🦋 Capítulo 7
Maratón: 2/2
Las puertas se abren, mostrando el ala pediátrica, avanzo en los pasillos viendo las decoraciones de Los Avengers, Cars, Princesas y varias animaciones.
—¿Por qué aquí?
Escucho a Baek, pero parece que se hace la pregunta a sí mismo que a mí.
Consulto la habitación que quiero ir con una enfermera que encontré y ahora mismo me está guiando a la habitación. Baek sigue detrás de mí sin decir nada.
Al instante que había terminado el Skype con Diego, horas más tarde me llego un mensaje suyo en donde testeo los horarios de visita y la habitación en la que se encontraban.
La amable enfermera me señala la habitación, la puerta se encuentra cerrada y está decorada con distintos dibujos.
—Yo conozco esta habitación —habla Baek.
Le estaba por preguntar cómo, pero la puerta se abre y lo primero que veo es a un niño en sillas de ruedas. Lleva puesto un pantalón de pijama y una camiseta con aves, recorro con mis ojos sus ojos color avellanas, iluminados y con ojeras debajo de ellas, su piel pálida y sus pequeños labios que también están del mismo color y quebrados. Lleva en su cabeza una gorra de lana gris en su cabeza.
—¿Baek? —Lo mira y luego me mira a mí—. ¿Es tu novia?
Lo mira con expresión aburrida.
—¿Qué? —responde Baek, mirándome confuso y yo lo hago aún más.
¿Acaso se conocen?
—No, no soy su novia —aclaro, aun sin entender la situación—. ¿Tú eres Daniel, verdad?
—En persona —contesta sin cambiar su expresión.
—Yo soy...
—¿Daniel? —Soy interrumpida por aquella voz que recuerdo más que bien—. ¿Qué haces en la puerta?
No sé dé donde salió, pero él estaba ahí, acercándose con pasos decididos hacia donde estaba Daniel. Llevaba puesto un vaquero negro y una remera blanca con el logo de Imagine Dragons.
Llego a donde estábamos y se puso detrás de Daniel. Sus ojos se posaron sobre mí y elevó las comisuras de sus labios haciendo que sus ojos brillen.
—Esto no era como lo tenía planeado. —Se pone en cuclillas al lado de Daniel y lo mira—. ¿Sabes quién es ella?
Daniel posa su mirada una vez más en mí y niega con la cabeza.
—Recuérdame tu último sueño —susurra, Diego.
—Dejar mi huella.
—¿Y también...?
Daniel lo mira aún más confuso por unos segundos, hasta que parece acordarse y me mira, atónito.
—... Conocer a Haydee Clarkson —susurra.
Sonrío y me acerco a él. Me pongo en cuclillas y agarro sus manos frías, él me sigue mirando sin salir de su asombro y sus ojos se llenan de lágrimas.
—Es un gusto conocerte, guerrero —murmuro—. Aquí me tienes, en persona y estaría encantada de ayudarte a cumplir tu sueño.
—D-diego, ella e-está aquí —Sonríe y sus lágrimas descienden por sus mejillas.
—Está aquí —susurra, Diego.
Daniel se abalanza contra mí y caigo por completo al suelo con él encima de mí. Diego se pone de pie protestando preocupado, pero la felicidad nos llena a ambos y empezamos a carcajear, abrazándonos y escuchando a Daniel agradecer a su hermano.
Nos sentamos ambos en el suelo, estaba por hablar, pero un carraspeo detrás de mí me detiene. Miro por encima de mis hombros y Baek está apoyado en el marco de la puerta, atónito.
—Corte, corte —Se irgue en su lugar y camina entrando a la habitación—. ¿Qué putas fue eso?
—Cuida tu boca —masculló, Diego.
—¡Lo siento, pequeño Daniel! —a ironía en su voz se siente—. Por favor, Diego, este niño dice peores palabras. ¿No es verdad, pequeñín? —le guiña un ojo.
—Cierra tu boca, imbécil —murmura Daniel con los dientes apretados.
—¡Daniel! —Lo regaña, Diego.
Baek carcajea y Daniel le saca la lengua. Cuando terminan su guerra de miradas, Baek me mira.
—Haydee ¿Qué es todo esto?
—¿A qué te refieres? —digo aún más confusa y Diego se me acerca, ofreciéndome su mano para levantarme y lo acepto. Una vez parada le agradezco con la mirada y ambos ayudamos a Daniel a sentarlo en la silla.
—¿Se conocen? —Diego arruga su entrecejo.
—Así es —contesto.
—¿Hace cuánto? —pregunta, Daniel.
—Casi dos años —contesta, Baek.
—¡Tonto! Siempre la conociste y nuca me lo has dicho —exclama, Daniel.
—¿Cómo iba a saber que te referías a ella, niño?
—Daniel, la boca —susurra con los dientes apretados, Diego.
Daniel se disculpa y le hace caso, guardando silencio.
—¿Cómo los conoces? —dirijo mi mirada a Baek.
—En la preparatoria, el idiota de Diego me delato frente al profesor por haberme copiado de su exámen —empieza, Baek, sentándose en la de la cama de la habitación y Diego niega con la cabeza, su semblante es serio, pero sus ojos están llenos de diversión—. Le pegué una piña cuando las clases terminaron y él me lo devolvió. Tras habernos llevado una sanción del director, nos hicimos mejores amigos y aquí estamos. Conozco al pequeño Daniel desde adolescentes —Le sonríe al mencionado y Daniel hace lo mismo.
Elevo las comisuras de mis labios. «Vaya forma de convertirse en amigos».
—Ahora dime tú como conoces a mis chicos —Baek me apunta con el dedo.
Evito rodar los ojos.
—Diego me contacto a través de mi página web contándome acerca de Daniel y su estado —miro a Daniel y juega con sus menos, evitando verme—. Me contacté con él y acordamos una reunión por vía Skype y aquí estamos —elevo mis manos, mirando a ambos hermanos.
No mencioné lo del café y Diego ladea la cabeza, mirándome con fijeza y niego con mi cabeza levemente, haciéndole saber que no quiero mencionarlo. Después de eso, Diego fue por café y Daniel se acostó en su cama poniéndose la mascarilla de oxígeno en la nariz.
Diego me entregó el café y se fue en el ventanal con Baek. Hablamos por horas con Daniel, me contó acerca de los dibujos que hace, sus películas favoritas y de cómo le encantaba jugar fútbol hasta que ya no pudo practicarlo más. No mencionamos acerca de lo que él quería cumplir, ambos nos centramos en conocernos en cada aspecto. Daniel se despidió de mí, estaba cansado y besé su mejilla diciéndole que era un niño muy adorable y fuerte.
Se había quedado dormido y Baek me entregó mi abrigo color bordo que había dejado sobre el pequeño sillón.
—Haydee, vamos antes de que el consultorio cierre. Sabes que tienes que hacerte esos análisis.
Y lo sabía perfectamente, no lo había olvidado.
—Ya lo sé —respondí.
—¿Análisis? —escucho a Diego detrás de mí y cierro los ojos.
Me voy la vuelta abriendo los ojos y me encuentro con su mirada puesta en mí.
—Descuida, no es nada.
Baek se pone al lado mío y bufa, ganándose una mala mirada mía.
—Deja de hacer menos tus problemas, Haydee.
—Tenemos que irnos —ignoro lo que dijo—. Diego, si Daniel quiere verme que me llame por tu teléfono y vendré —digo, abandonando la habitación.
—Te lo agradezco, Haydee —responde, apoyado en el marco de la puerta—. Baek, luego te marco —lo mira por unos segundos, como si quisiera decirles algo y Baek arruga el entrecejo, asintiendo.
Nos marchamos del hospital, no sin antes de haber hablado con la enfermera y que ella me guiara al laboratorio para saber cuando debo ir y las horas que debo estar en ayunas.
Tenía una bonita sensación en el pecho, este día fue distinto y diferentes a los que tenía. Noté la diferencia en dos cosas:
1- Hoy no me autolastimé.
2- Hoy sonreí después de tanto tiempo sin hacerlo.
🦋🦋🦋🦋
¡Último capítulo de la maratón! ¿Qué les pareció? Yo amé escribir esté capítulo y enseñarles más de Baek, Diego y nuestro pequeño Daniel.
¡Nos leemos y buenas noches!
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