Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18

Capítulo 18
ABELARDO

Tener a Iris aquí es una bendición. Tenerla entre mis brazos en estos momentos es maravilloso, como me alegro de que ella no se rindiera conmigo. Porque los recuerdos que llegaron a mí hace cuatro días son tan duros y tan dolorosos que no sé qué hacer con ellos. Iris se separa de mí y acaricia mi cara.

–Háblame cariño, dime qué te tiene así. –uno mi frente con la suya.
–Recuerdo todo, recuerdo todo lo previo a conocer a papá Rafael. –ella sigue acariciando mi cara. –Y no sé qué hacer con eso.
–Háblalo, dime, si es tan malo como creo cargaremos con ello juntos. Estoy aquí para ti. –la separó de mí y la beso, la beso como quería hacerlo aquel día en que la vi en el metro, tan frágil, tan inocente, tan dolida, me odiaba porque sabía que esas lágrimas eran por mi culpa, en ese beso le demuestro lo mucho que la necesité, lo mucho que la necesita.

–Te amo. –la miro y no me canso de mirarla. –No pienso volver a alejarme de ti. –ella me sonríe y sólo con esa sonrisa me siento mejor. –No sabes cómo me moría de ganas de contestar tus mensajes. Pero mi vena orgullosa no me dejaba. No sabes cómo me arrepiento de todo lo que nos hice sufrir en este mes.
–Pero ya estamos juntos otra vez, mis penas serán tus penas y tus penas serán las mías, nunca más estarás solo. –une sus labios a los míos y la beso, la beso duro, porque es real, ella está aquí conmigo.
–Fui a tu examen. –le digo y ella cierra los ojos y sonríe.
–Creí que alucinaba. –y niega con la cabeza. –Ahora sé que no me estaba volviendo loca.

Los dos nos reímos, porque el que se estaba volviendo loco ese día era yo, moría por ir y abrazarla y besarla y decirle que había estado extraordinaria, aunque no había entendido ni la mitad de lo que había dicho.

Así que hice lo mejor que hice en ese largo mes, hui. Y llegando a mi casa hice algo que nunca antes había hecho, bebí hasta la inconsciencia, lo que provocó que esos recuerdos llegarán como una bola de nieve demoledora.

–Nena, ¿estas segura de querer compartir mi mierda? –le pregunto y ella abre los ojos.
–Oye, esa boca. –me dice y sonrío. –Por supuesto cariño, estoy aquí para ti, dime, tu mierda será mi mierda. Tú has aguantado mi mierda desde que nos conocimos. Mira ahora en el lío en el que estamos con el imbécil de Fernando.
–Te amo y será un placer para mí refundirlo en la cárcel.
–Confío en que así va a ser cariño. –me contesta y es su confianza ciega en mí, a pesar de que no la merezca lo que me hace aceptar que mi carga será mejor compartida con ella.
–Lo que voy a contarte no es fácil nena, y es muy duro. Si quieres que pare solo dímelo. –la miro fijamente a los ojos y no noto ningún rastro de duda.

Separó mis piernas y la atraigo hacia mí quedando su espalda contra mi pecho y la abrazo, para finalizar recargando mi barbilla en su hombro izquierdo, si le parece extraña la posición no lo comenta, por el contrario ella se recarga completamente en mí.

–Ese día de tu examen moría de ganas por buscarte, pero como soy demasiado orgulloso hui a mi casa y me hundí en alcohol. –Ella gira su cara y me mira, pero no dice nada. –No estoy orgulloso de ello, pero desde el accidente en el departamento de Fernando he tenido algunos dolores de cabeza y cuando tengo esos dolores algún que otro recuerdo trataba de salir, el hecho es que ese día que terminé completamente borracho y recordé todo, recordé mi niñez antes de conocer a Rafael. –doy un largo suspiro. –Mis padres eran un par de alcohólicos y drogadictos, rara vez se preocupaban por mí, si sobreviví es porque una vecina anciana, doña Lucy le decían me alimentaba a escondidas de mis padres, gracias a ella es que viví, sino supongo que hubiese muerto de inanición, cuando mis padres por fin quedaban borrachos como una Cuba o inconscientes después de un viaje era cuando me podía permitir algún que otro lujo digno de un niño de tres años, podía ver la televisión, recuerdo que amaba ver Dragón Ball, y deseaba que algún día llegara la nube voladora para irme lejos de ahí, lejos de mis padres, no recuerdo que algún momento tuvieran algún detalle conmigo, salvo cuando compraban algo de comida y mi madre me la arrojaba en mi habitación como si fuese yo un animal, a menudo tenía que comer del piso cuando hacía eso mi madre, doña Lucy se escabullía cuando escuchaba silencio y por mi ventana me alimentaba, me llevaba comidas completas incluso me llevaba agua en una bolsa de plástico con una pajilla. –la miró y ella solo está mirando fijamente las hojas de los árboles sobre nosotros. –Un día mis padres hicieron una fiesta muy grande, invitaron a sus amigos y pusieron música a todo volumen, lo que abundaba en esa fiesta fue alcohol y drogas, yo estaba encerrado en mi habitación, no hacía ruido, prácticamente fingía que no existía, pero mi vejiga no quiso cooperar ese día, ese día doña Lucy había llevado agua de piña que me encanta y bebí demasiada, así que tenía que ir al baño, me daba miedo salir pero sabía que si me orinaba, al día siguiente cuando mi madre entrara y se diera cuenta que me había orinado me azotaría hasta que le ardieran las manos. Así que tuve que salir de mi habitación para ir al baño. Fui y regresé lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. Cuando entré a mi habitación creí que lo había logrado, que había pasado desapercibido para todos, pero estaba equivocado, cuando ya estaba acostado en mi cama con las cobijas hasta el cuello entraron a mi habitación mi padre con dos amigos suyos.

Me tomó un momento para respirar, ella alarga una de sus manos y acaricia una de las mías. –Los tres estaban borrachos y drogados, dudo mucho que alguno fuera consciente de lo que estaban por hacer. Mi padre me sacó de la cama tirando de mi cabello, la música seguía alta, así que dudo que alguien fuera de la habitación hubiese escuchado mis gritos, además de que ninguno hubiese acudido a mi ayuda. Entre los tres hombres me obligaron a hacer cosas que yo no quería, entre los tres abusaron de mí. –siento como una gota cae sobre mi mano, y enseguida Iris la limpia con la manga de su camisa rosa, al igual que el rastro que dejó esa lagrima en su mejilla. –Los tres me violaron, no sólo con sus asquerosos penes sino con otros objetos que encontraron, me maltrataron, me golpearon, me dejaron sangrando en mi habitación. Yo era un niño de tres años al que habían maltratado y al que había tratado peor que a un animal, yo no entendía por qué me habían hecho eso, aunque sabía que eso estaba mal, me quedé tirado en el suelo de mi habitación, maltratado y sangrando. No sé a qué hora terminó la fiesta, solo recuerdo que dejé de escuchar los gritos y la música, apenas y podía moverme, pero sabía que tenía que irme de ahí, sino regresaría mi padre a hacerme daño de nuevo. Como pude me puse ropa que encontré en mi Ropero, ropa que me quedaba chica pero era eso o la ropa rota y ensangrentada, me cambie y me asomé, vi a mi madre medio desnuda tirada en el sofá, pero no vi a mi padre por ningún lado, supuse que se había ido a su habitación, así que atravesé la casa lo más rápido que podía, y salí, caminé y caminé alejándome de esa casa del horror, mi pancita rugía y mis labios estaban secos porque tenía sed pero yo no me detenía, caminé todo el día hasta que empezó a llover entonces fue cuando me senté frente a unas escaleras de piedra, la lluvia fría ayudaba a mitigar mi dolor, me dolía todo el cuerpo y pues principalmente mi ano, así que fue un alivio para mi sentir frío sobre mi pequeño cuerpo, y ahí estaba sentado mirando como se empezaban a crear riachuelos de agua en la calle, fue cuando un hombre de gafas y cabello despeinado se me acercó, llevaba un abrigo largo y una bufanda de rayas, un enorme paraguas rojo lo cubría del agua y se sentó junto a mí, solo me miró y me dijo »Vamos a qué comas algo.« ni siquiera preguntó si había cómido o no, él sólo dijo vamos a qué comas algo, algo en sus ojos me dijo que podía confiar en él tanto como en Doña Lucy, así que me puse de pie y él me guio hacia su auto, me envolvió en su abrigo y me ayudó a meterme en el automóvil, el subió después en el asiento del conductor y nos fuimos, me llevó a un restaurante infantil con una enorme M amarilla y un feo payaso –Iris ríe un poco.

–Ese payaso siempre ha sido horrible. –me dice y yo doy una corta y ligera risa.

–Cuando entramos y vi a todos esos niños correr, me asusté. Nunca había convivido con otros niños, así que le pedí al hombre que me llevara a otro lado, que no quería comer ahí. El me preguntó que quería comer y yo le dije que quería mucha carne y lechuga, siempre me gustó la lechuga, así que me tomó de la mano y volvimos al auto, manejo por otro rato y llegamos a un restaurante grande, ahí había muchas mesas con gente adulta y la mayoría vestidos con trajes y ropas caras, él hombre me llevó hasta un rincón con él y me ayudó a sentarme en una alta silla de madera acolchonada. El hombre ordenó muchos platos con diferentes carnes y ensaladas, yo comí todo lo que pude hasta que mi cuerpo no podría soportar un bocado más, nunca había comido algo tan rico y en tanta cantidad, el hombre me preguntó si quería algo más y le dije que no, así que pagó y salimos del restaurante, me preguntó mi nombre y yo solo negué con la cabeza, él no me presionó y me llevó de vuelta a su auto, me subió y encendió la calefacción, fue tanta la paz y tranquilidad que sentí que me quedé dormido, desperté cuando ya estaba oscuro afuera y yo estaba en una cama cómoda y caliente, tenía ropa limpia. Pero ¿dónde estaba? Abandonando la seguridad de esa cama me levanté y salí de la habitación verde con dibujos de animales de la selva, había unas escaleras de madera en el pasillo así que las bajé con mucho cuidado y procurando no hacer ruido, abajo escuché unos gritos de hombre, me asusté y me escondí detrás de una enorme maceta negra con una planta con hojas largas. Vi al hombre del pelo loco hablando con otro hombre que llevaba un traje negro, el hombre del traje negro era el que gritaba, trataba de hacerle entender al hombre que me alimentó que tenían que entregarme a la policía, yo no sabía qué había hecho para entregarme a la policía. Pero me estaba asustando, así que traté de alejarme, pero en mi carrera lejos de ellos tiré algunas cosas de vidrio, lo que los alertó, el hombre que me alimentó corrió hacia mí. »No, tranquilo, no te haremos daño, me llamó Rafael y soy tu amigo.« el hombre me daba seguridad así que me abrace de él y él empezó a llorar, el otro hombre se acercó a nosotros y acarició el cabello rebelde de mi amigo y le dijo »Tu ganas, hagámoslo.« los siguientes días me estuvieron llevando a comprar ropa nueva y juguetes, todo lo que yo quería. Y aunque yo era feliz con mis nuevos amigos, a los que después empecé a llamar papás, aún tenía miedo, miedo de que mi verdadero padre y madre aparecieran un día y me llevarán con ellos. Ellos se daban cuenta que yo tenía miedo, así que un día me bajaron al taller de papá Rafael y fue cuando me hipnotizaron, de algún modo papá Alejandro logró hacerme olvidar mi pasado, pero también hizo que no sintiera nada, fue cuando me mintieron y me hicieron creer que era un robot. Y el resto de la historia ya lo conoces.
Iris se gira entre mis brazos quedando de frente a mí y acarició mi cara.

–Pobre de ti cariño, sufriste algo que ningún niño en el mundo debería sufrir, pero creo que ahora puedes entender un poco más el por qué tus padres hicieron lo que hicieron. –me dice y yo la abrazo y hundo mi cara en su cabello. –Vamos cariño, es momento de que vuelvas a casa, te están esperando.

Ella me ayuda a ponerme de pie y me guía de vuelta hacia el camino de gravilla y tierra.

–Bien, ahora tú me dices por dónde porque no sé cómo llegué hasta aquí. –me dice y los dos nos reímos.
–¿Cómo supiste dónde encontrarme? –le preguntó mientras la tomo de la mano y nos empiezo a dirigir hacia la salida.
–No lo sé, sólo corazonadas. Algo me decía que me necesitabas y que tenía que encontrarte. –me dice y la rodeo con mi brazo y la atraigo hacia mi costado.
–¿Qué haría sin ti? –beso su coronilla y seguimos caminando, salimos de la reserva y ella me lleva hasta donde dejó el auto de su padre estacionado.
–¿Y tú auto? –me pregunta y yo me encojo de hombros.
–No estoy seguro, pero creo que lo dejé en el hotel donde me estuve quedando. Más tarde mandaré a buscar por él. –ella sonríe y entramos en el auto, ella maneja hasta la casa de mis padres, cuando llegamos tengo miedo de bajar, ¿qué pasa si no me perdonan?

Como leyéndome el pensamiento, Iris toma mi mano y le da un apretón. –Vamos, te están esperando.

Bajamos del auto y vamos hasta la casa, ella toca el timbre y poco después la puerta es abierta, quien nos abre es el padre de Iris. Quien abraza a su hija y me da una palmada en la espalda.

–Nos tenías preocupados Abelardo. –es lo que me dice el cirujano y caminamos al interior de la casa, cuando entro veo a mis padres sentados en los sofás tomados de las manos.
–¡AB! –El primero en levantarse fue papá Rafael, quien corrió a abrazarme, poco después se nos unió papá Alejandro, los tres nos pusimos a llorar.

Iris y su padre se van hacia la cocina a preparar café y té mientras yo les digo a mis padres lo que recordé y ellos me explican que les dolía verme así de temeroso y frágil y que por eso hicieron lo que hicieron, creyeron que estaría más a salvo de que me dañaran creyendo esa historia. Los tres nos pedimos perdón y así de fácil nos perdonamos.

Regresé a casa, regresé con mi familia y regresé con el amor de mi vida.

Estaba más que nervioso, antes de salir de la casa revise como unas veinte veces que el anillo estuviera en su estuche y que el estuche estuviera bien a salvo en el bolsillo interior de mi saco. Tenemos reserva a las ocho de la noche, y son las siete y estoy esperando a Iris fuera de su casa, la veo salir y se ve tan hermosa en ese vestido color rosa que no podría enamorarme más de ella. Ella entra en el auto y me da un rápido beso.

–Lo siento cariño, se me hizo un poco tarde. –me dice limpiando el labial de mis labios.
–Estamos a tiempo, nena. –arranco el auto y nos vamos. –Te ves hermosa y encantadora.
–Gracias, tú también te ves muy guapo. –me dice y ajusta un poco la corbata de moño en mi cuello.

Llegamos al restaurante con cinco minutos de anticipación, pero tienen nuestra mesa lista, le doy al anfitrión el estuche sin que Iris me vea, él asiente en mi dirección, ya hemos discutido antes en qué momento lo llevará. Nos sentamos y ordenamos la cena, conforme nos acercamos al postre estoy más y más nervioso. Por fin llega la hora del postre y el mesero nos lleva el pastel de cajeta que tanto ama Iris, es una pequeña tarta, el anillo está dentro, así que le digo a Iris que ella primero corte el pastel, eso es lo que hacemos, pedimos uno para los dos, lo parte por la mitad y ella come la mitad y yo la mitad, bueno a veces ella come tres cuartas partes y yo una carta parte ella parte el pastel y cuando lo separa es cuando lo ve.

–¿Qué es esto? –pregunta tomando el anillo con sus dedos.

Yo casi tiro la silla y golpeo a un mesero que va pasando, le pido disculpas y me arrodillo frente al amor de mi vida. –Iris, desde que te conocí hace dos años has cambiado mi mundo, me haces un mejor hombre y no podría vivir sin ti, por eso te pido que te cases conmigo.

Ella aun con el anillo sosteniéndolo entre sus dedos asiente. –Sí, si me quiero casar contigo.

Tomo el anillo de entre sus dedos y lo coloco en su dedo anular y después beso su mano. –Te amo, linda.
–Y yo a ti mi ojos de granito. –Nos fundimos en un beso y escuchamos al resto de los comensales aplaudir. No podría ser más feliz en este momento.

Por fin sé cómo amar y cómo se siente amar.

FIN

Y así termina esta historia de amor 🤗 Espero que les haya gustado y que hayan sufrido conmigo con la triste y difícil niñez de AB.
Solo falta el epílogo y así les diremos adiós a nuestros queridos Iris y Abelardo.
Muchas gracias por leer esta historia y darle una oportunidad.
Karly💙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro