#1
Género: Comedia
Pairing: X27
Temática: Ceremonia de sucesión.
Palabras: 1133
Autora: Ale.
Ceremony
Su vida era un completo chiste.
Es decir, eso ya se sabía, después de todo era Sawada Tsunayoshi, la maldita burla del instituto Namimori. Todos sabían que su vida era una broma del destino.
Pero lo que ni el mismo Sawada se esperaba era que fuera el décimo jefe de una mafia, que un bebé fuera un tutor asesino diabólico y que su maldita vida se enredara tanto como lo hizo desde ese día en el que Reborn apareció en su vida y acabara, ni más ni menos, que como jefe mafioso en otro continente, con un idioma completamente diferente y con unas costumbres mucho más distantes a las suyas.
Por favor, ¡debería ser delito comer arroz con un tenedor! ¿Para qué demonios existían los palillos? ¡Esos europeos no tenían ni idea!
Y por favor, ¡ni siquiera imaginó fijarse en nadie más que no fuera Kyoko!
Su vida era un completo juego del destino.
—Dame-Tsuna, sabía que tu velocidad es comparable a la de un caracol, pero estoy empezando a pensar que eres una maldita tortuga.
Reborn, tan... adorable como siempre.
—Lo siento, papá —burló—, pero resulta que esto —levantó con su diestra la corbata— es imposible de atar para un ser humano. Esta corbata ha sido sacada del infierno, es un demonio.
—Para un ser humano inútil que se llama Dame-Tsuna, querrás decir.
—No, quería decir para un ser humano normal, pero yo ya sabía que venías del infierno, así que no me sorprendería que pudieses.
Recibió un golpe en la cabeza por sus palabras. Desde que recuperó su cuerpo, Reborn parecía encantado de darle collejas más continuamente.
—¡Lo ves! ¡Eres cruel conmigo!
—Oh, cállate —en menos de un minuto, la corbata del joven castaño estaba atada a la perfección.
—¡Increíble! —se impresionó Tsuna—. ¡De verdad se nota que eres el rey demonio! ¡Controlas a tus súbditos!
Segunda colleja del día. No sería la última.
—¡Auch! ¡Bruto! —infló las mejillas—. ¡Debes tratarme mejor!
—No sé aún por qué no te he pegado un tiro.
—Porque me quieres —rió el castaño.
—¿Hoy te has despertado con ganas de morir o es mi impresión?
—La verdad es que no me dan nada de ganas de bajar ahí... ¡Hay mucha gente! ¡Voy a volverme gelatina!
—Vuélvete gelatina y yo te convierto en colador, ¿está claro?
—No, pero supongo que no me darás chocolate, ¿cierto?
Reborn rodó los ojos y le dio una tercera colleja.
—Te dejaré para que te relajes. Te quiero abajo en cinco minutos, y contando. No es negociable.
Y así, su elegante y diabólico tutor salió de la estancia.
Tsunayoshi se miró en el espejo que había en el lugar. Estaba vestido con un traje blanco, camisa naranja y corbata negra. Su cabello había sido sometido a todo tipo de gomina, sin embargo se seguía rebelando contra la gravedad.
Si creían que el cabello de Tsuna se sometería tan fácil, era porque no habían visto a todos los peluqueros que lo intentaron anteriormente.
No señor, el cabello de Sawada Tsunayoshi sería recordado como el cabello más indomable del país. Tenía a todos los estilistas de cabeza tratando de domarlo.
Quién lo consiguiera, seguro se ganaba el premio Nobel a la peluquería.
—¿Estás listo, Tsunayoshi?
Sonrió al ver a Xanxus apareciendo por la puerta, con los brazos cruzados.
—Oh, si por listo te refieres a que mis piernas tiemblen como gelatina y que mi pelo esté como chicle pero igual de desordenado... Sí, estoy listo.
—Perfecto. Vamos.
—Era una ironía —rodó los ojos, estaba acostumbrado ya a su mal humor—. Por favor, explícame cómo es que me metí contigo siendo tan amargado.
—No sé, dímelo tú —Tsuna se acercó al azabache y le rodeó el cuello con sus brazos.
—Quién sabe. A lo mejor es porque soy un suicida. Me pregunto qué cara pondría Reborn si se entera.
—Podemos comprobarlo —descruzó los brazos y rodeó su cintura—. Quizá sería una buena manera el besarte en cuanto termine tu ceremonia.
—Y yo que pensaba que estarías enfadado conmigo.
—Bueno, si quieres aún puedo intentar matarte.
—Hmm, ¿lo harías? No creo que puedas vivir mucho sin este sensual cuerpo y mis besos.
—¿Cuándo te volviste tan atrevido? Te recordaba más dócil.
—¿Dócil? Eso díselo a mi cabello —bufó—. Pero si no me quieres así, podemos dejarlo hasta aquí —sonrió—. Tranquilo, solo se lo cuento a Reborn y le monto un pequeño drama. Lo demás lo resolvéis entre vosotros.
Xanxus tenía claro que los entrenamientos con el arcobaleno habían hecho que el castaño tuviera algo de ese sádico carácter.
—No sé si hago bien en arriesgar mi vida de esta manera —bufó el azabache.
—Tranquilo, tengo un pretendiente siempre dispuesto a quererme si me rechazas. De hecho, lo estás pisoteando.
Xanxus pensó que se refería con eso a una clase de sentido metafórico. No sabía bien que Tsuna suspendió lengua por alguna razón.
Para el castaño, todo era más que literal. Eso de los recursos literarios no eran lo suyo.
—Espero que no me estés engañando con ese amante tuyo —se burló.
—Oh, querido, si tú supieras... —bufó—. Tenemos una tóxica relación. A veces me cae como las matemáticas.
—¿Cómo las matemáticas?
—Sí. Esa materia que no debería existir. Pues así me cae.
Xanxus rodó los ojos.
—Llegarás tarde si sigues aquí.
—¿Quién me está reteniendo? —sonrió burlesco.
—¿Yo te estaré diciendo que te quedes aquí?
—No, pero sé que lo piensas —se encogió de hombros—. Ya sabes, ser alumno de Reborn te hace leer mentes.
—Hmm, ¿y qué crees que estoy pensando?
—Quizá en el banquete que te vas a dar cuando la ceremonia termine y empiece la fiesta. Quizá en que odias a todos menos al bello elemento que tienes en frente tuya.
—Me encanta tu humildad —ironizó.
—Gracias, la saqué a Reborn —amplió divertido su sonrisa—. Pero tranquilo, aún no tengo su puntería. Me está enseñando, así que por el momento no debes temer por tu vida.
Tsuna rió y le besó, opacando su respuesta.
Se besaron unas cuantas veces más hasta que el castaño supo que ya no podía entretenerse más.
—Me duele, y sé que te duele más a ti que a mí, pero debo irme —se burló, poniendo una mano en el pecho—. No sé si resistiré sin ti tanto tiempo.
—Imbécil —rodó nuevamente los ojos el azabache.
—Oh, me hieres —fingió ser herido—. En fin, ahogaré mis penas en Coca-Cola. Reborn dice que no puedo tomar alcohol —suspiró, saliendo de la habitación, seguido del azabache.
Ambos fueron a la sala donde todos estaban reunidos, esperando la entrada del décimo Vongola.
Cuando este abrió la puerta...
Bueno, ¿hace falta describir el panorama formado por los Vongola, los Varia, los Simon, la banda de Kokuyo, los arcobalenos y los Millefiore?
En fin, sería un largo y entretenido día.
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