Lía.

Suspiro abatida y releo los mensajes de mi celular.

Miles de ideas cruzan por mi cabeza, ideas para detener a Weit. Alguna que otra para dejarlo seguir con algunas indicaciones, dudo que las siga.

¿Por qué?

—Creo que ya sería mejor llamar a la policía —opina Beatriz.

—No —habla Karin—. ¿te querés morir?Yo no.

Vuelvo a suspirar, lo más probable es que ahora se arme un debate sobre si llamar a la policía o no.

Vuelvo a dirigir mi vista hacia mi celular, tratando de encontrarle sentido a esto.

¿Por qué? Sí, otra vez esa pregunta.

El vídeo que nos envió es de una Selena, llorosa y atada a alguna viga de un techo. Su rostro tiene algunas manchas de sangre seca.

Su cabello pelirrojo está despeinado y enredado. Es notable a simple vista.

El momento más "escalofriante" es cuando mira a la cámara. En sus ojos marrón claro se observa dolor, ira...

Es como si algo hubiera cambiado a la chica que se burló de mí. Parecía como si pidiera piedad, suplica para vivir.

Es muy raro todo.

—En serio, chicos, llamemos a la policía —insiste Beatriz.

—Basta, Bea, no llamaremos a la policía —aseguro mientras dejo mi celular a un lado.

Dirijo mi vista a Beatriz, está sentada junto a Jonan. Desde siempre supe que ella está algo flechada por él, pero no creí que lo haría tan evidente.

No se puede confiar en gente como él.

—Tal vez pueda hacer algo —musita Marie mientras sonríe con suficiencia.

—¿Cómo qué? —espeto brusca.

—Quizá puedo hablar con Weit —me observa de reojo.

—Como quieras —digo y vuelvo a agarrar mi celular.

Tengo un mensaje nuevo.

Weit: La realidad es cruda y cruel, nadie se preocupará por ti, Lía. Debes actuar por ti misma.

Yo: Eso ya lo sé, gracias por el consejo igual.

Ruedo los ojos, las ironías de la vida. Recuerdo que al principio me negaba a esto y miren, estoy hablando con un o una psicópata que nos está matando.

Todo casual.

No sé a qué vinieron esas palabras, pero en fin. Es algo que ya había aprendido con el tiempo: la realidad es muy cruel. Y en quiénes más confías te pueden traicionar.

Exhalo y me siento en uno de los sillones individuales.

—Esto es muy extraño, ¿No? —suelta Lara mientras se sirve un vaso de sprite.

—¿A qué te referís? —pregunta Dimitri con notable confusión.

—Quien lo diría, terminamos hablando todos juntos como si fuéramos amigos de toda la vida. Esto nos está uniendo —explica antes de beber el líquido de su vaso.

—¿Y eso te asusta? —inquiero en un tono semi burlón.

—Para nada —responde segura, pero yo sé que miente.

Claro que le asusta, le asusta juntarse con "raros". Pero bueno, después de que termine todo, ya no volveremos a hablar.

Le dedico una leve sonrisa y observo mis uñas.

Weit está preparando algo porque siempre que se mantiene en silencio es por eso. Supongo.

—Dice que le preguntemos a Ariana —sonríe Marie.

—Bueno, hagámoslo —suspiro antes de preguntar—. ¿Conocés a Weit?

—Esa no era la preg... —intenta decir, pero la interrumpo haciéndole una seña con mi mano.

—¿Yo, conocer a Weit? Jamás responderé eso —afirma con soberbia. Acomoda su pelo

Odio como las personas usan la soberbia para todo.

—Lástima, pensaba proponerte algo —declaro y me recojo el cabello en una coleta alta.

Algunos mechones caen por mi rostro, pero como parecen un semi flequillo y supongo que me veo bien, los dejo.

Fijo mi mirada en Ariana, su rostro está desconcertado. Seguro se arrepiente de responder eso, muy tarde, querida.

Es una de mis tácticas para que la gente confiese.

—Se suponía que este día sería especial —masculla con la mirada perdida, Ámbar.

—Tranquila, querida, podemos hacer que otro día sea especial —sugiere Carolina con algo de sarcasmo.

No pronuncio palabra alguna y me dedico a arremangar las mangas de mi camisa a cuadros verde.

Es un intento de distraerme de este ambiente tan denso que se forma, pero no da resultado.

Weit nos ha enviado otro mensaje.