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Capítulo 27: Nuevo año con el mismo amor

“Me miran con tus ojos, las estrellas más grandes”
Pablo Neruda

El 31 de diciembre llegó a una rapidez preocupante, como si ese día se hubiera asociado con las intensas ganas que tenía Alice de que llegara año nuevo para conocer la ciudad de sus sueños.

Esa noche para celebrar el fin del año 2022, se encontraba la familia habitual en la casa de Percival, sin embargo los chicos, en cuanto el reloj indicó las diez de la noche se marcharon al club que inauguraron en la ciudad hacía unos pocos meses atrás.

Cómo era de esperarse, nada más llegar Aidán subió al escenario de karaoke. Alice lo observaba con ternura pensando en que era igual a un  niño cuando lo llevaban a su parque de diversiones favorito. Cantar le hacía realmente feliz y a ella verlo así.

Percival se dedicaba a beber, sentado frente a la barra, mientras observaba a Ellie bailar. La chica sacó su teléfono de la cartera con la pantalla alumbrada, lo que claramente significaba que la estaban llamando y posiblemente fuera aquel chico con el que inició una relación a distancia.

El pobre Percival pidió otro trago al barman, reflexionando sobre el loco amor que le tenía a esa chica que de un día para otro lo dejó de querer y hasta desear. Le dolía mucho pensar que inició el año con un beso de ella y lo terminaría habiéndola perdido para siempre. Simplemente por el hecho de que ella no era capaz de enamorarse de él.

Cuando el escenario del karaoke se vació y en la pantalla empezaron a proyectar la cuenta regresiva de los diez últimos segundos del año, Aidán se apresuró en ir hacia donde estaba su novia y agarrarla de la cintura con una emoción demasiado intensa.

—Hablaré rápido porque se me acaba el tiempo. Mi amor, este es el mejor año que he vivido en mi vida, porque tú estás conmigo y me has hecho sentir y vivir cosas indescriptibles. Quiero que de ahora en adelante todos mis años sean a tu lado, porque no los imagino de otra manera—expresó el chico atropelladamente para que  su novia supiera lo que le hacía sentir antes de dar inicio a un nuevo año.

—Yo te amo demasiado, Aidán. No quiero separarme nunca más de tu lado porque tú presencia es la que le da sentido a mi vida—le respondió ella hablando con la misma rapidez mientras sonreía ampliamente.

—Eres lo más bonito que tengo—confesó el chico, antes de unir sus labios en un profundo beso mientras todos los presentes en el club gritaban felicitaciones de año nuevo.

***

En la mañana del primer día del año 2023, Alice despertó en la cama de su amado novio, con una bandeja, donde estaba servido el desayuno, a su lado. La chica no pudo evitar reír al pensar que Aidán debió haberle pedido ayuda a su tía o madre, ya que a él no se le daba para nada la cocina. Cuando probó el delicioso pan dulce, soltó un jadeo de placer.

Definitivamente Aidán no podría cocinar tan rico.

En el instante en que iba a llevar la jarra con chocolate caliente a sus labios, escuchó la voz de Aidán proveniente del pequeño balcón que tenía la habitación. Con razón Alice fue despertada por una brisa de aire frío.

—Esta tarde marcharemos a París, de todas formas danos un poco más de tiempo para ponernos de acuerdo con los acordes y el ritmo—decía el chico hablando por teléfono, con Kam al parecer.

Al terminar entró a la habitación y se quedó de pie bajo el umbral de la puerta del balcón admirando a su novia envuelta en las blancas y finas sábanas. Ella también disfrutaba de la perfecta vista que estaba teniendo. Un chico alto, de poco más de 1.85 metros de altura, con el cabello negro y sus rizos despeinados en todas direcciones por si cabeza, con unos oscuros y brillantes ojos acompañados de las facciones del rostro perfectas. Vestido solamente con un pantalón de chandal gris y calcetines negros para no pisar con los pies desnudos el frío suelo.

Ambos se elogiaron al mismo tiempo, llenando luego el ambiente de sonoras carcajadas por la coincidencia.

—¿Qué te ha parecido el desayuno que te preparé?—preguntó el chico con un tono de voz gracioso mientras cerraba las puertas de cristal del balcón de la habitación para que no se colaran más brisas frías.

—El desayuno está delicioso. El que has preparado tú, no lo sé porque no lo he probado. No es este de aquí. ¿Verdad?

—¡Alice! Me ofendes—se escandalizó el chico mientras tomaba asiento en el borde de la cama.

Alice se quedó mirándolo detenidamente unos minutos, en los que Aidán permaneció serio. Vale. Tal vez una persona podría aprender a cocinar de un día para otro.

—¿En serio lo has hecho tú?—preguntó casi convencida, solo para que él se lo confirmara una vez más.

—Vale, me rindo. Lo ha hecho mi madre—confesó el chico acostándose sobre la cama.

—¡Lo sabía!—exclamó Alice riendo—. Pero casi me creo que habías mejorado tus habilidades en la cocina en tan poco tiempo.

—Ya basta de burlarse de mí, que yo no me burlé de ti cuando decías frases sin rima alguna para nuestra canción—se defendió el chico mientras agarraba un pedazo de pan dulce para llevárselo a la boca.

—¡No seas mentiroso! Sí que lo hiciste—le recordó Alice negando con la cabeza incrédula—. Fue el día que más te he visto reír en la vida.

Desde que su novia empezó a hablar, Aidán no podía parar de reír a carcajadas.

—Vale, lo acepto. Puedes burlarte de mi poco conocimiento en la cocina todo lo que quieras, mi amor—aceptó Aidán lanzándole un beso que logró que Alice volviera a sonreír.

—Eres un pesado—volvió a hablar ella sin olvidar lo que su novio había dicho anteriormente—. Te informé con antelación que no sabía de rimas, ni nada de lo que involucra escribir una canción y dijiste que no me preocupara por ello, que juntos lo resolveríamos. No debí haber accedido a hacer esa canción contigo—expresó la chica mientras recostaba su espalda del cabezal de la cama y se cruzaba de brazos para demostrar su ligera molestia.

Por otro lado, Aidán no podía dejar de reír.

—Amor, no te molestes—le pidió sonriendo mientras se acercaba a ella—. Venga, que esta noche viajaremos al destino del amor. No podemos ir peleados, menos por boberías como esas.

Alice aún no había descruzado sus brazos y Aidán divertido por la situación no detenía su labor de dejar cortos besos por todo el rostro de la chica, a modo de disculpa.

Cuando dejó uno en su cuello, Alice no pudo evitar sonreír y sentir una punzada en su estómago por el contacto de los labios de Aidán en esa zona de su piel que era tan sensible. El chico al darse cuenta de esa debilidad de su novia, se aprovechó de la situación y no tardó en repartir besos por todo el cuello de la chica provocando que soltara varias carcajadas y terminara acariciándole el cabello rizo, mientras buscaba sus labios para besarlos, porque de pronto se le antojaban demasiado.

***

Aidán hizo su maleta mientras Alice almorzaba en la planta baja junto a su suegra, Percival y sus padres. Al terminar, se despidieron de todos y subieron al auto de Elías que se los había prestado la noche anterior. Aidán condujo hacia casa de Alice dónde recogieron su maleta que ya había dejado empacada desde antes de ir a cenar a casa de Percival la noche anterior.

—Aidán, me la cuidas como un tesoro muy preciado—le pidió Elías con un semblante serio para causar un poco de presión al chico.

—Tranquilo padre, estaremos bien. ¿Quién no lo está en París?

—Emma ha llamado esta mañana, informó que estará en el aeropuerto para recibirlos—informó Amelia mientras abrazaba a los chicos que viajarían.

—No olvides tomarle fotos a todo y enviárnosla, sobre todo para enseñársela a la abuela, que fue la portadora de ese amor que Emma y tú le tienen a París—le recordó Ellie mientras abrazaba a su abuela, ambas estaban sentadas en el sillón de la sala observando la despedida.

Alice no tardó en acercarse a ambas y dejar besos en sus frentes.

—Ni notarán mi ausencia, en un dos por tres estaré de regreso, para desgracia mía—expresó riendo.

Aidán, que la admiraba, se hizo una nota mental de que cuando se casaran, le daría la sorpresa de haber reservado para su luna de miel, un hotel de Francia. En esa ocasión por más de tres días.


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