XXVI
HOLA!!! POR VARIOS MOTIVOS, NO ME DIO TIEMPO A SUBIR MÁS... SUBO HOY LA PRIMERA PARTE DE ÉSTE CAPITULO QUE ES POQUITA COSA... SOLO CINCO HOJAS A4. EL VIERNES, SUBO SU CONTINUACIÓN... ES POR NO HACERLAS ESPERAR MÁS... PERO AHORA TODO ES UN JALEO HASTA EL DIA 8, QUE COJO VACACIONES.
GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
A decir verdad, cuando abrió la puerta enorme de su granero y entró solo en compañía de su prima, que se dio cuenta de lo bien que habían captado el mensaje los peones captores de Alex. Se hallaba todo perfecto y precioso...
Alucinaba y su prima Elisabeth también, por su mirada asombrada.
Tenían al chico en uno de los postes del medio, sentado en una silla plegable de madera, con dos más a cada lado. Se hallaba atado con una cuerda alrededor de su pecho, como se solía atar a un perro guía con libertad de casi tres metros. Además, de tener también sus manos atadas con cuerdas suaves por las muñecas y con una separación de treinta centímetros... Si quería, tenía holgura para moverse...
Pero se hallaba sentado de forma enfurruñada en la silla, debajo de todo un precioso alumbrado de cables y bombillas de diferentes tamaños, atadas por el techo y por las columnas. Digno de una noche de baile de verano.
Sí, todas iban a estar cómodas en el lugar, además de poder sentarse en las más de treinta sillas que habían dispuestas delante del joven, sin dejar de contar los fardos de paja que habían por ahí discretos.
El ruido de la enorme puerta al volver abrirse, hizo que se voltearan para ver como los peones, traían los dos tanques de nevera que empleaban en las barbacoas, repletos de frescas bebidas.
Sí, en cuanto llegaran los otros dos chicos... Su despedida de soltera daba comienzo.
-Creo que mi juego, no tiene ni punto de comparación con lo que estas preparando aquí –Habló Alex, empleando cierto tono tosco-. Ojo con la represalia que pueda acarrearte.
Silvia, se volteó con Elisabeth a escucharlo, pero quien respondió con gran socarronería, fue uno de los peones que había traído el tanque frigorífico.
-Chaval –Soltó riéndose-. Creo que cuando acabe ésta noche, se te quitaran las ganas de devolverle su propia venganza –Meneó la cabeza con sonrisa torcida-. Con decirte, que vamos a quedarnos aquí, para divertirnos un rato.
Alex, juntó las cejas y alzó sus dos manos con el dedo corazón estirado hacia el hombre, para después volver a prestarle atención a las dos mujeres.
-Tú misma –Se alzó de hombros-. Que luego no te carcoma la culpabilidad, por hacerle eso a un miembro de tú familia.
-¡Que va! –Se rió ella-. Puedes estar tranquilo, pues solo debes mirarlo, como el ritual de bienvenida a mí propia unidad familiar –Soltó con un guiño de ojos, para darse la vuelta al oír como daban varios golpes a la puerta-. Veamos, si han llegado los acompañantes de Alex, sino, se tratará de calmar a la marabunta –Informó caminando a la salida, pero a casi dos metros de llegar a la puerta sus pies se clavaron en seco en el suelo arenoso del lugar, cuando sus ojos vieron entrar a dos agentes de policía.
Por un momento, se miraron petrificadas hallando en el lugar al chico atado y semi-desnudo, claramente en contra de su voluntad.
-Dime que los has contratado tú –Siseó acojonada Silvia a su prima, pero apto para los oídos de Alex.
-Ni de coña –Respondió entre dientes con la espalda tensa-. Pedí a cuatro vaqueros, con el torso desnudo, para que éste listo, no se sintiera como el grupo de Village People...
-Pues, creo que tenemos un problema –Su voz temblaba nerviosa, mientras éstos iban hacia ellas con las manos en sus cinturones y revisando, todo el lugar con ojo de halcón.
-¿Crees que haya podido ser tú madre? –Soltó incrédula.
-Es posible... -Se encogió de hombros-. ¿Srs. agentes, en qué podemos ayudarles?
- ¡A dejarme en libertad listillas! –Rió en éxtasis el hombre-. ¡Srs. Agentes! –Los llamó a pleno pulmón y eufórico-. Me tienen en mi contra, para no sé qué ritual...
Tanto Sabrina como Elisabeth, soltaron un profundo suspiro. Por saber, que empezaba un pequeño desastre.
-Ahí va, mi mal ejemplo a mis gemelos –Se quejó por lo bajo Elisabeth-. Mi marido me mata.
-Y yo mataré a mi madre, como haya sido ella –Gruñó por lo bajo Sabrina, en espera de que éstos dijeran algo.
-Buenas noches –saludó el agente con más mando-, la dueña o dueño, por favor –Demandó con tono calmado, tras haber mirado un instante al maniatado de Alex.
-Yo misma –Pronunció con la boca seca, y sintiéndose peor que si te llevaban al despacho del director.
-Verá –Empezó hablar con tono serio y calmado-, no solemos acudir a los avisos de ésta zona, pero hoy su comisaría tuvo que acudir a un jaleo, en donde se chocaron dos camiones con conductores ilesos, pero el ganado de los dos se desperdigó.
-¡HO, vaya! –Soltaron las dos a la vez con tono harmonioso.
-¿Necesitan ayuda? –Saltó veloz Silvia-. Puedo hacerles llegar a mis hombres con caballo...
-¡Me apunto! –Vociferó Alex-. ¡A qué esperan señores! –soltó algo exasperado.
Elisabeth, se giró a fulminarlo con la mirada. Pero éste sonrió con chulería y volvió alzar su dedo de forma insultante.
-Muchas gracias –Sonrió el agente con amabilidad-, pero creo que ya se ofreció gente suficiente...
-¡Oh, que maravilla! –Sonrió Silvia-. Aquí somos como una gran comunidad, rápido estamos para echar una mano...
Alex volvió a cortar sus palabras.
-Eso quiero hacerle a tu prima en su lindo cuello... -Rió con un guiño-. Echarle la mano.
-Capullo –siseó la mujer, recibiendo un codazo en las costillas por parte de Silvia-. ¡Pero si es que es verdad! –Se quejó sin poder comportarse más-. Srs. agentes, esto parece una cosa, pero en verdad no lo es.
-¡Y un cuerno! –Ladró Alex-. En mi ciudad, se cataloga como Secuestro.
-Un segundo por favor –Volvió hablar el agente, alzando las palmas para infundir calma-. Nosotros acudimos por la queja de un vecino, de que había un enorme tráfico de coches con música alta... Éste, temía que fueran a montar una fiesta en algún pasto de alguna propiedad, como una especie de macro-fiesta sin permiso...
-Oh –soltó en un gemido Silvia.
-Pero se han topado con un secuestro –Acabó de decir Alex-. Vas a tener que besarme el culo Elisabeth, para que no te pongan las esposas –Soltó con una gran risotada.
-Cierto que me gustaría saber a qué se debe tener atado a ése hombre –Confesó con una media sonrisa, y llevando su mano cerca de su pistola, que descansaba en su cinturón marrón chocolate-. Quien no para de proclamar libertad.
-¡Jodete Elisabeth! –Volvió a reír-. Te dije que mi trasero es peludo....
-Dilo, antes de que lo mate y me acusen de asesinato en primer grado –Declaró Elisabeth con tono amenazante.
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