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Pielcita morena es la tuya varón (CamusxAioria)

Pielcita morena la tuya varón

"Pielcita morena es la tuya varón
Que disfrutas largas horas recostado bajo el sol
Pielcita morena es la tuya amor
Que brilla cual oro y es suave y fina como la seda"

          Sus ojos no daban crédito a lo que veían. En la puerta del templo del León, en un sobre perfumado sin remitente, junto a una flor de azahar, se hallaba un pequeño papel con ese verso escrito con una caligrafía hermosa.

         Aioria se encontraba desconcertado "¿Quién la escribió?" "¿Por qué para mi?" "¿es acaso una mala broma?" y otro montón de preguntas se arremolinaban en su cabeza dejándolo tan distraído que ni siquiera se percato del cosmos extraño que ahora invadía su templo.

Milo— Que hay minino.
Aioria— Lo que me faltaba.

        Ni más ni menos que Milo de Escorpio había hecho su usual acto de presencia en el templo de Leo.

Milo— Te calmas gato ¿Qué ocurrió? ¿Kanon pintó de nuevo la puerta de tu habitación de naranja?
Aioria— Preferiría mil veces que haya sido eso, pero no. Mira esto y dime si no me tengo que preocupar.

       Milo tomo la nota entre sus manos sintiendo el aroma delicado del perfume, mezclado con la flor de naranjo, y leyó atentamente lo que la nota contenía para luego soltar una larga y sonora risotada. 

Milo— TIENES QUE ESTAR BROMEANDO— (agarrándose el estomago de tanto que se reía)— hermano esto parece un chiste, y sí lo es, es muy realista.
Aioria— Si te lo conté es para que me ayudes a saber quien escribió esto.
Milo— Tampoco es para tanto. Alguien esta enamorado de ti, te quiere conquistar a la antigüita o se paso toda la noche leyendo a Bécquer— (riendo de nuevo de solo imaginar esa escena)
Aioria— Jaja ríete sí te da la gana, pero necesito saber quién es, me mata la curiosidad.
Milo— Vayamos eliminando: Deathmask ni ahí le da la cabeza para escribir algo así.
Aioria— A Kanon y a Saga les caigo medio pesado.
Milo— Camus.....es Camus ósea...
Aioria— Shaka.... a ese ni buda lo aguanta— (riendo a carcajadas)
Shaka— TE ESCUCHE!!!!!— (Gritando, muy furioso, desde la casa de Virgo)
Aioria— LO SIENTO, que rubia metiche resulto ser.
Shaka— UNA MAS Y TE QUITO EL SENTIDO DEL HABLA A VER SI APRENDES A CALLARTE.
Aioria—(visiblemente asustado)— ok lo siento.
Milo— Descartemos a Mu también.
Aioria— ¿A él por qué? Tiene mucha facilidad de palabra.
Milo— Mu no escribe en cursiva, primero, y segundo, acordate que él anda con Aldebarán, otro al que hay que descartar. (Refiriéndose a que los caballeros de Aries y Tauro respectivamente tienen ya una relación estable)
Aioria— Descartemos a Afrodita, ese solo se quiere a si mismo y a sus rosas envenenadas y ni se te ocurra mencionar a Shura, que encima que lo odio es mi cuñado.
Milo— A tu hermano le afecto la muerte ¿Qué le ve?
Aioria— Síndrome de Dependencia Emocional— (haciendo una seña haciendo referencia a que su hermano se volvió loco)

         Así continuaron un buen rato hasta que se hizo de noche y Milo debió volver a su templo a dormir. Cosa que Aioria no pudo hacer en toda la noche por pensar en quién seria su enamorado (porque era obvio que tenia que ser un hombre, debido a las inflexibles políticas del santuario con respecto a las relaciones hombre x mujer). 

        Cerca de las 4 a.m. sintió una brisa fresca atravesar su templo y de repente se relajó, como si nada hubiese sucedido y se durmió profundamente. 

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        Pasadas las nueve de la mañana se despertó sobresaltado, con el pelo revuelto y su rostro con unas marcadas ojeras por la falta de sueño. Decidió hacer lo que hacia cada mañana al despertarse: lavarse el rostro, peinarse, ponerse su ropa de entrenamiento, desayunar y bajar al coliseo. 

       Cuando estaba decidido a irse volvió sobre sus pasos hasta la entrada del templo, donde encontró lo que menos quería encontrar; otra carta perfumada y con una flor de azahar. Al abrirla saco el papelito, desdoblándolo como si de un preciado tesoro se tratara y leyó con cuidado lo que este decía, quedando boquiabierto con las dulces palabras que a él eran dedicadas:

"Ojitos azules son los tuyos mi vida
Que me miran con ternura y simpatía
Ojitos azules son los tuyos mi vida
Azules como dos zafiros de buen corte"

         En su rostro apareció un pequeño sonrojo, su corazón comenzó a galopar como un salvaje, su frente comenzó a sudar. Por alguna razón él sabia quién era el que le dedicaba aquellos versos pero, al mismo tiempo, no se imaginaba quién era. 

        Comenzó a imaginar sus manos sobre el papel dibujando las letras con una parsimonia absoluta. Lo imaginó tomando el sobre para depositar allí la carta ya perfumada junto a la pequeña flor, no sin antes tomarla entre sus manos, acercársela a los labios y darle un beso dulce cargado de amor ¿Acaso lo hizo? ¿Y sí esa flor tuviera sobre sí el beso de aquel que lo ama? 

         Sacudió la cabeza, "deja de pensar tonterías" se dijo a sí mismo, guardo la carta en el cajón de su mesa de luz, junto a su cama y se dirigió con prisa y sin mirar atrás al coliseo. Ya estaban allí todos los caballeros entrenando, concentrados en el perfeccionamiento constante de sus habilidades. El sol quemaba como fuego, el aire soplaba seco, típico del clima árido de Grecia. El día perfecto para un duro entrenamiento.

        Aioria fue junto a Saga, regente de la casa de Géminis, y Kanon, su hermano gemelo, que se encontraban... bueno... discutiendo como siempre.

Kanon— Te dije Queen es mejor que KISS!!!!!!
Saga— Y yo te dije que KISS es mejor y punto!!!!!!
Aioria (dirigiéndose a Milo)— ¿música otra vez?
Milo— Si.... ya me aburrí de ellos. Dime ¿te llegó otra carta?— (con cara de morbosa curiosidad)
Saga— ¿Carta?
Kanon— ¿Qué carta?
Ambos— ¿Carta de quién, por qué y para quién?
Aioria— No sé, no sé y para mí.

        En eso apareció el caballero de Cáncer, apodado Deathmask, que no se perdió ni el más mínimo detalle de la conversación.

Dm— Así que el gatito amarillo tiene un admirador secreto.
Milo— Ya ignóralos, y dime ¿te llegó otra o no?
Aioria— Si me llegó otra.
Milo— ¿Flor y todo?
Aioria— Si.
Todos excepto Aioria— JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!!!
Aioria— ¡¡¡QUE NO ES UN CHISTE MIERDA CARAJO ESTO ME TIENE LOCO, NO SÉ QUIÉN ES EL MUY DEPRAVADO QUE ME ESCRIBE ESAS MIERDAS!!!

       En eso apareció Camus, caballero de la casa de Acuario, visiblemente aturdido por el grito de Aioria.

Camus (sobándose la oreja)— estrés o no, vaya si tienes buenos pulmones Leo.
Aioria— Perdona si te dejé sordo con el grito Acuario.
Camus— Ni que fueras Shaka (todos rieron por el chiste)
Shaka— TE OÍ ACUARIO!!!
Camus— Siga meditando que a usted nadie lo llamó.

       Era extraño que Camus estuviera haciendo chistes pero no los desaprovecharían. Se cansaron de reír hasta que cayó el sol y cada uno debió partir a su templo. 

       Cuando dejaron solo a Aioria en el templo, este solo atinó a caer sentado en el frió suelo, ahogado, ofuscado, nervioso, triste. No podía comprender que significaban esas cartas que le llegaban. Esas palabras tan cargadas de sentimientos se le grababan en la cabeza y lo torturaban. No. Lo que lo torturaba era la sensación negra y maligna de que alguien le estaba haciendo una mala broma para hacerlo quedar como un crédulo, un imbecil, un "gatito enamoradizo". 

      "Mejor me levanto, soy patético" pensó, y con mucha razón. ¿Quién se quema la cabeza a la segunda cartita dichosa que llega a su puerta? ¿Y que si era un bromista? Algún día lo olvidarían. 

        Se levantó del suelo, muy a su pesar. Se duchó, comió un sándwich de queso con una buena copa de vino (que falta le hacia en ese momento) y se fue a "tratar" de dormir. 

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         Habrán sido las dos de la mañana, más o menos, cuando logro al fin dormirse, curiosamente, luego de sentir una agradable brisa helada. Pero a aquello no le dio mayor importancia. Se levantó, se cambio y antes de desayunar fue a la puerta de su templo a ver si le llego otra carta. Efectivamente, allí estaba: en un pequeño sobre junto a la flor de azahar.

"Rulitos rubios tienes en tu cabecita loca
Que maquina y maquina, tal parece que se fundirá
Rulitos rubios tienes mi amor en tu cabecita loca
Cual plato de uvas blancas, dulces y deliciosas
"

        No le molesto tanto como en días anteriores. Es más, le dio mucha ternura. Más aún por que las uvas blancas eran sus favoritas. Un momento ¿Quién escribe estas cartas sabe acaso que le gustan?  ¿esa persona sabe que él esta consumiéndose la vida pensando quién es el remitente de las cartas?

        Dejó de lado las dudas, más que inútiles, desayunó y bajó al coliseo.

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Milo— Mira gato, ya no sé que decirte. Creo que el tipo va enserio.
Aioria— Me rindo ya estoy cansado. Para colmo, ni siquiera son de quién yo realmente amo.
Milo— Momento, momento ¿estas enamorado y ni se te paso por la felina cabeza decirme? Viejo me siento traicionado—(haciéndose el dolido)— a parte ¿Quién te dice que no son de esa persona?
Aioria— Jajajajaja cuéntame otro para que no se me corte la risa. Él jamás me miraría más que como un mocoso. Prefiero que sea mi secreto.

        En eso llego el caballero de Virgo y decidió hablar con sus visiblemente perturbados compañeros

Shaka— Buenos días compañeros ¿Dónde y de quién es el velorio? Por sus caras de muerte lenta en realidad los muertos parecen ustedes.
Ambos— Que gracioso eres me rió de Janeiro (con obvio sarcasmo)
Milo—(tomando de las manos de Aioria la carta) ¿reconoces la letra?
Shaka— (examinando la carta) Se parece a la de Camus pero esta es algo mas fina, obviamente de un hombre, pero más joven, entre 15 y 18 años por la profundidad de los trazos y por la forma de expresión es alguien que lee mucho, en especial poesía.
Aioria- Gracias Shaka. Creo que iré a entrenar un poco.

       Luego de decir aquello comenzó a entrenar arduamente, para aprovechar el sol que se alzaba majestuoso en el cielo. Cada movimiento de su cuerpo era realizado con perfecta parsimonia, como la más intrincada de las danzas rituales que los guerreros realizaban. Verlo era todo un espectáculo: cada movimiento de sus fornidas y fuertes piernas al correr, como se contraían los músculos de sus brazos al levantar las pesadas rocas para luego destruirlas de un puñetazo. Era un deleite, en especial para cierto caballero que desde la lejanía de un pilar observaba, embelesado, ese espectáculo que se volvió demencial cuando vio que Aioria se quito la remera, dejando ver esa anatomía tan finamente trabajada que poseía el regente de la casa de Leo. 

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       Llegado el atardecer, al terminar el entrenamiento, Aioria decidió dar un paseo por los bosques lindantes del santuario. 

       Esas arboledas llenas de color y perfume le traían recuerdos de su niñez, cuando paseaba  junto a Aioros, su hermano mayor, o cuando se escapaba de los entrenamientos. Siempre se dirigía al mismo lugar, al que consideraba su "lugar secreto": al pie de un enorme naranjo, que por la época estaba florecido y en su máximo esplendor.

—No pensé que alguien más supiera de este lugar.

        Casi le da un infarto del susto a nuestro pobre Aioria al oír la voz que inmediatamente identificó, se trataba de Camus.

Aioria— Por Athena casi me matas del susto
Camus— No fue esa mi intención, lo lamento.
Aioria— No te disculpes, no es necesario ¿Qué haces aquí? ¿Como conoces este lugar?
Camus— Vine a relajarme un poco, lo hago desde que era un niño. El aroma de los azahares me recuerda a mi infancia. (Dijo con añoranza en su voz)
Aioria— Me pasa lo mismo (dijo con visible alegría)

       Siguieron conversando al pie del árbol hasta que cayó la noche. Cuando se despidieron, Camus le dio al joven griego un abrazo sincero, de esos que quitan el frió del alma y llenan de paz, luego se fue. 

      El regente de Leo se quedo hecho piedra, jamás creyó que el caballero apodado "el mas frió de los 88" le trataría de forma tan familiar y tierna. 

        Sonrojado y flotando en su nube de ensueños se fue a Leo y durmió como un niño, soñando y soñando como si no importara nada mas.

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         El sol se colaba por los enormes ventanales de su habitación y una brisa fresca movía de forma lenta y acompasada las finas cortinas blancas. En la cama, un joven de rubios cabellos se removía, tratando de evitar que la luz del sol le siguiera golpeando los ojos. Muy a su pesar se levantó, se dio una ducha para despertarse y, luego de cambiarse, se dirigió hasta la salida de su templo. O sorpresa, encontró otra carta igual a las demás. A diferencia de las anteriores, esta le dio una extraña alegría y le hizo pensar que tal vez mañana y pasado también recibía otra ¿Por qué cambio tan rápido la incertidumbre por la añoranza? Porque soñó que quién le escribía las cartas, era la persona que él más amaba. Un sueño bastante tonto si tomamos en cuenta que el ama al caballero más frió de toda la orden de caballeros: el mismísimo Camus de Acuario. Era sin duda "el amor más al vicio que se podía sentir" según sus propias palabras, pero no le importaba. Ahora no.

"Tu cuerpito de oro labrado por Dios
Lo trabajas con dedicación de sol a sol
Tu cuerpito de oro labrado por Dios
Que en sus brazos me acuna y me da calor
"

          Guardó la carta en su bolsillo y la flor la puso junto a su cama. Finalmente salió de Leo para dirigirse a la casa de Sagitario a pedirle un consejo a su hermano mayor, Aioros.
Al llegar allí encontró a su hermano en los brazos de Shura, caballero de Capricornio. Lo único más desagradable que ver al joven proveniente de España, era verlo en Sagitario tocando a su hermano. Decidió aumentar su cosmos de forma amenazadora para dar a conocer su presencia. Logró separar a los enamorados y con una mirada cargada de odio y desdén le indicó a Shura que más le valía salir del templo o él mismo lo echaría. 

        Cuando se hubo ido, Aioros increpó a su hermanito como ya se había vuelto costumbre desde que los dioses les permitieron revivir.

Aioros— Ya me tienes hasta la coronilla con ese odio que le tienes Shura ¿Cuándo vas a parar?
Aioria— Cuando lo haga pagar por tu muerte. No vine para oír regaños, necesito un consejo.
Aioros— (intrigado) ¿Es por el chismecito de las cartas?
Aioria—(sentándose a la mesa) Si y no es un chisme (sacando la carta) mírala por ti mismo.
Aioros—(leyendo la carta) Quien la escribió te adora. ¿Cuál es el problema?
Aioria— No sé que soy capas de hacer si me llego a enterar que se trata de una mala broma. (Abatido)
Aioros— (sentándose junto a su hermano) Te enamoraste de quien te escribe las cartas ¿verdad? (lo abraza)
Aioria—(llorando) No sé que hacer. Estoy enamorado de alguien que nunca me corresponderá y me estoy enamorando de quien no sé nada solo porque deseo que sea de quien estoy en verdad enamorado.
Aioros— Vamos puedes decirme quien es esa persona, sabes que nunca podría juzgarte.
Aioria— (secándose las lagrimas) Me enamoré de..... Camus.
Aioros— (sorprendido) ¿Ese era el gran secreto? No es para tanto, el tipo es un gatito, un romántico empedernido más bien. Se la pasa leyendo poesía y desde que volvimos al santuario lo he notado más sonriente, más animado, como si ahora realmente estuviera vivo.
Aioria— Si es cierto, últimamente lo vi distinto ¿Crees que tengo una oportunidad con él?
Aioros— ¿Y por qué no?

         Se quedaron charlando y riendo otro rato, hasta que el joven Leo decidió ir a buscar a los demás para conversar sobre lo que puede ser, la respuesta a sus interrogantes. A través de su cosmos llamo a Deathmask, Saga, Kanon, Dokho, caballero de la casa de Libra, y a Milo pidiéndoles que vayan hasta la casa de Leo

Dokho— Bien, ¿de que se trata esto?
Dm— ¿Ya sabes quién es tu amorcito?
Aioria— No pero es lo que me ayudaran a descubrir (sacando todas las cartas recibidas hasta el momento) ayúdenme a encontrar patrones, cosas que se repitan o aunque sea la mas mínima referencia que pueda llevarnos hasta esa persona.
Saga— Antes que nada ¿de quien sospechas?
Aioria— Ustedes 5 están descartados.
Kanon— 7 si contamos a Mu y a Aldebarán.

       En ese momento entro Afrodita, caballero de Piscis, con un bello ramo de rosas rojas como la sangre con un moño y una tarjeta.

Todos menos Afrodita— ¿y eso?
Afrodita— Me las encargo Aldebarán para Mu ¿no es un romántico?
Milo— Aja si, interesante. Volviendo a lo que estábamos, descartemos a Afrodita también.
Afrodita— Descartarme de qué y por qué
Kanon— De la lista de posibles enamorados de Aioria.
Afrodita— Bromean que el chisme era cierto. (Visiblemente asombrado)
Aioria— Si es cierto y queremos saber quién es el que las manda.
Afrodita— Si las cartas recién las ves en la mañana que alguien trate de quedarse despierto a ver si logran descubrir quién es.
Milo— Buena idea, nos quedaremos a hacer guardia en las entradas a ver si conseguimos ver algo ¿Quién se prende?
Dm— Yo
Saga y Kanon— Yo
Dokho— Me encantaría pero esta noche tengo un compromiso
Afrodita— Yo debo levantarme temprano lo siento
Aioria— Esta bien, de todos modos gracias chicos.
Milo— Decidido, pijamada en la casa del gato (todos rieron ante al comentario)

         Ya con todo listo para la noche de vigilia en la casa de Leo, Aioria se fue a dormir y los demás se distribuyeron en parejas: Milo y Deathmask en la entrada principal y Saga y Kanon en la puerta trasera. 

        Todo iba conforme al plan, hasta que Milo y Dm comenzaron a sentir una brisa fría entrar por la puerta trasera. Al llegar encontraron a los gemelos desmayados en el suelo con la carta y la flor frente a ellos. Cuando Dm se acerco para tomarla cayó al suelo totalmente dormido, al igual que Milo. 

       Despertaron a la mañana siguiente los cuatro Caballeros, confundidos y sin recordar que paso. Se dirigieron corriendo hasta la habitación de Leo y allí en su almohada encontraron la carta y la flor de azahar. Despertaron a los gritos a Aioria.

Milo— AIORIA DESPIERTA DE UNA MALDITA VEZ.
Dm— SI GATO FLOJONAZO LEVANTATE.
Saga y Kanon— DESPIERTA Y VE LO QUE HAY EN TU PUTA CAMA.
Aioria— (saltando de la cama) BIEN YA DESPERTÉ QUÉ MIERDA PASA.
Todos— (señalando la carta y la flor)
Aioria— Se durmieron ¿verdad?
Saga— No fue nuestra intención.
Kanon— Si, comenzó de la nada a correr una brisa fría y nos desmayamos.
Dm— Es verdad.
Milo— También nos paso a nosotros.
Aioria— Desde que empecé a recibir las cartas, cada noche siento esa brisa y recién me duermo.
Todos menos Aioria— Lee la carta.

        El regente de Leo abrió el sobre y leyó en voz alta para sus compañeros:

"Tus manitos callosas en mi pálida piel
Acarician mis incontables cicatrices
Tus manitos callosas en mi pálida piel
Aplacan el frió que es tan propio de mi"

Kanon— ¿Quieren que les sea sincero? Esa carta me suena que la escribió Camus.
Milo— Kanon tiene razón, además explicaría la brisa fría y que hable del "frió de su piel".
Saga— No saquemos conclusiones apresuradas. Ya lo conocemos, esto de las cartas es demasiado obvio para que se trate de él.
Dm— Ni tanto, pero tampoco que el "rey helado" sea tu enamorado.

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           Aioria estaba más que perturbado. No sabia que hacer, quería encarar a quién fuera que este mandando las cartas y recriminarle su cobardía pero ¿a quién?

          No quiso bajar a entrenar y nadie lo vio salir del templo, se quedó en su habitación, acurrucado en su cama como un gatito asustado.

         Muy preocupado por la ausencia del León, el caballero de Acuario decidió ir a buscarlo. Al llegar aumento su cosmos como señal de que se encontraba allí pero no recibió una respuesta, así que entro hasta la habitación de Leo y lo encontró tirado y triste.

Camus— ¿Qué sucede? (sentándose en el borde de la cama)
Aioria— Me tiene trastornado este tema de las cartas, me tiene harto. Si el tipo tanto me ama por qué no es capaz de buscarme y decírmelo.
Camus— Tal vez tiene miedo de que lo rechaces.
Aioria— Y que lo tenga. Porque no voy a aceptar que alguien tan cobarde y sin corazón me tome de idiota. Me enferma. Ahora entiendo a las mujeres que se quejan de los hombres, sí ninguno vale la puta pena (con lagrimas en sus ojos)
Camus—(visiblemente abatido y disimulando sus ganas de llorar) Lamento tanto que pienses así. Mejor me voy y te dejo descansar (se acerca y le da un beso en la mejilla) Bon soir* Aioria.

         Leo no comprendió el porque de la actitud de su compañero pero no tenia fuerzas para retenerlo en su templo así que se durmió. 

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         En la mañana lo primero que busco fue la carta y la flor que se encontraban justo en la entrada pero grande fue su sorpresa al abrirla y leer lo que esta decía:

"Tus labios sonrosados adoración mía
Son el rosado dulce de mis tentaciones
Tus labios sonrosados adoración mía
Son el sueño eterno de mis noches y vigilias
"

Mi amado León  

       Esta será la última carta que recibirás. Me apena mucho mi cobardía y mi miedo a tener que decirte cuanto te amo frente a frente. Con estas misivas busqué demostrarte mis sentimientos pero te provoqué pesares y lo lamento. Olvídate de mí sí es lo que deseas, no te molestare nunca más. Solo quiero que sepas que mi amor por ti quema con la intensidad de mil soles.

"Siempre tuyo
Camus de Acuario"
.-
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         Cuando Aioria les leyó la carta nadie podía decir ni siquiera una palabra. Después de un buen rato hablo Milo:

Milo— Auch. ¿Qué harás?
Aioria— ¿Que quieres que haga? Acabo de perder al amor de mi vida y me preguntas que voy a hacer (llorando)
Aioros— ¿Por qué dijo eso de la cobardía? ¿Acaso le dijiste algo?
Aioria— Si ayer cuando pasó por mi templo le dije que si llegaba a aparecer el que me escribía las cartas lo mandaría a freír espárragos por cobarde.
Dm— Te pasaste de romántico. Dile que lo amas y listo.
Saga— Estamos hablando de Camus, a estas horas segurito esta tomando una taza de café.
Kanon— Y con un humor de los mil demonios del hades.
Milo— Y llorando a más no poder. Viejo tienes que solucionar esto, no seas miedoso. Si sabes que te corresponde para colmo.
Aioros— Y de que forma. Vamos ve con él.
Aioria— ¿Qué vaya así como así? Seguro me congela las bolas.
Todos menos Aioria— Y merecidita te la tienes.
Aioria— Gracias que buenos amigos tengo (sarcásticamente)
Dm— Deja que me encargue de esto (sacando su teléfono y marcando un numero) Dita soy yo, prepárame un ramo de rosas rojas con un enorme moño rojo y mándalo a Acuario con una tarjeta que diga "para mi rey helado"
Afrodita— Dime que no eres tu él que manda eso
Dm— Si Juan, las manda Aioria. Resulta que si era Camus el de las cartitas.
Afrodita— Nooooooooooooooooooooooooooo. Que se quede tranquilo que va a ser el mejor arreglo floral de todos. Mándale saludos. Bye.
Dm— Gracias viejo, saludos. Ya está 
Aioria— ¿Por que carajos hiciste eso?
Milo— Ya entendí tu juego Death. Le diré a Camus que iré a cenar a su templo esta noche pero serás vos Aioria el que vaya bien vestido y bañadito para su cita romántica. (Se va corriendo hasta Acuario)
Aioros— Excelente idea, iré a buscar mi traje negro, seguro que te va a quedar pintado hermanito ya regreso. (Se va a hasta Sagitario)
Saga— Kanon ve a la bodega del templo y saca un vino rosado para que Aioria no caiga con las manos vacías a su cita mientras que yo lo bañare para que este presentable.
Kanon— Hecho (se va hasta Géminis)

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      Dirijamos nuestras miradas al templo de la urna preciosa donde su guardián se encuentra en lo que yo llamo "su momento más deprimente": sentado en la mesa del comedor con su larga cabellera color aguamarina revuelta y despeinada, con los ojos rojos de tanto llorar y unas terribles ojeras que arruinaban sus bello rostro. Con una taza de café en su mano y su cuerpo solo cubierto por una bata de seda blanca.

        Su dolor parecía interminable; se rebajo al nivel de un acosador por ese gato ingrato y ¿que recibió?

       En ese instante entró en el templo el caballero de Piscis con el más hermoso ramo de rosas que jamás se haya visto.

Afrodita— Ay Camusito querido cambia esa carucha, mira lo que tengo para vos.
Camus— (secándose las lagrimas) ¿y eso?
Afrodita— Te lo manda tu admirador secreto (guiñando un ojo)
Camus— Es broma ¿cierto?
Afrodita— Ni broma ni nada (le da el ramo) ponlas en agua así duran mas. Nos vemos copito de nieve.

        Se retiro así, dejando a Camus muy confundido. Al leer la tarjeta le dieron muchas ganas de reírse pero en vez de eso tomo una preciosa ánfora de cristal tallado que él tenia y las coloco allí en el centro de la mesa para que se luzcan más.

       Cuando estaba a punto de retirarse a su habitación a cambiarse llegó Milo, corriendo como si lo llevara el mismísimo diablo.

Milo— Ay hermano que cara ¿Quién murió?
Camus— Mi buen humor.
Milo— Vamos no seas así (abrazándolo) mira ahora estoy con algo de prisa pero esta noche vendré a cenar contigo aquí, yo me ocupo del vino y vos podrías cocinar ese pescado a la parrilla que te sale tan delicioso ¿quieres?
Camus— Me convenciste con el vino (dijo con una pequeña sonrisa)
Milo— Perfecto hoy a las ocho y arréglate bonito, que será una noche inolvidable (se va del templo)

        La petición de Milo no puede haberle parecido más extraña pero no era importante ahora. Debía arreglar el templo y sacarle las escamas al pescado para poder asarlo. Si iba a cocinar lo haría bien. 

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        Ya eran las 8 cuando el joven Acuario tenia todo preparado ya para la cena: ya estaba listo en pescado y las guarniciones, la mesa puesta, con las rosas en el centro a modo de decoración, cubiertos de plata, copas de cristal y la vajilla más fina que tenia. 

       Él estaba vestido con unos mocasines negros, pantalón negro algo ajustado, que delineaba la perfección sus hermosas piernas y su prominente culo, una camisa blanca de marga ¾ holgada y su cabello suelto de siempre. 

       En la entrada de su templo se comenzó a sentir un cosmos familiar, pero no el que es esperaba sentir. Grande fue su sorpresa cuando vio a Aioria entrar a su templo elegantemente vestido, bien peinado, oliendo a loto y jazmín (su fragancia favorita) y con una botella de vino rosado en su mano.

Camus— Aioria ¿que significa esto?
Aioria— Es que hoy tengo una cita con el amor de mi vida. Por lo que veo recibiste las rosas que encargue para ti.
Camus— ¿Fuiste vos de verdad?
Aioria— Si fui yo (acercándose a Camus para tomar sus manos) lamento haber sido tan idiota, no quería creer que eras vos el que me escribía esas cartas. Me cerré en que era una mala broma y no quise ver la realidad. ¿Serías capas de perdonarme?
Camus—(con lagrimas en los ojos se arroja a los brazos de Aioria) Mon dieu, aide moi** siento que mi corazón va a explotar, no hay nada que perdonar. (Se separan un poco) Te amo Aioria, nada lo va a cambiar.
Aioria— Mi rey helado también te amo, ¿me dejarías besarte?
Camus— Mon amour, embrasse moi, maintenant***.

        Aioria tomo a Camus de la cintura, este se colgó de su cuello y se dieron un beso que lo significo todo, ese beso que tanto tiempo esperaron darse y que el miedo les impidió hacerlo.
Cenaron, bebieron, se tomaron de las manos y bailaron bajo la luz de la luna y recibieron el alba abrazados, amándose como dos chiquillos desesperados. A partir de ese día, los poemas se recitaban de frente y las flores se daban en las manos, ya no había secreto alguno en sus corazones, solo amor y confianza en aquel a quien decidieron entregarle sus vidas.

Fin.

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Notas:
* Buenas noches
** Dios mió ayúdame
*** Mi amor bésame ahora.

Espero que hayan disfrutado la historia y gracias por leer.-

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