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Cap. 13

El día después de la dichosa fiesta de cumpleaños, los mensajes de Seokjin volvieron a llegar como antes, mas Namjoon no se sentía capaz de responder, así que el mayor fue ignorado todo ese día y el siguiente.

Por su parte, Seokjin, acelerado e impetuoso como era, había comenzó a desesperarse desde el primer día, pero intentaba no ser demasiado intenso temiendo que de algún modo su actitud llegase a ser molesta, pero luego de 24 horas viendo sus mensajes ser leídos pero no respondidos, no aguantó más.

¿A quién engañaba?

La paciencia nunca había sido una de sus virtudes.

Se puso la chaqueta de mezclilla arriba de su sudadera con capucha y tomó las llaves de la cuatrimoto para ir a buscarlo, pero cuando su madre abrió la puerta de la habitación, el llanto de Yoomi lo hizo detenerse.

— Seokjin, tu papá no responde y la fiebre de Yoomi no baja.

El chico observó el semblante acongojado de su madre, con una toalla húmeda en las manos, esa con la que llevaban intentando bajarle la temperatura a la niña luego de ver que los antipiréticos que les había prescrito Yoongi no funcionaban. El llanto de Yoomi se volvía cada vez más desesperado y ambos corrieron dentro de la habitación cuando escucharon las arcadas.

— Yoomi, Yoomi, hey, bebé... ¡Yoomi! — Gritó Seokjin, sosteniendo a la niña que se desvaneció en sus brazos.



(...)



Ese sábado su hermana lo había recibido con un fortísimo abrazo en la estación de autobuses de Seúl y le había presumido su carnet de conducir recién emitido. Aunque Namjoon moría de miedo montado en el coche familiar mientras ella conducía, llegaron perfectamente a salvo a casa.

Tenía cuatro días libres debido a las fiestas navideñas y aunque ese diciembre no tenía el mejor espíritu, sin duda, volver a ver a su familia luego de meses, le ayudó a mejorar su estado de ánimo.

Seokjin había dejado de enviarle mensajes desde hacía unos días y aunque al principio era él quien lo ignoraba, cuando dejó de recibirlos, un sentimiento de molestia se asentó en su pecho.

Tal vez era egoísta, y sabía que estaba mal, pero cuando el mayor le enviaba aquellos mensajes le hacía sentir que por lo menos pensaba en él. Ahora en cambio, su cabeza no dejaba de gritarle que era obvio que todo ese tiempo Seokjin solo había estado jugando y además de sentirse como un estúpido, le hacía doler el corazón.

Desde siempre, la navidad había sido su celebración favorita. A excepción del año anterior, cuando cursaba el año de internado de la licenciatura, siempre pasó ese día con su familia.

Recordaba bien como había sido el año pasado. Para su mala suerte, esa víspera de navidad había estado de guardia en el hospital y aunque se sentía algo deprimido desde que se enteró que esa noche no podría pasarlo en casa, Jimin lo había sorprendido a media noche llevándole una vianda con una deliciosa cena navideña, sidra de manzana y ponche de frutas.

Su novio- Ejem... Su ex-novio, le había entregado un bonito regalo envuelto en un brillante papel azul. El adorable chico le había pedido emocionado que lo abriera y cuando lo hizo, se encontró con el estetoscopio negro con detalles dorados que tanto quería —ese con el que los ruidos cardiacos se escuchaban de maravilla—, además de una bonita bufanda y un par de guantes, y aunque solo lo había podido ver unos quince minutos porque se encontraba en el servicio de urgencias y acababan de llegar varios heridos luego de un accidente de tráfico, había estado feliz por el detalle.

Al día siguiente estaba muerto luego de no haber dormido nada, pero aun así, su familia y Jimin se habían encargado de continuar el festejo esa tarde para que él pudiera disfrutar.

Sí.

Jimin había sido una parte muy importante de su vida durante casi seis años y aunque aún le dolía su traición, el ambiente de las fechas, aunado a lo que acababa de pasar con Seokjin, lo tenían triste y melancólico, y recordar los buenos momentos con el chico de cabellos rubios le era inevitable.



(...)



La noche del martes llegó a casa de los Lee y cayó rendido en su cama luego del viaje de cuatro horas en autobús.

Seokjin le había enviado uno que otro mensaje, pero su corazón resentido había sido orgulloso y no había contestado ni siquiera aquel en el que le deseaba una feliz navidad.

La mañana siguiente las puertas del centro de salud volvieron a abrirse luego de las fiestas y tras cuatro días de haber estado cerrado, la cantidad de pacientes en la sala de espera era gigantesca.

Al final del turno, todos estaban exhaustos, pero aun así no podían irse.

Por todo el trabajo que se acumuló, Jungkook y Hoseok no habían conseguido terminar con el inventario de la farmacia para poder resurtir los faltantes del stock, así que cerraron las puertas y permanecieron los cuatro ahí dentro.

Ya era bastante tarde, y solo cuando Jungkook y Hoseok les dijeron que estaba bien si los dejaban solos porque nada más restaba escanear el documento y enviarlo a la central para que les hicieran el envío, Namjoon detuvo a Yoongi por el brazo y le pidió un momento a solas.

El pelinegro lo miró extrañado y asintió, invitándolo a su consultorio.

Luego de tomar asiento uno frente al otro, Namjoon no quiso darle más vueltas al asunto.

— Yoongi, necesito que me explique qué está pasando y, por favor, sé sincero conmigo. — El moreno lo miró directo a los ojos con cada uno de sus músculos tensos por lo difícil que le resultaba la situación.

El pelinegro parpadeó un par de veces sin comprender.

— Claro, pero... ¿de qué estamos hablando?

Namjoon respiró para calmar la exaltación de sus emociones. Tomó fuerzas antes de decir.

— ¿Por qué no me dijiste que Seokjin tiene una hija?

Entonces él chico abrió grande los ojos y comprendió.

Se acomodó mejor en la silla e, incómodo, se llevó una mano al cabello.

Maldita sea, Seokjin.

Él verdaderamente pensó que Namjoon ya lo sabía, y si no mencionó nada, fue porque creyó que el tema no había sido relevante para el moreno. Además, sabía lo delicado que era ese tema para su amigo y que no le correspondía a él hablar de ello.

Las cosas no estaban nada bien justo en esos momentos y no quería echar más leña al fuego.

— Nam...

— ¿Por qué no me lo dijeron, Yoongi? — Preguntó levantando la voz luego de tantos días reprimiéndolo. — ¿Por qué no me lo dijiste tú? — Yoongi lo veía con pesar y él negó decepcionado. — En serio... En serio creí que eras mi amigo.

— Nam, no, no es como piensas, claro que somos amigos, maldición, es solo que... Ugh, el estúpido de Seokjin... — Murmuró más para sí mismo que para el otro. — Pensé que ya lo sabías, creí que Seokjin te lo había dicho...

— Pues no, no me dijo ni una mierda. — Vociferó con marcada molestia y buscó controlarse antes de continuar. — ¿Está casado?

— ¿Qué? ¡No! Conoces a Seokjin.

Esa respuesta solo consiguió herir más al moreno, porque interpretó aquello como una confirmación de la falta de compromiso del mayor.

Yoongi se sentía contra la espada y la pared, y por su parte, Namjoon estaba dejando salir esos sentimientos que estuvieron madurando negativamente desde el día que habló con Kim Jiwan fuera de su casa.

— ¡Pues no!, no lo conozco, aunque creía hacerlo y ahora me doy cuenta de lo idiota que fui.

— Nam... — Mierda. Estaba seguro de que ese era un tema del que no debería estar hablando. Sabía lo cerrado que Seokjin era respecto a Yoomi y de todos los problemas que sucedían alrededor de ello, sobre todo justo ahora. Eran contadísimas las personas con las que Seokjin se abría cuando se trataba de eso y Yoongi no se sentía capaz de traicionarlo así, aunque se tratarse de Namjoon. — Creo que deberías hablar con Seokjin. — Musitó cabizbajo, sintiéndose más que culpable por no poder explicarle nada al moreno. — Seokjin... puede ser un idiota, pero es mi mejor amigo y... sé que esto no me corresponde hablarlo a mí. Perdóname. Yo de verdad creía que ya lo sabías.

Namjoon se sintió traicionado por segunda vez. Los ojos le picaron, no de tristeza sino de coraje y frustración. Sabía que no había sido culpa de Yoongi, pero se sentía dolido con él.

Apretó la quijada y se puso de pie.

— Entiendo. Nos vemos luego.

— Nam, no, espera- ¡Nam! — El moreno intentó controlarse y giró sobre sus talones con la mano en la perilla de la puerta para darle una última oportunidad al pelinegro. Yoongi tragó saliva. ¿Cómo ayudarlos a ambos con este embrollo sin traicionar la confianza del mayor? Porque sí, justo ahora se sentía más en deuda que nunca con Jin, luego de no haber diagnosticado correctamente a la pequeña. — Seokjin... él te necesita justo ahora.

— ¿Necesitarme? — Yoongi asintió. — Claro. — Rodó los ojos listo para marcharse.

— Yoomi comenzó a sentirse mal hace unos días. — Confesó, consiguiendo que el moreno se detuviera, aunque le daba la espalda. ¿Por qué había dicho aquello? Min Yoongi no lo sabía. Quizás porque él tampoco podía más con la culpa y el peso de la situación. Quizás porque confiaba en el moreno y pensó que con aquello podía mejorar las cosas entre él y Seokjin. No estaba seguro. — Hace unos días cumplió dos años y su familia organizó una fiesta de cumpleaños. Yoomi se quejaba de dolor abdominal y la mamá de Seokjin me pidió que la revisara, pero el dolor era muy difuso y ella no podía explicarme como se sentía. Pensé que era solo una indigestión porque antes de que comenzara la fiesta la atraparon comiendo una bolsa entera de chocolates, así que mandé a Seokjin a la farmacia por un analgésico estomacal.  

Namjoon soltó la perilla y se giró para escucharlo de frente. El pelinegro continuó.

— El dolor disminuyó, pero al día siguiente comenzó con vómito, diarrea y, a pesar del medicamento, la fiebre regresó... — Namjoon lo miraba fijo y parecía analizar lo que le decía. — No sé por qué no lo pensé desde un principio...

— Apendicitis. — Pronunció Namjoon y Yoongi asintió cabizbajo.

— El analgésico que le receté enmascaró el cuadro y no me di cuenta hasta que Seokjin me llamó alterado diciéndome que iban a Daegu con Yoomi inconsciente. — Namjoon podía ver como Yoongi retorcía entre sus manos la pluma que antes estaba sobre su escritorio y él también se angustió. — La operaron de emergencia. El diagnóstico del cirujano fue peritonitis secundaria a apendicitis grado 4. Seokjin y su familia están en Daegu desde entonces, estuve con ellos estos días que tuvimos libres.

Namjoon asintió comprendiendo. Su mandíbula estaba tensa y sus manos echas puños, pero su cabeza no podía pensar con claridad.

La angustia de Yoongi era palpable y contagiosa, pero no podía evitar imaginarse a Seokjin con su pareja —aunque no la conocía, sabía que Yoomi tenía una madre, la señora Kim la había mencionado aquella vez—, estando en ese hospital.

¿De qué servía que él se preocupara o intentara ayudar si nadie ahí lo necesitaba? Solo aumentaría los problemas de la familia si intentaba contactar con el mayor y él saldría más lastimado de lo que ya estaba.

— ¿Toda la familia está allá? — Yoongi asintió. — También la mamá de Yoomi.

— Sí, Hyeji también.

Namjoon no mostró ninguna expresión, aunque por dentro acabaran de romper su último resquicio de esperanza.





29/07/23

🍵

Chismecito + Tacita de té:

🍵

Hoy no hay chisme jeje. Este capítulo es ficción.


Les mando un abrazo grande.

Espero que estén teniendo un buen día.

Gracias a quienes leen y disfrutan de la historia.

-Tannieinlove

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