18. Friki
"A veces en la vida hay que saber luchar no solo sin miedo, sino también sin esperanza."
‐Alessandro Pertini
Desde que me había topado con Paul en el desierto pasillo aquel día, no paraba de encontrármelo en cualquier sitio al que iba. Aunque al fin y al cabo es normal. No nos conocíamos, por lo que su presencia para mí era insignificante. Hasta ahora.
Él intentaba acercarse a mí, o eso parecía, pero mantenía cierta distancia cuando veía a Matt cerca, por lo que nunca terminaba de avanzar hacia donde me hallaba. Me incomodaba cada vez que me giraba y veía sus enormes ojos verdes clavados en mi persona, atento a cualquier movimiento que yo pudiera hacer.
—¿De qué conoces a Paul? —pregunto al rubio cuando se acerca, tendiéndome un vaso de Coca-Cola y sentándose a mi lado.
Se pasa la mano por el pelo y suelta un pequeño suspiro, mordiendo el piercing de su labio.
—¿Qué te ha dicho él? —Mira nervioso hacía donde está el chico antes de volver a prestarme atención.
—Nada, solo quiero saber por qué no se acerca cuando te ve, como.... ¿si te tuviera miedo?
—Solo... —titubea un breve instante —. Es un viejo conocido. No es trigo limpio, mantente alejada, ¿me oyes?
Lo observo con el ceño fruncido mientras se arregla la capucha de una sudadera morada y me doy cuenta de lo bien que le queda ese color.
—Pero...
—No te interesa saber las razones, solo saber que no te conviene. —Me corta.
Suspiro y bebo de mi vaso cuando él se acaba el suyo de un trago. Debería estar ahora con Leia, bailando, pero se había echado atrás en el último momento. No podía dejar a sus hermanas solas. Le plantee quedarme con ella, pero se opuso rotundamente. Y en vez de quedarme en casa leyendo, aquí estoy, con un vestido de vuelo blanco lleno de flores amarillas y sentada al lado de un chico que me pone nerviosa.
¿Por qué sigo viniendo a las fiestas?
Matt posa su mano en mi muslo y aprieta ligeramente. El delicado roce de sus dedos en mi piel me pone los pelos de punta y tengo que frotarme los brazos con las manos para olvidarme de los latidos desordenados que empiezan a martillear demasiado fuerte.
—Vamos friki, sonríe un poco.
—Cuando dejes de llamarme así, quizá.
—Es mejor friki. —Sigue susurrando, provocando que se erice mi piel todavía más—. Me alegra que todo el mundo te conozca así, Alys.
Pongo los ojos en blanco, incrédula y trago con dificultad.
—Es mejor así. —Se limita a repetir quitando el agarre de mi muslo y posando su dedo pulgar en mi labio.
El olor a alcohol que emana empaña mis fosas nasales. Cuando acaricia mi labio inferior suelto un pequeño suspiro, entreabriendo la boca y sosteniéndole la mirada, totalmente perdida. El entorno empieza a desaparecer y las manillas del reloj se paran. Formo una linea con los labios y echo la cabeza hacia atrás, intentando ser racional.
—Matt, llevas toda la noche bebiendo.
—¿Y? —Sonríe pasando la lengua lentamente por su piercing.
—Estás borracho...
Se separa bruscamente de mí y se levanta, dándome completamente la espalda y acercándose a una chica rubia, con la que, al cabo de unos minutos, acaba liándose. Pone sus manos en el trasero de ella, apretándolo con fuerza. La forma en la que se devoran las bocas me parece demasiado repulsiva como para contemplarla, por eso, cuando se separan y tira de ella agarrando su mano, lo agradezco. Aunque suban por las escaleras para llevársela a una habitación y allí, seguramente, tirársela.
Matthew Hemmings, nunca dejarás de sorprenderme.
—Friki. —Escucho la voz de Paul demasiado cerca, por lo que me sobresalto.
Está sentado en el lugar que hace un buen rato ocupaba Matthew. Su olor a One Million todavía permanece en el ambiente. Lleva una camiseta con calaveras rosas y unos pantalones anchos llenos de letras negras. Me coloco el pelo hacia un lado, agarrando mi vaso de agua y dando un pequeño trago.
—Pensé que eras más de leer que de fiestas. —Añade cuando no respondo, llevándose un botellín de cerveza a la boca.
—Y lo soy.
—Pues no te veo leyendo.
—Veo que eres muy observador —contesto de manera cortante en un intento de zanjar la conversación.
—¿Qué te traes con Matt? —Sus palabras me pillan desprevenida.
—Nada —respondo rápidamente.
Todo el mundo piensa lo mismo y me empieza a hartar la misma pregunta de siempre. Nos llevamos bien, sí. Pero existe la amistad entre un chico y una chica, no todo se tiene que resumir a sexo o amor.
—Mejor. —Deja el botellín vacío encima de la mesa que tiene a su costado —. Porque verás Matty...
Antes de que pueda proseguir, una mano con anillos tira del cuello de su sudadera, haciendo que se levante.
—¿Qué te he dicho Paul? —Gruñe furioso Matthew.
Sus ojos rebosan odio, como si el mero hecho de acercarse a mí fuera un error irrefutable. Paul mantiene el rostro impasivo, lo que hace que Matt apriete el agarre, ahogando ligeramente al peliverde, que no duda en mantener la compostura.
—Eres muy egoísta. —Paul habla de forma calmada, como si la situación no fuera con él.
—¡Te dije que no te acercaras! —Matt levanta la voz, mientras todos los presentes los miran y cuchichean.
Me encuentro todavía sentada, con la boca abierta, incapaz de reaccionar. ¿No se supone que el rubio debería estar ahora en la cama con esa chica?
—¿Y si no qué, Matty? —La voz burlona de Paul hace que él apriete la mandíbula todavía más —. ¿Me vas a hacer lo mismo que.....?
El chico no puede terminar la frase, pues Matthew pierde los pocos papeles que le quedan, propinándole un puñetazo justo en la boca, seguido de otro, que esta vez, va a parar a su nariz.
—¡Matt! —grito ante la escena, levantándome y corriendo hacía el —. ¡Para!
Sus ojos azules me miran, y luego vuelven a Paul, y luego nuevamente a mí. Se da cuenta de que todo el mundo nos está rodeando por lo que suspira y suelta al chico del séptum. Tiene partido el labio y le sangra la nariz.
Cuando empieza a caminar hacia la salida le sigo, pero por mucho que le llamo e intento llegar a su altura no se gira ni se detiene.
—Te dije que no te acercaras. —Por fin para en seco, pero esta vez no gira sobre sus talones como acostumbra a hacer —. ¡Joder, Alyson! Te dije que mantuvieras distancia de él.
—Yo... —Intento hablar.
—Da igual Alys, ya da completamente igual.
Y sigue su camino, dejándome sola. Las ráfagas de viento me invaden de frío, pero ya no hay nadie que deje su chaqueta sobre mis hombros. Niego con la cabeza y miro la hora. Si me doy prisa, quizá encuentre a mi amiga todavía despierta. Corro, no camino, si no corro hacia la casa de mi amiga. Con los ojos encharcados y una opresión en los pulmones que me dificulta la respiración.
Cuando llego a casa de Leia y después de que me eche la bronca por irme tan pronto de la fiesta, le explico todo lo acontecido. Claramente no le cuento lo de la cicatriz, ese seguirá siendo nuestro secreto.
—Ahora tienes a dos chicos peleándose por ti. —Fulmino con la mirada a Leia cuando habla de forma alegre y orgullosa.
—No ayudas. —Me cruzo de brazos.
—Matt está celoso, no tienes por qué darle más vueltas.
—Paul iba a decirme algo justo cuando...
—Alyson. —Me agarra de los hombros—. Paul no es buena gente, todos lo saben. —La miro esperando a que continúe —. Ha tenido un pasado muy turbio. Anda en cosas raras, trapicheos, peleas...
Chasqueo la lengua. Celos no son. Si se había subido con la intención de tirarse a una chica, pasando completamente lo que le estaba diciendo. Algo dentro de mí me dice que hay algo más, que todo lo ocurrido hacía unas horas tiene otra explicación. Y no me voy a quedar de brazos cruzados hasta descubrirlo.
Dime Matthew, ¿qué es eso que intentas ocultar? ¿Qué pinta Paul en todo esto?
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