Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4

El lunes ha llegado antes de lo previsto. Me he levantado con buenas intenciones aunque, después de lo que me he enterado, tengo la cabeza hecha un lío. He buscado información sobre él en Internet y, además de ser bueno en su trabajo, las otras noticias no son para nada reconfortantes. Revistas llenas de fotos con modelos de todas las partes del planeta. Según una de estas publicaciones, colecciona 300 chicas al año, o incluso más. No sé, todo esto es una locura. ¡Ni que fuera el único hombre sobre la faz de la tierra! No sé por qué continúo pensando en él. Honestamente, lo pienso desde que entré en su despacho.

No puedo negar que es un hombre atractivo, con una voz sensual, y unos ojos profundos que te marcan... estoy delirando. ¿Tendré fiebre? No tengo ni idea de dónde he sacado estos pensamientos, de verdad, nunca he pensando en un hombre tan intensamente. Digo yo, ¿precisamente a mí me tenía que tocar un jefe así? Parece que los problemas me persiguen. Quería un trabajo de ensueño, no un jefe como tal. Todo esto es tan... ni lo sé. ¿Es demasiado para mí? Tengo que dejar de montarme películas, las paranoias no me llevarán a ninguna parte.

Respiro profundamente mientras entro en el edificio Truston.

«Tranquilízate, ¡ni que estuvieras yendo a la guerra!» me digo a mí misma. La existencia de mi consciencia últimamente me saca de quicio. Lo sé, estoy loca, deberían encerrarme en algún sitio y tirar la llave.

Esperándome en la recepción está la señora de la otra vez.

«Buenos días» digo con una sonrisa dibujada en la cara, quiero parecer simpática. Bueno, en realidad lo soy, pero solo con las personas que me conocen bien.

«Buenos días, querida. Soy Sharon». Parece amable.

«Ven, te acompaño a tu despacho».

Asiento ligeramente estrechándole la mano, y a continuación la sigo en silencio observando todo a mi alrededor. Todos están vestidos elegantemente, espero que mi atuendo esté a la altura. He elegido uno blanco. Si tengo que entrar por la puerta grande, al menos lo haré con estilo. O eso espero.

Para mi sorpresa cogemos el ascensor, creía que el despacho era donde había tenido lugar la entrevista, pero por lo que parece las sorpresas no acaban nunca. Este lugar está cuidado hasta en el más mínimo detalle, y así todo me da la sensación de vacío, desalmado. Cuando llegamos a la planta 46, las puertas del ascensor se abren dando paso a algo asombroso. ¡Vaya! Parece un catálogo de decoración. En las pareces hay dos cuadros: uno representa el amanecer y el otro la puesta de sol. Es la primera cosa que me ha llamado la atención, apuesto que son obras de algún artista famoso. Estoy sorprendida, pero no mucho, visto que el señor Truston quiere solo lo mejor. El suelo es de un mármol oscuro y brillante, da la sensación de que estás caminando sobre la superficie del agua. Las paredes son blancas; si no fuera por esos dos cuadros, carecerían totalmente de vida. En el centro del gran vestíbulo, que deduzco que es la sala de espera, hay un sofá de piel blanco. Tiene muchas plazas. Me pregunto cuántas personas se podrán sentar al mismo tiempo. No me importaría tener uno igual, pero no creo que entrara en mi salón. Alguna escultura por aquí y por allí. No me detengo a observarlas, nunca me han atraído especialmente. La vista desde aquí es magnífica, te deja sin aliento. No me acerco a las ventanas, y no creo que lo haga nunca, tengo vértigo. Digamos que todas las alturas me dan miedo. Incluso subir una escalera... soy una gallina. Es una ironía del destino que yo trabaje en un lugar tan alto. A saber que he hecho para merecer esta mala suerte.

Sharon me muestra rápidamente la sala de reuniones, los despachos de los otros socios, y para acabar, el de Erik. 

«El tuyo es ese» dice señalándome la puerta de al lado. Cuando entro, me quedo maravillada por lo bonito y simple que es al mismo tiempo.

Estoy emocionada, es la primera vez que tengo un despacho para mi sola. Sin embargo, hay algo que no me convence. ¿Por qué entre mi despacho y el de Erik hay solo un cristal?, ¿la privacidad aquí es opcional?, ¿cómo puedo trabajar con él aquí al lado observándome en cualquier momento? O al contrario. Pensándolo bien él busca esto, por este motivo hay un cristal en vez de una pared. ¡Qué cabrón! Quiere tener todo bajo control, lo que significa que cada vez que esté en su oficina podrá deleitarse con la vista de sus asistentes controlando al mismo tiempo si trabajan, y nadie podrá decirle nada.

Sharon se ha detenido algunos minutos para explicarme el trabajo que tengo que hacer, y sobre todo, para darme algunas directivas sobre Erik y sus preferencias. En pocas palabras: todo lo que dice va a misa. En cuanto se marcha, no resisto a la tentación de sentarme en la silla giratoria de piel negra y girar como si estuviera en un tiovivo. Lo sé, parece algo estúpido pero no me he podido resistir, hace tiempo que quería hacerlo.

«Veo que te gusta el despacho» ¡Oh, no! Es él. Me falta el aire, es más, se me para el corazón. Felicidades, has dado la impresión de ser un niña. Soy una idiota. Enrojezco avergonzada adoptando una posición más adecuada. Apoyado en la puerta me observa entretenido, es más guapo de lo que recordaba y acabo de hacer el ridículo.

«Sí, es muy bonito» respondo con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Pero qué me pasa?, ¿me he vuelto atontada de repente? Mis ojos se pierden en los suyos, no lo puedo evitar. Tras varios minutos me doy cuenta de que lo estoy mirando fijamente. Dios mío, estoy segura de que se ha dado cuenta de que me he quedado embobada.

Se endereza y se vuelve serio, como solo él sabe hacer: «necesito que me leas este contrato y me lo devuelvas en media hora».

Cojo el documento de sus manos asintiendo levemente y me pongo inmediatamente a trabajar. Decido olvidarme de lo que acaba de pasar, quiero demostrarle que no se ha equivocado contratándome. Estoy más decidida que nunca, tengo que demostrar mis capacidades. No soy un genio, pero me defiendo bien. En el contrato no hay errores, parece perfecto. Espera un momento, estudiando leyes si no recuerdo mal... ¡Aquí está, he encontrado un error! Satisfecha con mi trabajo realizado en menos de 20 minutos, me dirijo al despacho de Erik.

«El contrato es perfecto, excepto por un detalle» lo informo. A causa del entusiasmo ni siquiera he llamado a la puerta, espero que no me diga nada. Repentinamente en su rostro se dibuja una sonrisa irónica, este hombre es realmente extraño.

«Imposible, lo he escrito yo». ¿Y ahora quién explica al Sr. Perfecto que ha cometido un error? Respiro profundamente y le retiro el contrato de la mano cuidadosamente.

«Pues has cometido un fallo. No has introducido en la cláusula la solicitud de todas las certificaciones sobre las maquinarias de la fábrica que estás a punto de adquirir» respondo señalando el punto del contrato. Sus ojos me observan incrédulos, creo que está acostumbrado a tener siempre razón. Nos miramos durante algunos segundos sin decir nada. En realidad quisiera regodearme pero no quiero empeorar más la situación.

«Perfecto» después de la única palabra que sale de su boca intento escabullirme antes de que se ponga de mal humor.

«Espera».

Freno en seco girándome hacia él. ¿Y ahora qué quiere? Esperemos que se trate solo de trabajo.

«Prepara dos cafés, a menos que estés cansada o quieras marcharte para no disfrutar de mi compañía». Maldición, sabía que llegaríamos a este punto. Asiento y salgo del despacho. La inquietud se apodera de mí. ¿Y ahora cómo tengo que comportarme?

Vuelvo al cabo de unos pocos minutos con dos cafés calientes, intento no transmitir ninguna emoción, ninguna expresión. Espero que se queme la lengua y no consiga hablar. Qué ideas más crueles. Estar cerca de él me hace reaccionar así.

«Siéntate» ordena. Sin esperar a que me lo diga dos veces me acomodo e intento eludir su mirada, malditos ojos azules. No entiendo por qué este hombre me intimida de esta manera, en el fondo solo tenemos que trabajar juntos.

«¿Me podrías explicar por qué rechazaste mi invitación?». ¿Pero cómo puede ser tan directo? Si ni siquiera me conoce.

«No me encontraba muy bien». ¡Venga ya!, ¿La única excusa que se me ocurre es esta?

«Tonterías. Quiero saber la verdad». Parece que se está alterando, y eso no me gusta en absoluto.

«Bueno, la verdad es que no me gusta estar contigo a solas».

Desde luego es lo que pienso. Bueno, en parte. ¿Pero qué podía responder? Me habría gustado mucho haber tomado algo con él, no creo que lo haya dicho en voz alta. No puede ser que lo haya dicho, pero cuando me doy cuenta de haberlo hecho instintivamente me tapo la boca con la mano.

«Eres genial, es más, eres la única persona que dice lo que piensa». Está riendo, es buena señal.

«Y dime, Elisa... ¿te doy tanto asco como para evitar tomar algo conmigo?» Vuelve a la carga más serio que nunca. Está bien, me encuentro en una encrucijada: decirle lo que pienso realmente o mentir. Vamos, no sé contar mentiras, prefiero decir siempre la verdad. O por lo menos la verdad a medias.

«Si te soy sincera, eres un chico guapísimo, no tienes nada de malo... solo...que...digamos que no desperdiciaría mi tiempo con uno como tú, que cambia de mujer como de calzoncillos».

El daño ya está hecho, ahora puedo morir en paz. Su mandíbula se contrae, sus ojos me miran fijamente y decido hacer lo mismo. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

«Dijo el zorro cuando no consiguió coger la uva» comenta.

Ya no, esta no la paso. Este hombre necesita un rapapolvo, el mundo no gira a su alrededor.

«Escúcheme bien, usted es mi jefe. Fuera de eso no le debería interesar nada más. En el trabajo seré impecable, pero por el resto evite hacerme perder el tiempo». Debo estar bastante furiosa porque continúa mirándome pasmado. No sabe nada ni de mí ni de mi vida.

«Yo te prometo que te tendré». ¡Lo que acabo de escuchar! Es un Don Juan. ¿Pero quién cae en estas tonterías?

«Como ya le he explicado, señor Truston, no se puede tener todo en la vida». Y con estas palabras salgo del despacho enfurecida.

Tal vez debería dejar el trabajo, no sé si puedo hacer esto. Solo con imaginar otro día así me entra ansiedad. Erik Truston es sin lugar a dudas un ejemplar único y desconocido, francamente no sé qué hacer. Creo que si hubiera sido menos atractivo, las cosas habrían sido más fáciles. Tengo que hablar con Claire, le tengo que contar urgentemente lo que ha pasado, con suerte podrá decirme cómo debo comportarme en su presencia.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro