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11. Piensa en tu futuro

"Es increíble como un poco de mañana puede reparar el ayer."

-John Guare


Me hallo en las gradas mientras observo a la pelinegra entrenando con las animadoras. Al lado contrario se encuentra Matt, preparándose ambos grupos para la temporada.

Leia parece un pájaro, su forma de moverse es tan delicada como una pluma danzando al son del viento. Todo lo que ella hace parece fácil; los saltos, las acrobacias y el contorsionismo. Posee magia, como si el universo lleno de constelaciones girase por y para ella.

Matthew está disperso. Ya le ha llamado la atención varias veces el entrenador, que levanta la voz mientras el chico le responde de mala gana.

—Cuando acabemos quiero hablar contigo —dice aquel hombre antes de hacer sonar su silbato, exigiéndole a todos más dedicación y esfuerzo.

No entiendo como aguantan eso. Ninguno de los dos. Ambos entrenadores están continuamente malhumorados. La entrenadora de las animadoras es más joven, pero también recrimina a las chicas, que sudadas, paran intentando recobrar el aliento.

—Si salís de fiesta y no dais pie con bola, iros del equipo. —La escucho mientras sostiene una libreta en las manos —. Aquí estamos para trabajar duro.

De un momento a otro la gente desaparece, dispersándose de camino a los vestuarios. El señor de estatura baja y algo rellenito camina junto a Matt, dirigiéndose a las gradas y lanzándome una mirada antes de sentarse en estas, por lo que finjo leer el libro, avergonzada. Matthew suspira, tomando asiento a su lado.

—¿Has pensado en la oferta durante las vacaciones? —pregunta.

—Ya te dije que no es lo que pretendo hacer.

—Hemmings, alguien con tu talento y dedicación no lo hace por mero pasatiempo. —Inquiere —. No deberías desaprovechar esta oportunidad.

—No es lo que quiero —responde tajantemente.

—Podrías ser el próximo Messi, o Cristiano Ronaldo. —Su tono indica que claramente lo cree así —. Matthew, en los años que llevo entrenando nunca he encontrado el talento innato que tienes tú, ¿y sólo lo haces para subir la nota?

Él asiente con la cabeza, pasándose la mano por el pelo.

—Sólo piénsatelo, aún tienes toda la temporada por delante.

—Señor Jones. —Chasquea la lengua —. Mi respuesta es la misma que la del año pasado, tenía muy claro lo que quería hacer y no es esto, tal y cómo le dije.

—¿Cuál es tú sueño entonces ? —Tamborilea con el bolígrafo encima del papel.

—No lo sé —habla sincero —. Antes lo sabía, pero ahora que cambiaron las circunstancias ya no tiene sentido.

—Sigues siendo tan raro como un perro verde. —Carcajea estrepitosamente, haciendo que Matt también ría —. Aún no daré una respuesta contundente, sólo espero que cambies de opinión.

El entrenador Jones se va, pero Matt sigue sentado. Supongo que nota mi mirada cuando gira la cabeza, encontrándome ahí.

—Cotilla. —Se pasa la lengua por los labios, poniéndose el piercing segundos después. Es normal que en deportes de contacto le obliguen a quitárselo.

—Es vuestra culpa por sentaros aquí. —Me defiendo mientras guardo el libro en la mochila —. ¿Por qué no quieres dedicarte a esto?

—No es mi sueño.

—Pero si se te da tan bien como me han dicho...

—Friki. —Pone su dedo índice sobre su boca mientras entrecierra los ojos —. Te metes mucho en las vidas ajenas.

Lo fulmino con la mirada.

—¿Qué me dices de ti? —Ladea la cabeza —. ¿Cuál es tú sueño?

—Ninguno —respondo, haciendo que sus ojos se cristalicen. Este chico me confunde —. De momento —añado rápidamente.

—Nunca es tarde para encontrarlo. —Se levanta cuando los chicos salen de los vestuarios y me sonríe antes de darme la espalda, caminado lejos mientras un malestar se apodera de mi ser.

¿Cuál es mi sueño? ¿Cuál es el tuyo?

—¿Todavía aquí , friki?

Llevo todo este rato pensando en cual es mi sueño. Superar el pasado en primera instancia, pero luego, ¿luego qué?

—Ven anda. —Chasquea la lengua mientras me tiende la mano —. Te invito a un helado.

—Estoy esperando a Leia.

—La he mandado a casa . —Da un paso hacia delante —. ¿Vienes o qué?

Cojo su mano mientras me levanto. Es tan suave...

—La pregunta te sigue matando por dentro, ¿no? —Me siento tan tonta, llevo todo el camino en silencio.

—Es que no sé que quiero.

—No te preocupes, yo tampoco. —Suspira lentamente —. Pero cómo te he dicho, aún hay tiempo.

Sonrío agradecida hacia sus alentadoras palabras, sentándome en una de las mesas de la heladería mientras el pide dos helados. El mío de oreo, como debe ser.

—¿Por qué antes lo sabías y ahora no?

—Como le dije a él... —Pone los ojos en blanco ante mi intriga —. Ya no tiene sentido que lo haga.

—¿Por qué?

Frunce el ceño, mi curiosidad le está molestando notablemente.

—Digamos que buscaba algo, pero ya lo he encontrado. —Se mete la cuchara en la boca —. Más bien me ha encontrado a mí.

Matthew no responde preguntas, te hace tener más dudas. Mantiene su mirada en mí, orgulloso del cartel de "No entiendo nada" que tengo colgado en la frente.

—¿Por qué vives sola? —Apoya el mentón en la mano.

—Ellos... —Carraspeo —. Mis padres, viven en Londres.

—¿Tus padres? —Asiento con la cabeza a la vez que el enarca una ceja —. ¿Y por qué no terminaste los estudios allí?

—Quería venirme aquí.

—¿Y qué tiene este sitio de especial? —Aparta la tarrina de helado, ya vacía.

—Más de lo que crees. —Me revuelvo en el asiento.

—No está tan mal, supongo —masculla, quitándome fugazmente la incomodidad que siento.

Hace dos años

¡No! —grité histérica a aquellos hombres que se hallaban en la habitación blanca —. ¡Es mentira, me estáis mintiendo! —Intenté incorporarme de la camilla, pero las enfermeras me sostenían mientras introducían una jeringuilla en la vía de mi brazo.

Los pensamientos se nublaban y una falsa paz me invadía. No podía moverme y mis ojos se cerraban en contra de mi voluntad.

Mamá, papá, todo había sido mi culpa. ¿Os sentís orgullosos ahora? ¿Me habéis perdonado? ¿Me seguís queriendo?

Querido rubio, si supieras la verdad, ¿me invitarías a otro helado?

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