44. Propuesta
"Nunca se es demasiado viejo para establecer un nuevo objetivo, o para soñar un nuevo sueño."
-C.S. Lewis
—¡Estás despampanante! —exclama Leia mientras me miro en el espejo se su habitación.
Sonrío cuando me observo detenidamente, orgullosa del trabajo que ha hecho Lei conmigo. Llevo un vestido de cuero sintético rojo, que cae más largo a ambos lados de mi cintura, dando un contraste con mis medias de rejilla negras y unas botas altas del mismo color. Las ondas que me ha hecho con la plancha, caen sobre mis hombros de forma rebelde, dando volumen a mi pelo liso. Me pongo la chaqueta de cuero, la cuál abrocho para ocultar el pequeño escote del vestido, dando pequeños toques con mis dedos a los labios para quitar el exceso de labial rojizo, a juego con el vestido.
Leia me ha hecho un ahumado rojo y negro, junto a una raya de ojos bastante larga y gruesa, aplicando delineador blanco en la línea de agua inferior, cosa que hace que mi ojo parezca más grande de lo que es. Mi amiga se para a mi lado, haciendo un selfie con el móvil y dando pequeños saltos mientras me la enseña, orgullosa de lo bien que salimos.
La observo fijamente y con una sonrisa mientras trastea en su pantalla.
Lleva un top de encaje blanco de tirantes, junto a una falda de tubo rosa. Unas botas altas de tacón blancas con cordones rosas, y pequeños corazones a los lados del mismo color. Se pone un abrigo de borrego negro encima, y se peina el cabello a ambos lados de sus hombros, poniéndose unicamente máscara de pestañas y guiñando el ojo a su reflejo del espejo.
—Alyson, hoy nada de problemas de mierda, hoy lo único que vale es disfrutar.
Dejo escapar un leve suspiro mientras aprieto mis coletitas.
—Sé que lo de Matt es un quebradero de cabeza, y que por mucho que intente que el maldito rubio no te venga a la cabeza no va a ser posible, y aunque no te sirva de consuelo él debe sentirse igual.
—¿Cómo estás tan segura de ello? —La miro mientras me paso la lengua por los labios, los cuales siento secos debido al labial.
—Porque te quiere, de eso no cabe ninguna duda. Solo que por desgracia todo es complicado.
—¿Complicado por lo de Andrew? —susurro colgando mi pequeño bolso en forma de corazón en mi hombro.
—Para ti sí, él tiene otros cuantos problemas.
—Pero yo ya no pienso en él, Lei. —Me siento en la cama —. Llevo demasiados meses con Matt dando vueltas en mi cabeza, sin poder dejar de visualizar sus ojos azules. De hecho, él siempre me salva.
Leia me sonríe y se inclina sobre mí, dejando un beso en mi frente y un rastro de carmín rosa en ella.
—Matty siempre te salva, ¿no? —Su tono de voz está cargado de angustia, por lo que observo sus ojos cristalinos mientras toma mi mano, obligándome a levantarme.
—Se podría decir que sí. Al menos he descubierto que soy capaz de querer de nuevo.
La pelinegra empieza a llorar, limpiándose con rapidez las lágrimas y frotando sus párpados para evitar que queden manchados de rímel.
—Lei... —Ella me abraza, apretando con demasiada fuerza mi cuerpo contra el suyo.
—Estoy tan jodidamente orgullosa de ti. —Solloza —. No te haces ni idea de lo feliz que me hace escucharte hablar así. Viva, soñadora, capaz de comerte el mundo.
—¿Sabes? —Sonrío mientras aparto el cabello de su cara —. Sé que lo de la apuesta solo era una farsa para que me fijara en él.
Su cara palidece, abriendo los ojos de par en par.
—No me enfada. —Me encojo de hombros —. Pero a ciencia cierta sé que Matthew no sería tan cabrón de romperte el corazón por una apuesta. Solo.... —Hago una pausa —. ¿Por qué no me contaste la verdad?
Leia levanta la cabeza, mirando al techo y respirando con profundidad varias veces.
—Quería que recordaras, Alys. —Vuelve a posar su mirada en mí —. ¿Y qué mejor que una apuesta? —Sonríe de lado —Joder, sabía que tú misma sacarías una apuesta de eso. Como siempre has hecho.
Lo único que tenía claro del pasado es que siempre hacíamos apuestas sin sentido. Gruño achinando los ojos, intentando entender los fragmentos de conversación y la promesa que hicimos aquella vez.
—¿A quién enamoramos? Odio tener todo tan difuso.
Ella se lleva la mano a la frente y estalla en carcajadas, volviendo a coger mi mano y tirando de mí escaleras abajo.
—Ya lo recordarás, tampoco es algo importante. —Su tono de voz es alegre y suave,lo que me llena de una profunda paz —. Al final cualquier mínima cosa la tienes que recordar por ti misma, corazón. Esa ha sido la única condición para que vinieras.
—No hacer ni decir nada que perjudicara mi proceso, ni mi tiempo para lograr que todo llegue de forma natural. Lo sé, Irene me lo repitió innumerables veces.
Cuando llegamos a la casa la observo de forma curiosa. No sé quién hace la fiesta, solo que Leia está invitada, y por consiguiente también lo estoy yo. Aunque me ha traído casi a la fuerza, después de ponerme cara de cachorro abandonado, he aceptado pasar una noche de locura con ella. Hoy planeo beber, aunque de forma controlada y sin acabar borracha.
Cuando entramos Leia sirve dos copas de Jagger con Redbull, echando en la mía poca cantidad de alcohol.
—Por nuestra amistad. —Sonríe enseñando los dientes mientras levanta la copa y yo junto mi vaso al suyo, haciendo que algo de líquido salga de estos.
Damos un trago y sujeta mi mano con fuerza, empezando a mover las caderas.
—Vamos, Alyson. Muéstrame la clase de zorra que estás hecha.
Pongo los ojos en blanco, moviendo mi cuerpo de forma tímida cuando ella se acerca a mí.
—¿Desde cuándo Alys tiene vergüenza? —Pone sus manos en mi cintura, haciendo que mis movimientos sean más marcados, y después de unos cuántos tragos más ya he olvidado la timidez.
Bailo con ella de forma sensual como si fuéramos las reinas de la pista mientras varios chicos hacen un círculo al rededor nuestra, vitoreando y animándonos a seguir y silbando mientras nosotras solo reímos, ajenas a todo.
Cuando me llega el olor a One Million aparto la vista de Leia, encontrándome con la mirada azul de Matthew, el cuál me observa de forma burlona mordiéndose el labio.
—Hola —me acerco alegremente hacia él, jadeando.
—Bailas muy bien friki. —Me revuelve el pelo, cosa que hace que me queje mientras me vuelvo a colocar las coletitas —. Y vas.... —Gruñe —. Estás jodidamente preciosa.
—Tú tampoco estás mal —digo mirando el cuello de su camisa blanca, el cuál está desabotonado y deja al descubierto el principio de sus pectorales.
—¿Qué no estoy mal? Alys, estoy más bueno que de costumbre.
Alzo mi mano para acariciar su barba de dos días y cuando mis dedos le rozan cierra los ojos.
—Eres muy guapo, Matt. —Clava sus ojos en los míos, mordiéndose su labio.
—¿Estás borracha? —Levanta una ceja y yo río, negando con la cabeza.
—Solo un poco contenta.
—Ven, anda. —Miro a Leia, que me hace un gesto con la cabeza para que siga al rubio mientras me señala a Paul, el cuál se encuentra sentado en un sofá con una cerveza en la mano.
Acompaño al rubio hasta el jardín que se encuentra abarrotado, pero la música al menos no se siente tan pesada como dentro y se puede hablar sin alzar la voz.
Se deja caer en el césped, y yo le imito, poniéndome justo delante de él.
—Hoy hace una noche muy bonita —susurra mirando el cielo estrellado, y yo suelto un ligero sí, pero solo puedo mirarle a él, atrapada por su presencia.
—Quería pedirte perdón por lo del otro día. —Pone su cabeza en mis piernas, las cuales tengo cruzadas y agacho la cabeza para poder seguir contemplándole —. Sé que te hago daño sin darme cuenta, y me da rabia que no pueda ser de otro modo.
—Lo importante es que podamos contar el uno con el otro. —Acaricio su suave cabello tejido por los rayos del sol —. Y hay cosas de las que es mejor no hablar, ¿no crees? —Se pasa la lengua por los labios en señal de aprobación —. Cuando quieras hablar, puedo estar ahí y yo... —Hago una mueca —. Prometo contarte mis demonios en algún momento, cuando todo vuelva a estar en su sitio.
Enreda un mechón de mi pelo en sus dedos, jugueteando con él.
—¿Me prometes que me seguirás hablando? —Frunzo el ceño —. Pase lo que pase, ¿qué no te volverás a alejar?
—No pienso irme a ningún sitio Matty. —Sonrío con los ojos brillantes —. Me haces sentir en paz. Y eso no se encuentra todos los días.
—Siempre te estuve buscando Alyson. —Se incorpora, revolviéndose el pelo —. Ya sabes, alguien que merezca realmente la pena para querer, sin importar el qué.
—Matt. —Pongo mi dedo índice sobre sus labios —. T-te... —Inhalo profundamente —. Te quiero, no importa nada más, ¿vale?
Asiente ligeramente con la cabeza, en silencio.
—¿Entonces....? —Se le quiebra la voz, por lo que carraspea, retomando la compostura —. ¿Da igual lo demás?
—No importa qué fuimos o lo que hicimos en un pasado, lo importante es lo de ahora en adelante.
Besa mi mejilla, sin apartar su rostro del mío.
—No vuelvas a irte. —Noto el roce de su nariz fría en mi cachete mientras se me eriza la piel.
—No voy a irme a ningún lado idiota. —Carcajeo, dándole un suave golpe con mi hombro en el suyo.
—¿Podemos intentarlo? —Me mira con una ligera pizca de terror —. Ya sabes... Tú, yo, nada más. Nada de pasado, solo... ¿Futuro?
Lágrimas de felicidad resbalan por mis ojos, lanzándome a sus brazos para abrazarlo y hundir mi cara en su pecho, notando minutos después sus dedos en mi barbilla. Eleva mi rostro, mirándome con una intensidad que nunca había contemplado en nadie. Acerca su boca a la mia, a cámara lenta, mientras un torbellino de emociones revolotean en mi barriga, y cierro los ojos cuando nuestros labios se fusionan. Siento una oleada que crece dentro de mí, una descarga eléctrica que comienza en mi pecho y se propaga hacia el resto del cuerpo, disfrutando de la caricia ligera que hace su piercing sobre mis dientes cuando muerdo su labio con suavidad. Sin rastro de dolor, sin sus ojos llenos de amargura, sin el miedo instaurado en mi ser, solo un corazón que late con fuerza ante dos lenguas en un baile acompasado. Cuando se separa por la falta de aire, me mira sonriendo, penetrando mi alma con ese azul que solo él me brinda.
—¿Vendrías al baile conmigo, dulce friki?
—Claro que si, capullo. —Nuestras risas se solapan, creando un sonido casi tan bonito como el de su voz cuando me canta.
Matthew Hemmings, contra todo pronostico me has hecho la chica más feliz esta noche. Y justamente esto, es lo que realmente vale la pena.
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