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008.

✨️ KATE ✨️

—¿Cómo está la novia más linda de todo el mundo? —inquiere Luca llegando a mi lado, a la vez que me abraza por la cintura pegándome a su cuerpo.

Corro la cara justo en el momento que intenta darme un beso, haciendo que sus labios choquen contra mi mejilla.

Al volver a verlo, puedo notar su desconcierto y confusión.

—Ahora sí soy la novia más linda, ¿no? —cuestiono, alejándome de su agarre y cruzándome de brazos.

—¿Qué?

—¿Ya no soy una puta por estar pasando un buen momento con el único amigo que me queda? —suelto antes de poder procesarlo.

—Kate, no...

—Cállate que no me interesa —interrumpo, alzando mi mano en señal para que no siga hablando—. Tampoco quiero verte. Así que, cuando tenga ganas de hacerlo, te contacto, pero por ahora no me molestes que tu presencia me irrita y eso puede sacarme arrugas.

Sin nada más qué decir, me giro sobre mis talones y comienzo a caminar lejos de él.

No sé qué me pasa, pero no puedo contener la sonrisa que comienza a surgir en mí y debo apretar mis labios para no sonreír tan abiertamente.

Vaya que eso se sintió muy bien.

Siempre es él quien me deja con la palabra en la boca o me dice que lo que pienso, siento o digo no le interesa en lo más mínimo. Haberlo hecho yo esta vez fue... poderoso. Me sentí poderosa.

A lo lejos diviso a Riley hablando con las amigas del boy y mi sonrisa se borra al recordar lo del sábado.

Sé que todo lo que dijo es cierto, pero no quita que me duela.

*Flashback*

—Ojalá le haya roto la nariz a ese hijo de puta —murmura Riley enojada, sin soltar su agarre en mi brazo, como así también sin dejar de caminar.

—Espera —pido, cayendo en cuenta de todo lo que acaba de pasar—. Riley, espera —pido, alejándome de su agarre y dejando de caminar, haciendo que ella haga lo mismo.

Se gira a verme confundida, pero automáticamente su expresión de enojo pasa a uno de preocupación.

—¿Estás bien? —cuestiona, dando un paso hacia mí.

—Sí, sólo que... —suelto un suspiro, mientras rasco mi brazo con nerviosismo—. No debiste golpearlo, Riley. —Ambas nos miramos por varios segundos en silencio, y la ansiedad me esta comiendo el estomago al punto de hacerlo arder—. Entiendo que estás muy molesta, pero no debiste hacerlo, porque bien sabes que eso es un problema para mí luego y...

—¿Es en serio? —me interrumpe, mirándome anonadada—. ¿El agua te afectó o de verdad me estás diciendo todo esto?

—Riley... —digo con voz cansina, haciéndole saber que hablo en serio.

—Dios mío, Kate, ese estúpido te acaba de llamar puta —me recuerda, señalando con su mano el lugar donde, creo yo, debe seguir Luca en el pasto—, ¿y yo soy la mala en este cuento?

—No, es que no entiendes...

—¡No, tú no entiendes! —exclama, haciendo que dé un respingo en mi lugar a causa del susto—. ¿Por qué mierda dejas que te trate así? ¿Hasta cuándo vas a aguantar tanta mierda de su parte? ¿No te das cuenta? Luca no te quiere, Kate. Si te quisiera, no...

—No, la que parece que no me quiere eres tú —la interrumpo ahora yo, haciendo que se calle de golpe y me mire asombrada—. Porque si de verdad me quisieras, si de verdad fueras mi amiga, no me estarías juzgando o criticando de por qué esto o por qué lo otro, en cambio, intentarías comprenderme o, por lo menos, me consolarías.

—¿Sabes que pasa, Kate? Que ya estoy hasta la puta mierda de verte llorar por ese imbécil, de consolarte porque esa basura no sabe valorarte como te lo mereces —admite, sin apartar sus ojos de los míos.

Trago el nudo de mi garganta como puedo y suelto la estupidez más grande que alguna vez pude haber dicho:

—Jamás te pedí que lo hicieras —aseguro, tratando de mantener la compostura.

Ambas nos miramos fijamente, para luego verla asentir con la cabeza mientras relame su labio inferior, como hace cada vez que quiere decir algo pero no puede. Sin más, decide caminar lejos de mí, logrando que mi pecho se oprima al punto que me cuesta respirar de tanto que duele.

Necesito salir de aquí.

*Fin del flashback*

Pienso de todas formas acercarme a ella para hablar y solucionar el problema, pero en cuanto gira a verme y cruzamos miradas, me doy cuenta que no tengo por qué hacerlo cuando en ella no se ve intenciones de querer arreglar nada de esto. Es más, aparta la mirada y al parecer le dice a las chicas que se vayan de ahí, porque ambas me miran apenadas, para luego las tres comenzar a caminar hacia algún lugar.

Suelto un suspiro lleno de rendición y me odio.

Me odio por llegar hasta este punto de alejar a Riley por Luca. Pero, yo no la aleje, ¿o sí? Es ella quien no comprende que no puedo alejarme de Luca así como así, no cuando ha estado en momentos importantes para mí. Es normal que no lo quiera, cuando solo sabe lo malo ya que no suelo contar siempre lo bueno.

Acomodo mi cabello a la vez que inhalo hondo, recordando que soy Kate Baker y en definitiva nadie puede verme triste, porque tener sentimientos negativos no es nada cool.

Camino hacia mi casillero para sacar los cuadernos que necesitaré para mi próxima clase, pero en cuanto estoy sacando el último libro y metiéndolo en mi bolso, alguien cierra la puerta de mi casillero haciendo que me sobresalte.

Al girar la cabeza, veo a un rubio de ojos color verde que, si no hubiera sido por él, nada de lo del sábado habría ocurrido.

—Escuché que andas diciendo por ahí que somos amigos —comenta Axel haciendo una pequeña mueca de asco, que aunque sé que es fingida, no quita el hecho de que me irrite ahora mismo—. Ya te he dicho, rojita, aquí dentro no quiero que nos relacionen como amigos. Porque que horror que crean que lo somos.

—No dije nada al respecto, porque que naco ser tu amiga —aseguro, soltando un suspiro a la vez que cuelgo mi bolso en mi hombro.

Le dedico una última mirada antes de comenzar a caminar por el pasillo, directo a mi clase de literatura.

No pasa mucho cuando Ax me alcanza por el pasillo, posicionándose a mi lado y de reojo puedo ver que me mira con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Estás enojada conmigo o soy yo? —inquiere, algo confundido.

Me detengo en seco para girar a verlo, a la vez que suelto un jadeo incrédulo.

—¿Tú qué crees? —cuestiono, cruzándome de brazos y alzando una ceja.

—No lo sé, por eso te pregunto —responde con obviedad, haciendo que gire mis ojos—. Porque si estas enojada, necesitaría el contexto del por qué porque la verdad es que no se me ocurre ninguna idea factible.

—¿No? Bien, déjame recordarte lo del sábado —menciono, sin apartar mis ojos de los suyos.

Axel deja de fruncir el ceño, para reflejar comprensión en su rostro.

—Mira, si esto es porque te tire a la piscina está bien, pido disculpas por eso —responde, algo apenado y alzo mis cejas al ver que en serio cree que es por eso—. Si es porque arruine tu vestido de diseñador, déjame decirte que no tengo para comprarte otro porque tus gustos son bien caros, pero sí puedo pagar la lavande...

—No, Axel, no es por eso, tan superficial no soy —interrumpo, impidiendo que siga hablando—. Es porque por tu culpa discutí con Luca y Riley.

El rubio delante de mí vuelve a fruncir el ceño, sin comprender mis palabras.

—A ver, a ver, ¿yo qué culpa tengo de todo eso? —inquiere bastante confundido.

—Que si no me hubieras tirado a la piscina, Luca jamás se habría enojado conmigo, y si él no se habría enojado conmigo, Riley y yo no hubiéramos discutido —respondo de forma veloz, haciendo que deba inhalar hondo en el momento que me quedo sin aire.

No es hasta que digo todo eso que me doy cuenta de lo absurda que acabo de sonar.

Pero bien dicen por ahí que es mejor culpar a alguien de lo malo que te sucede, en vez de responsabilizarte por ello.

—¿Es en serio? —cuestiona, buscando algo en mis ojos que le diga que es broma, pero al huir de su mirada no encuentra nada, así que continúa—: A ver Kate, yo no tengo la culpa de la estupidez de Luca, eso es culpa de sus padres por no darle buenos genes de inteligencia, pero parece que es de familia porque ahí lo tienes a Raúl, ¿lo conoces? El novio de Renata, el primo de Luca... —Al ver que se está yendo de tema, sacude su cabeza y gira los ojos—. Lo que quiero decir es que no pasó nada malo el sábado para que él se enojara contigo, y lo de Riley no es justo que me culpes a mí cuando ni siquiera sabía que habían discutido.

Inhalo hondo mientras miro hacia otro lado, aceptando sus palabras.

Vuelvo a verlo, notando que no aparta la mirada de mí y tampoco muestra estar enfadado.

—Lo siento, es que...

—No, rojita, deja de culpar a los demás por actos de los cuales deberías hacerte responsable —asegura, interrumpiéndome como yo lo hice hace un momento con él—. Ya lo hablamos y miles de veces te dije que eres demasiado aunque tú no lo veas. No permitas que Luca aleje más personas de tu vida.

—¿Te alejará a ti? —inquiero algo dudosa de hacer esa pregunta y también bastante avergonzada.

Nosotros no somos así. Nosotros sabemos que estamos para el otro y ya, además de que discutimos más que nada.

Axel suelta un pequeño suspiro a la vez que sonríe de lado e inclina su cabeza hacia la derecha.

—¿Tú quieres que me aleje? —cuestiona, alzando una ceja y yo niego con la cabeza, sin apartar mis ojos de los suyos—. Entonces no. Porque mientras tú quieras seguir siendo mi amiga, Luca no tiene nada que ver aquí.

Sonrío feliz de escucharlo y lo abrazo, tomándolo por sorpresa, porque tampoco nos demostramos afecto físico. Axel ríe ligeramente y lo sé por cómo se mueve su pecho, a la vez que rodea mi cuerpo con sus brazos.

Ambos compartimos la clase de literatura, así que rodeo su cintura con mi brazo y él mis hombros con los suyos, para luego los dos juntos comenzar a caminar hacia el salón.

Cuando estamos casi llegando, una pequeña rubia pasa a nuestro lado, empujando a Axel con su cuerpo, pero por suerte él logra estabilizarse con mi cuerpo.

Se gira para mirarla por encima de su hombro, mientras que yo intento no sonreír con diversión.

—Le gustas —comento, retomando el paso y haciendo que Ax vuelva a ver al frente.

—¿A Génesis? —inquiere incrédulo y divertido por lo que acabo de decir—. Por favor, eso es imposible, somos casi como hermanos, no digas ridiculeces, ¿quieres?

—Si tú lo dices... —respondo, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto.

---+++---

Salgo del instituto con Dev y Cinthy hablando de la práctica de hoy día, cuando Luca aparece delante nuestro, pero con su vista fija en mí.

—¿Podemos hablar? —cuestiona con un tono de voz que no expresa más que arrepentimiento.

Inhalo hondo, pensando qué hacer. Exhalo, bajando la vista al suelo a la vez que me cruzo de brazos.

No digo nada por varios segundos que parecen horas, y él tampoco lo hace, pero aun así siento su mirada fija en mí, aun cuando yo no lo estoy viendo.

—Bueno, creo que mejor nos vamos —anuncia Devra a mi lado, haciendo que gire a verlas, notando como ambas asienten con la cabeza bastante incómodas por la situación—. Nos vemos más tarde en el entrenamiento, Katy —saluda, dándome un beso en la mejilla.

Cinthy hace lo mismo, antes de ambas comenzar a caminar hacia el auto de Dev, sin girarse ni una vez a verme.

Suelto un suspiro, para luego volver a ver a Luca, quien no deja de verme ni un momento.

—¿De qué quieres hablar? —cuestiono, cruzándome de brazos y tirando todo el peso de mi cuerpo sobre mi pierna izquierda.

—Sobre lo que pasó el sábado —responde apenado, expresando arrepentimiento en su rostro—. En fin, creo que debo pedirte disculpas, y...

—¿Por qué te estás disculpando? —inquiero, cambiando el peso hacia la otra pierna y mirándolo fijamente.

Luca parece haberse quedado sin idea, o quizá no esperaba que lo interrumpiera de esa forma ya que siempre lo dejo hablar hasta el final, pero se queda callado mirándome fijamente.

Hoy no tengo ganas de escucharlo a decir verdad.

—Por hacerte pasar vergüenza delante de todos —responde no muy seguro de sus palabras y yo no dudo el alzar las cejas totalmente incrédula.

—¿Realmente crees que debes pedir disculpas solamente por eso? —inquiero, soltando un jadeo lleno de burla e indignación, mientras que él asiente con la cabeza a modo de respuesta, así que decido continuar—: Si realmente crees que es por eso, nosotros dos no tenemos nada de qué hablar. Con permiso.

Rodeo su cuerpo, para comenzar a bajar las escaleras del edificio y caminar hacia el estacionamiento, donde está mi auto, el cual lo recuperé recién ayer.

—Kate, espera —pide, caminando detrás de mí.

—¡Boy! —exclamo al ver la mata de cabellos castaños y ondulados a un par de metros de mí. Gael se gira a verme confundido, mientras detiene su andar—. Anda, vamos —ordeno tratando de sonar amable, a la vez que señalo mi auto.

—Kate... —habla Luca, soltando un suspiro lleno de tristeza.

Inhalo hondo y lo miro por encima de hombro, sin dejar de caminar.

—Estoy ocupada ahora Luca, pero piensa en lo que te dije si deseas tener una conversación conmigo —aconsejo con un tono de voz amable, claramente fingido, para luego abrir la puerta de mi auto aunque no me subo sin antes decir—: Good bye, baby —saludo, tirándole un pequeño beso.

No tengo idea de por qué Gael me hizo caso, pero estoy agradecida de que lo haya hecho.

Un minuto después de que yo me subí a mi auto, la puerta a mi lado es abierta y Gael se sienta en el asiento del copiloto.

Veo que abre la boca dispuesto a decir algo, pero me apresuro en hablar antes que él lo haga.

—No digas nada, ya sé que estuvo mal lo que hice —aseguro, empezando a salir del estacionamiento y llegando a la calle—. Es sólo que aún no sé muy bien cómo decirle no y fuiste mi escapatoria.

—Me usaste —comenta y no necesito afirmar nada, porque ese comentario no fue con un tono dudoso, fue con un tono de voz totalmente determinado.

—¿Te molesta? —inquiero, mirándolo de reojo a la vez que doblo en la esquina.

—Me molestaría si no hubiera un uso mutuo entre nosotros ahora mismo —admite, encogiéndose de hombros y frunzo el ceño al no comprender sus palabras—. No tenía ganas de caminar hasta mi casa —explica y asiento con la cabeza, comprendiendo lo que dice.

Ninguno de los dos vuelve a decir algo en todo el viaje, cosa que agradezco, porque ahora mismo solamente necesito pensar, aunque no sé muy bien en qué.

El bullicio en mi cabeza ahora mismo es suficiente, no necesito más.

Luego de varios minutos, estaciono delante de la casa de Gael y giro a verlo, esperando que se baje, pero no lo hace.

Alzo las cejas al notar la duda reflejada en su rostro y hago una mueca para darle a entender que puede decir lo que sea.

—No es que me incumba, pero... —Se rasca la ceja con su mano buena, para luego soltar un suspiro—. ¿Terminaron? 

Su pregunta es como un balde de agua fría, porque he pensado todo el día y en realidad jamás llegué a la pregunta de si debo o no terminar con Luca, o siquiera a una respuesta para esa duda.

Inhalo hondo y me apoyo sobre el asiento, mirando al frente y sintiendo el cuero del volante contra mis dedos. Aprieto tan fuerte el volante que el tacto de mi piel contra el cuero hace que estos rechinen, para luego ver como mis nudillos se ponen blancos.

—No —respondo sincera, sin animarme a girar a verlo—. Pero no te voy a negar que no sé si hacerlo o no, de hecho, últimamente he pasado de ser una persona que lo sabe todo y tiene todo controlado, a tener una vida desordenada y sin saber nada, ni entender nada de lo que sucede a mi alrededor —admito, soltando el volante y sintiendo los músculos de mis manos relajarse a la vez que las llevo a mi regazo y las miro—. ¿Te ha pasado?

—¿Qué cosa? —inquiere con voz cautelosa, como si temiera hablar alto y ahuyentarme.

—Perder el control de las cosas.

—No —responde luego de unos segundos en silencio, negando lentamente con la cabeza, aunque tiene la mirada perdida—. ¿Tú sientes que estás perdiendo el control de las cosas? —cuestiona, volviendo a verme fijamente a los ojos, pero inmediatamente huyo de ellos.

Asiento con la cabeza de manera lenta, para luego negar con esta, totalmente confundida.

—Quizá si, o quizá... Quizá sólo estoy acostumbrada a vivir en medio del desorden y cuando algo parece acomodarse, siento que todo comienza a desordenarse de una forma que me asusta —confieso pensativa, pero aún sin animarme a verlo.

—Eso es peligroso —asegura, soltando un suspiro y de reojo puedo verlo mover su cabeza—. Es realmente jodido acostumbrarse al caos, al dolor y el desorden, porque luego cuesta reconocerse a uno mismo y le toca vivir fingiendo.

Siento una punzada en mi pecho al darme cuenta que eso es justamente lo que he estado haciendo hace mucho: fingir.

He fingido tanto a lo largo de mi vida, que siento que estoy olvidando lo que es real y por eso me cuesta diferenciar mis sentimientos. ¿Cuáles son verdaderos? ¿Cuáles no? 

—¿Y qué hago? —inquiero, levantando la vista a sus ojos.

Los primeros ojos que me han hecho sentir segura porque no me juzgan, lo cual es gracioso teniendo en cuenta que nuestros primeros encuentros sí que me ha juzgado, pero, a diferencia de muchos, lo ha hecho directamente en mi cara sin rodeos.

Es graciosamente raro que ahora me sienta cómoda con su mirada, cuando al inicio rogaba no encontrarme con esos ojos con heterocromía porque pensaba que me estaban juzgando a cada rato.

—Empieza a limpiar —aconseja, agarrando su mochila del suelo del auto—. Tira lo que crees que ya es innecesario, pule lo que tiene polvo pero para ti vale demasiado y comienza a acomodar todo, que nadie más lo puede hacer por ti —menciona, abriendo la puerta y sacando un pie, pero sin dejar de verme a los ojos—. Fresita, nadie más que tú te debería de importar primero. Primero estás tú, segundo tú y tercero tú, ya en cuarto lugar puedes poner a quien quieras, pero deberías ser primordial para ti. No te pierdas por un poco de caos. —Gael sonríe de manera amable, a la vez que me guiña un ojo de forma coqueta pero sin serlo del todo—. Nos vemos.

Suelto un suspiro, para luego prender camino hacia mi casa.

Una vez que llego voy directo a mi cuarto aprovechando que no hay nadie en casa y me cambio de ropa por una más cómoda, para luego agarrar mi celular, notando que tengo varios mensajes de Luca pidiéndome disculpas.

No es difícil para mí saber qué es lo primero que quiero sacar de mi vida porque la verdad es que en vez de serme de utilidad solo me lastima, pero, ¿cómo deshacerte de algo a lo cual te acostumbraste?

———🍓🛹———
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?

Gael me tiene con el corazón en la mano, dispuesta a darselo y sin importarme si lo rompe, pisa, destroza, no interesa, se lo doy completamente.

Les ha tocado alguna vez ser Kate o ser Riley? 

A mi, ser Riley, y dios mio de verdad, es muy cansador ver como tu amiga es lastimada (y se lastima) por un idiota, encima de todo, pelearte con ella por él es lo peor del mundo.

En fin, los amo 💜

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