Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

38. Sinceridad ante todo

"La verdad duele solo una vez, la mentira cada vez que se recuerda."

-Mark Twain


Cuando suena el timbre pauso la película y corro a abrir la Leia, la cual viene con dos bolsas de la compra que parecen pesar. La observo con el ceño fruncido, pasando los ojos de su sudadera marrón algo desteñida y sus pantalones vaqueros claros.

—He traído helado y cosas varias. De paso te lleno el frigorífico que seguro que solo tiene una botella de agua a la mitad, un brick de leche y el taper de los macarrones que me has guardado.

Gruño mientras se dirige a la cocina, abriendo la nevera y viendo que, efectivamente, está tal y como ella esperaba encontrársela. Los estantes están medio vacíos, con un envase de yogur ya caducado escondido en el fondo junto a la manzana que pretendía comerme en la merienda.

—Bueno, tienes un zumo, eso no me lo esperaba.

Ríe cuando la fulmino con la mirada, guardando la compra dentro y sacando la pasta, no sin antes tirar el yogur que había quedado triste y desolado condenado a un final mucho peor que atravesar mi garganta y llegar a mi estómago.

—Llevo todo el día pensando en este manjar. —Gimotea mientras introduce el recipiente en el microondas.

La observo sonriente mientras se centra en ver al taper girar, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra, prestando toda su atención al movimiento del microondas, casi hipnotizada.

—¿Qué tal la tarde con Matthew? —pregunta abriendo uno de los cajones, sacando un tenedor.

—Bien, divertida —respondo, tratando de sonar tranquila.

—¿Hay algo que me quieras contar?

Mientras me tiende el zumo que ha sacado antes, puedo sentir su mirada sobre mí, como si estuviera leyendo mis pensamientos. Pone la bolsa de queso rayado encima de la mesa, girándose alegremente cuando el pitido del microondas indica que su comida está lista. Mientras se sienta frente a mí con el plato entre las manos, veo cómo su mirada se desvía por un momento hacia la ventana antes de esparcir el queso sobre la pasta humeante.

—¿Qué? ¡No! —Me siento en uno de los taburetes mientras me sirvo el zumo en la taza, dando un pequeño sorbo.

—Tu cara no dice lo mismo —insiste.

Me revuelvo en el asiento, incómoda y agradezco que pruebe un bocado de su comida. Vuelve a levantar la cabeza, limpiándose las comisuras de los labios, esperando a que diga algo más y chasqueo la lengua involuntariamente.

—¿Y qué dice? —Frunzo el ceño y me cruzo de brazos.

—Que algo ha pasado.

Suspiro tirando de las mangas de mi camiseta, jugando con ellas.

—Luego hablamos de eso, ¿vale?

Su rostro refleja preocupación y sé que mi cara tiene que ser un poema ahora mismo. Una de mis muchas no cualidades es que todo se me puede notar con solo verme, como si de un libro abierto se tratase. Leia siempre ha sido muy perspicaz, por lo que nunca se le ha escapado nada, y más si tiene que ver conmigo. Al final, el hecho de conocer mucho a una persona es un contratiempo si pretendes fingir que todo va bien.

Bebo zumo mientras se deleita con el queso con macarrones, saboreando cada mordisco y pasándose la lengua por los labios en repetidas ocasiones, limpiándose los restos de tomate.

—Cuando seamos viejitas tendrás que seguir cocinándome.

Río mientras niego con la cabeza.

—Seremos de esas señoras que van a casa de sus nietos y se llevan tapers de comida para toda la semana.

Cuando termina friega los platos y se sienta en el sofá, poniendo las manos sobre el abdomen.

—Qué llena estoy. —Suspira cogiendo el mando del televisor y buscando una película.

Me siento a su lado en silencio y ella me observa, analizándome. Mi corazón late con fuerza mientras pienso en cómo empezar a contarle sobre los mensajes que he estado recibiendo y de los que no sabe nada.

—¿Hay algo que me quieras contar? —repite exactamente las mismas palabras, esperando impaciente a que suelte prenda.

—Sí. —Juego con los dedos de las manos, agachando la cabeza.

—Dispara.

Decido soltarlo ya, sacármelo de dentro y esperando que ella me pueda ayudar, o en su defecto hacer que paren.

—La primera vez que paso fue en la fiesta de Halloween, ¿te acuerdas de ese día?

Asiente con la cabeza lentamente.

—Hiciste unos disfraces hermosos, sí.

—Pues fue el primero que me llegó.

—¿Que te llegó el qué? —Su voz denota desconcierto.

—El mensaje —maldigo en voz baja por no ser capaz de expresarme correctamente en estas situaciones.

—Alys, no entiendo nada...

—Ese día me llegó un mensaje anónimo.  Realmente no me acuerdo de lo que ponía,  pero tenía que ver conmigo y con mi pasado, creo. Pero no te los puedo enseñar porque los he borrado.

Le cuento sobre el primer mensaje anónimo que recibí esa noche, tratando de recordar los detalles. Ella me escucha atentamente, pero puedo ver la confusión en su rostro cuando menciono los mensajes posteriores y su contenido preocupante. Al mencionar a Andrew, noto cómo su expresión cambia de sorpresa a preocupación en cuestión de segundos. Se levanta rápidamente para buscar mi móvil, pero sé que no podré mostrarle los mensajes, ya que los he borrado por completo. La frustración y la preocupación son evidentes en su voz cuando me pregunta por qué no le había contado antes sobre esto y no puedo darle ningún tipo de respuesta.

—¿Sabes quién es? —Me devuelve el móvil.

—N-No, pero tampoco puedo enseñártelos, los he borrado.

—Joder, Alyson —masculla.

Mientras ella se pasa las manos por la sien, noto que está tan desconcertada como yo, pero la rabia en su interior se acrecienta y su rostro se torna rojizo. Respira hondo varias veces y sus ojos se abren con sorpresa, reemplazando la furia por una palidez extrema, como si se hubiese congelado.

—Yo... —Me calla con un gesto rápido de mano.


—¿Siempre vas a seguir igual? —pregunta intentando no sonar enfadada —. Coño, que soy tú mejor amiga por algo. Deja de cargar con todo tú sola y acudir al resto cuando no puedes más y por simple presión.

Se vuelve a sentar, intentando calmarse y moviendo la pierna de arriba a bajo de manera frenética.

—¿Quién crees que puede ser?

Ella me mira y chasquea la lengua, negando con la cabeza.

—No lo sé.

El deje en su voz me hace sospechar que lo sabe, o simplemente está barajando propuestas y a mí se me está yendo la cabeza. Pero cuando la conversación se zanja ahí y a los veinte minutos me dice que tiene sueño y que se va acostar, estoy al cien por cien segura de que me oculta algo. Y de que, si no sabe quién es, al menos tiene un nombre en la cabeza.

Pero, ¿quién?


A la mañana siguiente me despierto bastante angustiada y llena de sudor, como es ya costumbre en mi cotidiana vida desde el "incidente". Bajo sin hacer ruido las escaleras, intentando no despertar a Leia, la que supongo que yace en la habitación contigua a la mía.  Pero para mi sorpresa se encuentra en el salón de pie, dándome la espalda. Voy a darle los buenos días cuando su voz me interrumpe, dándome cuenta que está en medio de una llamada telefónica.

—Pues haz algo, porque la situación es insostenible. —Su tono de voz es pausado y nada elevado —. Ya lo sé, lo sé perfectamente.

Hace una larga pausa, soltando pequeños suspiros mientras escucha hablar a la persona que tiene al otro lado del teléfono.

—¿Te crees que no se lo he intentado explicar? Pero ese idiota no es capaz de comprender la gravedad del asunto, y mucho menos de ponerse en su lugar.  Lo que está haciendo no tiene sentido, y dado que no se da cuenta de lo que está causando, te repito, que hagas algo.

Gira sobre sus talones, mirándome con los ojos y la boca bien abiertos.

—Te tengo que dejar, se ve que no se puede tener una conversación sin oídos descarados pendientes de todo.

Cuelga el teléfono y se lo guarda en el bolsillo, mirándome con recelo. Tiene los hombros tensos y unas ojeras que me hacen intuir que no ha podido descansar esta noche.

—¿Y bien? —habla molesta,  cruzándose de brazos.

Parpadeo un par  de veces sin apartar mis ojos de ella, intentando saber más de lo que su rostro inexpresivo me cuenta.

—¿Ha pasado algo? —no puedo disimular la curiosidad que siento en este momento.

—Nada que te incumba, Alyson. —Resopla —. Pero me empiezo a cansar de que siempre estés pendiente de conversaciones ajenas.

—Si estás enfadada no lo pagues conmigo. —Suspiro intentando guardar la calma—. Pero me parece muy hipócrita de tú parte que pidas sinceridad cuando, desde que he vuelto, nunca me la has dado.

Se pasa las manos por el cabello y se sienta en el sofá, sin apartar sus ojos verdosos de mí.

—Lo sé Alys, pero créeme que es por...

—Si, por una buena razón. —La interrumpo mientras se limita a asentir con la cabeza—. Siempre el mismo monólogo, me ha quedado claro.

—¿Encima ahora te vas a enfadar? —Ríe de forma irónica,  frustrada.

Gruño sintiendo la vena de mi frente palpitando, pero intento ser la persona neutral y tranquila que llevo siendo todo este tiempo, como si en vez de paciente fuera tonta.

—No estoy enfadada, solo cansada.

—¿Cansada de qué?

—De tanto puto secreto, dejándome al margen de absolutamente todo y tratándome de tonta como si no pudiera saber absolutamente nada. Leia, no soy un jarrón de cerámica,  ni me tenéis que tratar con suma delicadeza porque no soy frágil.

—Nadie dice que lo seas, de hecho me parece todo lo contrario.

—Pero no me vas a decir lo que pasa, ¿no?

—Alys...

—Mira, Lei, da igual. —Bufo —. Creas o no me acabaré enterando.

—Cariño, todo a su debido tiempo.

Intenta acercarse, pero me aparto con brusquedad, necesito tenerla lo más lejos posible si no quiero estallar.

—¿No crees que ocultar cosas es simplemente mentir? —sueno firme, pero se me nota el dolor a kilómetros.

—Alyson, por favor. —Eleva poco a poco la voz —. ¿Quieres dejar de comportarte como una niña inmadura?

Abro los ojos de par y gimo, como si alguien me hubiese pegado un puñetazo en la boca del estómago y me hubiese dejado sin respiración.

—¿Qué? —Entrecierro los ojos clavando mis mirada llena de furia en ella.

—Que no tienes ni idea de nada, y no te estoy pidiendo nada más que comprensión,  quieras o no quieras entender lo que pasa. Lo único que quiero es que no salgas herida, otra vez no.

—¿Y qué puede herirme después de todo? —Suelto el aire lentamente, sintiendo mi cuerpo menos pesado y tenso.

—Lo que no puedes recordar. Todo lo que de forma indirecta daña al resto.

—¿Y por el resto te refieres a...?

—Alys. Lo que pasó me afecta y que aún a día de hoy no recuerdes nada es frustrante.

—¿Te crees que no lo intento? —Lágrimas de impotencia empiezan a circular por mis mejillas mientras mi labio inferior empieza a temblar.

Respira profundamente, acercándose lentamente a mí y extendiendo su brazo con suavidad, rozando mi mejilla. Sigue caminando hasta que llega a mi altura, limpiando mis lágrimas y sosteniendo mis mejillas entre sus manos para después abrazarme.

—Lo sé, perdona. —Esta vez no me zafo de su abrazo —. Soy imbécil,  no debería pagar mis cosas contigo y mucho menos hablarte así.

—¿Y por qué no me cuentas nada? —Sollozo.

—Prometimos que lo descubrirías tú sola, fuese cual fuese el camino, sólo tú puedes andarlo. Nunca me voy a ir, cariño. Pase lo que pase, todo ha sido por una buena razón. ¿Me podrás perdonar?

Cuando le pregunto a qué se refiere, no obtengo respuesta. Leía parece sumergirse en sus pensamientos, evitando mi mirada mientras se aleja hacia la cocina. Cambia completamente de tema mientras enciende los fogones para preparar la cafetera, preguntándome si quiero uno. Asiento con la cabeza, aunque el nudo en mi estómago no desaparece. Sube el volumen de la radio, llenando el lugar de ruido para amortiguar el peso de sus secretos. Me siento en la mesa de la cocina, observándola mientras mueve las caderas al ritmo de la canción, pero mi mente sigue llena incógnitas. Tantas preguntas siempre y tan pocas respuestas... Es como si estuviera atrapada en un lugar oscuro y sin luz, donde cada paso que doy me lleva más lejos de la verdad y de mi pasado olvidado. La sensación de impotencia me abruma, pero por ahora, todo lo que puedo hacer es esperar y tomar una taza de café mientras el sonido de la música pesada intenta ahogar mis pensamientos.

Y si no consigo recordar, ¿cuál será la finalidad de todo el proceso?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro