005.
✨️ GAEL ✨️
Creo fielmente que las dudas existenciales son como una droga. En cuanto surge la primera pregunta, inmediatamente le sigue otra y otra, es un camino sin fin.
Cómo por ejemplo: ¿Por qué la NASA antes investigaba el océano y ahora investiga cómo irnos del planeta tierra? ¿Quién decidió ponerle nombres a los animales o a las cosas en general? Esas dudas no me están dejando dormir...
Aunque probablemente también se deba a que son las siete de la tarde y yo aún estoy en mi cama.
—José Gael Vitali Spinelli, ¿se puede saber por qué aun sigues acostado y en pijama? —cuestiona mi mamá ingresando a mi cuarto, colocando sus brazos en jarra, como hace cada que me regaña.
—No me llamo José —respondo algo confundido por cómo me llamó.
Bueno, quizá si me llamo así y yo nunca me enteré.
—Lo sé, pero suena bien ¿no crees? Lástima que tu padre no me dejo ponerte ese nombre —cuenta soltando un suspiro algo dramático que me hace elevar una ceja, a la vez que sonrío divertido.
Mi mamá es la mujer más dramática que conozco en el planeta tierra, aunque... ahora conozco a Kate.
Sacudo la cabeza al darme cuenta que pensé en ella aunque sea un micro segundo y vuelvo a prestarle atención a mi amada madre.
—Es que estoy muy cansado —confieso, estirando mi cuerpito por encima de mi cama. Ese comentario hace que mi mamá eleve una ceja y me vea incrédula, pero ella no sabe lo cansador que es pelear con Kate todos los días—. Déjame descansar un ratito más, ¿sí? —pido, haciendo un pequeño mohín con mi labio inferior.
No quiero decir que soy el niño de mamá, pero, soy el niño de mamá.
—¿Y si mejor te levantas, te vistes y me ayudas a acomodar las cosas para la cena? —propone, imitando mi tono de voz, sin dejar de verme a los ojos con firmeza.
—Ay mami —me quejo a modo de súplica y como niño chiquito, mientras hago mi mejor cara tierna.
—Ay nada —sentencia, moviendo sus manos para que me levante de la cama—. Anda, ayúdame que no tarda en venir la novia de tu hermano.
Alzo las cejas en una clara señal de lo interesado que estoy de repente.
—¿El pitufo al fin traerá a su novia? Esto no me lo puedo perder —aseguro mientras me levanto de un salto de la cama, mostrándole así que estoy dispuesto a obedecer sus reglas.
Mi hermano es menor que yo por tres años, y es la primera novia que tiene -que nosotros sepamos-.
Peleamos todo el día, pero yo sin él me muero. Es por quien soy como soy, porque estoy seguro que sin mi hermano sería una persona completamente diferente.
—Te lo advierto, Gael, ni se te ocurra hacerle pasar vergüenza —amenaza apuntándome con su dedo índice, haciendo que la mire atónito, hasta ofendido podría decir.
No le veo lo emocionante al asunto ahora. Me bajó las ilusiones de un cachetazo.
—¿Ni un poquito? —indago, mostrando con mis dedos a qué tan poco me refiero mientras hago, nuevamente, mi mejor expresión tierna, con puchero incluido y todo.
Cosa que trae nuevamente a Kate a mi cabeza. ¿Cómo es que esa mujer es inmune a este gesto? ¡Soy la persona más adorable del mundo cada que lo hago! O por lo menos eso es lo que mi mami dice.
Debe estar fallada o algo así, porque todos caen ante mis encantos.
Ese pensamiento me hace fruncir el ceño. ¿Cómo para qué quiero yo que ella caiga ante mis encantos? Definitivamente estoy cansado.
—No, Gael, nada —ordena, viéndome fijamente a los ojos. Pero yo en esos bellos ojos cafés leo un "moléstalo toda la noche, cariño"—. Ahora vístete, y por favor Gael, que sea ropa decente.
Eso hace que ahora sí la mire ofendido de verdad, ¿ropa decente? ¡Mi ropa siempre es decente!
—¿Desde cuándo yo no uso ropa decente? —inquiero totalmente indignado, sin apartar mis ojos de los suyos.
Ella solo me recorre con la mirada, para después salir de mi cuarto mientras niega con la cabeza.
Que mi mamá no tenga buen gusto para la moda, es su problema. Ella siempre dice que suelo vestir como un vago de la calle, sólo porque la mayoría de mi ropa está rota, pero lo que no entiende es que esa es la nueva onda.
Suelto un suspiro y camino hasta mi armario, para ponerme lo primero que huela bien o, por lo menos, medianamente bien.
Creo que sí debería hacerle caso a mi mamá y dejar de mezclar la ropa limpia con la sucia.
En la silla de mi escritorio encuentro dos camisetas que no parecen estar sucias. Agarro la de color blanco y la huelo, pero inmediatamente la alejo de mí por el mal olor que desprende y la tiro al suelo, sabiendo que esa debo lavarla; huelo la camiseta roja y, para mi suerte, huele decente, así que, con un poco de desodorante se arregla el problema. Me saco la remera que uso de pijama para ponerme esta inmediatamente, para luego retomar mi camino hacia mi armario, encuentro un jean gris y desgastado que me va algo grande, pero para mí es cómodo, así que no dudo en ponérmelo.
Me siento sobre la cama para colocarme las zapatillas, cuando escucho el grito de mi mamá.
—¡Gael, para hoy quiero la ayuda!
Suelto un suspiro y me pongo las zapatillas así no más, no me gasto en atarme los cordones para evitar perder más tiempo.
Salgo de mi cuarto y camino por el pasillo, dirigiendome a la cocina, donde encuentro a mi mamá picando una zanahoria en rodajas. Frunzo la nariz disgustado. Así es como le gusta a Dustin la zanahoria, mientras que a mí me gusta rayada, ya que de esa forma no se le siente tanto el sabor dulzón que tiene.
—Ya estoy, ma —informo, viéndola moverse de un lado a otro.
—Bien, ayúdame y pela esos huevos, por favor —pide sin mirarme, pero en cuanto termina de picar la zanahoria levanta la vista hacia mí y deja el cuchillo sobre la tabla de picar, para dedicarme una mirada que me indica que algo hice mal—. Te pedí que te vistieras decente, Gael.
La miro confundido, para luego mirar mi atuendo y vuelvo a posar mis ojos en ella.
—Pero estoy decente —aseguro, sin comprender sus palabras.
Cierra los ojos, dándome a entender que no planea discutir conmigo.
—¿Por lo menos te pusiste desodorante? —cuestiona, pero no me da tiempo a responder que añade—: Porque con lo arrugada que está esa camiseta, me da a saber que no está limpia.
Abro la boca dispuesto a decirle que no huele mal y que sí me puse, pero entonces recuerdo que no lo hice, así que la cierro y suelto un suspiro.
Me giro para salir, pero me detengo de golpe al ver a mi hermano ingresar a la cocina.
—¿Mamá, viste mi...? —Se calla de golpe al verme.
Nos quedamos mirándonos fijamente, sin poder creer lo que vemos.
—¿Tú... Qué traes puesto? —cuestionamos a unísono, a la vez que nos señalamos con el dedo.
—Genial, uno vestido de traje como si fuera a recibir al Presidente y el otro vestido de vago —menciona mi mamá, agarrándose el puente de la nariz, cansada de esto.
—No estoy vestido de vago —me quejo, cruzándome de brazos, para luego señalar a Dustin—, pero él si parece un tonto vestido así.
Mi hermano me mira mal a la vez que puedo escuchar a nuestra madre soltar un suspiro cansino.
—No parezco un tonto —responde Dus, cruzándose de brazos y mirándome fijamente, enfrentándome.
Es tan lindo enojado y enfrentándome, porque si no estoy mal mide poco más de un metro con sesenta centímetros. Es una estatura promedia, pero al lado de mi metro con noventa centímetros queda enanísimo.
Bueno, si lo pienso así, todos mis amigos quedan enanos a mi lado. Pero más Dustin. Incluso creo que hasta Kate es más alta que él.
Sacudo mi cabeza, dándome cuenta que he vuelto a pensar en ella. Dios mío, hasta así es molesta.
Tardo poco en darme cuenta que me he perdido en mis pensamientos y que, mi mamá, hace rato que está diciendo algo. No sé si a ambos, solo a mí o solo a Dustin, pero decido prestarle atención antes de que me regañe por no hacerlo.
—Hijo no vas a pedirle matrimonio, solo es una cena normal para conocerla. No tienes porqué vestir tan formal, así que por favor, vayan a cambiarse —ordena, aunque más suena a suplica que otra cosa.
Soy consciente de que me perdí mitad de su regaño, pero decido quedarme callado y asentir con la cabeza al igual que Dustin, haciéndole caso.
Realmente a veces creo que mi mamá en su vida pasada debió hacer algo muy malo para ser la única mujer entre tres hombres que, para ser sincero, somos un desastre.
Somos su karma de algo bien jodido. Aún no sé qué, pero seguramente lo somos.
—¡Llegué! —exclama mi papá, haciendo que giremos a verlo y notamos como nos mira extrañado—. De acuerdo, lo entiendo. Gael va a ir a pedir limosnas a la calle mientras Dustin recibe a la reina Isabel, ¿estoy en lo correcto?
Mi mamá ríe por lo bajo, logrando que su mal humor baje un poco, mientras que Dustin y yo lo miramos de tal forma que le hace saber que no nos pareció gracioso su comentario.
Antes de que alguien más pueda decir algo, el timbre de la entrada suena, avisándonos que la visita acaba de llegar. Bien, creo que ya no hay tiempo para que nos cambiemos.
Si ella realmente quiere a mi hermano tendrá que aceptarlo con esta familia. Porque claramente no acepto menos para él, además de que tampoco planeaba cambiarme de ropa.
—Oh por Dios, ya llegó —escucho decir a Dustin asustado, para después salir corriendo de la cocina.
Supongo que fue atender. Realmente espero que haya ido a hacer eso, porque sino la pobre chica está esperando por más tiempo del debido afuera justo ahora.
—Gael, ayúdame a poner los platos, y cariño... —habla mi mamá, volteando a ver a papá—. Hola —saluda sonriente, para luego darle un corto beso en los labios y hago una mueca debido a eso—. Por favor, ayúdame a terminar de servir la ensalada.
Ayudo a mamá con los platos y cuando voy a colocar el último sobre la mesa del comedor, veo entrar a Dustin con su novia.
Vaya, esto sí no me lo esperaba.
Creeía que mi hermano saldría con una chica que vestiría con colores pasteles. Una niña que a primera vista pareciera tierna e indefensa, algo así como... Sacudo la cabeza, alejando ese pensamiento.
Sinceramente nunca pensé encontrar a una chica con mechones azules y verdes por toda su cabellera negra, falda de cuero con unas medias de red y botas como de motociclista.
No es como si pensars que ella no es linda, de hecho lo es y bastante. Incluso tiene unas cuantas pecas en su rostro que estoy seguro que si no vistiera de la forma en que lo hace, se vería sumamente adorable.
—Buenas noches —saluda con cierta timidez, aunque intenta disimularlo.
Bien, aquí es donde entro yo.
—Vaya pulga, quién lo diría ¿eh? —hablo, mientras le doy una rápida mirada notando que me pide que no diga nada vergonzoso—. Hola, soy Gael, mucho gusto.
—Soy Angie, el gusto es mío —responde algo nerviosa, otorgándome una tierna sonrisa.
Sonrío al ver que los nervios le hacen una mala jugada, porque tartamudea un poco. Al menos que sea tartamuda y ahí la cosa es diferente.
—Bienvenida Angie —digo, tendiendo mi mano en su dirección a la vez que le otorgo una sonrisa amable, esperando así transmitirle un poco de confianza.
Angie estrecha su mano con la mía a la vez que me devuelve la sonrisa, pero aun sigue nerviosa, lo sé por la forma que tiembla su mano.
—La comida está lista, por favor siéntense —pide mi mamá de manera amable, atrás de nosotros, llamando nuestra atención.
Veo como mi hermano le toma la mano y le da un ligero apretón para después guiarla hacia la mesa.
Son tan tiernos.
Después de que Angie se presentara con mis padres y ellos con ella, cada uno toma asiento en su respectivo lugar.
—Y dime cariño, ¿cómo se conocieron? —cuestiona mi mamá, sirviéndole un pedazo de carne de res a Angie.
La veo ponerse más nerviosa de lo que ya estaba, a pesar de su apariencia ruda, es una niña muy tierna. Parece que la juzgue mal.
En serio tengo que aprender a no juzgar sin conocer. Diablos.
—Eh, bueno, pues... —carraspea un poco, para luego sonreír a modo de disculpas—. Nos conocimos en la escuela, somos compañeros en biología.
Se le queda viendo a mamá como si esperara que aprobara esa respuesta.
Pobre, no sabe que ella es muy metida en estos temas. A mi mamá le encanta el romance y la idea del amor juvenil, al parecer ver uno de cerca va a ser su pasatiempo favorito.
—¿En la escuela? ¿Y cómo fue? —inquiere mi mamá, sirviéndose un poco de ensalada.
—Pues... Eh... Yo... —balbucea, sonrojándose levemente, mirando de reojo a Dustin como si esperara ser salvada por él.
Mi hermanito tarda poco en darse cuenta y decide tomar la palabra, cosa que me tiene intrigado.
—Unos chicos estaban molestándola —explica Dustin por ella y veo como suelta aire, algo aliviada de que sí la haya entendido.
—¡Oh! —exclama mi mamá, completamente emocionada— Y tú como todo caballero la salvaste de ellos ¿no? Que romántico —asegura con una sonrisa soñadora, para después soltar un suspiro.
—No en realidad, mamá...
—¿Eh? ¿O sea que dejaste que esos tipos la tratarán mal?
—Mamá, déjame terminar —pide Dustin, soltando un suspiro, y nuestra madre asiente con la cabeza—. Ella se defendió sola dándoles una paliza.
Veo como él sonríe y ella se sonroja de sobre manera, para después verlo de mala forma.
Así que por eso balbuceaba tanto. No quería contar esa parte.
—Oh... Una chica que sabe defenderse, me gusta —asegura mi mamá, sonriendo y asintiendo con la cabeza en aprobación.
—Me recuerda a cierta chica que me dio un puñetazo solo por derramarle su malteada por accidente —dice mi papá, sonriéndole a mi mamá de manera divertida y algo romántica.
¿Papá le derramó una malteada a mamá?
Eso hace que recuerde a Kate, haciendo que me ría por lo bajo.
No le derramé mi bebida, pero sí mi comida.
—¿Qué sucede, Gael? —inquiere mi mamá, viéndome con el ceño fruncido.
—Nada, ma, nada —garantizo, otorgándole mi mejor sonrisa convincente, para después girar a ver a la pelinegra—. ¿Y Angie? ¿Qué te gusta de mi hermano? —cuestiono elevando una ceja, totalmente intrigado.
—Bueno eh... Es inteligente, es caballeroso, es lindo. —En cuanto dice eso veo a mi hermano sonreír galante y con una pizca de superioridad—. Es bastante torpe, siempre se la pasa haciéndome reír, también pasa demasiadas vergüenzas en la escuela —termina de decir, haciendo que la sonrisa de mi hermano se borre de inmediato, a la vez que ella comienza a reír divertida—. Una vez estábamos en la cafetería y empezó a pelear con la señora que atiende porque no le quiso dar una salchicha de más, y cuando se la dio, él se dio la vuelta y se resbaló, haciendo que la salchicha le caiga al profesor de química en la cabeza.
Todos empezamos a reír, bueno, menos Dustin que se ve bastante avergonzado.
—Dios, olvida eso por favor —pide Dustin, mientras se hunda en su silla tratando de cubrir su rostro sonrojado.
Ella continúa riendo y él la mira de reojo, y al hacerlo se le forma una sonrisa en el rostro.
Ambos se quedan mirando fijamente con una sonrisa cada uno en sus rostros. Creo que perdí a mi pulga, se enamoró el tórtolo.
—¿Quieres oír otra historia vergonzosa de él? —cuestiono, cortando con su momento de miradas románticas. Demasiado para mi gusto.
Ella gira a verme como si acabara de decir lo más maravilloso del mundo, mientras que él me mira como si me quisiera asesinar.
—Gael, no —sentencia Dustin con un tono de voz bastante serio, pero yo sólo pude escuchar un "si".
Y así transcurre el resto de la cena. Contando anécdotas algo vergonzosas de Dustin; Angie riendo por esas historias; él sonrojado; mis padres aportando algunas anécdotas mías para darle ventaja a la pulga... Fue agradable.
Realmente creo que esta chica hará muy feliz a mi pulga. De hecho, sé que ya lo hace.
—Esa niña me agrada —dice mamá mientras lava los platos y me los pasa para que los seque.
—Lo sé, a mí también —admito, sonriendo de lado mientras guardo los platos después de secarlos—. Estoy seguro de que la pulga hizo una buena elección con ella.
—Yo también —asegura sonriente, para después soltar un suspiro a la vez que se seca las manos con una servilleta de tela—. Bien mi amor, me iré a dormir. No te acuestes tarde.
—Hasta mañana, mami —saludo, dándole un beso en la coronilla.
Después de que se fuera de la cocina, me apoyo contra la mesada, pensando en todo lo sucedido hoy.
Yo también debería ir a dormir, pero prefiero quedarme un poco más despierto, planeando la broma que pienso hacerle mañana a Kate en detención.
Admito que el que me haya pegado a una silla es algo que jamás lo vi venir y que a causa de eso los chicos se van a burlar por años de mí. Tengo que confesar que puedo llegar aplaudirle esa broma, aunque es una bastante cliché.
Además, aún no saqué mi peor lado bromista contra ella. No quiero que esté en desventaja, porque se ve que jamás antes ha hecho una broma, así que quiero ir lento y despacio, pero ella logra sacar estas ganas de querer hacer la mejor broma del año.
Se lo ha ganado a pulso.
———+++———
No puedo creer que en casi toda la noche y toda la mañana, no se me hubiera ocurrido nada para alguna broma.
Lo único que hice fue ponerle un cartel que dice «perdedora» en la espalda, pero nada más.
Estoy sin ideas y me frustra demasiado eso.
Se me ocurrió uno, pero no sé si es suficiente. Aunque no me queda otro que hacer ese, porque es la única buen idea que se me ocurrió.
Yo
¿Lo conseguiste?
Envío el mensaje, esperando que me responda rápido y para mi suerte, lo hace.
Joe
Estás de suerte, porque conseguí dos.
Yo
¿Sabías que te amo?
Joe
Sí, sí, ven afuera que ya estoy aquí.
Yo
Ahora veo como salir. Espérame.
Después del último mensaje de Joe que dice "solo 5", levanto la mano llamando la atención del profesor Mathew.
—¿Qué pasó, Vitali? —cuestiona, volviendo a mirar la revista que trae entre sus manos.
—¿Puedo ir al baño? —inquiero y lo escucho suspirar.
—¿No te puedes aguantar?
—Si pudiera, no estaría pidiendo permiso para ir —comento obvio, logrando molestarlo—. Perdón, es que es urgente.
—Está bien, ve —accede, haciéndome sonreír.
Me levanto de mi asiento y en cuanto paso al lado de Kate le enseño mi dedo de en medio, para después salir rápido del salón a la vez que suelto una pequeña risa al ver su expresión de incredulidad.
Ella el lunes también me mostró su dedo. Ahora estamos iguales en ese sentido.
Llego hasta la entrada del instituto y veo a Joe apoyado en uno de los paredones. En cuanto me ve, se endereza y comienza a caminar en mi dirección.
—Ten —dice, tendiéndome una caja con varios agujeros por todos lados.
En cuanto la agarro, me sorprendo cuando los pequeños animalitos que hay dentro se mueven.
—¿Cómo los conseguiste? —cuestiono, mirando la caja con fascinación, aunque no me animo a destaparla.
—En el patio de mi abuela hay varios —responde, señalando la caja de cartón con su mentón—. No fue muy difícil.
—Te debo una —aseguro, uniendo mi mano contra la suya a la vez que chocamos hombros.
—No, me debes muchas —afirma, haciéndome reír—. Nos vemos.
Sin decir más, se gira para empezar a caminar hacia su casa, supongo, y yo me giro para volver al salón.
Mi plan es meter estos dos amiguitos en el bolso de Kate, pero en cuanto la veo dirigirse al baño, todo el plan se va por la borda.
Camino hasta el baño de mujeres y abro un poco la puerta, cerciorándome que ella está completamente sola ahí adentro.
Una vez que compruebo que es así, suelto los dos sapos dentro del baño para después cerrar la puerta y empezar a mirar a ambos lados, tratando de dar con algo que me ayude a mantener la puerta cerrada.
La bombilla de mi cabeza se enciende cuando diviso mi casillero a lo lejos, pero se apaga en cuanto me doy cuenta que no me alcanzará el tiempo para ir y volver sin que Kate salga.
Antes de que se me pueda ocurrir otra cosa con la que sujetar la puerta, escucho un grito provenir de adentro del baño, haciéndome sonreír con algo de malicia.
Siento como jalan la puerta, pero con la fuerza que estoy haciendo no logran abrirla, y después escucho como Kate comienza a golpearla.
—¡Gael, si eres tú, déjame salir, por favor! —exclama, aun golpeando la puerta con la palma de su mano.
No respondo, más sin embargo sí se me dificulta un poco el no reír.
Siento como aún intenta abrir la puerta, pero no se lo permito mientras la escucho chillar.
—¡Por favor, ábreme la puerta! —suplica y, por el tono de su voz, parece que está a nada de llorar.
¿Debería abrir la puerta?
De repente recuerdo todo lo que me ha hecho esta semana y decido que mejor no.
Sé que yo también le hice cosas, pero ella inició todo esto. Que se lo aguante ahora.
—¡Alguien, ayuda! —chilla ya desesperada y siento pena por ella.
—Pídeme perdón y te dejo salir —digo en un tono de voz bastante alto para que pueda escucharme.
—¿Gael? —pregunta, pero no me da tiempo a responder que continua—: ¡Sácame de aquí rigth know! —ordena y niego con la cabeza.
—No va así la oración, fresita —comento y en ese momento suena la campana, dando a entender que el castigo acabó—. Vamos, pide perdón por declararme la guerra sin razón alguna —pido, sintiéndome victorioso de repente—, ah, y también quiero que digas que soy el mejor en las bromas.
—¡Boy, please, déjame salir! —suplica, igual de desesperada que antes—. ¡Soy claustrofóbica!
Puedo escucharla gritar cada tanto con horror, así que supongo que se debe a los sapos.
—Vamos fresita, di las palabras al menos que quieras quedarte aquí —menciono, mirando por el pasillo como los estudiantes comienzan a irse a sus casas, mientras me miran raro, aunque hay algunos que me saludan y yo les devuelvo el gesto—. Porque no sé si escuchaste, pero la campana para ir a casa ya sonó.
Si realmente cree que le voy a creer eso de que es claustrofóbica, está muy equivocada.
A veces parezco tonto, pero no lo soy.
—¡Por favor, por favor, por favor, déjame salir! —implora intentando abrir la puerta, pero de nuevo, no lo consigue—. ¡En serio soy claustrofóbica!
—¡Ay ajá! —me burlo, imitando su tono de voz.
Sigue golpeando la puerta con desesperación e intentando abrirla, pero sus intentos son en vano.
—¡Gael! —chilla y por el tono de su voz, sé que está al borde del llanto.
—Vamos fresa, no es tan difícil. Repite después de mí —ordeno, realmente gozando esto—. Gael, eres el mejor... —Me callo, para esperar que repita lo que estoy diciendo—. Anda, repite. Gael, eres el mejor bromista... —Tardo como diez segundos en darme cuenta que ya no está golpeando la puerta, ni chillando, ni nada—. ¿Kate? —cuestiono, empezando a preocuparme—. ¿Kate, estás bien? —cuestiono, al recordar que una vez vi en una película que las personas claustrofóbicas pueden llegar a desmayarse.
Sin pensarlo dos veces, abro la puerta totalmente preocupado de que se haya desmayado o algo por el estilo. Pero en cuanto abro la puerta, soy recibido con un baldazo de agua que cae directo en todo mi cuerpo.
Chanfles.
Kate intenta pasar por mi lado corriendo, pero se lo impido abrazándola por la cintura y ella comienza a chillar a la vez que golpea mis brazos.
Entre tantos movimientos bruscos, ambos terminamos en el suelo. Yo mojándome más debido a que el suelo está mojado por el baldazo, y ella mojándose a causa de que cae sobre el agua también.
Ambos gritamos cuando un sapo salta a su pierna y el otro a mi pecho, haciendo que nos levantemos rápidamente del suelo para comenzar a sacudirnos como dos locos dentro de un baño para mujeres.
Salimos del lugar corriendo y cerramos la puerta tras de nosotros, evitando que esos bichos se escapen y nos miramos, notando que ambos tenemos las respiraciones agitadas debido al susto que acabamos de pasar.
—Creo que deberíamos ir a buscar nuestros bolsos —opino y ella asiente con la cabeza.
Se corre su cabello de la cara, el cual está algo mojado por partes, y empieza a caminar en dirección al salón y yo la sigo por detrás.
El profesor Matthew nos mira raro en cuanto llegamos al salón, pero decide no decir nada, cosa que se lo agradezco mentalmente.
Ella agarra su bolso y yo mi mochila, para después ambos saludar al profesor y salir del salón, para acto seguido salir el instituto.
—¿Vamos? —propongo, moviendo mi cabeza en dirección a nuestras casas.
Kate asiente con la cabeza y comienza a caminar, haciendo que la siga.
Casi todos los días de esta semana nos hemos estado volviendo juntos, cosa que es tan gracioso e irónico, porque nos hacemos atrocidades en el instituto, pero nos vamos juntos a nuestras casas.
No hablamos demasiado en el camino, y cuando lo hacemos terminamos discutiendo, pero admito que es divertido tener con quien regresar a mi casa.
✨️ KATE ✨️
Me es inevitable no cerrar los ojos, cuando siento una punzada de dolor que hace que mi vientre se contraiga.
De inmediato se detiene en seco, por unos segundos todo queda en completo silencio mientras sigue dentro de mí.
—Cerraste los ojos —comenta con enojo y fastidio, soltando su agarre de mis caderas.
Suelto un suspiro con algo de frustración, apoyando la frente sobre el colchón.
—Sorry —digo algo apenada, pero sé que es demasiado tarde.
Luca me empuja con su mano de tal forma que mis piernas se vencen y termino con mi pecho sobre el colchón, a la vez que él se acuesta a mi lado, totalmente frustrado.
—¿En quién mierda estabas pensando mientras tenías sexo conmigo, Kate? —inquiere, agarrándome el mentón para obligarme a que lo mire a los ojos.
—Dios Luca, no estaba pensando en nadie, sólo cerré los ojos —respondo, igual de frustrada que él por no haber acabado.
Aunque no entiendo por qué estoy molesta, si de todas formas con él jamás acabo.
—Cerraste los ojos, porque mientras yo te la metía, te hacía mía, pensabas en que otro te lo hacía —acusa, sin soltar mi mentón—. Así que dime, ¿en quién putas pensabas?
—¿Por qué eres tan grotesco? —cuestiono, alejándome de su agarre para sentarme en la cama a la vez que me acomodo la camiseta ya que no me la había quitado—. No estaba pensando en nadie, lo juro, sólo cerré los ojos por inercia —aseguro, poniéndome mi ropa interior y el pantalón corto, para después ponerme las zapatillas.
—Sí, claro, y yo nací ayer, ¿verdad? —bufa, girando sus ojos—. Dios, ¿cuándo va a ser el día que logres dejarmela más tiempo parada? —cuestiona, agarrándose el miembro para mostrármelo—. Siempre es lo mismo contigo, jamás logras terminar de satisfacerme por completo porque sé que piensas en otro.
—Bueno, estamos en sincronía entonces —le respondo, terminando de atar los cordones de mis zapatillas—. Porque tú tampoco me haces acabar o pasarla bien, si vamos por esas.
Me sobresalto cuando siento sus dedos agarrar mi rostro con fuerza, obligándome a verlo a los ojos.
—¿Qué dijiste? —inquiere y puedo sentir el enojo en su tono de voz, pero ahora estoy demasiado frustrada sexualmente como para que eso me intimide—. Repitelo, Kate.
—Suéltame, me estás lastimando —pido como puedo, ya que su agarre es tan fuerte que me impide hablar.
—¿Qué no logro hacerte acabar, dices? —pregunta, ignorándome por completo, para luego empujarme haciendo que vuelva a acostarme sobre la cama y se posiciona encima de mí—. Ahora sabrás lo que es acabar, entonces. Lo que es que me satisfagas como me lo merezco.
Intenta desabrocharme el pantalón a la fuerza, pero consigo apartarlo de mí de un sólo empujón y me levanto de la cama con rapidez, alejándome completamente de él.
—Nos vemos mañana, Luca.
Decido salir de la habitación, para después disponerme a bajar la escalera.
No entiendo a la gente que dice que el sexo es lo mejor de la vida. Yo siempre después de tenerlo termino más frustrada que relajada.
Con Luca no puedo hacer algún sonido, porque la primera vez que gemí se río de mí hasta el punto de hacerme sentir incómoda como para volver hacerlo, así que ahora paso la mayor parte del sexo pensando en que no debo de gemir, en vez de disfrutar de algo. Además de que me dijo que le había resultado irritante y para nada sexy mi forma de hacerlo.
Tampoco puedo cerrar los ojos, porque automáticamente me acusa de pensar en otra persona. ¡Ojalá lo hiciera! Quizás así disfrutaría un poco más del sexo con él.
Salgo de su casa dando un portazo a la vez que suelto un suspiro. Me tomo un momento para inhalar hondo el aire fresco que da contra mi cara, para ver si así logro relajarme un poco.
Está claro que Luca no va a salir detrás de mi a pedirme perdón y luego ofrecerse a llevarme a mi casa, así que no me queda más remedio que irme en taxi.
Logro conseguir uno después de caminar dos cuadras, y una vez que estoy dentro del automóvil, le dicto mi dirección al chófer.
Detesto que mi mamá me haya quitado mi vehículo como castigo. Siempre me he portado bien, ahora la primera vez que hago algo mal, me castiga de esta forma tan cruel.
Llevamos diez minutos de viaje, tal vez, cuando pasamos al lado de un parque para skaters o algo por el estilo.
El auto se frena debido a que el semáforo se pone en rojo, y me concentro en las personas que hay en ese lugar lleno de rampas, todos están haciendo piruetas logrando sorprenderme.
A lo lejos diviso una mata de cabellos ruludos de color cobrizo, haciendo que logre identificarlo de inmediato.
—¡Pare! —chillo, haciendo que el auto frene de golpe y varios automóviles que nos siguen toquen bocina—. Estacione ahí, por favor —pido, indicando un lugar vacío donde puede hacerlo.
El chófer me hace caso y en cuanto se estaciona, le indico que ya voy a volver, para acto seguido bajarme y empezar a correr en dirección a Gael, quien esta rodeado por personas.
Cuando llego, noto que sigue tendido en el suelo quejándose de dolor mientras agarra su muñeca.
—Boy, ¿estás bien? —cuestiono, arrodillándome a su lado, inspeccionándolo por completo.
Sé que la pregunta es estúpida, pero es lo primero que se me ocurrió decir.
Gael me mira y lo único que reflejan sus ojitos es dolor, pero a su vez puedo ver la confusión en su rostro.
—Dios, llamen a una ambulancia —pide con los dientes apretados, mientras vuelve a cerrar los ojos con fuerza.
—Ven, yo estoy en taxi, vamos —comento, ayudándolo a levantarse del suelo junto a otro chico que me tiende la patineta de Gael.
Lo guío hasta el taxi y le abro la puerta para que pueda subir, acto seguido subo yo y le indico al chófer que nos lleve al hospital mas cercano.
Lo único que se escucha todo el camino son las quejas de Gael. Realmente me siento mal por verlo tan adolorido y no saber cómo ayudarlo.
En cuanto llegamos, lo ayudo a bajar del auto después de pagarle al chófer por el viaje.
Ambos caminamos hacia el interior del hospital, hacia el ala de guardia exactamente, para luego él tenderme su celular y decirme su contraseña.
—Llama a mi mamá, por favor —pide, aun entre quejas.
—Claro. Ve a sentarte —ordeno, señalando las sillas de espera y asiente con la cabeza para hacerme caso.
Me acerco hasta la recepcionista y toco la campanita que hay en el mostrador, llamando su atención.
—Hola, si, mi... —¿Qué digo? ¿Enemigo? No creo que suene bien—. Mi amigo, por allá —informo, señalando donde esta Gael sentado—, estaba haciendo piruetas con el skate y se cayó de una forma muy fea, y parece que se fracturó la muñeca o algo parecido —anuncio, mirándola nerviosa, esperando que haga algo.
La señora mira hacia donde se encuentra Gael, para después volver a verme y soltar un suspiro a la vez que me entrega un anotador con una hoja y un bolígrafo.
—Que llene este formulario y luego será atendido —comenta, para luego volver a su trabajo.
—Oh... Gracias —respondo, agarrando las cosas que me tendió.
Me doy la vuelta y llego hasta Gael, que me mira esperanzado y lo único que puedo hacer es sonreír con algo de pena.
—Que debes llenar este formulario para que te atiendan —repito las palabras de la señora, enseñándole la hoja.
—Debe ser una maldita broma —se queja, leyendo lo que dice—. ¿Podrías llenarla por mí, por favor? —pide, levantando la vista del papel a mis ojos.
Asiento con la cabeza y me siento a su lado, para cruzar las piernas y apoyar el anotador en ellas.
—Por cierto, ¿quieres que llame a tu mamá ahora o después de llenar el formulario? —inquiero, girando a verlo.
—Después —responde, haciendo una pequeña mueca de dolor.
—Déjala quieta, no la muevas ni te la presiones tanto —aconsejo, refiriéndome a su mano, y él me hace caso, intentando no moverla demasiado—. Bien, ¿nombre completo?
—Gael Vitali Spinelli —contesta, tratando de aguantar el dolor.
—¿Edad?
—Dieciocho.
—¿Fecha de nacimiento?
—Seis de marzo del año 1999.
Me sorprendo al saber que es más grande que yo por dos años, ya que yo soy del 2001, pero decido no decir nada.
Continúo llenado el formulario con todo lo que él me dicta y me levanto de mi asiento para encaminarme de nuevo hacia la enfermera.
Toco nuevamente la campanita y ella levanta la vista hacia mí, mirándome con mala gana y yo le otorgo mi mejor sonrisa.
—Aquí tiene —comento, tendiéndole el formulario y ella lo acepta para luego cerciorarse de que todo esté bien.
—Bien, ahora sólo esperen a que el doctor lo llame —pide y asiento con la cabeza mientras veo como tira el formulario con los demás.
—Muchas gracias —contesto, otorgándole otra sonrisa amable, aunque de su parte solo obtengo una mueca.
Entiendo que trabajar en hospitales debe ser agotador e incluso fastidioso a veces, pero igual creo que deberían tratar más amable a los pacientes, aunque sea devolverles las sonrisas.
Antes de llegar con Gael, saco su celular del bolsillo trasero de mi pantalón y lo desbloqueo con el pin que me dijo.
01 02 03 04
Listo. Celular desbloqueado.
Entro en la lista de sus contactos, para empezar a buscar el número de su mamá. Una vez que lo encuentro, apreto en el ícono de llamada y llevo su celular a mi oreja.
—Su saldo es insufi...
Alejo el móvil de mi oreja, soltando un suspiro.
Really boy? ¿Justo ahora tenías que quedarte sin saldo?
Saco mi celular del bolso y copio el número de la madre de Gael, para después dar en marcar y llevar el móvil a mi oreja.
Al tercer tono escucho como atienden y una melodiosa voz de mujer aparece del otro lado del teléfono.
—¿Hola? ¿Quién habla? —cuestiona algo extrañada.
Inhalo hondo y miro hacia donde esta Gael.
—Hola señora Vitali, soy Kate, compañera de Gael del instituto —respondo y la puedo escuchar murmurar un bajo "oh"—. Verá, me encuentro ahora mismo en el hospital con él y quisiera...
—¿Qué? ¿Cómo que en el hospital? ¿Qué le pasó? ¿Él está bien? ¿Está en cirugía? —pregunta de manera rápida, sin esperar a obtener una respuesta de mi parte.
—Él está medianamente bien, parece que se fracturó la muñeca y...
—¿Estaba en su méndiga patineta, cierto? —cuestiona, ahora repentinamente molesta.
¿Y la preocupación de hace un momento dónde quedó?
—Eh... si —respondo, sin saber muy bien qué contestar.
—Le dije a ese niño que tenía prohibido volver a usarla después de la última vez, pero ahora me va a escuchar de tal modo que va a entender de una vez por todas que no quiero que...
—Perdone que la interrumpa —hablo, haciendo que se calle de golpe—, pero me estoy quedando sin pila en el móvil, so... Quiero informarle que nos encontramos en el hospital Risth —informo, sintiéndome algo incómoda.
—Muchas gracias por informarme, linda, llego en unos minutos —garantiza y yo asiento con la cabeza, aunque ella no pueda verme.
—Nos vemos —saludo, para después escuchar como su voz se corta.
Al alejar el móvil de mi oreja, veo como el celular se apaga. Genial.
El recordar que lo iba a poner a cargar en casa de Luca, me trae otro recuerdo de que no me dejó hacerlo porque al parecer le urgía tener sexo, y ese recuerdo hace que me frustre al recordar que ni acabó, ni acabé, ni acabamos.
Me siento al lado de Gael, soltando un suspiro lleno de frustración a la vez que peino hacia atrás mi cabello con mis dedos.
—¿Todo bien? —cuestiona Gael, mirándome curioso a la vez que hace una mueca—. ¿Mi mamá te dijo algo?
—Oh, no, no —me apresuro en decir, al darme cuenta de que eso pareció—. Me acordé de algo, pero tu super mom me dijo que ya estaba en camino.
—¿Le dijiste lo de la patineta? —inquiere, y hago una pequeña mueca al pensar que, tal vez, pude haberlo arruinado.
—¿No tenía que decirle?
—Chispas —murmura, cerrando los ojos—. ¿Qué tan molesta sonó?
—Del uno al diez... —digo, dejando la frase al aire, mientras pienso con profundidad mi respuesta—. Once, boy.
———+++———
La mamá de Gael llegó justo en el momento que él ingresó a una sala después de que un doctor lo llamara.
Hablé un poco con Mariel, la madre de él y como ella me pidió que la llamara por ayudar a su "bebé". Le comenté de lo sucedido y cómo es que de casualidad pasaba por ahí, así que pude ayudarlo.
No tuvimos mucho tiempo para hablar, pero la poca plática que tuvimos fue grandiosa y beneficiaria para mí.
Resulta ser que Gael en teoría es de la promoción de Renata, pero se quedó de curso en primer año y por eso es de mi promoción.
Y al parecer le va bastante mal en el instituto. Sabía que le iba mal, pero no tanto.
—Gael, ¿sabías que Kate está en el tercer lugar como mejor estudiante de todo Balwer? —cuestiona Mariel, girando a ver a su hijo sentado a mi lado en la parte trasera del taxi.
—Sí —responde el castaño, extrañado, sin comprender por qué surgió esa pregunta.
—En vez de quejarte todo el día de ella en casa, deberías aprender más —comenta Mariel, haciendo que el boy se sonroje y me mire apenado al ser descubierto sobre que habla de mí—. Además de que no entiendo por qué te quejas, si está más que claro que es una niña adorable.
—Oh Mariel, muchas gracias —respondo de manera amable—, pero no es necesario que me halague demasiado delante de su hijo, cuando es más que obvio que va a seguir detestándome —comento, soltando un suspiro a la vez que me encojo de hombros, haciéndome la inocente.
—No me has dejado llegar a la mejor parte, cariño —me regaña y sonrío apenada, para después volver a ver a su hijo quien nos mira confundido—. Como te decía, es una niña encantadora y deberías aprender más de ella. A pesar de que la trates mal, Katy aceptó ayudarte.
—¿Qué es esto? ¿Qué está pasando aquí? —inquiere el castaño, realmente confundido, pasando sus ojos de mí a su madre, que se encuentra sentada en el asiento del copiloto—. ¿Por qué llamas a mi mamá por su nombre? —me pregunta, para después mirar a Mariel—, ¿por qué le dices "Katy"? ¿Por qué te llevas bien con ella? ¿Qué están planeando?
—Ay boy, don't be exaggerated, please —pido, aunque la verdad es que estoy disfrutando todo esto.
—Si hijo, no seas exagerado —dice Mariel en concordancia conmigo—. Lo que te quería decir, es que Kate aceptó dictarte clases particulares para ayudarte en el instituto, y no está a negociación.
—¿Qué? —suelta, totalmente sorprendido.
El taxi frena delante de la casa de los Vitali y ofrezco pagar la mitad del viaje, pero la mamá de Gael no me lo permite.
Bajo del vehículo y lo rodeo, para abrirle la puerta a Gael así él puede bajar, ya que su muñeca enyesada se lo estaba impidiendo.
A la final sí se fracturó. Lástima.
—Lo que escuchaste, Gael —responde Mariel, luego de que el auto se haya ido y la veo buscar algo en su bolso—. Luego pónganse de acuerdo sobre qué días y a qué hora van a estudiar, pero ya está pactado.
Antes de que empiecen a discutir o algo parecido, carraspeo llamando la atención de ambos.
—Creo que ya debo irme —informo, señalando con mi pulgar el camino hacia mi casa—. Nos vemos, Mariel, fue un placer enorme conocerte —aseguro y ambas nos abrazamos a modo de saludo—. Adiós —digo, mirando de mala forma a Gael.
Me doy la vuelta para empezar a caminar hacia mi casa, pero la voz del castaño me detiene, haciendo que gire a verlo.
—Vamos, te acompaño —comenta, pasando a mi lado, pero al ver que no lo sigo se detiene para girar a verme—. ¿Qué? ¿Tengo que llevarte a caballito o algo parecido?
—¿Por qué me vas acompañar? —cuestiono, frunciendo levemente el ceño—. Digo, ya estás en tu casa y tienes que hacer reposo —le recuerdo, señalando su muñeca—. Además, mi casa no está tan lejos.
—Lo sé, pero eso no quita que ya está por anochecer —contesta, mirando el cielo para después volver a verme—. Así que andando, que aunque no me caigas del todo bien, no voy a dejar que te vayas sola y menos después de que hoy me ayudaras.
Decido no decir nada, porque me di cuenta que sería tonto al ver la determinación en él, así que apresuro mi paso para estar a su lado y así ambos comenzamos a caminar en dirección a mi casa.
La primera cuadra fue en silencio. Un muy incómodo e irritante silencio.
—¿Por qué aceptaste ayudarme con el instituto? —cuestiona, cortando con el silencio a la vez que me mira por unos segundos, para después volver a ver el camino—. Digo, ya sé que soy hermoso y probablemente a estas alturas estás locamente enamorada de mí, pero deberías disimularlo un poco más, ¿no crees?
—Ja, ja, ja —respondo, haciendo una mueca ante lo que acaba de decir—. Deberías hacer stand-up boy, se te da bien lo cómico —aseguro y puedo ver como sonríe de lado—. Que sepas que no acepté porque quise, sino porque tu super mom es realmente insistente cuando quiere y, sorry boy, but no sé mentir y menos a las madres, así que no me quedó más remedio que aceptar.
Gael suelta un suspiro y sacude la cabeza a la vez que mira el cielo.
—Dios, mi madre —murmura más para él, que para mí—. Mira fresa, si no quieres, está bien, nadie te está obligando.
—Si te soy sincera, no me molesta ayudarte —admito, encogiéndome de hombros, logrando sorprenderlo—. No por ti, y please, no digas alguna babosada como que estoy loquita por ti, porque no es eso.
—¿Entonces?
—Tenías que haber visto el rostro de tu mamá cuando acepté —comento, recordando el brillo en sus ojos—. La forma en que toda su cara se iluminó cuando le expliqué que si no vas a la escuela de verano este año y levantas tus notas en lo que queda de clases, más el próximo año también tienes buenas notas, puedes llegar a conseguir una universidad decente que te dé una beca —informo, girando a verlo y puedo notar la duda en sus ojos—, e incluso puede ser una beca completa.
—¿En serio crees que pueda ir a la universidad? —cuestiona con algo de inseguridad en él, cosa que nunca antes había visto.
Frunzo el ceño y asiento con la cabeza de manera lenta.
—Of course, boy —respondo, otorgándole una sonrisa—. El ratoncillo que hace funcionar a tu cerebro seguro te agradece que empieces a ejercitarlo más.
Llegamos a mi casa y antes de que él pueda responder, la puerta es abierta y ahí, parada frente a nosotros, está mi mamá que me mira entre preocupada y enfadada.
—¿Dónde diablos has estado, Katherine Penelope Baker? —cuestiona con un tono de voz molesto, mientras pone sus manos en su cadera—. ¿Por qué llegas a esta hora?
De reojo puedo ver a Gael alzar una ceja al escuchar mi nombre completo.
Dios, sólo espero que no me moleste con él porque realmente detesto mi segundo nombre.
—Fue mi culpa, señora, no la regañe a ella —habla él por mí, logrando sorprenderme. Estira su mano sana en dirección a mi mamá, quien lo mira dudosa, para después ambos estrecharse las manos—. Gael Vitali, mucho gusto.
—Helen —responde mi mamá, soltando la mano del castaño aun extrañada—. ¿Cómo que el que ella llegara tarde es tu culpa? —cuestiona, volviendo a la realidad para después girar a verme—. Kate, te di permiso para que después de detención fueras a ensayar con las porristas.
—Y eso hice —aseguro, algo a la defensiva, sintiéndome mal por haberle mentido a mi mamá.
Ya que, en realidad, fui a casa de Luca.
—Verá, señora Baker, estoy seguro de que Kate fue a lo de las porristas —interviene Gael, ganándose la atención de mi mamá—, pero ella me vio cuando tuve un accidente y se detuvo ayudarme —explica, moviendo el brazo con su muñeca enyesada y atada a su hombro con una venda—. Ella pudo haber llamado solo a una ambulancia y luego haberse ido, pero me llevó al hospital y llamó a mi mamá, también se quedó conmigo hasta que mi mamá llegara, y claro, al ya estar oscureciendo y el hospital no quedar tan cerca de esta zona, mi mamá no la dejó venirse sola así que nos vinimos los tres en un taxi y como vivo a cuatro cuadras de aquí, la acompañé para que no viniera sola, además también para explicarle lo sucedido y que sepa que la tardanza de Kate no es su culpa.
Tanto mi mamá como yo lo miramos sorprendidas.
Ella probablemente por lo caballeroso y educado que sonó. Yo por el simple hecho de haberme defendido sin necesidad de hacerlo.
—Oh —murmura mi mamá, sin saber qué decir—. En ese caso, te agradezco que te hayas tomado la molestia de acompañarla hasta aquí para asegurarte de que llegue a salvo —comenta, haciendo que Gael sonría con amabilidad.
—No es nada, señora Baker —asegura de manera galante y mi mamá sonríe con fascinación.
—Por favor, llámame Helen —pide, haciendo que la mire con una ceja alzada—, y espero que te recuperes pronto de tu muñeca para invitarte a cenar un día de estos.
—Mamá —digo, totalmente sorprendida de sus palabras.
Mi mamá no es de las que invita a cenar a las personas, puesto que no le gusta cocinar así que el solo hecho de pensar en cocinar para muchas personas la frustra, pero que lo haya invitado quiere decir mucho.
—Nos vemos, Gael —saluda mi mamá, ignorándome por completo, para después darle un beso en la mejilla.
—Nos vemos, Helen —saluda Gael, mirando como mi progenitora ingresa a la casa, dejando la puerta abierta para que yo ingrese.
—¿Qué haces? —cuestiono, haciendo que gire a verme divertido.
—Sí, bueno, no eres la única que puede llevarse bien con las mamás —asegura, y yo entre cierro mis ojos al comprender sus palabras—. Nos vemos, Penelope.
Sin decir más, se da la vuelta y comienza a caminar en dirección a su casa.
Es ahora que maldigo el haber aceptado ser su tutora.
———🍓🛹———
¡Hola, hola, hola!
¡FELIZ NAVIDAD, DULCES PIMPOLLOS! ❤️
Es aquí donde todos nos preguntamos:
Cele volverá actualizar con frecuencia?
Deberé esperar meses por otra actualización?
Qué pasará con estos dos ahora que deben tratarse con más frecuencia?
Kate se dará cuenta que vale mucho y terminará con el bueno para nada de Luca?
Lo sabremos, en el próximo capítulo 😉💖
Mientras, te puedo dar tips de lo que puedes hacer en lo que esperas una actualización:
•Leer mi historia llamada Mala Suerte
•Seguirme en mis redes sociales (celevalearanda en ig y twt)
•Leer algún otro libro mío
PD: si ven algún error, perdón, no he podido editarlo correctamente :(
Los amo 💖🫐
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