Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXI


Se sentía tímida pero traviesa, pensó para sí misma cuando se hallaba tumbada en la cama completamente excitada y a los pies de ésta, un Donovan que se bajaba los pantalones sin apartar su mirada hambrienta de ella.

-Mmm –No pudo evitar gemir en voz alta y ver como el hombre ensanchaba orgulloso su sonrisa en el rostro, mientras que a ella le subía el color de las mejillas.

-Tranquila –Empleó un tono ronco y sensual de voz-. A mí también me gusta lo que veo-. Acto seguido le guiñó un ojo, para llevarse las manos a la cintura y agarrar un ojo, el elástico de sus calzoncillos.

-De momento estas mejor que mí muñeco –Soltó puntillosa y traviesa.

-Tengamos la noche en paz y dejemos a ese trozo de plástico, lejos de aquí –Comentó con cierta mueca y empezando a deslizar la ropa interior hacia abajo, cuando el dormitorio se quedó a oscuras.- Y ahora qué demonios –Masculló entre dientes con gran frustración.

-¿Habrán saltado los fusibles? –Propuso con voz débil Silvia.

-¿En serio así lo crees? –alzó una ceja con incredulidad.

-Cierto –imitó su mueca, mientras tanteaba por encima de la cama y encontraba la camisa, para una vez más ponérsela.

Donovan, completamente desnudo, frunció el ceño ante aquello.

-¿Te vistes?

-¿En serio crees que no volverán a tomar libertad para abrir esa puerta? –Medio escupió con tono irónico y salpicado de sarcasmo.

-¡Joder! –Volvió a gruñir, para inclinarse y agarrar sus calzoncillos, justo cuando se abrió la puerta y la madre de él, aparecía con una linterna en la mano.

-Hola tesoro –Sonrió con tono alegre, sin importarle la desnudez del hombre-. Yo venía a buscar a Silvia –dio un par de pasos y le sonrió al achica con cariño-. Por la luz no os preocupéis –Soltó con tono armonioso, acortando la distancia que había con la joven-, tus sobrinos han jugado con un enchufe y un juguete –Silvia palideció-, pero nada de qué preocuparse, pues Alex está ahora mismo con los fusibles...

-Mamá –Gruñó Donovan incrédulo, pero al parecer ésta lo ignoraba.

-Vamos preciosa mía, te vienes abajo –Le tendió una mano a la joven, justo cuando volvía la luz y en el dormitorio volvía a escucharse la música del equipo-. Quiero que me cuentes como ha sido todo, hasta la petición de matrimonio –Soltó un suspiro-. No sabes lo feliz que me siento, al ver que eres tú quien le hará sentar la cabeza...

-¡Mamá! –Vociferó aquella vez histérico.

-¡Hay hijo que quejica! –Se giró al hombre con los brazos en jarra y algo exasperada-. ¿Qué quieres?

Silvia, aún permanecía muda por lo sorprendida que estaba. Aquello era un tanto surrealista.

-¡Eso, quiero saber yo! –Escupió de sopetón con un gruñido.

-Hablar con mi futura nuera de todo lo que hay que hacer –Alzó la barbilla desafiante-. Alex ha comentado que quieres una boda exprés... Y eso, representa mucho trabajo.

-Juro, que antes de terminar la noche –Masculló entre dientes-, despellejo poco a poco a Alex.

-No seas así con tú primo –Lo regañó como a un niño de cinco años-, gracias a él, que vamos a poder hacerlo todo bien –Indicó con irritación-. Y ya veremos, si nos da tiempo para que sea éste sábado... -Achicó los ojos, para mover la cabeza con gesto negativo-. Acaso no piensas taparte las vergüenzas –Después volvió a prestar su atención a ella-. Estos hombres, solo pensando siempre con el músculo tonto del cuerpo.

-Cuando baje abajo –Se escuchaba hablar por lo bajo a Donovan, mientras volvía a vestirse-. Les voy a quitar las llaves de mí casa a todos.

Se dejó llevar por la madre de Donovan bastante avergonzada, porque los hubiera ido a buscar aún sabiendo lo que se iba a encontrar.

Iba a resultar muy vergonzoso, el mirar a la cara a su propia familia, si Alex había sido detallista con lo que hacían ellos en el dormitorio.

¿Acaso no sabían lo que era la privacidad?

Y ahora que la apartaban de él, que podía detenerse un poco a pensar. Se habían confesado, cierto... ¿Pero en serio querían casarse tan pronto?

Con todo aquel hervidero en su cabeza, entró nerviosa en el salón para conocer al completo a la familia de su prometido.


Eran cerca de las dos de la madrugada, cuando algún familiar de Donovan se retiraba para dormir, en los dormitorios de la casa.

Era extraño, pues debería de sentirse eufórica tras tener para ella solita, a aquel vaquero. Pero en el transcurso de aquella noche, habían sido solo dos veces las que él se había acercado a ella.

Y éste, solo se había limitado apoyar una de sus manos cálidas en sus hombros.


Pensaba que Donovan era un poco más atento, y le daba igual el estar ante público. Podía decirse, que había resultado ser más apasionado días anteriores, que ahora que eran novios... ¿Prometidos?... ¿Qué puñetas eran?


-He visto a viudas más alegres que tú, el mismo día del funeral –Soltó su prima, entregándole una cerveza.


-Mira que eres bruta –Rió Silvia.


-Que quieres –Se encogió la chica de hombros-, es lo malo de vivir rodeada de hombres.


-Pero ahora, tienes una princesita –Le guiñó cómplice un ojo.


-Cierto –suspiró con satisfacción-, tendré una compinche para ir al salón de belleza. Pero no cambiemos de tema –Le guiñó un ojo picarona-. Has conseguido a tu vaquero sexy...


-Sí, pero gracias a vosotros no lo caté aún –Soltó fingiendo tono pedante.


-¡OH! –Rió por lo bajo-. Ahora te enfadas porque no... - Le dio un codazo-. Y días atrás, gruñías por las situaciones que teníais...


Silvia miró de forma disimulada a su alrededor, comprobando que se hallaban a solas, para poder hablar con sinceridad.


-Me siento extraña –Se encogió de hombros-. Se supone que sabe que me gusta y yo a él...


Elisabeth soltó una carcajada interrumpiéndola.


-Perdona bonita –Le indicó con el dedo índice-, pero creo que ahí arriba os habéis dicho algo más que os gustáis, para que Alex haya cantado boda.


-Que nos queremos –No pudo evitar el mostrar una sonrisa.


-¿Pero qué ocurre? –Se reclinó hacía delante prestando suma atención.


-Pues que no me siento como mis protagonistas al finalizar una novela –Acabó por confesar con cierta frustración-. Desde que hemos sido arrastrados de su dormitorio, solo me ha tocado dos veces en la noche –Soltó algo exasperada-. Y el tocamiento no ha sido para nada romántico ¿Por qué no creo que tú te pongas a mil, porque tu marido apoye su mano en tu hombro? –Inquirió con una pequeña sombra de mal humor.


Elisabeth, hizo una mueca con sus labios por lo dicho de Silvia.


-Y otra pregunta –Alzó su dedo índice al aire-. ¿Cómo sabes que no es precipitado el aceptar matrimonio?


-Bueno... -Comenzó su prima hablar, pero Donovan las sorprendió hablando de sopetón tras ellas.


-Sabía que era muy precipitado el proponértelo –Dijo con voz desanimada-, que eres más joven y...


-¡Donovan! –Exclamaron las dos chicas, alzando sus traseros de las sillas por la sorpresa de que las pillara hablándose sobre él.


-No te preocupes –Le sonrió-. Ya informo yo a mi familia, que no espere boda –Le guiñó un ojo-. De ese modo, se marcharan mañana en la noche y no me tocará aguantarlos por una semana.


-Creo que mejor voy a decirle a mi marido que es hora de irnos –Elisabeth interrumpió con cierta duda, dando un par de pasos hacia la casa.


-Para eso vine en vuestra búsqueda –Explicó aún con una sonrisa de su presencia allí-. Vuestra familia quiere marcharse a dormir.


-Toma Elisabeth –Dijo Silvia, sacando las llaves del jeep y lanzándoselas-. Llevaos mi coche, ya...


-Silvia, tu también deberías irte –Sugirió en una orden el hombre, causando que Elisabeth emprendiera el regreso a la casa y ella, se lo quedara mirando con el ceño fruncido.


-No quiero –Se cruzó de brazos-. No me entendiste bien.


-No creo que esas palabras tengan muchos significados –Respondió mirándola atentamente.


-Es que no había acabado de hablar –dio dos pasos hacia él.

-Y cómo acaba esa frase –Inquirió él alzando una ceja y observando como Silvia, se sonrojaba de forma violenta.


-Verás... -Titubeó un poco, mirando a su alrededor-. Yo me estaba quejando a Elisabeth de ti –Estrujó sus dedos nerviosa. 

Donovan, llevó sus manos a sus bolsillos traseros mientras que soltaba un profundo suspiro de desespero. Y observaba como la joven se mordía el labio inferior a causa de los nervios.

-Dime qué hice –Instó a seguir hablando a la chica, no comprendiendo de qué podía acusarlo.

-Más bien es lo que no hiciste –Reveló logrando que éste frunciera el ceño.

-Vaya –Rió, para después emplear cierta ironía-, no llevamos ni seis horas de novios, que ya me estas recriminando cosas. Suerte, que nunca eh sido de los que deja la tapa del inodoro levantada.

El acostumbrado humor del hombre, hizo que Silvia perdiera su estado nervioso y sonriera con confianza.

-Eres un idiota –Lo insultó con un brillo risueño en la mirada.

-Y tú, nunca dejarás de insultarme –Habló sin dejar de observarla detenidamente-. ¿Y bien? –Volvió a recordar.

-Pues me tienes confundida –Le informó soltando un suspiro.

-Creí, que esa frase era solo para los hombres respecto a vosotras –Siguió chinchando, viendo que de aquel modo, Silvia se abría a él.

-Ahora eres casi tú –Se atrevió a señalar-, el de ahí dentro de ésta noche, no.

Donovan frunció el ceño sin llegar aún a entenderla.

-Qué es eso, de que casi soy yo –Repitió prestando suma atención.

Silvia volvió a mirar una vez más tras sus espaldas, por si venía algún familiar y los volvían a interrumpir.

-Pues, que desde lo ocurrido en tu dormitorio, me siento contigo como si fuéramos recién conocidos –Soltó al fin, empleando cierto enfurruñamiento en su tono de voz y alzando la barbilla, con cierto aire de inquisición-. Para nada, has sido el Donovan persuasivo de días atrás –Siguió hablando, mientras trataba de no hacerle caso a la sonrisa ancha que mostraba en la cara el idiota-. No me has tocado... Bueno... -alzó el dedo índice-, me has tocado el hombro... Y ciertamente Donovan, si esa va a ser tu actitud como novios, prometidos... Lo que seamos... No quiero pensar, cuando estemos casados.

Calló, tras haber soltado su perorata y observó por un momento al vaquero, quien se hallaba mirándola también con actitud tranquila.

Mentira, con actitud estúpida., benevolente. Rectificó mentalmente, al ver como rompía a carcajadas con lágrimas en los ojos.

Aquello, era frustrante. Acababa de explicarle sus sentimientos y aquel idiota sexy, le respondía riéndose de ellos en su cara.

Que ganas de propinarle un puñetazo nuevamente, pensó achicando los ojos.

-Como intentes una sola vez más, propinarme un golpe –Paró en seco su risa, para amenazarla con voz tranquila pero seria-. Te juro, que no podrás sentarte en toda una semana, con ese precioso culo, enana.

-Pero si es que te rifas todas las papeletas, para que me abalance sobre ti –Gruñó entre dientes Silvia, sin perder ni un ápice de su enfado.

-Veo que las cosas entre tú y yo –Sonrió con cariño, caminando hasta detenerse a un paso de ella-, siempre van a ser entretenidas.

Y pillándola desprevenida, con un movimiento rápido, le dio un suave empujón para que cayera de nuevo en la silla donde anteriormente se hallaba sentada, para apoyar sus fuertes manos en los apoyabrazos y así, con mirada felina acercar su rostro al de ella, para detenerse cuando el calor de sus labios le rozaba la palpitación en la base de su suave cuello.

-Quiero que estés tranquila –Le susurró con voz ronca, cargada de deseo, mientras pellizcaba su cuello con sus dientes de forma suave-, tú y yo juntos, vamos a ser dinamita en el sexo...

Silvia, soltando un profundo jadeo de placer desde el fondo de su garganta, fue alzar sus manos para rodearle el cuello y poder robarle un deseado beso, pero una vez más su acercamiento se vio frustrado.

-Schhh –Susurró él, volviendo a conducir sus manos sobre sus muslos-. Estoy que muero de deseo por ti, enana. Pero sé, que si comienzo el más mínimo acercamiento sexual contigo, nos van a detener –Dijo mostrando gran frustración-. Se lo han puesto como propósito para fastidiarme.

Silvia frunció el ceño sin comprender.

-Alex, créeme... -Intentó convencerla, pero su mirada no lo apoyaba en sus palabras-. Muy bien –Resopló-, observa y verás, como nos quedamos con un buen calentón – Punteó poniéndola de pie de un fuerte empellón, y robando de sus labios un beso hambriento.

Tenía tanta sed de él, que dio la orden a sus piernas de dar un pequeño brinco, para poder enredárselas a la cintura de Donovan, notando así más placer al sentir su sexo duro contra el de ella. Y riendo contra su boca, cuando éste gimió sorprendido por su valentía.

-¡Oye! –Rió-. Las chicas de tus novelas han sido menos fogosas.

-¡Cállate! –Le ordenó con falta de aliento, cuando en un impulso volvió a sacarse por tercera vez la camisa aquella noche, quedándose desnuda de cintura para arriba una vez más.

Y un segundo después, tenía que cerrar los ojos por un pequeño fogonazo inesperado de luz.

Alguien, había encendido las luces del jardín.

-¡Qué puñetas! –Gruñó con ansiedad.

-Te lo dije –Soltó en un gruñido contra la base de su cuello-. Si no te hubieras sacado la camisa, tal vez habría tardado un poco más.

-¿Alex? –Preguntó bajando los pies al suelo y volviendo agarrar con malas formas la prenda de ropa, mientras él asentía-. Lo mato –Dijo tratando de recuperar el aliento, al vestirse apresurada-. ¿Por qué demonios lo hace?

-Fastidiarme –Masculló, agarrándola de la mano una vez que se hallaba presentable-. Creo que quiere mantener tu virtud hasta la noche nupcial.

-¡Cómo! –Lo miró alarmada.- Pero quien se cree qué es... Llevo un calentón encima, que no creo aguantar ni dos días más –Se atrevió a confesar, arrancando una risa al hombre, mientras volvía a la casa con pasos agigantados y malhumorados.

-Silvia, son dos semanas –Soltó un suspiro.

-Vas a dejar que decidan ellos nuestra intimidad –Se giró a mirarlo con los ojos achicados.

-Yo solo, no quiero ir matando a nadie y llegar a la boda y estar sin invitados –Resopló frustrado.

-¡Que suerte que tienen! –Soltó con tono mordaz, al tiempo que se soltaba de su agarre y emprendía la vuelta al interior a dos pasos por delante de él-. No quieres morderlos a ellos, pero a mí bien que no te importaba tirarme al interior del abrevadero –Masculló en réplica con gran furia-. Por mí te puede atropellar uno de tus caballos.

-Silvia por el amor de dios –Renegaba tras su espalda-. Ahora no las pagues conmigo, más bien hazlo con ellos –Señaló Donovan, cuando llegaron al porche y les observaron los que aún quedaban en pie.

-Primo –Sonrió Alex con aire inocente-, no nos metas en tus... ¡Auch! –Se quedó sin aire, cuando Silvia agarró su bolso que le entregaba su prima Elisabeth, y se lo estampaba en sus partes al chico-. ¡Joder, Silvia! –Gruñó rojo y con falta de aire, mientras se iba encogiendo cada vez más.

-¿Notas picor con burbujas? –Se agachó delante de él y le habló con dulzura.

-No –Soltó en un quejido con falta de aliento-. Puede decirse que es como si me ardieran las pelotas.

-¡Bien! –Se puso en pie sonriente-. Entonces ya compartes dolor con Donovan –Soltó guiñándole un ojo a su vaquero-. ¡Todo el que venga en mí coche, que me siga! –Exclamó alejándose de ahí, sin ver las expresiones de los familiares suyos y de Donovan, pero sí oyendo las carcajadas de su vaquero.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro