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010. dad roier

CAPÍTULO DIEZ . . . !
▬ ❝ papá roier ❞ ▬

















narrador omnisciente
actualidad

El chico sin tripa (o eso se decía) se encontraba haciendo stream, y para sorpresa de sus espectadores y su par de amigos, se la pasaba hablando de algunos datos que Bárbara, su pelirroja amiga, le había dicho.

Su cabeza se había vuelto un desastre (para bien) desde que decidió abrir su chat, y desde entonces no había día en el que no pensara en ella: era como si le hubiesen hecho un amarre de los buenos, muy buenos.

—Roier, ya papi, ya nos dijiste todos los putos significados de todas las flores, ya me cagaron güey, ya, ya no quiero saber de ellas —soltó Osvaldo apenas y tuvo la oportunidad de interrumpir al chico de banda azul.

No era la primera vez que hablaba del tema, algo que había cansado a Aldo y a Osvaldo.

—Si, ya cállate, güey —habló ahora Aldo.

—¿Qué les pasa? Si esta es información de la buena, pendejos —soltó, y junto con ello se le salió una risa nerviosa.

—Siempre dices lo mismo —dijo con irritación Aldo—. Ayer nos hablaste de los quemadores de playa, después fue la Primera Guerra Mundial, luego fueron los libros, hablaste del peso de las nubes, la diferencia entre el café negro con el normal y ahora las pinches flores, no mames —reclamó, con falsa irritación.

—Ya estamos hartos de tanto, mien —apoyo Osvaldo.

—Oigan pendejos, pero si es buena información —dijo Roier, imitando con aquello último la voz de Homero de los Simpson.

—Ya sabemos, mierda, pero ya nos aburriste —alegó Osvaldo.

Un puchero se formó en los labios de Roier.

—Ya le paró pues —murmuró, cabizbajo.

Si no podía hablar libremente de la pelirroja que vagaba por su mente, que mejor que hablar de los datos interesantes que ella le decía.

Vivii200: «260 bits» " Tripón, si es que se ha visto crepúsculo, ¿usted que team es? ¿Team Edward o Team Jacob? Lo amo 🫶🏻 "

Se iluminó su rostro al escuchar la donación: tanto así, que rápidamente formó un corazón coreano y sonrió.

—¡Ahuevo, güey! Un tema en el que soy un pinche experto: Crepúsculo —dijo, con una sonrisa—. Me sé todo de los perros teams.

—Ya te perdimos, Roiler —dijo con cierto deje de diversión Osvaldo.

—¿Por qué será? —lo siguió Aldo.

—Más bien, pa', ¿por quién será...?

Roier los interrumpió, tiernamente nervioso ante las insinuaciones de sus amigos.

—Supongo que si están chingando es porque ya están en el juego, culeros —alzó la voz el de banda azul.

Empezaba a aceptar que tiene cierto gusto por la pelirroja, y no solo eso, empezaba a creer que era mucho más que eso.

—Esperen, esperen... —mencionó Roier, una vez el juego estaba cargando una partida para los tres.

Tomó su teléfono al oírlo tintinear, avisándole de un mensaje. Miró con esperanza la pantalla, sintiéndose de repente cálido. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa creció en sus labios.

Como si fuera posible, sintió que su sonrisa se ensanchaba al leer el nombre de la susodicha en la pantalla: era la responsable de su acelerado corazón y, aparte, de haberse visto toda la saga de crepúsculo en una noche después de años diciendo que era la saga más tonta e incoherente que alguien pudo haber creado jamás.

Porque si, la escuchó por horas en llamada hablando de los libros y las películas: miles de datos curiosos en donde daba a conocer su favoritismo por los lobos.

Roier respondió aquel mensaje y siguió jugando como si nada, sin dar explicación alguna por sus ojos brillosos y sonrisas embobadas.

Horas más tarde se despidió de su comunidad, de sus dos carrilleros amigos, y apagó stream. De un solo movimiento se puso de pie y se tiró a su cama, sin dudarlo mucho se sacó una foto con los ojos cerrados, una sonrisa y un pulgar arriba. A los pocos segundos de comprobar que se veía bien, se la mandó.

[foto]

ya estás en tu casita???

acabo de llegar

te mandaría tmb una foto mía

pero ahorita estoy en mis peores
momentos (ósea, me veo ojete)

ay, no inventes

lo dudo de vdd

eres demasiado
bonita, barbie

ayy

klsfjs



No leyó el otro mensaje que le mandó porque justo decidió marcarle, de una u otra forma extrañaba su voz.

Llevaba ya un mes hablando con ella, se había ganado su respetó, confianza: se ganó a Sebastian, al verdadero, no solo a Roier.

Al segundo tono ella contestó aquella videollamada.

El de banda azul dejó ver su rostro completo con una sonrisa, de ella solamente logró captar sus ojos, los cuales le resultaban un tanto encantadores; cualquiera caería ante esos bellos ojos azules.

—¿Qué tal la comida con tu familia —preguntó el streamer.

La chica había compartido con él la noticia de que iría a comer con la familia de su mamá, la cual no era del agrado de la pelirroja (y por lo que está le había contado de ellos, a él tampoco le resultaban personas que le gustaría conocer).

—No pude disfrutar en ningún momento —el chico la escuchó suspirar, cansada—. Así como llegamos empezaron a atacar.

—Que fastidio, y perdón que te lo diga, pero es la puritita verdad.

La chica bostezó—. No te apures, estoy 100% de acuerdo contigo, Sebas.

Apareció una sonrisa en los labios del de banda azul al verla bostezar.

Era tan bonita.

No, la palabra bonita no servía para describir a Barbara: ella era algo más.

Preciosa.

Si, esa era la palabra correcta.

Preciosa.

[...]

narra barbara
actualidad

—Quería asegurarme de que estés bien, y como ya lo hice, ahora te dejaré descansar, Barbie —abrí un poquito más mis ojos (los cuales se cerraban por momentos) ante lo dicho por Roier.

Aquellas palabras hicieron que mi corazón latiera con fuerza contra mi pecho, una sonrisa se dibujó en mis labios sin poderlo evitar.

Ni siquiera podía hablar de lo emocionada que me encontraba, ¿por qué él me tiene que hacer sentir así?, ¿por qué no hay más hombres como él?

Me hace sentir así una persona la cual no está a mi alcance.

—Tranquilo, todavía puedo aguantar un poquito más —mencioné.

Mire hacia otro lado para poder bostezar, porque sino me mandaría a dormir y siendo honesta, mi parte favorita del día era cuando hablaba con él, cuando sus sonrisas eran dirigidas a mi, cuando solo éramos él y yo a través de la pantalla.

—¿Segura? —inquirió, con su usual tono de diversión.

—Ay, claro —asentí, conteniendo un nuevo bostezo, inflando mis mejillas para disimularlo mejor—. ¿Qué tal el stream de hoy?

No tuve oportunidad de verlo, o bueno, solo cinco minutos, pues tuve que huir al baño de mi trabajo para ver aunque sea un cachito de este.

Se veía bien, más que de costumbre, y eso es mucho decir pues Sebastián era un hombre atractivo en toda la extensión de la palabra.

—Bastante bien, estuve en llamada con Osvaldo y Aldo —mencionó, con cierta emoción.

Me di cuenta con el paso del tiempo que a Sebastián (neta que no me logro acostumbrar a decirle así) le gustaba hablar de sus streams, de lo que hizo. Aquella chispa de emoción cada que habla de sus streams y las donaciones ocurrentes de sus seguidores me hace querer preguntarle por siempre.

Lo escucharía hablar de ello por todo el resto de mi vida sin quejarme de ello.

Reí en algunos momentos; me contó de la donación de los teams de crepúsculo (me híper juro que dijo que su team favorito era el de Jacob, y yo alegué que tendría que ver los clips para comprobarlo), haciendo que mi corazón volviera a bailar de alegría, porque cada vez que algo le recuerda a mi, toma foto o alguna muestra de ello y me la manda.

Lo digo y lo repito: todo sería más fácil si él no estuviese en Monterrey o yo en Mazatlán. Cada día me recuerdo a mi misma que él no está a mi alcance y que jamás pasaría algo entre nosotros.

Si bien eso me deprimía, verlo sonreír a la pantalla, sonreírme, me hacía olvidarme de ello momentáneamente.

Mis bostezos eran más continuos, ya no podía evitarlos u ocultarlos más.

—Te ves demasiado cansada, Barbie —su tono se escuchaba suave, como si tratara de arrullarme—. Ve a dormir —me dirigió una sonrisa cálida—. Te tienes que ir a descansar, preciosa.

Juro que si hubiera estado más despierta que dormida, hubiese enloquecido, pero como ya no doy más, ni siquiera recuerdo que me llamase así.

—Eres un amor, Sebas, mañana hablamos —sonreí, somnolienta—. Te quiero.

¡En mi defensa! Ya ni sabía que era lo que decía, estaba demasiado cansada y solo quería irme a dormir, así que termine de balbucear, colgando la llamada y dejando caer el teléfono a un lado mío sin preocuparme en si se caía de mi cama o no mientras yo caía en los brazos de morfeo.

[...]

Desperté gracias a mi teléfono, el cual no dejaba de vibrar y sonar con mi tan odioso timbre de llamada (prefería el que había antes, ya saben, la canción que iba algo así como "La maravilla de esa boca..." ya no sé qué mas sigue, lo siento), así que no tuve de otra más que gruñir y contestarle a aquel que osa despertarme un sábado por la mañana.

—¿Que quieren? —dije, adormilada, soltando un bostezo he intentando abrir los ojos sin éxito alguno.

—No manches, morra, ya estoy aquí abajo, te ando esperando.

Parpadeé varias veces al oír la voz de Mauricio al otro lado del teléfono. Me fijo en la hora y me levanto con rapidez, olvidándome del rastro de sueño que me envolvía hace apenas unos segundos.

Eran las doce del medio día, y desde hace unos días habíamos quedado mi hermano y yo en ir a comer con papá: esto de que estén divorciados es muy agotador.

—Ya voy, Mau —murmure, caminando de un lado a otro en mi recamara, buscando mis chanclas de baño—. No tardó —termine de decir con un suspiro para después colgarle.

Me bañe lo más rápido que pude, me puse las primeras dos prendas que me encontré en mi armario (lo suficiente frescas pues iríamos a comer en un restaurante dentro de la playa) y me maquillé de forma ligera, exagerando con el bloqueador. Baje corriendo hasta el lobby, intentando no caer en el proceso, entre a la jeep de Mauricio y lo salude con un casto beso en la mejilla.

—Vamos a llegar media hora tarde, pero vamos a llegar —mi hermano rió divertido, acomodándose las gafas de sol que llevaba puestas.

Negué con la cabeza, imitándolo.

Mientras me retocaba el brillo labial con el espejo del carro, mi querido celular empezó a vibrar y a sonar (de verdad que voy a descargarme aquella canción de la que les hablé hace unos momentos solo para ponerla como el tono de mi teléfono) en señal de que alguien me estaba marcando. Al ver el nombre, sentí la sangre subir a mis mejillas: era Roier.

Sebastián, perdón.

—¿Quién es? —mire de reojo a Mau, quien tenía una ceja alzada.

Me aclare la garganta.

—Es papá —dije.

Y me maldije por no pensarlo dos veces.

—Contesta, dile que ya vamos para allá —dijo, a lo que asentí casi de forma automática.

Descolgué sin poner el alta voz y me lleve el teléfono a la oreja, alistándome mentalmente para hablar.

—Ya vamos para allá, papá —remarque el "papá", cruzando los dedos para que Sebastián lograra entender todo esto más rápido.

Al instante, como lo predije, su risa se hizo presente.

—¿Apoco sigues dormida? —logró decir, entre risas.

—No, ya estamos a nada de llegar —solté, con la voz un poco más fuerte y entre dientes.

—Ah, si, si: ya entendí —soltó una risa más pequeña—. Esta bien, hija mía, aquí te espero —me siguió el juego.

Sonreí y asentí, aún sabiendo que no podía verme haciéndolo.

—Pásamelo —pidió Mau, haciendo que girara mi rostro drásticamente hacia él, provocándome un dolor pequeño en el cuello.

Aunque eso pasó a segundo plano al recordar la petición de mi hermano.

—¿Para que o qué? —me le quede viendo, frunciendo la nariz con falsa curiosidad.

—Tu pásamelo —insistió.

Y yo, como no sabía que más hacer, atiné solo a advertirle mi siguiente movimiento a mi amiguito al otro lado del teléfono.

—Papá, te paso a mi... a mi hermano —mencione con lentitud, dirigiéndole una mirada de reojo a Mauricio, quien tenía los ojos fijos en la carretera.

—¡¿Qué?! —pude haberme reído del tono paniqueado de Roier, pero no era el momento: maybe después con más tiempo, lo haría con gusto—. ¡¿Que se supone que le diga, Jocelyn?! Mierda, mierda...

Sonreí con diversión, poniendo el altavoz.

—Ya estás en altavoz, papá —avise, escuchando puro silencio de su parte.

No te rías.

No te rías.

—Pa', vamos a llegar tarde porque a tu hijita se le pegaron las sábanas —lo mire con reproche—. Ya no alcanzo a pasar por las cheves que nos gustan, pero las del bar no han de estar mal.

—Mhm —fue lo único que dijo o hizo Sebastián: casi podía imaginármelo con los nervios de punta.

Y yo que me estaba haciendo pipí de la risa en mi interior.

—Ay, pa', ya estamos llegando: ¡chau...!

Termine de decir y colgué.

—No me dijo nada —se quejó Mau, con un puchero.

—Seguramente se estaba comiendo los totopos con guacamole, no sé —mencione, restándole importancia, mirando hacia el malecón.

—Bueno si, quizás.

Le mande un mensaje a papá, le hice saber lo de las cervezas de "El Pacífico" y solo me contestó con un "Okey".

Me pase al chat de Roier y le envíe un mensaje pidiéndole disculpas por usar esa vieja excusa; éste solo se burló de mi por lo que resto del día, pero pudo ser peor.

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