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Capitulo Uno.

Golpeteos de la puerta, lo que acabo despertando a la chica de cabellos rosados que seguía teniendo puesto su uniforme del instituto.

-¡Anya! — le habló del otro lado de la puerta su padre quien al verla extraña desde que llegó a casa, quería ir a ver pero su esposa le dijo que le diera su espacio, y mañana si su hija quisiera hablarlo lo haría, pero no era tan paciente para hacerlo y conocía muy bien, no lo haría, se lo guardaba todo. — ¡Abre esa puerta o la tirare!

Lo que hizo que reaccionará y abriera de inmediato, escuchando el quitar del seguro, y medio abre dejando la vista el rostro cálido y mejillas rosadas, ojos verdes esmeraldas, de la joven de catorce años.

-¿Sucede algo?

-¿Se puede saber que tienes ahora?

-Anya, solo estaba cansada, es todo y si me permites . —Estando a punto de cerrar la puerta, este puso su pie enseguida y con su mano reteniendo a que lo hiciera, quedo en shock y observó la mirada sería de su padre que la aterro.

-¡No quieras engañarme! ¡Soy tu padre y te conosco bien! ¡Y lo que tienes es porque algo paso!

-Tranquilizate . —Dijo su esposa con uan voz suave.

-¿Porque tantos gritos? —Dijo un pequeño de cabellos rubios que llevaba puesto su pijama de pesitos, se tallaba los ojos, mientras llevaba su pingüino en la mano derecha
arratrando.

-Sukio, vuelve a la cama no pasa nada. —Dice ella llevándose a su hijo en brazos, volviéndolo a su cuarto.

- ¡Anya entiende! ¡No me trates como si fuera una tonta!—Las lágrimas comenzaron a brotar, y en paparpadeo no pudo soportarlo más las imágenes en su mente con Damian, cuando eran niños una amistad en secreto pasaban en las noche observando las estrellas, en medio de la oscuridad de la biblioteca hacían figuras con las manos con una linterna que los alumbraba, hasta habían juntado sus dedos para formar un corazón y las silueta de sus sombras se reflejaba.

Cuando los días transcurrían Damian, actuaba más raro de lo usual, hasta que un día le arrebato un beso en los labios lo que no supo como reaccionar, lo que se dio cuenta y aprovechándose de ingenuidad le dijo que era normal entre amigos, pero eso lo podían hacerlo con el y con nadie, lo que ella aceptó y creyendo sus palabras. Lo que no pudo soportar verla de esa manera a su hija acercándose, rodeo sus brazos confortandola sin saber que tenía ya era un avance.

En un rato de tanta insistencia de Yor y Loid, Anya, les contó que pasaba lo acabo siendo una bomba nuclear al oír cada detalle, al fin acabo fue el que le sugerido acercarse a ese niño para la misión que antes tenía en aquel tiempo, Loid, no podía creerlo.

- No quiero que te acerques a ese niño.

- Pe... pero...

-Es una orden. —Dijo con firmeza. — Ya no tienes cumplir con ninguna misión para que lo hagas o si.

- Anya, solo quiere ser normal. —Bajando la mirada desde su lugar, lo que Yor, la abraza.

- Quien dice que no lo eres. —Tomando el mentón de la chica para que la mirarse a los ojos.

-Los demás.

- Te hemos dicho que no uses tus poderes. —Le dice Loid.

- No puedo evitarlo, no hacerlo, la mirada de la gente, me doy cuenta cuando no les agrado, no quiero sentirme con antes.

- Se que no a sido fácil, venos a nosotros. —Loid se sentó a lado de ellas. —Yor, era una asesina y yo un agente que debía cumplir una misión especial para salvar al mundo pero sabes que logró con esto. —Le dedico una sonrisa. —Ser una familia, y me siento bendecido por eso de haberlas puesto en mi camino. —Casi lágrimas en los ojos de ambaa mujeres.

- Lo... Loid...

-Papa... gracias por haberme elegido como tu hija. —Abrazandose los tres

- Hubo muchos obstáculos en el pasado que pudimos solucionarlos y se que ahora, que estas viviendo una vida no permitas que un savandija te quiera destruir demuestre de quien eres hija, eres mejor que ese idiota. —Asiente.

En medio de los pasillos caminaba con tranquilidad, hasta que llegó a toparse con Damian, que estaba a lo lejos, lo que su acción era darse la vuelta pero recordó las palabras de su padre, apretando sus labios, y respirando hondo dándose valor,  continuo su caminó, ambos pasando aún lado sin decir nada, siguiendo cada quien por su lado, su indiferencia con ella fue que se dio cuenta que no le importaba como decía.

Transcurrió los minutos. En la clase de deportes fue a refrescarse tomando su botella de agua de su bolso.

-¿Has estado muy callada últimamente? —Le pregunta Becky, que estaba parada atrás suyo, lo que Anya no podía disimular su tristeza por mucho, pero tampoco quería preocupara la conocía y su reacción no sería nada agradable, le iría a reclamar a Damiand lo que menos deseaba era problemas.

-Estoy bien. —Voltea con una sonrisa en sus labios, lo que su amiga se dio cuenta, acercándose la abraza.

- Si haya algo que te molesta sabes que puedes confiar en mi, y estaré ahí para protegerte. —Ocultando su rostro en su hombro de la chica y correspondiendo su abrazo, los sollozos se hicieron presentes.

La noche cayó y en medio de la oscuridad del instituto, caminaba por los pasillos retumban do los pasos de sus tacones, un chico estaba en la biblioteca escondido en unos de los estantes de libros esperando, pero al orí la puerta abrirse se quedó en silencio sin emitir algún ruido, escuchando los pasos acercarse, se levantó del suelo sacudiendo.

Cerrando los ojos y con su tono arrogante y orgulloso.

- Ya te habías tardado, no creas que te será fácil perdonar... —Inesperado sintió un fuerte golpe en la mejilla que lo hizo caer hacia atrás. —Pero como te atrev... —Estando apunto de reclamar, miro que era la persona que esperaba ver, una chica de melena oscura y faceta seria, y frunciendo el ceño de gran molestia lo observaba ganas de destruirlo a golpees. —¡Pero que rayos haces aquí! —Le reclama.

- Hazte idiota que no sabes. —Le contesta furiosa. —Crees que no se la verdad.

-Cuál verdad. —Fingiendo lo que se referia, cruzando los brazos.

- Lo de tu y Anya.

- Tu amiguita no se que te a dicho, pero es todo mentira.

-Mira Damian. Apretando sus manos. —Solo te lo diré una vez ¡Te le acercas o la dañas más de lo que esta! ¡Y te destruire has entendido! —Dándose la vuelta se retira.

- A mi no me vengas con tus amenazas Becky.—Asomándose viéndola irse a lo lejos.

- Estas advertido.

- Te dije que no le dijeras a nadie me has traicionado y nunca te lo voy a perdonar Anya, te lo juro. —Sintiéndose la víctima y dolido sin darse cuenta que la culpa si la tenía el, pero nunca sería capaz de admitir su error.

En la mañana Anya, se quedó en los dormitorios del instituto y como compartía mismo dormitorio con Becky, pero ese día se adelantó levantándose temprano lo que acabo perdiéndose, lo que buscaba con desperacion el aula, pero cada uno estaban de la nada lo que no esperaba que alguien la estaría esperandola.

Tomándola de la muñeca y jalando en uno de las aulas vacías que no se ocupaba, metiendo la y cerrando la puerta, la avienta haciendo que esta casi cayera.

- Me traicionastes.

-No se de que estas hablando. —Tomándola bruscamente de las mejillas y casi apretando la sin tener una delicadeza. —Me lastimas. —Se quejo de dolor.

- Ahora sabes como me siento al decirle nuestro secreto a tu amiga. Abriendo sus ojos en par. —Gracias a ti me fue a reclamar y dándome una advertencia que no me acercara a ti porque yo solo te hago daño lo que no es verdad o si. —Sin quitarle la vista de encima, dentro de sí misma ardío sintiendo una sensación que era difícil de explicar.

Apartandola de ella empujandolo con sus manos, lo que lo tomo de sorpesa porque nunca había hecho algo asi.

-Estoy harta... - Menciona con un semblante oscuro.

-Que dices.

- ¡Que te quiero lejos de mi! —Dice directamente con firmeza aparentando sus manos. — No quiero verte Damian, me dañas y solo fui un juego para ti. —Su quijada cerro por sentirse tan impotente y frágil frente de él.

-Se carcajea. — No me hagas reír, que no te habías percatado que solo te utilizaba, eres tan fácil de manipular por esa ingenuidad que tienes. —Rompiéndose en mil pedazo como si fuera se tratase un cristal.

- Ya obtuviste lo que querías,  burlarte de mi... —Dijo seriamente. —Haré que Becky no hable, pero no quiero saber nada de ti y haremos que esto nunca pasó. —Ahora era Damian, que sentía ese vacío inesperado. —Seguiré con mi vida como sin tu y yo nunca nos hubiéramos conocido. —Quedando sin palabras, pasándose aún lado de él, queriendo irse lo más rápido antes que cambiará de opinión y sabía que se arrepentirá en cada cosa que dijo, lo que deseaba era huir, poniendo su mano en la manija, casi quitando el seguro, este la detuvo poniendo la mano en la puerta y teniendo cerca suyo, su cabeza recargo con la suya y sintió su respiración sobre su cabello.

- No. —Fue lo que dijo, para reacción de una manera diferente.

-Damian, que estas haciendo. —Dijo muy confundida. — Detente. —Se lo imploro.

- Súplica o grita lo que quieras  pero nadie podrá oírnos eso tenlo por seguro.

Mirando por la ventana Yor, tanta veces por las calles que pasaba la gente y luego se dirigió en su niño de dos años que se encontraba dibujando sobre la mesa donde antes lo hacía Anya de pequeña.

-¿Donde estarás? — Se preguntaba a sí misma llena de preocupación ya que ayer era el día que se quedaría en los dormitorios o solo que este ahi de nuevo, pero no les aviso y no sabía si sería buena idea decirle a Loid, lo dejaría preocupado, lo que el ahora estaba en una misión muy importante, debía mantener la calma y ya mañana hablaría por teléfono o hacerlo ahora preguntar si la han visto.

Manos deslizando sobre la espalda desnuda del chico que estaba encima de la joven que sus labios eran sellados por cada beso que le daba con tanta pasión, entre la oscuridad y única luz era la luz de la luna que se reflejaba atravez de las cortinas blancas.

-Anya, te quiero... —Se arrepentirá al oír estas palabras pero solo esta noche se dejaría llevar y mañana será diferente y trataría de llevar una vida sin Damiand o acabaría destruyendo se a si misma por no dejarlo ir.

- Tambien Te quiero Damian. —Susurrando le dulcemente.

Siendo domingo regreso a su hogar temprano, que al abrir la puerta y mostrando sus presencia, sintió los brazos de su madre con desperacion al verla casi llorando.

- Anya ¿donde estabas? - No quería que se molestara con ella y más contarle lo que pasó no sabía lo que podría pasarle a Damiand lo quería aunque el fuera malo con ella, quería que estuviera a salvo, lo que se guardo esto en secreto para si misma.

- Me quedé a dormir. —Responde. —Perodn por preocuparte.

- Disculpame a mi soy una exagerada, pero una madre nunca le dejara de preocuparse por sus hijos sin importar cuando años tengan.




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