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Capítulo 22. En camino


¿Un ataque unos días después de compartir un sueño? La situación se estaba volviendo cada vez más seria, y a pesar de no entender nada, supuse que esos eventos solamente se podían relacionar con algo grande.

Ya era de noche. Nuestra madre estaba mucho mejor y ya se encontraba descansando en su habitación.

Después del ataque, la reina pidió que mandaran refuerzos al fiordo: el largo río antes de llegar al reino. En ese momento necesitábamos toda la protección que tuviéramos.

—Un barco viene en camino —mi padre interrumpió mis pensamientos.

Cierto. Estábamos cenando.

—¿De carga? —pregunté, ignorando mis anteriores ideas.

Cada cierto tiempo llegaban los barcos que salían por recursos. Supuse que sería uno de esos.

—No, es... uno de la realeza.

¿Qué?

Me sorprendí al oír a mi hermana decir lo mismo que yo. Juro que jamás me acostumbraré.

—Pero... ¿Cómo? —se adelantó Kana a hablar.

—No estoy seguro —dijo mi padre con la boca llena—. Visitas... tal vez.

Kana bufó.

—Debieron de haber avisado de antemano. —Mi hermana buscó mi mirada en busca de apoyo.

—Y más si es un barco real —aseguré—. Los reyes tienen eso establecido.

Mi padre se rio y tomó un mejillón.

—Es lo establecido, aunque al final hacemos lo que queremos. —Continuó masticando—. Oh, y el arco tomó una vida, así que supongo que tuvieron un problema.

—No llevaban cascos, seguro —dijo Kana.

Noté algo sospechoso en aquella suposición y, si era cierta, entonces solo podía significar algo.

—Me retiro —comenté mientras me levantaba de la mesa—. Buenas noches.

Abandoné el comedor, pero unos pasos a mis espaldas me hicieron detenerme a mitad del corredor.

—¿Ahora qué tramas, Kana?

Ella soltó un gruñido.

—Va a ser imposible que no reconozcas mis pisadas, ¿verdad? —suspiró mi hermana.

Me giré hacia ella.

—Aún sordo podría sentir las vibraciones de tus pies —sonreí—. ¿Qué pasó?

—¿Te retiras así? —preguntó indignada.

El aire fresco pegó en mi rostro.

—¿Qué quieres que haga? —respondí—. Estoy cansado, fue un día bastante ajetreado y... eso que dijo mi padre me dejó pensando.

—¿Lo del barco?

—Sí, porque si es un barco real, que no lleven cascos lo hace demasiado extraño, sabiendo que tienen los recursos para conseguirlos. Lo único que se me ocurre es que no tenían planeado venir a Cáncer. Es como si hubieran tenido un imprevisto o...

—Una emergencia —Kana soltó de golpe.

—Correcto.

—Bastante extraño —concordó ella—. Pero, bueno... te acompaño. Yo también estoy bastante cansada y, en mi cabeza, todavía hacen eco los gritos de los guardias. Fue horrible.

—Lo sé. Vamos.

Nos despedimos cuando llegamos a nuestras habitaciones y, una vez dentro de la mía, me acosté en la cama y no supe nada de mí.



—No puede estar pasando de nuevo —balbuceé.

El aro de luz resplandecía frente a mí.

—Tarde o temprano iba a volver a pasar. —Kian me miró, serio, y luego me dio la espalda.

Después de unos segundos divisé algo en la distancia.

—Kian, creo que...

Una ráfaga me pegó cuando él se volteó de golpe.

—¿Qué?

—Mira. —Le indiqué con mi cabeza las dos figuras a lo lejos. Una de estas era la chica, que estaba junto al chico rubio—. Vamos —murmuré antes de caminar hacia ellos.

Nos alejamos del halo, este aún brillando detrás de nosotros, y cuando nos detuvimos frente a los dos chicos, el silencio fue el único que habló.

—¿Ustedes son los hermanos? —preguntó finalmente la chica—. ¿Los hermanos de Cáncer?

Me sorprendió bastante que supiera quiénes éramos, pero... «Esperen a los dos. Ellos llegarán a ustedes».

—¿Cómo sabes? —me adelanté a cuestionarla. Ella solo se rio.

La chica era más baja de estatura que yo y aparentaba nuestra edad. Tenía el cabello oscuro y largo, y los ojos ligeramente rasgados. Probablemente, no era de Cáncer, aunque su acento sí sonaba aqueniense.

—La profecía —dijo—, ¿les suena?

—Espera... —Kian frunció el ceño—. ¿Qué habían dicho? ¿Tres?

Y entonces recordé.

—Ustedes son parte de todo esto, ¿verdad? —supuse—. No solo estuvimos nosotros dos en el sueño.

La chica miró al rubio y se volvió.

—Sí... y creo que yo soy la razón por la que estamos de nuevo aquí. Al parecer tiene que haber un anfitrión en un sueño compartido.

—¿Alguien que pueda conectar a más personas? —preguntó Kian.

—Así es, aunque no sé cómo lo hago, solo... lo hago.

El chico a su lado parecía estar también recibiendo la información por primera vez.

—Interesante —dijo Kian—. No nos hemos presentado, pero si somos cuatro y eran tres, entonces somos de reinos distintos, ¿no?

La expresión en el rostro de la chica se me hizo graciosa, pero no me reí.

—¿Cómo pudiste...?

—Pienso rápido —aclaró Kian, con una sonrisa astuta.

—Increíble, eh —dijo por fin el chico rubio—. Bastante impresionante.

—Somos los hermanos Lan —nos presenté—. Yo soy Kana.

—Kian —mencionó mi hermano—. Ambos primogénitos de Cáncer.

—Yo soy Cohen Trent —sonrió el rubio—, heredero de Escorpio.

—Así que tú... —volteé con la chica— debes ser de Piscis.

Ella sonrió.

—Athena Bekensi, primogénita del último reino.

—¿Primogénitos de los tres reinos de Aquea? —lancé la pregunta al aire.

Los elegidos —asintió Athena.

Posteriormente, los dos chicos nos contaron todo lo que les había pasado desde la primera conexión. ¿Una misión? Y, al parecer, ellos también se habían enfrentado a los sangre azul.

—Espera —la interrumpí—. ¿Entonces ustedes vienen en el barco real?

—¿Cómo saben del barco real?

La ignorancia de Cohen me dio ternura.

—Sí, ya activamos las fuentes de Piscis y Escorpio —aclaró Athena—, solamente nos queda Cáncer.

—Así que, ¿vienen de imprevisto? —quiso saber Kian.

Los dos asintieron.

—No traíamos cascos —dijo el rubio—, y tuvimos una pérdida.

Mi hermano y yo compartimos una mirada. Estábamos en lo correcto.

—Debemos apresurarnos. Los sangre azul se están esparciendo muy rápido —dijo la chica.

—Oh, sí —replicó Kian—. Hoy nos atacaron tres.

—¿Ya llegaron a Cáncer? —Athena parecía muy preocupada—. Y... ¿Tres?

—Creo que nadie estaba preparado para sus ataques —dije.

—Pero ella sí sabía sobre ellos —mencionó Kian.

El rubio frunció la frente.

—¿Quién es ella?

—Nuestra madre —respondí—. La reina Xere de Cáncer.

—¿Sabía sobre las criaturas? —Athena sonó desesperada. Intuí que el tema le interesó y probablemente sospechó algo.

—Los reyes de Aries le informaron a la Alianza Escarlata sobre los sangre azul.

La princesa de Piscis se tensó.

—Foi —masculló—. Lo sabía.

—¿Qué? —Kian se apresuró a preguntar.

—Las criaturas surgieron del inframundo y, según nuestra información, controlan el fuego de los dioses, pero...

—¿El fuego de los dioses? —la interrumpí de golpe y la miré—. Pero, ¿sospechas de Foi?

Ella asintió.

—Si es el fuego de los dioses, creo que deberíamos de sospechar de ellos en lugar de cualquier continente —mencionó mi hermano, sin ninguna expresión en el rostro.

A Athena le brillaron los ojos y me pareció que fue debido al orgullo.

—¿Por qué lo dicen? —Cohen se estaba preocupando.

—¿Saben algo sobre la Guerra Oscura? —le preguntó Kian a los dos chicos, cambiando el tema, e inmediatamente imaginé por qué.

—Mis conocimientos sobre el tema son pocos.

Mi hermano se dirigió hacia la chica.

—¿Y tú, Athena?

—Casi nada y... extrañamente, cuando le pregunté al capitán del barco, este se negó a darme algún tipo de información.

No lo tenía muy claro aún, pero los datos empezaron a encajar poco a poco en mi cabeza.

—La biblioteca del palacio es enorme, y tenemos mucho material sobre la Guerra Oscura. La mayoría es superficial —dije—, pero estoy segura de haber leído algo que probablemente nos puede ayu... ¿Estás bien?

Me detuve cuando Athena hizo una mueca.

—Mi cabeza... quema. —Le costaba mantener los ojos abiertos—. Creo que es la conexión. No creo que pueda mantenerla más tiempo.

—Bien —dijo Kian—. Los estaremos esperando.

—No estamos muy lejos —informó Cohen, mirando de reojo a la princesa—. Tal vez lleguemos en la noche.

—Aquí estaremos —dije antes de despertar.



Me quedé mirando la cúpula de cristal en el techo y no reaccioné hasta que tocaron mi puerta.

Dejé entrar a mis damas y, a pesar de que el día ya había comenzado, yo todavía sentía que estaba soñando.

Una voz sonó a la distancia, hasta que el chasquido frente a mí me despabiló.

—Princesa, ¿se encuentra bien?

Lyra y Jazmín estaban frente a mí, con los rostros llenos de preocupación. Sacudí la cabeza.

—Sí, claro.

—¿Está segura, Alteza? —preguntó Lyra.

—No descansé como quería —dije con expresión seria—. Es todo.

Ellas asintieron. Ya sabían que era mejor no insistir más. Mi ansiedad a veces tenía sus beneficios.

Luego de bañarme, me vistieron con un hermoso vestido sencillo que contrastaba a la perfección con mi cabello cobrizo.



—Parece que alguien no durmió bien —dijo Kian cuando me alcanzó de camino al comedor.

—Por la Divina Luna —murmuré—. Tú tampoco te ves descansado.

—Más que tú, sí creo. —No mentía. Él sí se veía mejor que yo.

Poco después nos abrieron la puerta del comedor.

—Buenos días.

—Hola, padre —dije al verlo, antes de desviar mi mirada hacia la reina—. Madre.

Ella saludó con la cabeza y nos indicó que tomáramos asiento.

—Su padre me comentó sobre el barco.

—Es de Piscis, y viene de Escorpio —soltó sin advertencia mi hermano.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó el rey.

Suspiré, preparándome para otro interrogatorio.

—Kian y yo volvimos a compartir un sueño, y esta vez nos conectamos con los otros primogénitos de Aquea.

Esperé una reacción incrédula, al igual que días atrás, pero en su lugar, el rostro de mi madre cambió y miró a mi padre.

—Igual que Cazio —dijo el rey.

Kian y yo nos miramos. Ya lo habíamos sospechado desde que Athena mencionó el fuego de los dioses.

Mi madre se quedó en silencio un momento y se llevó la mano al rostro con un suspiro desesperado, como si apenas hubiera caído en cuenta de algo.

—Profecía, sueños compartidos, primogénitos de Aquea —masculló—. ¿La Guerra Oscura? ¿Otra vez?



¿Qué les pareció?

Por fin se encontraron los cuatro!!

Espero que les haya gustado, si fue así, no olviden dejar su voto y su comentario.

Muchísimas gracias por leer, cada vista me emociona cada vez que la veo!


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