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Capítulo 15

— ¡Estúpido! ¡Regresa aquí! — grito mientras bajo las escaleras con prisa para seguirlo con una escoba en mis manos. Llegamos hasta el patio sin dejar de correr, fue que le doy un fuerte golpe en las costillas logrando que caiga, tiro la escoba a un lado y me poso encima de él mientras paso mi mano por su cuello simulando ahorcarlo.

— ¡Maldita loca! ¡Déjame! — dijo.

— ¡Habla ya Vegeta! ¡¿Qué rayos me pasó ayer?! ¡¿Porqué acabe otra vez en tu casa?! ¡¿Qué hago semi-desnuda usando sólo tu camisa y mi ropa interior?! — apreté el agarre — ¡Habla!

— ¡Primero saca tus manos!

Comienzo a suavizar mi agarre.

— ¿Entonces? — salgo encima de él y me paro cruzando mis brazos mostrando mi enojo.

— ¿Qué quieres saber exactamente? — pregunta rascando su cabeza.

— ¡Todo por dios!

— ¿Todo de qué? ¿Quieres saber cómo naciste también?

— ¡No! ¡Dime que me pasó ayer! ¿Creo que ya te lo pregunté, no? — mis manos pasaron a mi cintura.

— Está bien.. está bien. Te contaré. — suelta un suspiro — Primero.. tengo que darte un regaño, nada de esto hubiera pasado si nunca te hubieras movido de dónde te dije. Así que todo es tú culpa, yo sólo fui el ángel que te salvó. — me señaló con su dedo indice.

— ¡Ya entendí! — estaba por perder la poca paciencia que me quedaba, iba a estallar en cualquier momento otra vez.

— Pues.. bebiste mucho eso fue lo que pasó, fue tanto, que te volviste loca y hacías cosas que ni yo mismo me atrevería. — soltó un suspiro mientras miraba al cielo como si estuviera recordando algo.

— ¿Qué cosas? — pregunté.

— Besarme con alguien de mi mismo sexo, por ejemplo — sonríe.

— Deja tus bromas, que no estoy de humor. — apreté mis puños.

— Bien.. bien, que gruñona.

— Oh si, soy muy gruñona, ¿Sabes que mi puño también es gruñona y que no va a tardar en caer en tu cara por tantas estupideces que dices? — muestro mi puño, el cuál ya estaba rojo de tanto apretar.

— ¿Quieres dejar tu sarcasmo y dejarme hablar? — dice. Asentí — Te drogaron. — soltó.

— ¿Drogarme? — abro mis ojos sorprendida. ¿Había oído bien?

— Así es.

— Deja ya tus maldita bromas Ouji que ya no voy a soportar ni una más. — dije entre dientes.

— Te juro que está si es la verdad. — dice — Estabas tan ebria, que se aprovecharon de ti y te drogaron. — ¿En serio? ¿Y lo decía con tanta facilidad?

— ¿Quién fue? — quise saber.

— No lo sé. Cuándo te encontré, luego de mucho laberinto, podía notar que estabas drogada porqué tus ojos estaban rojos. — se señaló los ojos — Cuándo decidí que ya era tiempo de ir a tu casa, te negaste, y terminaste vomitando en tu vestido. Y no podía llevarte con vomito a tu padre, y mucho menos drograda y tomada. Entonces se me ocurrió la gran idea de traerte a mi casa otra vez. — dice.

— ¡Estás loco! ¡Llévame a mi casa ya! — exijo volviendo a su habitación molesta.

No lo podía creer. Me negaba a aceptar que esa fuera la verdad.

Genial. Mi primera fiesta y termino mal.

Mi padre va a matarme por no llegar a la hora debida. Nunca más va a volver a dejarme ir a ninguna otra fiesta.

Y lo peor de todo, fue que se aprovecharon de mi para drogarme, Dios sabrá que cosas quisieron hacer conmigo, o tal vez.. ya hicieron.

Me abracé a mi misma sin dejar de caminar, ahora entendía el porque mi padre se negaba a dejarme salir, sólo quería protegerme.
Ahora lo que más quiero es darme un baño de diez horas si es posible.

Busco mi ropa en todo sitio, no la encuentro, vi mis brazos, agradeci que las marcas ya hayan desaparecido notablemente, pero si lo veia de cerca podia verse las cicatrices un poco, una fina linea.

De pronto llega él con los brazos cruzados, volteo a verlo aún molesta, hasta podía apostar que se notaban las lágrimas apunto de salir.

— ¿Dónde dejaste mi ropa? — digo lo más fria que pueda para que no se notase mi voz chillona.

— Oh no, ya vas a empezar a llorar.. — soltó otro suspiro.

— ¡Cállate insensible! ¡Responde! — le doy la espalda mientras me limpio disimuladamente las lágrimas que cayeron.

— Está lavandose, de nada. — siento que sonríe. — Por cierto, fue un grandísimo honor quitarte ese vestido, lastimosamente no pude ir más allá.

Me ahorré las ganas de golpearlo otra vez. Era un insensible de primera.

Vuelvo a ver a mi alrededor. No tenia mis cosas.

— ¿Y mis cosas?

— Debajo de la cama.

Me agacho, veo la pequeña cartera que llevé anoche, la agarro y rápidamente me levanto al recordar que sólo llevaba una camisa, y mi ropa interior.

Él alza una ceja. Verifico que todas mis cosas estén dentros, y sí. Por suerte nadie me llegó a robar.

— Ahora que recuerdo mejor.. — habla él, me volteo a verlo — Pienso que fue Pares quién te drogó.

— ¿Pares?

— Pues.. estuviste con ella la mayor parte de la noche, cuándo te fui a buscar ya estabas drogada. Entonces..

Tenía sentido, recuerdo hablar con ella y ese extraño juego de las bebidas, luego de allí todo lo demás es negro, pero terminé estando con ella. Claro, ella fue.

Apreté los dientes, hice puños con mis manos y apreté.

— Se las va a ver conmigo el Lunes. — agarré fuertemente mi pequeña cartera y salí de la habitación chocando mi hombro contra el de él intencionalmente.

— ¡Hey! Gatita rabiosa tu ropa no va estar aquí para siempre, tienes que llevarla. — me volteo a verlo y cargaba una sonrisa arrogante. Bufé.

— ¿A quién llamas gatita rabiosa? — cruzo mis brazos sin dejar de verlo.

— Bueno.. no veo a otra por aquí. — no le hice caso y seguí mi camino en bajar las escaleras. Pasé por un espejo y me vi, mi cabello estaba totalmente alborotado y enredado, aún llevaba puesta su camiseta, y el poco maquillaje que tenia había desaparecido. Desde hoy, olvidaré que las fiestas existen, con esto aprendí que las fiestas sólo te traen problemas y te hacen pasar malos momentos con gente que no nos conviene. Y aparte que, te llenan la mente de cosas que no son ciertas, sólo lo hacen para manipularte y aprovecharse.

— No puedo creer que este infeliz me ha visto semi-desnuda. — susurre lo más bajo que podía. Oí sus pasos acercarse. Saqué mi teléfono y marqué a Launch. No me respondía, me mandaba nuevamente al buzón.

— ¿No vas a querer tú ropa?

— Si, por favor. — me volteo a verlo, él me hace una seña para que lo siga, y así lo hice. Llegamos hasta la lavandería, dónde un inquietante pitillo comenzó a sonar, eso indicaba que el proceso de secar había terminado. Él saca la ropa que estaba, en esas estaba mi vestido, pero, oh sorpresa. — ¡¿Azul?! — grité al ver mi vestido completamente pintado de otro color.

— ¿Qué? Tenía que lavar mi ropa, y como la mayoría que metí eran azules, al parecer se combinó. — me lo entregó, él cargaba su montaña de ropa.

Miré mis vestido, se había estropeado, el único recuerdo de mi madre. Genial.

Íbamos a salir de ese pequeño cuarto. Pero de pronto el sonido de unas llaves hizo eco en todo el lugar, llegando hasta nosotros. Consiguiendo que ambos paremos.

Oímos la puerta abriéndose, fue cosa para alarmarse, no otra vez.

— ¿Quién es? — susurro.

— No lo sé. — oímos pasos — ¿Por qué todos siempre tienen que llegar cuándo estás aquí? ¿Eres una bruja que invoca gente o algo?

— Cierra tu boca, tenemos que irnos. — quería salir, pero él me sujetó del brazo y me obligó a retroceder.

Auch.

— ¿Estás loca? — se agachó, hago lo mismo quedando a su altura — Esperemos. Quizás sea un ladrón, y cuándo venga, lo golpeamos.

Que fácil decirlo.

Hubo un gran silencio, se escuchaban pasos de unos tacones por toda la casa, era una mujer, supuse que era su madre, fueron unos segundos que se oían esos fuertes sonidos hasta que se volvió a escuchar la puerta, y ahora no eran de una sola persona los pasos, eran de dos los pasos que se oían.

— ¿Estás segura que no hay nadie? — habló una voz masculina.

— Lo estoy, revisé toda la casa. No habrá problema. — fue ahora una voz femenina quién habló.

Vi a Vegeta, tenia el ceño fruncido más de lo normal, parecía enojado.

No entendía nada, ¿Eran sus padres? ¿Era realmente su madre quién entró o sólo una desconocida? ¿Quién era ese señor con una voz tan parecida cómo la de mi padre?

— ¿Son tus padres? — pregunto, él niega.

— No mi padre. — asoma su cabeza a la puerta un poco, la cuál, daba vista a un pasadizo. Lo seguí de la mima manera, a gatas.

— Vamos arriba. — dijo la señora. Vegeta apretó los puños, dejó la ropa a un lado, se levantó listo para salir, pero lo detuve.

— ¿Qué haces? — le susurro mientras lo sostengo fuertemente del brazo.

— No te importa. — se soltó bruscamente de mi agarre y salió molesto. Lo seguí, y es que en verdad, ¿De qué otra forma se podría reaccionar cuando te enteras que tu madre está engañando a tu padre?

Pasamos por el pasadizo, él caminaba rápido, no corría. Cuándo salimos, llegamos a la sala, él miró las escaleras y fue corriendo hacia ellas, lo seguí, trataba de sonar lo más sigiloso posible, quería encararle, se notaba.

Cuándo llegamos a la segunda planta, nos guiamos por dónde venían los sonoros gemidos muy incómodos para mi. Se paró enfrente de la puerta cerrada de dónde proveían esos sonidos, agarró la manija, abrió la puerta, y grata fue nuestra sorpresa encontrarnos tal reveladora escena entre su madre y un hombre en una cama casi sin nada cubriéndolos.

— ¡Carajo! ¡Vegeta! — la señora agarró una sábana y se cubrió, mientras que la otra persona se metía entre las sábanas ocultándose, pero al parecer, algo le llamó la atención, lo cuál, hizo a un lado las sábanas para verme, yo también lo vi.

— ¿En serio? ¡¿Con tú amante en tú propia casa?! — gritó Vegeta rabioso.

Un momento..

— ¿Bulma?

No puede ser. ¿La señora es..? ¿Ese señor es...?

— ¿Es Bulma? ¿Tú hija? — la señora me miró. Vegeta no entendía.

— ¿Qué? ¿De qué hablas maldita sea? — él seguía confundido. — ¿No ves que te estoy hablando maldita..?

— ¡Vegeta! ¡Controla ese vocabulario conmigo eh!

Estaba apunto de darme un ataque.

— ¡Salgan de la habitación ya! — gritó la señora. Agarré el brazo de Vegeta y lo arrastré a afuera cerrando la puerta con la misma.

— ¿Alguien puede decirme que carajos está pasando? — me habló.

— Eh.. él.. tú.. mi papá.. — el habla no me salía, estaba aún con el shock.

— ¿Él? ¿Ese señor? ¿Qué tiene que ver tu papá en todo esto?

— Bu-bueno, mi papá hace días me presentó.. una mujer.. me dijo que era su nueva pareja y.. — hice memoria y comparé a esa señora con la madre de Vegeta, ambas eran la misma persona, y esa persona, era su madre. Oh mierda.

— ¿Y? ¿Qué tratas de decir?

— Nuestros padres son pareja.. — señalé la puerta.

Él abrió sus ojos aún molesto. No lo creía, rió sarcástico.

— No.. estás mintiendo, estás loca, creo que la droga te afectó un poco la cabeza, ¿Deseas té?

— ¡No es una broma! ¡Y no estoy loca! — tenía que calmarme. — El hombre que estaba con tu madre, era mi padre, y la mujer con la que está mi padre, es tu madre. — solté.

Él agarró sus cabellos con desesperación, luego miró al suelo.

— Mierda.. — susurra — Mierda, mierda y más mierda. — suelta un suspiro pesado.

— Eso quiere decir que.. — interrumpe.

— ¿Somos hermanastros? — se señala él mismo, luego a mi.

Hola :))

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