Nuestro Silencio (ShakaxCamus)
Este capitulo no posee diálogos, lo que esta en cursivas son pensamientos de los personajes. Esta idea se me ocurrió al ver la película coreana Hierro 3.
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Esta historia comienza, como muchas otras, en el santuario, hogar de los, en ese momento, jóvenes santos dorados.
El pequeño Camus, que acababa de obtener su armadura dorada, subía corriendo las escaleras de los templos hasta salir de Escorpio. Allí, entre Escorpio y Sagitario, se adentro entre la roca y las malezas hasta llegar a su destino: el olvidado y deshabitado templo de Ofiuco.
Siempre que terminaba su entrenamiento tomaba un libro y se dirigía a ese lugar al que solía llamar "su pequeño universo". Estaba destruido, lleno de polvo y mugre, con sus pilares mohosos y resquebrajados y las plantas y maleza habían invadido aquel recinto. Aún así para él era un pequeño paraíso al que no llegaban ni el calor, ni los malos tratos ni las amenazas de guerra que constantemente se agolpaban en su cabecita loca haciendo que, aunque no lo demuestre, se llene de miedo y aflicción.
Cuando llegó a Ofiuco vio algo, mejor dicho a "alguien", que no debería estar allí: Shaka, el recién nombrado "Caballero de Virgo" se encontraba meditando sobre el gran altar de mármol del templo, una de las pocas cosas que sobrevivieron a la intemperie y abandono. Camus hizo crecer su cosmos de forma amenazante a modo de advertencia para que Shaka se retirara, pero este no le dio mayor importancia y siguió meditando. Ya indignado el pequeño acuariano solo se sentó en un trozo de pilar que le hacia a veces de asiento y leyó su libro sin concentrarse mucho realmente. Solo pensaba en el disgusto que le provocaba la presencia del virginiano allí en SU lugar.
Al día siguiente la situación fue similar. Camus llegó al templo encontrando al otro niño sobre el mármol en posición de loto recitando un mantra, muy concentrado en lo suyo como para darle importancia, por lo que se sentó a dibujar en el cuadernito que tenia en sus manos.
El tiempo fue pasando, y lo mismo seguía sucediendo. Pero esta película muda no podía continuar de aquella manera ¿no lo creen? Cierto día el pobre Camus corría para llegar antes que Shaka y en su apuro no se fijó en dos cosas: una, en la presencia del joven virgo, y otra, en el escalón que se llevó puesto. No se cayó, pero en el susto del momento se llevo una mano al estomago y otra a la boca para reprimir un grito. Shaka, con sus ojos bien abiertos, lo observaba con preocupación...
-¿Estas bien?
- Si
Ambos se miraron y se rieron a carcajadas, hasta lagrimeaban de la risa. Cuando se calmaron se miraron a los ojos y sonrieron.
Camus se acercó a Shaka con timidez, como pidiendo permiso para sentarse junto a él. El otro pequeño con una risita tierna se corrió hacia un costado y le dejó sentar, así mientras él meditaba, Camus leía su libro. Ambos sin decir ni una sola palabra.
Transcurría el tiempo, pasaban las estaciones, los niños se hacían hombres bajo el sol griego, las responsabilidades que tenían cada vez eran más y más pesadas. Aun así ellos seguían viéndose en el más puro de los silencios. No era algo acordado, se trataba de un simple "acuerdo tácito" entre ambos; aprendieron a entenderse y a reconocer lo que querían decirse a través de sus ojos. También comenzaron a tomarse más confianzas como, por ejemplo, que Camus recostara su cabeza sobre la piernas de Shaka, o que este dejara de meditar y solo apoyara su cabeza sobre el hombro de Camus, se saludaban con un simple abrazo, hacían pequeños picnics juntos, se subían, con cuidado, al techo del templo y observaban el firmamento tomados de la mano. Si tenían angustias o ganas de llorar se aferraban a los brazos del otro, donde encontraban un dulce consuelo. Tan cercanos, se sentían tan amados que cometieron el error, el tan grave error de pensar que su paz y felicidad duraría una vida y más.
Llegaron al santuario los rumores de la guerra protagonizada por los jóvenes santos de bronce y con ello llegaron arrasando todo a su paso. El miedo, la desesperación, la amargura, el dolor, la incertidumbre, los arrepentimientos..... No fue diferente para los jóvenes caballeros.
Decidieron encontrarse, por última vez, en Ofiuco. Camus llegó primero y espero paciente a que el virginiano llegara. Este llegó con sus bellos orbes bañados en lágrimas. Al verle corrió a abrazarle y Shaka solo atino en arrojarse a sus brazos a llorar desconsolado.
-Tengo tanto miedo.
-Yo también.
Camus besó su cabello y lo estrecho fuertemente en sus brazos, como si de esa forma pudiera resguardarlo del horror que significa una guerra. Shaka levantó el rostro para ver a Camus y comprendió al instante la duda en sus ojos.
-¿Regresaras? ¿regresaremos?
-No lo se.
Volvieron a abrazarse, olvidándose por un segundo que ellos debían volver al frente, para defender aquel ideal de santuario que les fue impuesto por el falso patriarca.
-Por favor vuelve a mí.
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Pasó la guerra, muchos murieron, muchos se fueron, muchos no volvieron a ser los mismos. Shaka no salía del templo, meditaba día y noche buscando la forma de poder contactar con el alma de Camus, pero nada. No podía percibir nada. Sus compañeros trataban de sacarlo de aquella depresión, pero no se daban cuenta que era inútil. Su dolor no seria aliviado por palabras vacías, él necesitaba aquel silencio... ese silencio lleno de amor, lleno de fe, que le alegraba la vida y lo llenaba de seguridad; necesitaba aquellos ojitos azules que, al principio le hacían la guerra y luego no le mostraron más que una inmensa paz. Una que en ninguna de sus meditaciones podría lograr por mas que estas fueran profundas y prolongadas.
Se sentía abandonado, no tenia nada.
-Vuelve, por favor.
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Camus no podía estar pasándola peor... Traicionó a su diosa, le dio la espalda a todos sus ideales, a su alumno, a sus compañeros, a todos aquellos "castillos de aire" que había construido, y para empeorar, se vio obligado a asesinar al único ser que, en el mas sincero mutismo, le mostró lo vacías que son las palabras y lo bella que es la vida sin ellas. Él se había acostumbrado a hablar lo poco y necesario con aquellos con quienes se veía "obligado" a interactuar, siempre fue así; solo con el regente de Virgo podía disfrutar del silencio.
Pero todo ello quedo atrás. En ese jardín oculto en el templo de la Virgen, junto a quienes lo acompañaban en su "traición", vio con horror y profundo dolor como el alma de Shaka se desintegraba y bajaba al reino maldito de Hades. Si no fuera porque Shaka le quitó el sentido del habla, hubiera destrozado su garganta con un grito desesperado. Ni eso podía ahora, solo podía llorar, inmóvil, desahuciado....
La mano que Shura colocó en su hombro le hizo recordar cual era su misión... a estas alturas no podía echarse atrás como un cobarde.
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Ustedes tanto como yo sabemos que después de la tormenta siempre sobreviene la calma, no fue diferente para los pobres guerreros de dorada armadura, que luego de destruir todos juntos el muro de los lamentos en el infierno, fueron revividos por pedido de Athena para que tuvieran una segunda oportunidad de hacer sus vidas como ellos quisieran. Todos ellos prefirieron quedarse en el santuario, ya que la vida que allí tenían era la única que conocían.
Los templos destruidos fueron reconstruidos, las armaduras reparadas, las heridas curadas, pero los corazones heridos parecían no tener remedio alguno. Eso era lo que Camus creía, ya que no se atrevía a mirar a Shaka a la cara. Lo evitaba, se escapaba constantemente de él, y al contrario Shaka lo buscaba.
Ya cansado, decidió ir a Ofiuco y esperarle allí, ya que era sabido que terminaría yendo a buscar consuelo a su pesar. Y no se equivocaba.
Casi sin ver, Camus llegó al templo y al percatarse de que el otro estaba allí se quedó helado, sin saber que hacer, mirando aquellos ojos azules que Shaka poseía. Finalmente, derramó derrotado amargas lágrimas.
-Perdóname
-No hay nada que perdonar
Shaka se acercó a Camus y limpió sus lágrimas. Ambos entrelazaron sus dedos y juntaron sus frentes.
-Te extrañe
-Igual yo
Shaka abrazó a Camus por los hombros, enredando sus dedos en los azulados cabellos y Camus lo tomó de la cintura con suma delicadeza, estrujando entre sus manos la túnica color bordo que él siempre llevaba. Lentamente, unieron sus labios en un beso casto lleno de amor, lleno de todo aquello que nunca se dijeron. Al separarse y al unísono, por primera vez, escucharon la voz del otro.
-Te amo.
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Hola, pido disculpas por la demora en actualizar. Tengo casi todo mi tiempo ocupado por la facultad y no encuentro los momentos indicados para poder sentarme a escribir. Espero que les haya gustado. Se que este capitulo es relativamente muy corto en comparación con el capitulo anterior, es que tuve problemas para hilar las ideas, dado que no podía agregar diálogos reales (esto basándome en el modelo que me auto-impuse) además de que quería que se centrara únicamente en ellos dos, en su propio mundo de silencio. Mi idea al hacerlo era demostrar que las palabras, a veces, están de mas; pero, en lo personal, a mi me quedaron terriblemente cortas. Siento que no logre dar la verdadera sensación siquiera de lo que era mi idea original. Otra cosa: en los momentos en los que me dirigi directamente a ustedes fue como para tomar la idea de "romper la cuarta pared". Les dejo el veredicto a ustedes. Saluditos
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