna.
Me mira por última vez, antes de volver a girar sobre sus talones dispuesto a irse, pero nuevamente lo detengo agarrándolo del brazo.
—¿Puedo preguntarte algo? —cuestiono algo tímida, puesto a que esta duda la he tenido desde ese día y ya no soporto más.
La única manera de saber si lo que Joe hizo que sospechara es cierto o no, es preguntándole, porque suponiendo a base de su comportamiento no es una opción.
Gael es lindo con la mayoría de personas, que lo sea conmigo no cambia nada. No quiere decir nada. Pero Joe lo insinuó de tal forma que me hizo entender que lo lindo que es conmigo es diferente a lo lindo que es con los demás.
Y si eso es cierto, quizá eso significa que...
—Claro, dime.
Meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta de jean color lila, para evitar que vea lo nerviosa que estoy puesto que, si la respuesta es la que creo, no sé cómo reaccionar o qué hacer con tal información.
Lo que si sé, es que algo cambiaría, y eso me asusta, porque no sé si es entre nosotros o solo en mí.
—Quiero preguntarte una cosa respecto a algo que Joe dijo ese día —digo y muerdo mi labio inferior, sin saber muy bien cómo formular aquella pregunta, pero necesito hacerla, necesito saber—. Él dijo que estaba jugando contigo, cosa que no es cierto —me apresuro en decir, haciendo que asienta con la cabeza, dándome a entender que me cree y eso me relaja bastante, pero no lo necesario—, so... También dijo que le molestaba, porque eso te lastimaba, y mi duda es... ¿De qué manera? I mean, ¿por qué dijo jugar dos puntas si...?
No puedo seguir hablando, ya que me interrumpe haciendo un sonido con su boca pero sin mover los labios, como si del tono de un celular se tratara.
Frunzo el ceño confundida y extrañada, mientras que lo veo sacar el celular del bolsillo trasero de su pantalón.
Mira la pantalla de su móvil, para luego volver a verme.
—Disculpa, es mi mamá —menciona, señalando el celular, para luego colocárselo en su oreja.
—What? —digo realmente confundida de lo que está sucediendo—. Pero si ese sonido lo has hecho... —Me vuelve a interrumpir.
—¿Qué, mamá? —dice, como si realmente estuviera al teléfono—. ¿Espuma en la casa? ¿Dustin, el perro, se perdió? —cuestiona de manera bastante dramática a mi parecer, ocasionando que frunza aun mas el ceño. Espero que él sepa que yo sé que no tiene ningún perro y que, encima, así se llama su hermano—. Claro, ya mismo voy. —"Cuelga" la llamada y guarda el celular en el bolsillo de su pantalón—. Lo siento, era mi mamá, debo de irme.
—No mientas, nunca estuviste en alguna llamada —aseguro, cruzándome de brazos y me mira indignado, lo cual me parece ilógico porque ambos sabemos que acaba de mentirme.
—¿Por qué dices que te mentí? ¿Sabes que acusar a alguien de esa forma es ilegal? Puedo meterte presa si yo lo deseo, Kate —menciona, aun, indignado ante tal "acusación" de mi parte.
—¿Sabes cómo sé que me mentiste? —inquiero desafiante, a lo cual eleva una ceja para que continúe, así que eso hago—: Porque tu celular estaba al revés, genius. —Abre los ojos de par en par. Lo atrapé—. Respecto a lo que quiero preguntarte... —De nuevo, no me deja hablar.
Esta vez no fue con algo raro. Esta vez fue con algo cobarde: huyendo.
Vaya que corre rápido cuando quiere.
Pasa poco cuando lo pierdo de vista, puesto que de verdad es veloz para correr, mientras que yo sigo en mi lugar, sin saber qué pensar al respecto. Sería fácil si no se tratara de Gael, pero con él nunca se sabe qué piensa, qué siente o cualquier cosa que tenga lógica. Por ejemplo ahora, jamás me esperé que se fuera corriendo para evitar tener una conversación.
Bien, supongo que luego tendré que enviarle un mensaje para preguntarle qué haremos para el proyecto de química, ya que al no haber estado hasta el final de la clase, nos enteramos tarde de que debemos hacer un proyecto como evaluación final, y si bien faltan casi dos meses para que acaben las clases, el que nos lo haya dado desde ahora significa que debe ser un trabajo completo y bien elaborado.
Camino hacia Luca que, para mi sorpresa, también tiene un gesto que no expresa más que confusión, mientras mira en dirección por donde se fue Gael.
—¿Todo bien? —inquiere una vez que estoy cerca de él, mirándome intrigado y señalando con su dedo por donde se fue el castaño. Asiento con la cabeza y sonríe, para luego darme un casto beso en los labios a modo de saludo—. Bien, supongo que él es así de raro, ¿no? De verdad, linda, deberías dejar de juntarte con ese tipo de gentuza.
—Quisiera tener una explicación de lo que acaba de pasar, pero no puedo porque la verdad es que no lo sé —respondo a la vez que me subo a mi auto, pero del lado del copiloto, ya que Luca quiere conducir y, como vamos a su casa, decidí dejarlo.
—¿Y de qué hablaron que lo retuviste dos veces cuando él quiso irse? —indaga, saliendo del estacionamiento del instituto, para luego prender marcha a su casa.
Me tenso en mi asiento, pero trato de que no se me note en el momento que empiezo a pensar alguna excusa, o mejor dicho, alguna mentira para evitar hablar realmente de lo que quise hablar con Gael.
—Tenemos que hacer grupo para química —explico, girando a verlo, pero él está concentrado en el camino, aun así asiente con la cabeza—. Así que tuve que pedirle que sea serio en la materia, porque ya sabes como soy, me gusta ser aplicada —digo y, de nuevo, asiente con la cabeza.
Siento mis hombros destensarse en el momento que me doy cuenta que, en efecto, creyó todo lo que le dije.
—Si quieres puedo hablar con la profesora Lyazz —propone, mirándome de reojo antes de volver a ver el camino—. Sabes que no es difícil para mí hacer que los profesores cambien de parecer, así que podría decirle que te cambie de compañero para que no te resulte tan estresante todo esto —dice, elevándose de hombros para restarle importancia al asunto—. Porque la verdad es que debe ser horrible trabajar con Vitali, encima de que se ve que carece de inteligencia, así que básicamente harías todo...
—No —lo interrumpo, puesto que no tengo ganas de escucharlo hablar mal del boy—. No le digas nada, no quiero quedar mal los últimos meses del año —miento, sonriendo con amabilidad y lo veo mirarme dudoso—. Además, capaz y me pone otro compañero que pueda realmente estresarme y... No, thaks. I'm fine like this —digo segura de mis palabras, tratando de sonar lo más creíble posible.
—¿Cuántas veces te dije que odio que mezcles el inglés con el español? —Suspira cansino, haciendo que baje la vista hacia mis manos, las cuales se encuentran apoyadas en mis muslos—. Llevas casi tres años viviendo aquí, ya deberías acostumbrarte al idioma.
—Sí, lo siento —murmuro apenada, sin animarme a levantar la cabeza y, de nuevo, lo escucho suspirar.
—No quiero que me malinterpretes, linda —asegura, acariciando mi cabeza como si fuera un perro—. Es que suenas patética y no quiero que la gente piense que mi novia lo es, ¿entiendes? Estoy cuidándote de las malas lenguas, es todo por tu bien.
Asiento con la cabeza, más sin embargo decido no decir nada, así que él aprovecha para subirle el volumen a una canción espantosa que le gusta para cantarla, mientras que yo me dedico a observar por la ventanilla.
Lo único que no me gusta de ir con Luca en el mismo auto, es que siempre escucha la música que a él le gusta y no me deja poner la que a mí me gusta. Según él One Direction es para niñas de doce años, Taylor Swift para perras histéricas y a todos los artistas que escucho les encuentra un "pero". Por más que le he dicho que no me gustan las canciones de Kanye West, no le importa e igual las escucha a un volumen bastante alto. Es algo que de verdad me irrita mucho.
Llegamos a su casa y nos bajamos del auto después de guardarlo en el garaje, para luego adentrarnos a la casa y caminar hacia la cocina.
—Buenas tardes, señorita Kate —saluda Lydia, la ama de llaves y encargada de la comida.
—Buenas tardes, Lydia —respondo, sonriéndole de manera amable.
No se me pasa por alto como Luca gira los ojos con fastidio y eso se debe a las veces que me ha dicho que no sea tan amable con ellos, porque luego se acostumbrarán y empezarán a tomar confianza que no le corresponde.
A mí me parece exagerado creer que una persona no puede ser profesional, solamente porque eres amable y educado con ella.
—Sírvenos algo de comer —ordena Luca sin mucho animo—, y llévalo a mi cuarto.
Frunzo el ceño y giro a verlo confundida, ya que creí que comeríamos en el comedor.
—Pero, joven Luca... —dice Lydia basante confundida y trato con todas mis fuerzas de no hacer mala cara ante ese comentario, porque de verdad detesto cuando dicen "joven" o, como me dijo a mí "señorita"—. El comedor está libre si desean...
—¿No te lavaste bien las orejas esta mañana o qué pasa que no me escuchaste con claridad? —inquiere Luca de mala gana, mirando fijamente a Lydia y la veo asentir con nerviosismo.
Agarro el brazo de Luca para intentar calmarlo, antes de que se le ocurra gritarle de una manera muy fea a la pobre señora que solo intenta hacer bien su trabajo.
—¿Y si comemos en el comedor y luego vamos a ver una peli? —propongo, logrando llamar la atención del pelinegro que no duda en girar a verme confuso.
—Pensé que venías para que...
—Es que no me siento bien —lo interrumpo antes de que termine la oración y me haga sentir vergüenza por la poca empatía que tiene, puesto que ni Lydia ni nadie de esta casa tienen por qué saber si vengo a tener relaciones o no—. Primero comamos, ¿si? —pido, pestañeando de forma tierna, tratando de convencerlo.
En cuanto suelta un suspiro, sé que he ganado y sonrío aliviada a la vez que alejo mis manos de su brazo.
—Ya la escuchaste —dice Luca, mirando nuevamente a Lydia quien asiente con la cabeza—. Así que apúrate que mi chica tiene hambre —ordena, chasqueando sus dedos, para luego agarrar mi mano y tirar de mí.
Antes de salir de la cocina, le otorgo una sonrisa de disculpas a Lydia, quien con un movimiento de cabeza me indica que no me preocupe.
Después de comer, Luca nos dirige hacia su cuarto, lo cual me confunde porque creí que veríamos la película en la sala de cine que hay en este lugar.
Apenas cruzo la puerta y él la cierra atrás de mí, se abalanza para así unir nuestros labios en un desesperado beso que me deja sin respiración.
—Espera, espera —digo en medio del beso como puedo, pero él no parece querer detenerse—. Luca, para —pido, apoyando mis manos en su pecho, haciendo fuerza pero ni así logro separarlo de mí—. Luca, basta —ordeno, ahora sí logrando moverlo aunque sea tres centímetros lejos.
—¿Qué pasa? ¿Qué? —cuestiona con la respiración agitada, mirándome fijamente a los ojos y en ellos solamente puedo ver el deseo que tiene ahora mismo.
—Que no quiero, eso pasa —respondo con voz calma, tratando de recuperar también mi aliento.
—¿Por qué? —inquiere ahora de manera seria, haciendo presión en su agarre en mi cintura.
—Porque recién terminamos de comer, nos va a hacer mal y no tengo ganas de sentirme mal luego —miento, sin apartar mi vista de la suya, para que crea que no lo hago—. Mejor veamos una peli, ¿si? Hasta que se nos baje la comida.
Se queda varios segundos viéndome a los ojos, para luego girar los suyos a la vez que suelta un suspiro y asiente con la cabeza.
—Bien. —Me alejo de él lo más rápido que puedo y camino hacia la puerta, pero me detiene agarrándome del antebrazo—. ¿A dónde vas?
—¿No vamos a ir a ver una película? —inquiero dudosa, señalando la puerta con mi dedo pulgar—. Iba a la sala de cine.
—De verdad a veces eres tonta. —Ríe por lo bajo, para luego tirar de mí hacia la cama—. Ya estamos aquí, tengo un televisor gigante donde también se ven bien las películas y, además, quisiera acostarme contigo abrazados —asegura, empujándome y haciendo que caiga en la cama, para después él saltarme por encima y así caer a mi lado—. Bien, ¿qué quieres ver? —inquiere y, en cuanto abro la boca para responder, añade—: Que no sea ninguna de las ridiculeces de Disney que te gusta ver, porque eso no me gusta.
Cierro la boca y asiento con la cabeza, pensando en las posibilidades que tengo.
—Bien, entonces... ¿Pitch Perfect? —propongo, esperanzada a que diga que si porque es una de mis trilogías favoritas.
—Dios, ni siquiera sé para qué te pregunto si tu único buen gusto soy yo —asegura, riendo por lo bajo, para luego darme un casto beso en los labios y empezar a escribir algo en el buscador de Netflix.
Suelto un suspiro en cuanto veo que decide colocar, por enésima vez, Rocky. Al inicio no tenía nada contra estas películas, ni me gustaban, ni me desagradaban, pero ahora, después de verla mil veces, puedo decir a ciencia cierta que las odio.
Apoyo mejor mi cabeza sobre el pecho de Luca aprovechando que lleva sus manos hacia la parte trasera de su cabeza. El martilleo del corazón de Luca comienza a provocarme sueño y, lo peor es que no llevamos ni quince minutos de la película.
Cuando siento que no puedo más con el pesar de mis párpados, decido rendirme y caer en un profundo sueño, mientras que Luca disfruta de sus películas favoritas.
🚨Sigue una parte +18, bueno, no lo es tanto, la verdad, pero sí podría incomodar a quienes no les gusta leer este tipo de cosas. Como a mí, que me generó náuseas escribirlo porque #spoiler te odio Luca.
En fin, bajen hasta que vean otros emojis de lucecita roja, que significa que esa parte ha terminado🚨
Frunzo el ceño, sintiendo algo extraño y algo doloroso en mi parte baja, de hecho, es algo que me incomoda demasiado. Me remuevo en mi lugar, tratando de que se me pase, pero al no poder moverme abro los ojos, despertándome de mi sueño y, lo primero que veo, es a Luca encima de mí con una expresión que no me agrada.
Me despierto bien en cuanto bajo la vista y me doy cuenta que, lo raro, incómodo y doloroso que siento es él, intentando entrar en mí.
—¿Qué pasa, linda? ¿Te gusta despertar de esta forma? —cuestiona con la respiración algo agitada por el vaivén que sus caderas empiezan a hacer—. Ojalá te hubiera tomado una foto para que vieras lo mucho que lo disfrutabas entre sueños —asegura, bajando hasta mis labios para besarme con ganas.
La verdad es que estoy anonadada y no sé como reaccionar ante todo esto.
—Luca, pero... —digo en medio del beso, tratando de asimilar lo que ocurre.
—Hace rato no quisiste —me recuerda, sin dejar de moverse dentro mío de manera lenta ya que, seguramente, él también se siente incómodo como yo ante esto—, y verte dormir con esa faldita tan corta, dios, me provocas y muchísimo, Kate —asegura, mordiendo su labio inferior. Sale de mí haciendo que sienta alivio y agarra mi mano, para llevarla hasta su erección y hace que la agarre—. ¿Esto? Esto lo provocas tú y solo tú —murmura excitado, ayudando a mi mano a moverse de arriba a bajo, mientras une nuestras frentes y puedo sentir el ligero rastro de sudor que tiene la suya.
Aleja mi mano de él y agarra la otra, para llevar ambas manos por encima de mi cabeza y, de nuevo, me penetra con fuerza, haciendo que ahora me queje del dolor.
—Luca, quítate, me duele —admito, cerrando los ojos con fuerza al sentir una fuerte punzada en mi zona baja—. Ni siquiera estoy del todo mojada, Luca, por favor, quítate, me duele mucho —suplico, abriendo los ojos para verlo y sonríe con fascinación.
—No quise perder el tiempo en la lubricación, pero porque sabía que te ibas a mojar tarde o temprano —responde, en teoría, "apenado" pero su sonrisa no demuestra eso—. Pero tranquila, que puedo solucionarlo para que ya no duela y solo sientas rico como yo.
Me besa con brusquedad, haciendo que me vuelva a quejar, pero no parece importarle, más sin embargo deja mis labios para pasar a besar mi barbilla, mi cuello y me levanta el top con fuerza, dejando mi brasier a la vista, para luego sacar uno de mis pechos y chuparlo con ganas, raspando mi pezón con sus dientes, lo cual provoca que arquee mi espalda pero no por placer. Gracias a Dios decide dejarlo y continua con sus besos por mi abdomen, hasta llegar a esa zona. Abre más mis piernas con sus manos y me mira deseoso.
En cuanto siento su húmeda lengua se me es imposible no soltar un ligero suspiro tembloroso, lo peor es que no sé cómo sentirme. Porque la verdad es que no lo estoy disfrutando por voluntad propia, es mi cuerpo el que reacciona solo, y eso genera las ganas de Luca en aumentar todo. Velocidad, presión, profundidad, todo.
🚨🚨🚨🚨🚨No puedo escribir más de esto, perdón, mi idea era hacerlo, pero quiero vomitar del enojo que siento ahora mismo JASHDJAHDS siento que una vena se me puede explotar. Chau🚨🚨🚨🚨🚨
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Suelto un suspiro después de estacionar mi auto frente a la casa de Gael.
Me quedo adentro por unos segundos, tratando de animarme para darle una buena cara al boy, ya que no se merece ver casi siempre mi peor versión, además de que tampoco quisiera preocuparlo.
Si no fuera por ese trabajo de química, estaría ahora mismo en mi casa, acostada en mi cama llorando por el asqueroso día que he tenido. Pero no supe que excusa inventarle a Gael para no venir, después de haber sido yo esta tarde, antes de comer con Luca, la que ha insistido tanto con el dichoso trabajo.
Quiero llorar y no entiendo por qué, me siento muy mal, pero ni siquiera es que Luca haya hecho algo mal, porque no, hablamos de esto una vez y en su momento no me desagradó su propuesta de hacer este tipo de cosas. Tanto yo a él, como él a mí.
No, la verdad es que lo ha hecho una vez desde que hablamos de eso y, no sé porque hoy me siento así cuando esa vez no fue así. Quizá porque esa vez sabía que eso iba a pasar, pero aun así...
Suspiro por última vez, mirando el cielo y notando que al parecer va a llover, subo el techo de mi auto para evitar que se moje si es que eso va a suceder.
Peino mi cabello con las manos, para luego mirarme una vez más en el espejo retrovisor y sonrío, fingiendo estar bien. No, me corrijo: Estoy bien.
Abro la puerta y bajo junto con mi bolso entre las manos, para después cerrarla y ponerle seguro.
Camino hasta la entrada y toco el timbre, esperando a ser atendida.
No pasa mucho cuando Dustin, el hermano menor de Gael, aparece en mi campo de visión sonriéndome tan dulce y encantador como siempre.
—Hola, Katy —saluda, dándome un cálido abrazo que me permito disfrutar por los segundos que dura, para luego separarse de mí y sonreírme nuevamente—. Pasa, Gael está en la sala —informa, haciéndose a un lado para dejarme pasar, mientras que él ocupa mi lugar fuera de la casa.
—¿Te vas? —cuestiono extrañada, frunciendo el ceño ligeramente.
De verdad que ha sido un mal día cuando lo que más hice fue fruncir el ceño.
—Sí, tengo una cita —informa y sonrío burlona mientras muevo mis cejas, haciendo que se sonroje—. Así que, les dejo la casa sola —menciona, siendo ahora él quién sonríe burlón y mueve sus cejas. Se inclina hacia adelante, agarrándose al picaporte de la puerta para después gritar—: ¡Ojito con lo que hacen estando solos!
—¡Ya vete! —grita Gael desde alguna parte de la casa, haciendo reír al castaño de manera divertida.
Cierra la puerta justo en el mismo momento que Gael aparece en la entrada, con las mejillas algo sonrojadas y mirando mal hacia donde antes estaba su hermano.
Sonrío enternecida y tarda poco en caer en cuenta sobre mi presencia, para luego aclararse la garganta mientras me sonríe de manera dulce.
—Hola fresita, pasa —pide, rascándose la nuca como lo hace cada vez que esta nervioso.
Inhalo hondo y le otorgo mi mejor sonrisa, tratando de estar bien.
—Hola boy —respondo, pasando a su lado para ir directo a la sala—. ¿Entonces pudiste limpiar la espuma y encontrar a tu perro? —cuestiono burlona, recordando todo lo que dijo esta mañana y lo veo sonreír divertido.
✨️ GAEL ✨️
Llevamos poco más de una hora haciendo este trabajo y, desde entonces, he notado que algo le pasa a Kate, aunque no me animo a preguntarle. Supongo que habrá tenido un mal día y estoy seguro que hacer un trabajo de química no debe estar ayudándola para nada, incluso yo, que no he tenido un mal día, me está empezando a parecer uno malo por este proyecto.
¿Y si no es que tuvo un mal día y es porque debe hacer este trabajo conmigo? ¿Seguirá enfadada? Después de todo no me dijo nada esta mañana cuando le pedí disculpas.
Capaz sigue molesta y decidida a no perdonarme, y no la culpo, de verdad no lo hago.
Ese día no pude dormir de tanto pensar y llegar a la conclusión de que, si Kate desconfiaría de mí, también me sentiría mal. Entendí su punto, puesto que, si ella me viera llorar y sabría algunos de mis problemas, es porque confío en ella como para enseñarle ese lado de mí que no todos conocen y Kate me lo ha mostrado. De hecho, no necesitaba que me lo confirmara, yo mismo sospechaba que varias veces había visto su verdadera versión, pero que lo haya afirmado ese día solo me hizo sentir más imbécil de lo que soy la mayor parte del día.
La escucho suspirar por milésima vez, mientras sigue tecleando algo en la computadora y eso solo genera más dudas en mí.
—¿Sigues molesta conmigo? —cuestiono de repente, sin soportar por más tiempo el silencio.
—No todo gira en torno a ti —responde de manera seca, haciendo que cierre la boca y asienta con la cabeza, decidiendo que lo mejor será callarme.
—Entiendo —balbuceo, volviendo mi vista al celular, para seguir buscando información sobre el trabajo.
—Lo siento, boy —dice de inmediato, haciendo que levante la vista hacia ella y me siento mal de repente. Sus ojos están apagados de tal forma que rompe algo en mí—. Al inicio quizá sí, pero luego lo pensé a profundidad y... Creo que exageré, lo siento —comenta en voz baja, bajando la vista hacia la mesa—. Suelo ser bastante exagerada y...
—No —me apresuro en decir, negando con la cabeza en cuanto levanta la cabeza para verme—. No eres exagerada. Te sentiste traicionada y está bien —aseguro, sin apartar mis ojos de los suyos para que sepa que hablo de verdad—. Tus sentimientos no son una exageración, Kate.
La veo tragar con dificultad a la vez que parpadea varias veces con rapidez, tratando de evitar las lágrimas.
Una pregunta ronda por mi cabeza en el momento que la veo así. ¿Qué te pasó, Kate? Pero siento que no es momento para preguntarle algo así, y menos por lo que pasó entre nosotros.
—La cuestión es que lo pensé a profundidad y tenías todo tu derecho de desconfiar de mí —asegura con la voz algo débil, pero carraspea para evitar que lo note—. No llevamos tanto de convivir y, que yo haya decidido confiar en ti, no quiere decir que debas hacerlo también. No todo debe ser devuelto al mismo tiempo y con la misma intensidad, y está bien. —Sonríe tratando de tranquilizarme—. Si te soy sincera, en ese momento pensaba que era mi culpa —admite, riendo por lo bajo y frunzo el ceño.
—¿Por qué tu culpa? —inquiero y se encoge de hombros.
—Tú eres bueno para generar confianza, quizá es culpa mía el no hacerlo —menciona, haciendo una pequeña mueca—. Es culpa mía que no me tengas confianza, no tuya, porque fui yo quien no te generó esa...
—No —vuelvo a interrumpirla, negando nuevamente con la cabeza—. No es culpa tuya esto, como sé que tampoco es mía —respondo, soltando un ligero suspiro pensativo—. Bueno, mía quizá un poco sí, porque si te soy completamente sincero... Me cuesta confiar en las personas —confieso, tomándola por sorpresa.
—¿De verdad? —inquiere, alzando una ceja dudosa y en cuanto asiento con la cabeza, la baja, aunque no puede ocultar la sorpresa de su rostro—. No parece —asegura, sin apartar sus ojos de los míos—. Sueles mostrarte con tanta confianza con los demás que... No lo sé, no aparentas ser el chico que, en realidad, no confía en nadie. De hecho, justamente es eso que hace que uno confíe en ti.
Sonrío agradecido por sus palabras, mientras pienso en las mías con claridad.
—En nadie no, porque confío muchísimo en mis amigos —corrijo, haciendo que asienta con la cabeza de manera lenta—. Mi psicóloga... Sí, Kate, iba a terapia —aclaro al ver su expresión llena de incredulidad—, pero ese es otro tema, lo que te quiero contar es que mi psicóloga siempre me denominó como una persona que no logra ver más gamas de colores que no sea blanco o negro —cuento y la veo inclinar un poco su cabeza hacia la izquierda al no comprender mis palabras—. Confío en ti con los ojos completamente cerrados o no lo hago en lo absoluto. Jamás pude ver un gris, en la metáfora de esta señora, claro.
—Entiendo —murmura pensativa, asimilando lo que acabo de decirle.
—Pero quiero confiar en ti —admito y eleva su mirada, hasta posarla sobre la mía—. Quiero confiar en ti como confías en mí, porque quiero ser tu amigo como así también quiero que seas mi amiga —digo con total sinceridad—. Claro, si es que quieres serlo.
Me puse a pensar en esto también, entre elegir lo que siento por ella como crush y lo que siento por ella cuando está cerca mío como amiga. Llegué a la conclusión de que puedo hacer a un lado mis sentimientos con tal de que ella siga en mi vida, porque la verdad es que jamás creí que ser amigo de Kate Baker cambiaría mi mundo interior.
Cuando estoy con ella no siento estar en una constante carrera mental conmigo mismo, no siento que debo ser amable por caer bien. Cuando estoy con ella mi corazón puede relajarse junto a mi cerebro y ambos estar tranquilos. Ella me da paz, tranquilidad y me hace sentir bien, y no estoy dispuesto a perder eso por unos sentimientos que no serán correspondidos.
Lo pensé y, la verdad, prefiero que Kate sea mi amiga a que no sea nada.
—Me encantaría ser tu amiga, boy —responde luego de algunos segundos en silencio.
Al levantar la vista de la mesa, puedo ver que sonríe de manera débil, pero por lo menos es una casi real y no tan falsa como las otras.
Le correspondo el gesto, pero mi sonrisa es más grande y con más ganas de demostrarle lo bien que me ha hecho esa respuesta.
Después de mirarnos por varios segundos a los ojos, decidimos volver al trabajo y me indica lo que debo copiar a mano en el cuaderno, para luego ella arreglarlo todo de manera "nice" y "cute" en la computadora.
Decidí no llevarle la contraria, así que me encuentro escribiendo información que creo importante y necesaria.
Creí que después de esta charla el ambiente mejoraría y, aunque lo hizo en un bajo porcentaje, no me es suficiente.
No puedo seguir escuchando sus suspiros pesados y viendo su rostro triste por algo que desconozco, y para ser sincero, me estoy mordiendo la lengua para no consultarle.
—¿Quieres ver una película? —suelto lo primero que se me viene a la cabeza, mirándola de reojo, sintiendo que mi mano no puede escribir más aunque finjo hacerlo para no ser regañado por su parte.
No sé porqué finjo desinterés, cuando es claro que me importa y mucho lo que le pase.
Inhala hondo para después soltar todo el aire con fuerza, a la vez que pasa sus manos por el cabello, haciéndolo para atrás, aprovechando que tiene los codos sobre la mesa.
—La verdad es que sí —responde, asintiendo con la cabeza—, un poco de distracción me vendría bien.
—Perfecto entonces —digo, levantándome rápido del suelo, casi de un salto, logrando sorprenderla—. ¿Quieres que hagamos palomitas o pedimos algo para comer? —cuestiono, señalando la cocina.
Hace una pequeña mueca con los labios que me resulta tierno, para luego mover su cabeza con dirección a la cocina.
—Creo que unas palomitas estaría bien —contesta y asiento con la cabeza.
Le tiendo la mano para ayudarla a levantarse, y no sé si soy yo, pero creo que ese acto la ha tomado por sorpresa, porque tarda unos segundos más de lo normal viendo mi mano antes de aceptar mi ayuda.
Caminamos hasta la cocina y ella se dedica a sacar dos vasos y un refresco de naranja que hay en la heladera, mientras que yo busco el maíz y una olla.
Después de algunos minutos, volvemos a la sala ya con las palomitas y el refresco listos. Los colocamos en la pequeña mesa cafetera que hay delante del sofá, para luego ella tomar asiento en el gran sofá y yo caminar hacia el control remoto que está en el mueble del televisor.
Camino hasta ella y me siento a su lado. Robo un puñado de palomitas, antes de hablar.
—¿Qué te gustaría ver? —cuestiono, encendiendo el televisor.
—Lo que quieras, por mi está bien —asegura, encogiéndose de hombros.
Me dedico a verla por unos segundos en silencio, para después soltar un suspiro y negar con la cabeza, mientras como un poco de palomitas.
—No, hoy seré bueno contigo y te dejaré elegir la película —menciono, y la veo sonreír de lado divertida, pero aunque lo intente ocultar pude notar que ese comentario le hizo bien.
No me atrevo a decir que feliz, pero sí le levantó el animo el hecho de que ella pueda elegir la película.
—¿Incluso si quiero ver una de Disney? —indaga, tratando de ver si es cierto lo que le he dicho.
«Contigo podría ver incluso las de terror si esas son tus favoritas, y no me importaría», es lo que pienso mientras la veo en silencio a los ojos, perdiéndome en ellos.
Tardo en reaccionar y me toca aclararme la garganta y mirar hacia otro lado, para no quedar como un tonto, o bueno, más de lo que ya debe pensar que soy.
Esto de ser su amigo por encima de mis sentimientos me va a costar más de lo que creí. Chanfles.
La miro de reojo por unos segundos y la respuesta llega por sí sola. Ella lo vale. Vale el intento.
—Incluso las de Barbie, si gustas —respondo sonriendo divertido, y eso le arrebata una sonrisa sincera, la primera de la noche—. ¿Y bien? ¿Cuál quieres? —cuestiono, apuntando hacia el televisor con el control.
—¿Si te digo cuál es mi favorita, prometes no reírte? —inquiere dudosa, jugando con sus dedos de manera nerviosa.
Me hago el de pensarlo por unos momentos, y ella choca su hombro contra el mío haciéndome reír mientras asiento con la cabeza.
—Lo prometo —aseguro, tendiéndole mi dedo meñique.
Sonríe nuevamente y entrelaza su dedo meñique con el mío, para después cerrar la promesa uniendo nuestros dedos pulgares.
—Amo con todo mi corazón las películas de... —Hace una pequeña pausa, no muy segura de decirlo, así que muevo mi cabeza animándola a continuar—. De High School Musical —termina por decir, y suelta una pequeña risa a la vez que se tapa la cara con las manos—. Ya sé, es una tontería, ¿cierto? Digo, ¿cómo me pueden seguir gustando esas películas? Pero...
—¿Cuál quieres ver? —la interrumpo, antes de que siga diciéndose tonta a sí misma porque le guste algo—. ¿La uno, la dos o la tres? —inquiero, girando a verla y noto la sorpresa reflejada en sus ojos.
—¿De verdad? —cuestiona incrédula, como si no creyera de verdad que vamos a ver una de sus películas favoritas.
—¿Por qué no la veríamos si a ti gusta? —pregunto dudoso, sin comprender su reacción.
Eleva un hombro, quitándole importancia al asunto.
—No sé, quizá tú quieres ver otra cosa más interesante, o no te guste, o prefieras...
—Kate —la interrumpo, nuevamente, haciendo que gire a verme—, no pasa nada con que un día se vea algo que a ti te guste, algo que tú disfrutes. También importas, no sólo mis gustos importan —aseguro, mirándola fijamente a los ojos y noto como traga saliva. Es entonces cuando recuerdo que casi siempre quiere hacer lo que a mí me gusta, y nunca se permite hacer algo que a ella le guste, diciendo que eso es algo tonto. De reojo noto como vuelve a hacer eso raro que hace con sus uñas, y varias veces he notado que así hace hasta lastimarse—. Además, ¿quién te dijo que no me gusta High School Musical? —cambio de tema, viendo si así deja de hacer aquello de sus uñas, que suele ponerme nervioso ya que no sé cómo impedir que lo haga, porque me di cuenta que suele hacerlo inconscientemente.
—No pareces un chico al que le guste —contesta, ahora más relajada y agradecida por el cambio de conversación.
—Bueno está bien, me descubriste, no es mi trilogía favorita de todo Disney, pero tampoco es como que me desagrada —admito, encogiéndome de hombros y ella sonríe divertida—. ¿Entonces? ¿Cuál quieres ver? Te diría de ver las tres, pero se nos haría muy tarde y no me gustaría que vuelvas tan tarde a tu casa, y menos si viniste en auto.
Ambos nos miramos por varios segundos a los ojos, en completo silencio y me maldigo por lo que acabo de decir. Soy un tonto. Está mas que claro que a ella no le importa si me preocupo o no.
«A las personas no le importan esas cosas, Gael. Apréndelo ya».
—La tercera —responde al fin, girando a ver el televisor y asiento con la cabeza.
—Bien, esa será entonces.
Diría que estoy prestándole atención a la película, pero eso sería mentir y mi mamá no cría mentirosos. Mi atención está completa y únicamente en Kate.
De reojo observo como canta las canciones, baila al compás de la melodía, incluso -y mi mejor parte- cuando repite uno que otro dialogo. Parece otra Kate. Una que me gustaría proteger por siempre del mundo exterior, o del baboso de su novio que presiento que el que ella crea que le gusten este tipo de películas es ridículo es idea suya.
Ambos damos un pequeño brinco en el lugar cuando un gran trueno suena por todo el lugar, justo en el momento que Troy y Gabriella están bailando y cantando Can i have this dance en la azotea de su instituto, y comienza a llover. Vaya coincidencia.
—Que linda canción —aseguro y, no miento, me gustó mucho.
—Es mi favorita de entre todas —admite emocionada, sin dejar de ver la pantalla y sonrío.
No es hasta que lo dice, que un pequeño foco se enciende en mi cabeza y la miro de reojo, para luego mirar la ventana que da hacia la calle. Pero antes de que pueda decir algo, la canción acaba, logrando confundirme.
Que yo recuerde, Troy también tenía una parte, incluso la bailaban todos sus compañeros a esa canción.
Bueno, la oportunidad se fue. En algún momento podré retomar la idea.
Mentiría si no dijera que estoy disfrutando la película, pero la verdad es que lo estoy haciendo. Quizá sea por Kate, que se anima a cantarla un poco más alto y ya no en un murmullo, haciendo que sonría divertido y, cada tanto, le siga la canción en las partes que me sé.
La película llega a una parte que recuerdo con claridad, y me doy cuenta que este es el momento. Una segunda oportunidad.
Me levanto sin dudarlo del sofá, logrando confundir a Kate a mi lado, mientras corro hacia la ventana y la abro de par en par, para luego aumentar el volumen del tele al máximo.
—Boy, ¿qué haces? —cuestiona aun en su lugar, mirándome con el ceño fruncido.
No le respondo, sin embargo, decido agarrarla de la mano y tiro de ella para que se levante del sofá, para luego correr hacia la salida de la casa, dejando la puerta abierta y nos posiciono cerca de la ventana y, por suerte, mi plan funciona porque se escuchan las voces de Troy y Gabriella a la perfección.
—What happen? —inquiere nuevamente, sin comprender el por qué hice todo eso.
Inhalo hondo y, sea casualidad o no, le tiendo mi mano justo en el momento que Troy comienza a cantar.
Take my hand, I'll take the lead (toma mi mano, yo tomaré la iniciativa)
And every turn will be safe with me (y cada vuelta será segura conmigo)
Don't be afraid, afraid to fall (No tengas miedo, miedo a caer)
You know I'll catch you through it all (sabes que te atraparé a pesar de todo)
Bailamos un vals como podemos, o bien, como me sale a mí, al compás de las voces de los chicos de la película.
Comienza a llover justo en el momento que la abrazo por la cintura y ella coloca de manera delicada sus manos sobre mis mejillas, tomándonos por sorpresa y sonreímos divertidos, más sin embargo, no dejamos de bailar.
La canción tiene demasiadas palabras que me gustaría decirle ahora que le presto atención, pero claramente no me animo a hacerlo.
Es un momento muy único entre los dos, bailando bajo la lluvia, sin importarnos lo que puedan o no decir los vecinos. Solo somos ella y yo.
It's one in a million, the chances of feeling the way we do (es una en un millón las posibilidades de sentirnos de la manera en que lo hacemos)
And with every step together, we just keep on getting better (y con cada paso juntos seguiremos mejorando)
So can I have this dance (entonces, ¿me permites este baile?)
Can I have this dance (¿Me permites este baile?)
La canción termina justo cuando nosotros terminamos demasiado cerca el uno del otro, al punto que nuestras narices se rozan entre sí. Ella con sus manos en mi nuca, y yo con mis manos en su cintura, viéndonos fijamente a los ojos.
Tenemos la respiración agitada por el baile e incluso con el cabello todo mojado y varios mechones pegados en su pecoso rostro, me sigue pareciendo la chica más linda que mis ojos hayan podido ver alguna vez.
Nos acercamos lentamente y de manera inconsciente, sin dejar de observarnos a los ojos, mientras siento sus caricias en mi oreja, donde está su mano, a la vez que yo afianzo mi agarre en su cintura.
Antes de que nuestros labios puedan siquiera rozarse, nos sobresaltamos por un gran trueno que hace que nos separemos del otro abruptamente, para luego vernos divertidos y comenzar a reír con High School Musical de fondo.
—Vamos, entremos antes de que nos enfermemos —propongo, moviendo la cabeza en dirección a mi casa.
Giro sobre mis talones, pero antes de que pueda dar un paso en su dirección, siento los fríos dedos de Kate agarrar mi mano y me giro hacia ella.
—Gracias —dice segura, sonriéndome con sinceridad y le correspondo el gesto.
—No hay de qué —respondo, entrelazando nuestros dedos y comienzo a caminar hacia la casa—. Pero para que sepas, mi peli favorita es Teen Beach Movie, y mi sueño siempre ha sido bailar Cruisin' for a Bruisin'.
La escucho reír por lo bajo, aferrándose aun mas a mi agarre en el momento que cruzamos por el umbral de la puerta.
Me siento feliz por haber logrado animarla, pero a la vez me siento aliviado por haber podido expresar, de alguna manera, lo que siento últimamente por ella.
🍓🛹🍓🛹🍓🛹🍓
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
Perdonen, pero acabo de descubrir con este capítulo que yo no quiero un beso bajo la lluvia. Yo quiero bailar con alguien bajo la lluvia una de mis canciones Disney favorita.
Gael nació solo para sacar mis deseos románticos profundamente guardados, aquellos que no sabía que tenía. Ptm. Me voy a llorar, comper.
Ahora, debate: Opinión sobre lo que ocurrió entre Luca y Kate.
Si antes lo hablaron y, ambas partes consensuaron el acto de despertarse de esa manera, está bien o está mal que Luca haya hecho lo que hizo?
En fin, sólo diré que... Atentis al prox capítulo, loves😈❤
Porque, atentos, ¿se vendrá la paliza soñada para Luca?
Recuerden que la violencia es mala, pero, si debes usarla con alguien como Luca pues... sin miedo al éxito, neni. (ah no se cran)
Pd: Los amo mucho, muchito 💜
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