42. Impotencia cristalina
"La verdadera impotencia es aquella que surge de la falta de voluntad para luchar contra lo que se quiere cambiar."
- Malcolm X
—Dios. —Se queja Leia mientras se sienta en el borde de la acera, quitándose los zapatos —. Los tacones me están matando.
La miro ocultando la boca en el cuello de mi abrigo, notando el rostro demasiado frío ante la brisa de diciembre. Ella se incorpora, abrochándose la chaqueta y con los tacones en su mano mientras camina hacía mi.
—¿Estás bien? —pregunta enredando la mano que tiene libre al rededor de mi brazo —. No has dicho nada desde que...
—¿Qué pasa con Paul? —Las palabras salen a trompicones mientras noto un dolor punzante en el pecho, preocupada y enfadada a partes iguales.
—Mira Alys...
—No. —La corto, separándome con brusquedad y mirándola seriamente—. No me digas que no me lo puedes decir, o que es mejor así. ¿Mejor para quién? —Me encojo de hombros—. Estoy hasta las narices de que se me deje al margen de todo. ¿Qué me estáis ocultando? —Levanto las cejas —. ¿Por qué tratáis tan mal a Paul?
Leia abre los ojos de par en par, mordiéndose el labio y clavando la vista en sus pies descalzos.
—¿Qué quieres que te diga Alyson? —Su voz se quiebra—. Por mucho que lo intentemos, no vas a entender nada. No puedes entender nada. Y créeme, nada de esto que está pasando es para enfadarte, y mucho menos para hacer daño a nadie. Simplemente es lo mejor. Y yo, por encima de todo. —Posa su mano en mi hombro—. Voy a protegerte, sea quién sea el que intente joder tú maldito avance.
—¿Pero qué me estás diciendo? —Suelto una risa amarga—. Nada de esto tiene que ver conmigo, y estoy demasiado harta de los secretos. Ya tengo bastante con recordar lo de Andrew para que encima me añadáis más basura de la que me merezco.
—Tú confías en mí, ¿verdad? —Asiento con la cabeza—. Te prometo que en algún momento lo sabrás todo, te guste más o menos, pero de momento no puedo decirte nada, cielo.
Chasqueo la lengua, frustrada.
—¿Pero por qué no? —Me paso la mano por la frente, frotándomela mientras cierro los ojos con fuerza —. No entiendo nada Leia, y me molesta ser la única que no sabe qué está pasando.
—Lo sé, lo sé Alyson, pero no podemos... No.... No podemos.
Empiezo a caminar sin girarme, sabiendo que Leia me sigue a pocos metros mientras mis ojos se cristalizan y poco después mis lágrimas mojan de impotencia mis mejillas.
¿Siempre me sentiré al margen del resto?
No puedo detener las lágrimas mientras la frustración se apodera de mí. Sorbo la nariz, estoy harta de tanta incertidumbre y secretos.
Leia camina detrás de mí, casi pegada a mi espalda, pero sus actitudes me hacen sentirla lejos, más incluso que en los años de amistad por correspondencia.
El aire gélido corta mi piel, pero el vacío que siento dentro es mucho más penetrante. Me detengo en seco, girándome hacia Leia con los ojos enrojecidos por las lágrimas y las manos metidas en los bolsillos.
—¿Siempre seré la tonta que no se entera de nada? —pregunto con la voz entrecortada, buscando desesperadamente respuestas en su mirada.
Leia me mira con una mezcla de compasión y malestar. Extiende su mano hacia mí, pero retrocedo, sintiendo que cada respuesta se desvanece en la hoguera de secretos que rodea mi fatídica vida.
—Alyson, sé que esto es difícil para ti, pero hay cosas que no puedo decirte... todavía.
Llena de furia aprieto los puños dentro de mis bolsillos, reprimiendo las ganas de gritar. ¿Por qué siempre hay tantas preguntas y tan pocas respuestas? ¿Por qué todo tiene que ser un misterio del que estoy excluida?
—No es justo, Leia. No es justo para mí, para Paul... ni siquiera para ti —digo con la voz temblorosa, procurando no volver a llorar.
La miro buscando desesperadamente algo de claridad en sus ojos. Pero solo encuentro un dolor profundo que no soy capaz de descifrar. Y aunque me joda admitirlo, sé que sufre por no poder decirme nada.
—¿No tengo suficiente con no acordarme de lo que pasó? —Me tiembla el labio inferior —. ¿Por qué tengo que seguir sintiendo que todo se me escapa porque estoy jodidamente rota?
Leia da un paso hacia mí, extendiendo su mano una vez más, pero esta vez no retrocedo. Dejo que me envuelva en un abrazo reconfortante, tratando consolarme mientras lleno su hombro de lágrimas cristalinas.
—Sé paciente, Alyson —susurra acariciando mi pelo —. Te prometo que, cuando sea el momento adecuado, sabrás todo. Pero ahora, confía en mí. Por favor. Sé que no tengo derecho a repetirte lo mismo de siempre, pero solo te pido algo más de tiempo.
Suspiro profundamente, asintiendo con la cabeza aunque mi subconsciente me golpea bruscamente, exigiéndome que la acorrale y la presione hasta que no pueda decirme otra cosa que no sea la verdad.
Caminamos cogidas de la mano en silencio, y aprieto su agarre con fuerza cuando diviso mi casa a lo lejos. A pesar de mi frustración, entiendo que a veces el tiempo es el mejor compañero para revelar lo que yace oculto. Y aunque no me parezca correcta la forma de actuar de mi amiga, sé que todo lo hace por mi bien. Aunque el fin no justifique los medios, es lo que siempre ha hecho, y gracias a la cuál estoy aquí a día de hoy, en mi pueblo, a su lado.
Cuando llegamos a la puerta de mi casa Leia me suelta la mano, frotándose las suyas y soltando vaho sobre ellas.
—Alyson... —titubea, pensando las palabras exactas para expresar lo que no puede contarme —. Todo esto no es para alejarte, si no para protegerte. ¿Lo sabes verdad?
Asiento en silencio, callando mis palabras de malestar y me resigno, viendo su mirada cansada.
—Lei, ya no soy una niña. —Sonrío de lado —. Y no puedes protegerme eternamente de todo, estoy preparada para lo que sea, lo creas o no. Por algo estoy aquí, y lo que guarden esos dos idiotas no es nada comparado a lo de Andrew.
Me muerdo el labio, volviendo a agarrar su mano, tirando de ella para que entre conmigo y pidiéndola en un susurro que duerma en mi cama.
Cuando se tumba a mi lado, con mi pijama de ositos de felpa, dejo que me abrace y apoye su cabeza en mi hombro, cerrando los ojos cuando noto su respiración tranquila, deseando que, por una noche, Andrew se olvide de visitarme.
¿Cómo encuentras la fortaleza para seguir cuando todo lo que crees conocer se oculta entre las sombras?
¿Debería confiar.... en ti?
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