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Capítulo 14

Capítulo 14

Despierto desorientada, mariada y adolorida. Me miró en busca de heridas o la causa de mis dolores y me miro puesto un camisón que creí que nunca más volvería a ver, incluso me queda un poco justo ya que hace años no lo uso, lo que hace que una luz en mi cabeza se encienda, miró a mi alrededor y me tocó la cabeza en parte por el dolor y en parte porque no puedo creer que este otra vez aquí. —¡¿Qué mierdas hago aquí?! — trato de levantarme de la cama pero mis piernas parecen gelatina y todo se mueve a mi alrededor, como puedo me levanto y agarrándome de las paredes y los muebles camino hacia la puerta, tiro algunas cosas en mi camino hacia la única puerta. Cuando finalmente llegó a esta intento abrirla pero no se puede, el picaporte gira pero al jalar la puerta o empujarla no se mueve absolutamente ni un milímetro.  —¿Dónde están mis cosas? —me pregunto a mi misma ya que parezco más lenta de lo normal y parece que preguntándome en voz alta ayuda a ordenar mejor mis ideas, miró alrededor de la habitación, pero no veo mi bolsa, aún así voy al armario y busco dentro, pero solo encuentro cosas mías que creí que no volvería a ver, cosas que había dejado en su departamento hace dos años y por las que decidí no volver, ropa que creí que tiraría o quemaría. Pero mi bolso verde no está.

Camino hacia la ventana, sé que es imposible que me escape por la ventana, estoy en un departamento en un sexto piso, pero tal vez si grito lo suficientemente fuerte alguien pueda escucharme y ayudarme. Intento abrir la ventana, pero no cede, igual que la puerta no se mueve, la reviso y parece que la atornilló y cubrió con silicón para sellarla.

—¡MIERDA! —escucho la puerta ser manipulada y después es abierta dejándome ver al monstruo. —¡DÉJAME IR!
—Hola para ti también, amor. —me responde sarcástico Fernando.
—¡DÉJAME IR! —le gritó y él se acerca a mí y sin avisar me abofetea.
—¡No me grites! ¡Y no me hagas perder la paciencia! —me dice, yo siento el sabor de la sangre en la lengua.
—¿O sino qué? —lo reto sin mostrar nada de debilidad. —¿Me vas a matar?
—Por supuesto que no te voy a matar, pero si hace falta te educaré como debe ser. Te azotaré hasta que entiendas. —me dice con toda tranquilidad, definitivamente está loco, pero yo no cedo, no retrocedo, ni nuestro el miedo que tengo.
—Pues lamento recordarte que me educó uno de los mejores hombres del mundo y dudo que tú puedas hacer algo por cambiarme. —siento otra bofetada en la cara.
—Hace dos años estuve tan cerca de finalmente corregirte, así que puedo volver a hacerlo. —la amenaza es clara pero no me someteré, no de nuevo.
—Prefiero morir que someterme a tu voluntad de nuevo.
—Bien, sino quieres por las buenas, tendrá que ser por las malas.

Lo siguiente que siento es un puñetazo en el abdomen que me deja sin aire y me hace caer al suelo, me toma por el cabello y acerca su cara a la mía.

—Él quería hacerlo por las buenas, pero en vista de que te resistes yo lo haré por las malas. —me jala del cabello hacia la cama. Un terrible miedo y pánico me invaden, hace mucho tiempo que no he tenido relaciones sexuales con alguien y realmente deseaba poder hacerlo de nuevo, pero con Abelardo. ¡Oh, AB! Espero que no me olvides.

Soy arrojada sobre la cama, mi cuerpo aún no se recupera del todo del golpe en el estómago, así que me cuesta trabajo moverme, se aleja de la cama y después regresa hasta donde estoy hecha un ovillo.

—Así aprenderás a tener la boca cerrada y no hablar a menos que yo te lo diga. —mete en mi boca un pedazo de tela y lo ata con una corbata, intento quitarmelo pero me agarra las manos por las muñecas con fuerza y las pega al colchón. —No lo empeores Azeneth. —junta mis manos y mientras con una mano sujeta mis muñecas, con la otra toma otra corbata. Me ata las manos con la corbata y se levanta de la cama.
—Comeras e irás al baño cuando yo así lo decida —y diciendo eso salió de la habitación dejándome amordazada y maniatada.

Adiós a la idea de pedir ayuda.

No sé en qué momento me quedé dormida de nuevo, pero me despierto cuando escucho el timbre de la entrada, abro los ojos y presto toda la atención para escuchar quién llamó a la puerta.

—Sí soy yo, dígame oficial ¿Qué se le ofrece? —ese es Fernando y dijo oficial, ¡es la policía! Intento levantarme y tras forcejear un poco logro sentarme en la cama, con lo maltratada y adolorida que estoy no creo poder llegar a la puerta de nuevo, así que veo algunas botellas en el buró junto a la cama, giró sobre mi trasero y con los pies intento tirar los frascos al piso y hacer ruido, alertar de que estoy aquí. En uno de los movimientos que hago con los pies tiro uno par de frascos, pero también me llevo un buen golpe en el empeine con la orilla del buró, grito pero mi grito es ahogado por la mordaza, vuelvo a mover los pies y otra botella cae al suelo. Pero empieza a faltarme el aire de nuevo, así que dejó de mover los pies y me obligo a inspirar y expirar por la nariz, me doy un pequeño descanso, pero sé que tengo el tiempo contado si quiero que los policías me escuchen. Así que de nuevo lo intento, un frasco se vuelca pero no cae del buró. Estoy por golpear otro frasco cuando escucho la puerta de afuera cerrarse, ahí se fue mi oportunidad.

Dejó caerme de espaldas sobre el colchón y la puerta de mi cautiverio es abierta revelando a un monstruo embravecido.

—¡¿Qué creías que hacías?! —me grita furioso acercándose a la cama donde me encuentro inmobil.

Me toma por el cabello y así atada y amordazada me tira al suelo. —Te dije que ya es momento de educarte, así que te enseñaré a no interrumpir a las personas. ¡Mal educada! —y me da un puñetazo en la cara, siento dolor en mi nariz y parte de mi pómulo. Y empiezo a sentir un líquido caliente en la cara, yo solo cierro los ojos y trato de hacerme un ovillo sobre el suelo, lo siguiente que siento es una patada en la espalda, que me hace arquearme y descubrir mi pecho y estómago, por lo que la siguiente patada la siento en mi estómago, de nuevo vuelvo a quedarme sin aire y la mordaza no ayuda a que recobre la respiración, siento que me empiezo a ahogar, pero no le importa y soy atacada por una lluvia de puñetazos algunos en mi espalda, en mis costillas, en mis piernas, mi brazo derecho que se encuentra hacia arriba. Solo siento dolor en todo el cuerpo, las lágrimas salen solas de mis ojos aún cerrados, siento de lleno la planta de su pie en mi costado derecho y el dolor es tan intenso que grito pero mi gritó es ahogado por la corbata en mi boca, otro puñetazo en la cara acompañado de más patadas en la espalda y piernas, el dolor es intenso y es mucho, lo último que siento es como su zapato choca con mi cara y todo se vuelve oscuro.

Corto, pero al menos ya saben de Iris 🤷 perdonen por ser tan mala.
Karly

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