41. Las cartas sobre la mesa
"El ruido de la carcoma. La presencia de una piedrecita o de un clavo en el zapato: uno se empeña en seguir caminando con la esperanza de que la costumbre disimule la molestia que produce, pero ocurre al revés: la molestia se convierte en dolor y el dolor se vuelve insoportable."
-Carlos Ruiz Zafón
Soy la primera en llegar al karaoke, optando por otra sala totalmente diferente a la que nos asignaron la primera vez.
Reviso mi teléfono, pero aún no hay respuesta al mensaje que le mandé a Paul para invitarlo. A pesar de ello, conservo la esperanza de que aparezca, puesto que si no lo hace, mi plan no tendrá ni por dónde empezar.
Cuando llega Leia me abraza, dejando un beso en mi mejilla y admirando mi vestido negro de cuero junto a mis medias de rejilla rojas.
—Tan zorra como siempre. —Me guiña un ojo —. Seguro que a Matt se le cae la baba cuando te vea.
Ruedo los ojos, oprimiendo una risa.
Entro con ella a la sala con un diseño retro-futurista, donde ya están dispuestas las cosas que he encargado.
El aroma a cachimba dulce y las paredes revestidas de paneles brillantes que cambian de color gradualmente, desde tonos neón hasta colores metálicos. Las luces parpadeantes se sincronizan con la música, reflejándose en pequeños cristales a través de la estancia. En lugar de los sillones cianes de la anterior sala, hay bancos modulares bastante cómodos con formas geométricas en tonos plateados y negros.
El escenario principal está rodeado por una estructura de acero con luces que resplandecen al ritmo del bajo, dando un espectáculo hipnotizante. Los micrófonos están suspendidos en el aire, sujetos a soportes que parecen flotar. La pantalla gigante proyecta hologramas en 3D de las letras de las canciones, cincelando con completa plenitud, el ambiente futurista que pretende dar.
Cuando llega Matt, ataviado con una camisa blanca, que parece cambiar de color junto a las luces, le sonrío de manera plena. Va seguido de Ian y de Zack, por lo que no puedo evitar sentir tristeza cuando no veo a Paul detrás de ellos.
Entre risas, y después de beber algunas cervezas, los tres chicos se dirigen al escenario, cantando "Every breath you take" de The Police mientras se golpean con suavidad y se hacen gestos extraños para hacerse perder mutuamente el hilo de la letra.
Cuando terminan vuelven a su sitio, extrañados cuando segundos después se abre la puerta y el pelo verde del chico brilla en medio de toda la sala.
Todos parecen más serios que de costumbre, e incluso aguantan la respiración.
—Hola Paul. —Lo saludo dulcemente mientras le hago un gesto con la mano para que se siente a mi lado.
Matt se levanta, interponiéndose entre nosotros dos.
—¿Qué haces aquí?
—Alys me ha invitado —responde con indiferencia.
—¿Qué te pasa?
—Mira, yo sólo quería ayudar.
—¿No te das cuenta que así no ayudas a nadie? —Matt eleva el tono de voz, haciendo que Leia se posicione a su lado, carraspeando.
—Lo sé. —Se limita a decir, chasqueando la lengua y metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.
—No podemos forzar esto, ni tú ni nadie.
—Pero si no lo hace, ¿no crees que podría ser peligroso?
—Me importa una mierda cuan importante creas que es esto. La forma en la que estás manejando la situación lo está empeorando todo. Te avisamos, coño, hasta Leia te lo dijo, pero no. —Gruñe —. Nunca eres capaz de pensar un poco las cosas.
—Hay demasiado en juego. —Clava los ojos vidriosos sobre Leia, la cual aparta la vista.
—Sólo te pedimos que dejes que lleve su ritmo, no el tuyo. Tal y como hacemos todos.
—Solo... —Suspira cuando Leia le hace un gesto para que cierre la boca —. Lo siento, ¿vale?
Matt asiente con la cabeza en silencio, posando su mano sobre el hombro de Paul y le susurra algo al oído, haciendo que cada uno vuelva a sus respectivos asientos.
La tensión se hace palpable entre ellos mientras vuelven a integrarse al grupo, y aunque tratan de disfrutar de la noche a pesar de la incomodidad, todavía hay cosas que no me encajan.
¿Qué ha hecho Paul para merecerse un ojo morado y una mirada triste?
La atmósfera de la sala fluctúa entre la música agradable y la tensión entre ellos. Me acerco discretamente a Paul, quien está visiblemente molesto y con una expresión de preocupación en su rostro.
Me siento a su lado, intentando no llamar la atención.
—¿Estás bien?
Paul vacila por un momento, desviando su mirada hacia el suelo antes de encontrarse con la mía.
—No quería que esto te arruinara la noche, Alys. Lo siento.
Su disculpa carece de detalles, pero su tono refleja remordimiento. Detrás de él, noto a Ian y Zack intercambiando miradas de inquietud, como si supieran más de lo que yo sé hasta el momento (exactamente, nada).
Decido no presionar y simplemente asentir con comprensión, soltando un enorme suspiro y volviendo a mi sitio al lado de Leia, la cual me pasa el brazo por los hombros sin apartar la mirada del peliverde.
La música sigue sonando mientras el grupo intenta recobrar el ánimo. Leia se acerca a Paul para llevárselo al fondo de la sala y así hablar en privado. Matt, enfadado aún, se mantiene a distancia, aunque su mirada se posa de manera reiterada en la dirección de Paul y Leia.
Ian y Zack se esfuerzan por desviar mi atención y proponen más canciones mientras me entretienen con sus bromas habituales. Intentan recuperar la alegría que ha sido opacada por el incidente inexplicado mientras tiran de mí para que vaya a cantar con ellos, a lo que me niego en rotundo.
A medida que pasa el tiempo, observo al peliverde de reojo, tratando de entender qué puede haber pasado. Su semblante muestra una resignación enorme. Leia, en cambio, parece decidida a tranquilizarlo, pero también se nota que hay un conflicto subyacente entre ellos. Ella gesticula mientras Paul se limita a agachar la cabeza y asentir en silencio, pero desde mi posición y debido a la música alta, no logro captar ninguna de las palabras que están saliendo de su boca.
Suspiro antes de notar a Matt a mi lado, el cual deja su mano en mi muslo y lo aprieta ligeramente, preguntándome si estoy bien. Asiento sin añadir nada más mientras él aparta la mano, como si el simple roce en mi piel quemara, quedándose en silencio. Lo miro de reojo cuando se rasca la barbilla. Su mandíbula está tensa y aprieta sus puños de forma suave, pasando la lengua por el aro de su labio y frunciendo el ceño.
La noche avanza y la incógnita sobre lo sucedido con Paul se mantiene sin respuesta (al menos para mí, ya que todos parecen comprender algo que escapa de mi lógica). Opto por disfrutar del karaoke y tratar de aligerar el ambiente, levantándome y cantando "In my blood" de The Score, aunque la preocupación por mi amigo persiste en mi mente.
Con el tiempo y las copas de más, la tensión va disminuyendo, y aunque las risas vuelven a ser más naturales y cantan todos juntos, una pregunta sin respuesta sigue flotando en el aire:
¿Qué ha sucedido realmente entre Paul y los demás?
https://youtu.be/6afav_M2w7w
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