07
Maratón 2/3.
Continuamos caminando por los caminos largos típicos japoneses de nuestro barrio hasta llegar a nuestro primer destino, el instituto de mi hermana. Al llegar me presentó a su amiga Natsuki quien era una chica muy agradable y simpática con la cual era muy fácil hablar con ella ya que tenía mucha tranquilidad al hablar y era bastante madura. Me despedí después de unos minutos de mi hermana atrayendo las miradas de sus compañeros de instituto y me encaminé al mío.
Por el camino iba pensando en qué me depararía el día de hoy, ¿podría conocer a la mejor amiga de Kaori? ¿Podría hoy conocer a las del equipo femenino? Tenía muchas ganas por saber las respuestas de todas las preguntas que formulaba mi cerebro.
Un grito me asustó y unas manos me pellizcaron el brazo.
—Vaya, ¿quién iba a decir que me iba a encontrar contigo tan temprano? —Preguntó con una sonrisa. No pude evitar ver que de verdad íbamos a tener una gran amistad.
—Buenos días —alargué el saludo junto con una sonrisa y ella me imitó minutos más tarde.
—¡Qué sueño! —Exclamó Kaori estirando sus brazos hacia arriba mientras bostezaba.
—Ya te digo —respondí y ella rió. Me extrañé por su risa, no entendía muy bien del todo por qué reía, ¿había dicho algo gracioso?
—¿Qué has dicho? —Preguntó esbozando una gran sonrisa y me di cuenta de lo que sucedía.
Mierda, le había respondido en español.
—Ay, ¡lo siento, no me di cuenta! —me disculpé y volvió a reí. Muchas veces me pasaba, solía soltar lo primero que pasaba por mi cabeza, fuera el idioma que fuera.
—No te preocupes —respondió e hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. ¡Algún día deberías enseñarme español! —La miré y sonreí, parecía emocionada, parecía que de verdad quería que fuéramos amigas.
No sabía por qué pero, ella me transmitía mucha confianza. Con el poco tiempo que nos conocíamos, ya me dejaba tratarla más amistosamente y me hablaba como si fuéramos amigas de años, me recordaba un poco a Mia, quizás por eso me caía muy bien a pesar de conocerla de hace un día.
Kaori me contaba animadamente que tenía muchas ganas de llegar a las nacionales con el equipo y llegar a conseguir algo más de lo que habían hecho. Me llamaba mucho la atención que una chica amara el fútbol tanto como ella lo hace, a mí sinceramente me parece un deporte completamente absurdo y repetitivo, aunque la verdad me gustaba mucho como hablaba llena de felicidad.
—¿Y tú desde cuando haces voley? —Me preguntó curiosa después de contarme que llevaba unos dos años en fútbol.
—Desde hace dos años y medio —respondí con una sonrisa—. Me gusta mucho —admití esbozando una sonrisa y ella me dedicó una sonrisa al escucharlo.
—Vaya, me gusta la idea de que seas deportista —bromeó y reí.
Caminamos un poco más hasta llegar a la puerta del instituto, a aquel gran instituto con un montón de edificios grises, llenos de grandes ventanales y repleto de gente debido a que era ya casi la hora de entrar. Entramos hasta las taquillas de los zapatos y suspiré, me estaba costando mucho acostumbrarme a tener que en todos lados cambiarme de zapatos. Me colgué bien el bolso en el hombro y marqué el número de la pequeña taquilla, quité mis zapatos y me puse los del colegio, volví a meter los zapatos con los que llegué y cerré la taquilla. Caminé hasta el final de las taquillas para llegar al largo pasillo que daba a las clases de primero donde me encontré a Kaori apoyada en la pared esperándome, me miró y le dediqué una sonrisa para comenzar a caminar por los pasillos.
.......
—Entonces esto sería el resultado —finalizó la profesora en la pizarra y lo apunté en mi cuaderno. Vaya que eran aburridas las mates.
—¿Alguna duda? —Preguntó la profesora y una mano se levantó—. Nishinoya.
—¿Si multiplicamos eso no daría cien? —Preguntó y en parte estaba en lo cierto, levanté la cabeza para mirar a la profesora.
—Tienes razón pero, recuerda que hemos hecho esto —señaló una de las miles de operaciones que estaban escritas en la pizarra—, eso impide que el resultado de cien.
Nishinoya soltó un largo "ah" y la campana sonó.
—Bueno chicos, antes de iros, mañana quiero que hagáis el ejercicio noventa de la página en la que estábamos —concluyó la frase. Todos comenzamos a recoger para acabar por fin el día.
Me levanté de mi asiento mientras recogía todo el material de clase para la salida. Había sido un largo día, varias horas aburridas a las que debía acostumbrarme, un idioma diferente al que estoy acostumbrada, nuevos compañeros de clase que me tratan como si fuera especial o algo entre muchas otras cosas.
—¡Aroa! ¿Vamos juntas al club? —Me preguntó Aoi, la mejor amiga de Kaori la cual al fin había hablado con ella.
—Quien mejor para llevarme —añadí y me sonrió con mucha intensidad.
Cogí mi maleta y al salir le sonreí a Nishinoya el cual me estaba mirando y me dedicó el mismo gesto.
Aoi era la mejor amiga de Kaori, una chica muy amable y alegre desde el principio lo cual me hizo ver porque eran tan amigas. Ella estaba en el club de voley femenino por lo cual, al enterarse de que yo quería entrar se interesó por mí y en pocos minutos la puse al día de toda mi vida como jugadora. La verdad es que me animaba que sin aún entrar ya tuviera una amiga, al menos no tendría que estar sola en el primer día. Tenía muchas ganas por conocer a las chicas del club y ver si congeniaba con todas.
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