▪ Capítulo 32 ▪ Interrogatorio
Ben.
Han pasado varios minutos, llamaron a nuestros padres. Los míos en especial se han preocupado demasiado.
En pocos minutos empezará el interrogatorio, supongo nos interrogarán como la vez que murió Joaquín. Sobre los crímenes, que nos parece, si notamos actitudes raras entre nosotros, alguna bronca que le tenga alguien a la persona que murió, etc.
Imagino que también nos preguntarán que hacíamos en esa casa abandonada cuando comenzó el incendio.
Muy casual todo.
—¡Ben! ¿Se puede saber qué pensabas?¿Por qué no nos avisaste? —me regaña mi madre. Mi padre se mantiene indiferente.
—Tranquila, mamá... No ha sido nada grave... Sólo pasaba el rato con los chicos y mi novia —argumento, sereno.
Lía me mira mal. Sí, acabo de decir que ella es mi novia.
—¿Oh? —es lo único que dice, dirige su mirada a Lía al igual que yo—. Podrías haberme dicho, Ben.
Wow, eso sí que me sorprende. No creí que se tomara tan bien mi respuesta.
—Mamá...
—Nos preocupamos por ti, eres nuestro hijo —asegura papá. Asiento y suspiro—. Cuando te interroguen, tranquilo. Vos no hiciste nada.
—Ya lo sé, nadie de nosotros hizo nada —aseguro, los demás se callan.
—Bueno, después deberías presentar a Lía formalmente a la familia —susurra mamá con una sonrisa comprensiva.
Por alguna extraña razón, a mamá le cae bien Lía. ¿Será por su familia? Pocas veces se vieron y apenas trataron.
Los Martínez son buenos aliados para el negocio de papá.
—Chicos, acompañenme —solicita una oficial y todos nos dirigimos hacia ella a seguirla.
Nos guía por unas escaleras hasta el segundo piso de la comisaría a la que nos trasladaron. La madera de los escalones resuena un poco cuando subimos.
Antes de entrar a la sala, Lía agarra mi mano y me detiene. Sus ojos marrones se encuentran con los míos, es tan linda.
—¿Se puede saber en qué pensabas al decir que soy tu novia? —bufa ella.
—Perdón, se me escapó —me disculpo honesto—. No fue mi intención que te ofendas ni nada de eso, tampoco molestarte. ¿Ok? Entiendo perfectamente porque sos así, lo respeto y si no querés nada conmigo, nada será, entonces.
Ella se queda paralizada viéndome, sé que mis palabras le golpearon fuerte. Yo entiendo que desconfíe y demás, la esperaré.
Yo la quiero en serio, la amo. Siempre lo hice, sólo que antes lo ocultaba.
Por mucho tiempo me dejé llevar por las apariencias y eso, hoy en día no es lo mío. Soy como soy y Lía es como es, no nos debe importar lo que digan otros.
Y tengo una cosa muy clara:
Jamás le haría daño.
—Está bien, Benjamín, mejor entremos —sugiere con la respiración entrecortada. Sonrío ante la mención de mi nombre completo y deposito un beso en su frente.
Ella me sonríe dulce. Amo su sonrisa. Es tan hermosa, puedes ver qué detrás de esa chica fría se esconde alguien que necesita un abrazo y siente algo.
Supongo que por eso ella no sonríe muy a menudo. No quiere que se vea lo que oculta.
No quiere que vean lo tan rota que está en pedazos. No me importaría armarlos, aún si me hieren las manos.
Tengo una cosa bastante clara:
Sé que ella también me quiere y necesita tiempo.
Al entrar a la sala, la oficial se presenta como Alicia y nos indica que nos sentemos en los sofás y sillas que se encuentran aquí. Busca una libreta entre las estanterías y saca una lapicera para escribir lo que vayamos a responder.
Por mi parte, decido sentarme en el sofá de cuerina negra. Lía se sienta a mi lado.
Este tipo de interrogatorios se deben hacer con cada uno, pero bueno, cada policía elige su manera de hacer las cosas. ¿No?
—Chicos, ¿Son conscientes de que hay un asesino suelto? —inquiere obvia la oficial.
—Claro, somos concientes —responde por todos, Ariana.
—¿Qué hacían ahí?¿Alguien les ordenó que fueran ahí? —prosigue la mujer.
—No, sólo estábamos haciendo una visita a lugares abandonados. ¿Vio que se puso esto de la exploración urbana de moda? Bueno, eso queríamos hacer —explica Jonan con total naturalidad a la hora de mentir.
—Entiendo, ¿Qué pueden decirme de Marie González? Y no me respondan los que ya lo hicieron.
—Era una buena chica a pesar de su reputación en la escuela, no merecía morir así —murmura Ámbar. La aflicción está más que presente en sus palabras.
—¿Saben de alguien que haya tenido alguna discusión con ella o alguno de sus compañeros fallecidos?¿Ellos se llevaban mal con alguien, incluso fuera de las escuela?
—No tenemos idea de nada —me atrevo a responder, serio—. Lo que hemos visto no era nada de eso, todos los querían. No eran malos chicos, se lo puedo asegurar, oficial. Aunque tengan sus diferencias con el resto, no lo eran.
—¿Cómo inició el fuego? —se apresura a cambiar de tema. La agitación se ve, es extraño.
—No tenemos ni idea, estábamos por ahí viendo la casa y de repente sentimos olor a quemado. El humo empezó a inundar la habitación y salimos todos corriendo —contesta Beatriz. Su voz es aguda y baja.
La oficial Alicia se queda pensando unos instantes mientras anota en su libreta, luego nos deja ir. No hay pruebas contra nosotros, porque no hemos hecho nada malo.
Los demás bajan las escaleras, pero yo me quedo a esperar a Lía y Dimitri.
—Creo que sabemos quién es Weit —susurra Dimitri. Enarco una ceja—. Hay que vernos después.
—Lo voy a matar a ese estúpido... —murmura Lía, la rabia se siente en su voz.
Suspiro y bajo con ellos las escaleras, al llegar abajo, me despido de Lía con un beso en su mejilla. Pensé en besarla en los labios, pero no quiero ser maleducado.
Ella se queda anonadada, acomodo un mechón castaño detrás de su oreja y luego me encamino hacia mis padres.
Supongo que ella irá con los suyos también.
Weit.
Relamo mis labios, sonriéndole al espejo.
Amé que Ariana me contara como reaccionaron los chicos ante el incendio, excepto por la parte en la que Lía tardó más de lo planeado en salir.
Agh, ella no debe morir. Es la única a la que protegeré. Bueno, también a Beatriz, pero porque no rompo mis promesas.
Soy una persona de palabra.
—¿Y de qué va a tratar el séptimo juego? —pregunta curiosa, sentada en el otro extremo de la mesa.
—Es sorpresa —me mira suplicante—. No te voy a decir esta vez, porque será más emocionante que el otro. Y deberás actuar como actuarías.
Ella frunce el ceño, la confusión se puede observar en sus ojos cafés. Sonrío con suficiencia.
¿Creía que sería tan fácil?
Me levanto de la mesa y voy a buscar un abrigo. Los días pasan y estar llegando a el mes de junio significa que va a bajar la temperatura. Se acerca el invierno.
Doy un vistazo general a la sala donde nos encontramos, las paredes son de un violeta pastel, hay bastantes muebles de madera y un sofá gigante en color blanco.
—¿Qué hacés? —se confunde ella. Dirijo mi atención a su cara, frunce el ceño.
—Sería lindo ir a visitar a nuestra querida Marie al cementerio, avisá a tus padres que venís conmigo, yo aviso a los míos —ordeno con rudeza. Suspiro y saco mi celular.
Sonrío al ver el grupo entre mis principales chats, no me van a descubrir... Nunca. Soy demasiado inocente.
Puede que Lía tenga sus sospechas, pero no lo sé. Ellos no son tan inteligentes como parecen.
Escribo un texto rápido y lo guardo otra vez. Quedarán dos de todos esos hipócritas y malditos, pagarán todo lo que hicieron con Lía y algunos más.
Pagarán, porque la justicia en este país, es débil.
...
Una vez estamos en el cementerio, suspiro y me acerco a la lápida gris de Marie.
La cual reza:
"Marie Estefanía González
19-04-2005/20-05-2020
Q.E.P.D"
Hay unas flores recientes, aprovecho para dejar las mías también. Cortesía de mi parte, soy una persona educada.
Además, son sus flores favoritas: Magnolias rosas.
—Ay, Marie —susurro en un lamento fingido—. Podrías haber hecho algo mejor, ¿Sabés? Podíamos haber evitado este final, pero vos no quisiste. Ahora saben los secretos de tu familia, sabrán cosas de tu pasado quizá. ¿Por qué traicionarme por alguien que ni te recuerda?
Ariana bufa, sé que no le encuentra sentido el que hayamos venido al cementerio.
—¿Es en serio? —comenta ella, viéndome de reojo—. ¿Me haces perder tiempo para esto? —se molesta.
Le dedico una mirada corta y luego veo otra vez a la lápida de Marie. Suspiro.
Miro a mi alrededor, está cerca de las tumbas de algunos de los demás que murieron, el ambiente se siente fresco y hay varios árboles con mucho pasto. Sonrío para mis adentros.
Vuelvo a ponerme en una buena postura y saco mi celular.
Abro el chat del grupo.
Yo: Comienza el séptimo juego. ¿Listos para empezar?
Los mensajes no tardan en llegar. Sonrío de manera tétrica.
Qué comience el séptimo juego.
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