Zooey había hecho su mejor esfuerzo ante la petición de Bratt Anderson quien se quedó callado un par de segundos, como si estuviera meditando sus palabras.

- Muchas gracias por venir, nosotros te llamaremos. - Replicó Bratt.

Zooey no encontraba en las palabras de Bratt ni una pizca de decepción...pero tampoco de conmoción. Por instinto salió del recinto por donde Martin había indicado.

- ¿Cómo te fue? - Preguntó Franco al ver entrar a su amiga.

- No lo sé. - Respondió ella algo confusa.

- ¿A qué te refieres? - Franco estaba algo confuso ante tal respuesta.

- No estoy segura. Yo siento que me fue bien, pero al fin y al cabo, yo no lo decido.

- Ya veo. ¿Qué quieres hacer ahora, Zooey? - Preguntó cordial Franco.

- No lo sé, yo creí que nos iríamos a casa después de mi audición, pero si tienes algo planeado, por mi está bien. - Accedió Zooey.

En ese momento Franco sabía que era su momento de aprovechar el viaje a Las Vegas.

- En realidad, quisiera ir a un casino. - Confesó Franco con cierto brillo en los ojos.

- Por mí está bien. - Accedió Zooey. - Tú eres el administrador.

Después de una carcajada, Franco arrancó el auto para dirigirse al casino más cercano.

- No sabía que quisieras ir a un casino, como administrador y contador, creí que estabas en contra de los casinos. - Comentó Zooey.

- A ver, en realidad no estoy en contra del casino y las apuestas, a lo que estoy en contra es a la ludopatía. - Aclaró Franco.

Una vez afuera del casino, Franco se estacionó y adentró su mano a su playera una cadena con un anillo colgando de esta.

- ¿Qué es eso? - Preguntó curiosa Zooey.

- ¿Esto? es una de las antiguas posesiones de los Johnson. - Replicó Franco. - Dicen que da suerte a un Johnson. Voy a probar si es cierto. ¿Vienes?

- Claro. - Accedió Johnson.

Franco y Zooey entraron y la temperatura tan baja de los aires acondicionados, el olor a cigarro, el bullicio y las luces de adentro los desubicaron por un momento.

- ¿A qué quieres jugar? - Preguntó Zooey.

- Creo que cuando tienes poco dinero, es bueno empezar por las maquinas.

Franco esperaba que el mito del anillo fuera cierto, de los contrario, el viaje a Las Vegas para él hubiera sido un desperdicio. Después de unos minutos, Franco encontró las maquinas, todas y cada una de ellas estaban ocupadas.

- ¡Maldita sea! - Exclamó alguien. - ¡E*tupida maquina!

La persona abandonó la maquina con una gran cólera. Al parecer la maquina que ocupaba no soltaba dinero. Franco sintió una corazonada de que debía usar esa maquina.

Franco, quien era seguido por Zooey, se acercó a la maquina y de su bolsillo una cuantas monedas que tenía por ahí.

- Calculo que aquí hay cinco dólares. - Especuló Franco mientras soltaba las monedas una a una en la ranura correspondiente. - Juntos.

Zooey miró a Franco quien la miraba fijamente con unos ojos que transmitían esperanza y seguridad. Ella tomó la palanca y espero que Franco hiciera lo mismo. Ambos bajaron la palanca al mismo tiempo.

La maquina emitió un sonido y empezó a sacar muchas monedas, y en la pantalla aparecían tres figuras idénticas y en la parte superior aparecía la leyenda: “Big Win".

Ambos se miraron con un gran entusiasmo dibujado en el rostro.

- Funciono. - Dijo finalmente Franco.

La gente de alrededor se acercó a Franco y a Zooey y empezaron a aplaudirles. Franco tomó las monedas y las colocó en sus bolsillos.

- ¡¿Una vez más?! - Exclamó Franco.

- ¡Otra, otra! - Respondieron todos los presentes al unisono.

Franco sacó está vez diez dólares en monedas de sus bolsillos y repitió la misma jugada.

Las monedas caían como si de una cascada se tratase y en Franco nació un sentimiento de alegría y adrenalina y ahí fue cuando comprendió que esto a penas estaba comenzando.