Uno con la ilusión de un auto nuevo
¿Cómo se puede quitar la ilusión de apostar cuando ganas y ganas sin parar por cinco días?, ¿cómo evitar ser tan presumido cuando los números y la suerte te acompañan? pues es muy simple, con los golpes de realidad que da la vida en ciertas ocasiones.
Franco y su alocada idea de depender de la suerte y los números solo lo empujaba hacía un precipicio muy profundo y, para su mala fortuna, Zooey también caería.
La ambición cegó completamente a Franco y a Zooey, entre más dinero ganaban, más apostaban y más gastaban en ropa lujosa, cuartos de hoteles más lujosos y un auto nuevo.
Ahí estaba Franco, vistiendo un traje de cuerpo completo color beige, una cadenita de oro donde se posaba el anillo de cristal y un par de zapatos de vestir marrones.
Franco tenía en brazos montones de fichas de varios colores: verdes, rojas, azules, pero en su mayoría habían fichas negras. Al cambiarlas por dólares, a Franco se le iluminaron los ojos azules de felicidad al ver los miles de dólares que había ganado.
- << Con ese dinero podría comprar un nuevo auto. >> - Pensó Franco.
El auto que había traído a Franco y a Zooey hasta Las Vegas, pertenecía al Señor Johnson desde hace más de una década, se podría decir que es una reliquia. Fue adquirida por él hace diecisiete años atrás y desde entonces ha pertenecido a Los Johnson.
El auto en cuestión es una Ford Thunderbird de 1995.
Funciona, la mayor parte del tiempo, bastante bien, claro que esto es debido a que muchas piezas debieron ser cambiadas o arregladas. Como la ocasión que se tuvo que cambiar el faro izquierdo, ya que Franco lo rompió chocando contra un árbol cuando recién estaba aprendiendo a conducir.
Con el dinero en mano y con la idea de comprar otro auto, Franco fue a buscar a Zooey, quien se encontraba en la mesa del poker con la idea de ganar.
- Muestren sus cartas. - Ordenó el encargado de esa mesa.
- Un full. - Anunció alguien.
- Poker. - Mostró otro.
- Escalera. - Confesó otra persona.
- Flor corrida. - Presumió alguien más.
Todos voltearon a ver a Zooey, quien vestía una gorra blanca, un par de lentes de sol, una blusa blanca, unos jeans ajustados que le llegaban a la altura de las pantorrillas y un par de zapatos con plataforma color marrón.
- Flor imperial. - Dijo Zooey indiferente.
Hasta cosquillas se le hicieron a Zooey en las manos al ver las fichas acercándose a ella.
- Vámonos, Zooey. - Dijo Franco al encontrar a su amiga.
- ¿Ya nos vamos? - Preguntó decepcionada. - Pues, bueno.
Una hora después de salir del casino y cambiar las fichas por dólares, llegaron a una agencia de auto muy prestigiosa.
- Buen día. - Saludó el vendedor. - Bienvenidos, ¿qué están buscando?
- Un auto moderno, duradero que sirva tanto para ciudad y para ir en carretera, como para cinco personas. - Explicó Franco.
El vendedor le mostró a Franco y a Zooey, quien solo se limitaba a asentir con la cabeza, varios modelos posibles para reemplazar el Ford Thunderbird de 1995.
No fue muy tardado encontrar el auto ideal. Con un diseño muy moderno que cumplía con las características de que cabrían, muy forzadamente, tres personas en la parte de atrás, una cajuela de tamaño mediano, las puertas se abrían hacía arriba y no tenía techo y era de color amarillo.
- Me lo llevo. - Declaró Franco con mucho entusiasmo sin preguntar por michos detalles sobre el auto.
- Excelente. - Mencionó el vendedor.
Después de firmar los papeles correspondientes, Franco recibió las llaves y se fue junto a Zooey dejando al Ford Thunderbird de 1995 a merced de la agencia.
- Te ves muy feliz. - Notó Zooey mirando de reojo a su amigo.
- Estoy muy feliz. Ya era hora de un cambio. - Reparó el feliz conductor.
- ¿No crees que estamos despilfarrando el dinero? - Cuestionó la copiloto.
- Para nada, aunque no lo creas todo está aquí. - Replicó el chico poniendo su dedo índice en la cien reemplazando la palabra “mente” con ese gesto. - Es más, hoy nos hospedaremos en un hotel bueno y lujoso.
- ¿De verdad? - Zooey se puso contenta.
- Claro que sí.
Franco llegó hacía uno de esos hoteles que en la primera planta es un casino.
- ¿Qué tal? - Saludó uno de los empleados del valet parking.
- Buenas noches. - Respondieron Franco y Zooey bajando del vehículo recién adquirido.
Dos tipos bien vestidos que trabajan como botones se acercaron a abrir la cajuela.
Uno de estos botones era alto, tez blanca, robusto, usaba anteojos que ocultaban sus ojos oscuros y su pelo era negro y largo (tan largo que tenía una cola de caballo).
En cambio, el otro botones era un poco más bajo que el anterior, tez blanca, ojos avellana y pelo rubio.
- Mira esto, Paco. - Dijo el botones robusto.
- Son muchas maletas, deben ser millonarios. - Especuló Paco. - Significa más propina para nosotros.
- Menos charla y más cargar. - Regañó el valet.
Franco y Zooey arribaron a la suite más cara que había disponible siendo seguidos por Juan y Paco.
- Aquí es. - Dijo Juan jadeando. - habitación mil quinientos noventa y nueve.
Tras poner las múltiples maletas a un lado de la cama, Juan y Paco se retiraron hacia la puerta esperando la propina.
- Adiós. - Dijo Franco mirando a los botones. - Esperen, aquí tienen.
Franco sacó su billetera rebosante de billetes verdes, tomó un montón y los arrojó hacía los botones.
- Chaito. - Dijo Franco cerrando la puerta en las narices del par de botones.
- ¿Qué fue eso? - Interrogó Juan mirando a su compañero.
- Son ricos, ¿qué esperabas?
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