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▪ Capítulo 22 ▪ Desconfianza.

Lía.

La reunión nos llevó a la nada otra vez.  Repasamos los acontecimientos y nada.

Tengo un mal presentimiento, por alguna insólita razón, me preocupa.

—¿Seguro que no les molesta a tus padres? —vuelve a repetir Ámbar.

—No... A ellos... No les molesta, están muy ocupados por trabajo... —responde  con un atisbo de tristeza. En su voz se puede notar.

Él está triste por ese tema.

—Ya van a estar menos ocupados —intenta animarlo Beatriz.

—Supongo —sonríe débilmente Dimitri antes de volver la atención a nosotros—. ¿Marie no dijo nada más?

Niegan con la cabeza. Yo me mantengo inexpresiva, aunque la respuesta ya es obvia: no sé nada de ella.

Y no me interesa.

En parte quiero que termine todo esto, quiero ver si puedo llegar a hablar con Ben... Pero en parte no quiero que termine. Necesito ver qué los demás paguen por el daño que hicieron.

Sonará cruel, pero es la verdad. No me importa de qué forma vayan a pagar, sólo necesito que sea un ojo por ojo, diente por diente.

Inhalo y exhalo repetidas veces para tratar de sosegarme.

—¿Qué te pasa? —se me acerca Jarel.

—Nada. Necesito aire fresco —musito cortante y me encamino hacia la puerta.

La abro y del otro lado me encuentro con una Marie llorosa, deprimida...

La muevo suavemente y sigo con mi objetivo. Puede engañar a los demás, pero a mí no. O tal vez sí y no me enteré.

Una vez fuera, suspiro con pesadez. Me recojo el cabello para despejarme la cara y así, el viento me llega mejor.

—¿Por qué hago esto? —mascullo con confusión.

A veces creo no entender el propósito para apoyar esto. No soporto que personas mueran, pero ellos parecen darme igual. ¿Por qué?

—Entiendo tus razones, Lía —escucho que murmura alguien detrás mío. No reconozco la voz y al voltear, no encuentro a nadie.

¿Qué?Supongo que fue alguno de los chicos y se arrepintió de soltar eso.

Regreso otra vez dentro, escuchando mascullos, susurros, voces de parte de mis compañeros de curso. Algunos parecen preocupados, otros parecen serenos...

—... Y no encontré nada —finaliza Marie antes de secarse la cara con un pañuelo. Su maquillaje está más que corrido.

La examino con mi mirada de arriba a abajo, buscando algo sospechoso. Desconfío de sus palabras, ella trama algo.

Si lo advierto, nadie me creerá. Saldrán a defenderla, por lo tanto, me mantendré callada hasta descubrir que trama.

Y si lo que trama, tiene que ver con Weit.

...

Weit.

Relamo mis labios mientras camino por los pasillos de la escuela.

Las clases han retomado su curso normal, ya no hay días de duelo ni nada de eso.

Camino a pasos serenos y lentos hacia mi aula, estoy tan cerca de ellos y ni se enteran. Patéticos...

Ridículos.

Ese trato con Marie fue perfecto. Está comiendo de la palma de mi mano.

Y un sólo movimiento en falso o erróneo, como prefieran decirle, la llevará a la desgracia. A la oscuridad por la que lucha ocultar.

A todo lo que le teme.

Y ahí, podré sonreír. Estar seguro de que mi objetivo ya está casi cumplido, porque el juego debe seguir aún. ¿Verdad?

Deben quedar sólo dos para poder terminar el juego.

Una vez llego a mi destino, saludo cordialmente a la profesora y me dirijo a mi mesa.

A tan sólo unos pasos de ellos...

—¿Me da una razón de porqué llegó tarde? —comanda la profesora.

—Me dormí. Usted sabe que debo rendir una materia hoy y me quedé estudiando hasta tarde —respondo con una leve sonrisa. Es una mentira a medias.

La mujer no desconfía de mí, me sale tan natural mentir. ¿Quién no podría creerme?

Debería estudiar la carrera de actuación.

Lía.

Son las 8:30am, llego tarde a la escuela... Demonios...

—¿Vos también llegas tarde? —inquiere  Dimitri a mi lado.

—Sí... Creo que no debí quedarme despierta hasta tarde —sonrío un poco, es mi mejor intento de ser simpática.

Al lado mío aparece Marie, que al parecer también llega tarde. También hay otros dos chicos de otros cursos.

Dimitri se despide de mí al llegar al salón y entra. Yo hago lo mismo y me dirijo a mi banco.

—Voy a tener que pedir explicaciones de porque llegaron tan tarde —habla la profesora, pero la ignoro. Debo concentrarme en dar una excusa... Coherente.

No sé qué dicen las chicos, mi mente está tratando de hilar una excusa o razón.

—¿Y usted, Martínez? —la profesora clava sus ojos en mí, atenta a mi respuesta.

Y al parecer, mis compañeros también deciden hacer lo mismo.

—Ehm... —trago saliva y me aclaro la garganta para hablar fuerte y claro—. Tuve un inconveniente. Mi padre no me pudo traer y... llegué tarde a tomar el colectivo.

La mujer asiente, antes de continuar escribiendo algo en el pizarrón.

Beatriz me da un codazo, a lo que yo dirijo mi mirada hacia ella confundida.

—Ben te estaba mirando —me susurra con una mirada cómplice.

—Lo hace por hacerlo, pero gracias —susurro con una leve sonrisa. Estoy tratando de no hacerme muchas ilusiones, él podría estar jugando conmigo.

Debe demostrarme que no juega y me quiere en serio.

Mercink~

Creo que los dejé confundidos con los puntos de vista de Weit y Lía, a lo que voy a aclarar lo siguiente:

-Lía llegó minutos después que Weit.

Ya ustedes tratarán de descubrir quién es Weit. Xd.

Mi intención es confundirlos un poquito.

Si hay algún error, avísenme. Puede que lo haya editado antes de publicarlo y se me pasó algún error, tilde, palabra, etc.

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