- << ¿Qué paso ayer? >> - Pensaba Franco mientras recuperaba el conocimiento.

La cabeza le daba vueltas, se sentía aturdido, era una resaca. Mirando a su alrededor notó que se encontraba en su habitación de hotel acostado en la cama a un lado de Zooey.

Pequeños fragmentos del día anterior fueron llegando poco a poco a la mente de Franco.

Decidió levantarse para lavarse la cara, una vez dentro del baño, se posó enfrente del lavamanos y, gracias al reflejo del espejo, se dio cuenta de que el anillo de cristal no se encontraba en la cadena de oro.

Inmediatamente volteó su mirada hacía donde Zooey se encontraba y empezó a recordar todo.

Un día antes...

- Buenos días, Franco. ¿Te desperté? - Dijo Zooey.

- Un poco. - Contestó Franco adormilado. - Lo mejor de tener la suite es que tiene un sillón muy cómodo y ya no tenemos que pedir dos cuartos.

- ¿Te espero o me te veo abajo? - Preguntó Zooey casi llegando a la puerta.

- Te veo abajo, aún tengo que arreglarme. - Aclaró Franco.

- Está bien, tu maleta está al lado del baño. - Indicó Zooey antes de salir de la habitación.

Actualidad...

- ¡Zooey!, ¡Zooey! - Llamó Franco escandalosamente despertando a la susodicha.

- ¿Qué pasó? ¿por qué gritas? me duele mucho la cabeza.

- ¿Recuerdas qué pasó ayer, Zooey?

- No mucho, es decir, estabas ahí y, yo allá, luego Elvis Presley salió de no sé donde y...es todo. - Zooey respondió de una manera tal, que parecería todo una pregunta más que una afirmación.

- Miras tus manos. - Ordenó Franco.

Zooey examinó sus manos y encontró en su dedo anular derecho el anillo de cristal, inmediatamente se le abrieron los ojos como platos y miro a su esposo.

- No, no es posible. - Negó Zooey levantándose de la cama. - ¿Cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué?

- No lo sé, ayer, en la capilla de abajo y tampoco lo sé. Supongo que estábamos muy ebrios.

Un día antes...

Zooey bajó al casino donde ya había gente apostando en los diversos juegos que ofrecía el casino. Particularmente ese día, como música de fondo estaban los éxitos de Elvis Presley, Zooey los conocía bien, ella creció escuchando sus discos de vinilo pertenecientes a su madre.

A lo lejos, Zooey pudo ver a un animador vestido como Elvis, ella no pudo evitar hacer una gran sonrisa al ver al animador.

- ¡Hey, "Elvis"! - Llamó Zooey. - ¿Me puedo tomar una foto contigo?

- Por supuesto, nena. - Respondió el animador.

Zooey sacó su celular y se tomó una selfie con el supuesto Elvis.

- Gracias. - Agradeció Zooey.

La chica se dirigió a la mesa de poker, en ese momento no estaba en condiciones para pensar y dejarlo todo a las matemáticas.

En lo que repartian las cartas, divisó a lo lejos mucho alboroto, gente arrojando arroz y exclamando:
- ¡Qué vivan los novios!

De entre la multitud apareció una pareja conformada por un hombre bien vestido y una mujer vestida de blanco. Eso le dolió un poco a Zooey, ya que, en cuestión de amor, no es la más afortunada del mundo, su único novio solo le había durado un recreo.

- << Algún día >> - Pensó Zooey, sin saber que ese día estaba más cerca de lo que ella pensaba.

Como ya era costumbre, Zooey ganó una y otra vez, entre más fichas ganaba, más seguridad sentía.

De repente, en los altavoces se anunció:
- Queridos clientes, le informamos que hoy es día de buffet, desayune todo lo que quiera por ciento cincuenta dólares, pero si usted es huésped del hotel y tiene la llave de su habitación para demostrarlo, su desayuno es gratis. Sigan divirtiéndose.

- Me retiro. - Anunció Zooey recogiendo sus fichas.

Tras cambiar sus fichas por dinero, regresó a la habitación para guardar el dinero. Al entrar, se encontró a Franco quien se encontraba recién arreglado y listo para ir a otro día en el casino.

- Franco, qué bueno que te veo. Hay buffet gratis si enseñas la llave de tu habitación de este hotel.

- Excelente, me muero de hambre, vamos.

Ese día que empezó con un desayuno gratis y varias victorias tanto por parte de Franco contando las cartas en el Blackjack como por parte de Zooey en el poker, evolucionaría a más.

Horas y horas gastadas en esos juegos pasaron casi volando.

Franco llevaba la cuenta de cuanto dinero había acumulado y si seguían así, les faltarían brazos, así que juntó las fichas de Zooey para cambiarlas por billetes para luego resguardarlos en la habitación.

Mientras regresaba al casino, una vez más se escucharon a través de los altavoces:
- Queridos clientes, se les informa que en la sala trece se llevará una competencia de karoke en unos minutos con temática a clásicos de Elvis Presley, el ganador ganará un cupón de barra libre en el bar del hotel.

Inmediatamente a Franco se le vino a la mente su amiga, entonces fue a buscarla. Fue más difícil encontrarla que convencerla para participar en el concurso.

La sala trece constaba de varias mesas y sillas mirando hacía escenario con la rocola y una pequeña pantalla lista, la estancia ya era ocupada por algunas personas iluminadas por luces azules y rosas.

Franco y Zooey tomaron asiento en las últimas mesas que quedaban libres y en seguida una persona le dio a Zooey una pelotita blanca con el número trece.

El evento llegó cuando el animador vestido de Elvis de la mañana subió al escenario y tomó el micrófono, al parecer, era el maestro de ceremonia.

- Buenas tardes, damas y caballeros. Si están aquí es para ganar el gran cupón de barra libre, pero nada es gratis, deberán cantar alguno de mis grandes éxitos y el mejor será quien reciba, veremos quien puede igualar el talento del Rey del Rock. - Todos empezaron a aplaudir y a hacer escandalo. - Al entrar aquí debieron haber recibido una pelotita con un número, ese número es su número de turno. Una vez aclarado ese punto, recibamos con un aplauso al número uno.