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006. but he doesn't like it

CAPÍTULO SEIS . . . !
▬ ❝ pero no le gusta ❞ ▬






















narra bárbara
actualidad

Tengo que actualizarlos.

Ya había transcurrido una semana desde que el señor de ahí arriba me bendijo con las respuestas de Roier vía Instagram. Me he mantenido en comunicación con él, aunque admito que era muy poca, resultaba bastante entretenido responder sus preguntas peculiares.

Me gusta hablar con él, porque cada que me escribe mi corazón se acelera bastante, creándome una sensación extraña pero bonita en el pecho. Me seguía resultando raro que hablemos, o más bien, poco creíble, pues jamás en la vida me imaginé estar así con él, hablando como si fuéramos amigos y preguntándonos (más él) diferentes cosas.

Extrañamente, algo con lo que empezaba a insistir es que de donde provienen mis bandanas de colores (la azul oscuro, sobretodo), sabe que son del tianguis pero no sabe que son del tianguis de Mazatlán. Me da bastante risa el que lo pregunte cada que se le presenta la oportunidad.

De hecho, sus mensajes fueron como una bolita de luz en medio de mis tormentosos exámenes. Si, gracias a dios ya los había finalizado, pero eso no era el fin de la escuela (para mi mala suerte). Ahora iniciábamos con trabajos mucho más laboriosos que requerían más tiempo y dedicación.

Terminé de limpiar mi casa más rápido de lo que pensé; hoy es fin de semana y no me toca ir a trabajar el día de hoy (otra vez, gracias a dios).

Me sacudí las manos contra mi vieja licra antes de tomar mi celular: una sonrisita se formo en mis labios al ver lo irreal que se veía un mensaje del Tripón en mi bandeja de notificaciones.

No tarde mucho en adentrarme a la app para contestarle.

estee

entonces, ni hablar de
la ubicación, vdd? 🤡

no es como q te vaya a
secuestrar, eh

no es q no se la
quiera pasar

vivo bn lejos de
monterrey

y luego?

de vdd q necesito la
banda nueva, ya
hace falta un cambio
al trapo ese q siempre
traigo

bno

entonces lo espero acá
en mazatlán ;)

mazatlán????

👀

si lo vemos por el lado
positivo, no estás tan
lejitos tampoco



Estaba por contestarle aquellos mensajes pero el sonido del timbre me sacó de mi enorme burbuja. Deje mi celular en la barra de la cocina y me encamine hacia la puerta dispuesta a abrirle al desconocido o a la desconocida.

—¿Mau? —fruncí el ceño al verlo frente a mi puerta.

No es que nunca venga a visitarme, pero siempre que lo hace es porque sucede algo malo con mis padres. Me hice a un lado, con mi cara de "wtf" en todo su esplendor, dejando pasar a Mauricio.

—Vengo a darte malas noticias y por supuesto, a arruinarte tu fin de semana.

Su sonrisa me hizo temblar.

Lo vi acercarse a mi alacena para tomar unas ruffles de queso que compré la semana pasada que hice el súper, como toda una chica independiente.

—Entonces habla —dije, cruzándome de brazos.

Me senté en el sofá y esté me siguió, masticando lo que debería de ser mi snack nocturno.

—Más te vale arreglarte ahora mismo porque nos vamos de party —dijo, antes de meterse un puñado de papas a la boca.

Fruncí el ceño; ¿por qué sería una mala noticia ir a una fiesta? Digo, Mauricio y yo siempre hemos sido el dúo fiestero: no salimos todos los fines pero cuando lo hacemos no regresamos hasta altas horas de la madrugada, entonces, ¿por qué una fiesta iba a arruinarme el fin de semana?

—¿Qué? ¿Esa es la mala noticia? —me reí, girando mi cuerpo hacia donde él estaba sentado.

—Nombre güey, esa es la buena si te la digo así —me miró divertido—. La fiesta es en casa de mamá, hermanita —concluyó.

Bueno, esa si era una mala noticia.

¿Que digo mala? ¡Lo que le sigue! Es súper mala noticia. No llevábamos una buena relación con la familia de mi mamá, ¿por qué? Porque no había día que no hablaran mal de nosotros dos y de mi papá.

La verdad me daba igual, son una bola de hipócritas, pero siempre que iba me absorbían la energía horrible.

—Ay, Mau —murmure en queja, con una mueca en el rostro.

—Ya sé, ya sé, pero no es de que quieras —fruncí la nariz—. Más que nada es de a fuerzas, morra.

Mauricio suspiró con cansancio.

—¿Crees que se enoje mamá si faltó? —alce una ceja.

Habían esperanzas en mi, no quería encontrarme con aquellas personas absorbe energías horribles.

—Si —soltó automáticamente—. Y yo también me enojo si no vas, ¡así que córrele ya a arreglarte!

Me queje, pero aún así, asentí.

—¿Y a qué hora es eso? —pregunte.

—Pues debes estar lista en dos horitas Barbie.

Mis ojos se abrieron con asombro—. ¡¿Dos horas?! —mire el reloj sobre mi pantalla—. Pero si apenas son las doce, no manches.

¿Quién carajos te invita a una fiesta a las dos de la tarde? A esa hora apenas me voy despertando, ¿qué pedo?

—No pues yo no sé —volvió a meter papitas en su boca—. Pero a esa hora nos quiere ahí mamá.

Le golpeé el hombro con asco al verle hablar con la boca llena de comida.

—¡Mauricio, traga y después hablas, cochino! —él se rió, aún con la boca llena, haciéndome girar mi rostro a otro lado con una mueca—. Pero ya, está bien: estaré lista a las dos.

—Entonces yo te espero... —se quitó sus vans y estiró sus pies en mi sofá, aún con la bolsa en la mano— aquí.

Lo mire con incredulidad mientras negaba con mi cabeza.

—Eres un vaquetón —bufé, comenzando a caminar hacia mi cuarto: cuando estuve a punto de perderme en el pasillo, me giré a mirarlo una última vez—. Solo no hagas ningún desastre, Mau —lo señale con el dedo—. Apenas termine de limpiar.

Él soltó una carcajada y me miró con burla.

—¿Limpiaste? —volvió a reír—. Yo lo veo igual de cochino que siempre.

Rodee los ojos y le aventé el cojín del asiento de la silla cerca de mi.

—Estúpido.

Me fui a mi habitación y me metí a bañar lo más rápido que pude. Me arregle, poniéndome un vestido blanco de tirantes veraniego con el escote en v (era de mis vestidos favoritos), también me maquillé de forma casual y sobretodo me puse mis accesorios (collares, pulseras y anillos).

Salí de mi recamara, terminando de peinar con mis dedos mi media coleta medio trocha. Mau se puso de pie al verme, mientras que una sonrisa le crecía en los labios.

—Mi hermanita es sin duda la más guapa del mundo —Mau aplaudió, acercándose a mi.

—Ya se, Mau, soy guapa por naturaleza —sonreí orgullosa, mirándolo directamente a los ojos—. Me bañe o no, ya sé cómo eres.

Tenía que decirlo antes que él lo hiciera. Tome mi bolso, mi celular y juntos salimos de mi departamento.

Antes de llegar a la casita de mi mamá nos estacionamos en una heladería; nos compramos un par de conos por el espantoso calor y con Mauricio de colado, me tome una foto para así subirla a mis instastories.

Llegamos diez minutos más tarde a la hora acordada y sin más, entramos a aquel nido lleno de víboras.

Hasta acá puedo escuchar los cascabeles.

—Hola, mis amores —mi mamá fue la que nos abrió la puerta, recibiéndonos con un beso en la mejilla a cada uno.

—Hola, ma' —dijo Mau, delante mío.

—Hola mami —seguí yo, siguiéndola junto con Mauricio hacia su jardín trasero.

Nos llevo a saludar a toda su familia, claro, como siempre de su parte nos saludaban con una sonrisa fingida a más no poder y junto con eso nos daban un abrazo seco. Ni siquiera nos esforzamos por sonreírles como antes solíamos hacerlo; que mínimo digan que los saludamos, y eso es solo por que mamá nos lo pide casi de rodillas.

Nos sentamos en una mesa alejada al resto, pues así nos aliviábamos un poco de la toxicidad del ambiente. Eso si, he de admitir que mis tías se esmeraron con la decoración del jardín: las mesas estaban adornadas con globos lilas y dorados, flores naturales como centros de mesa y manteles de seda blancos.

Nos sirvieron de comer y solo nos dedicamos a eso, a comer, y claro, también a mirar al resto de las personas.

—Güey, está esta bien bueno —mire a Mauricio apenas y lo escuche hablar.

Reí—. Es barbacoa, mijo. ¡Claro que está buena! —me encogí de hombros, dándole una mordida a mi taco.

—Es una delicia —Mau olfateó su taco antes de darle una mordida también.

Solté una risita por la escena que me mostró; Mau era fan número uno de la barbacoa. Estoy segura que si fuera por él, la comería a diario.

Y eso que apenas venía lo mejor: el postre se veía bien rico, y la mesa de dulces... que delicia, por favor.

Les juro que retomaré la dieta... el lunes sin falta.

[...]

narrador omnisciente
actualidad

El chico con bandana azul seguía teniendo su completa atención en la pantalla de su teléfono; no es como si le importara que la chica que llevaba dos semanas en su cabeza le hubiese respondido o no los mensajes, claro que no, simplemente pensaba... (con la vista fija en su chat, claro). Hablar con ella fue lo mejor que había hecho, sin exagerar, en los últimos años: tenían temas de conversación tan diferentes en todo momento que le sorprendía para bien.

Ella misteriosamente lo entendía, y no, no solo por el simple echo de que lo siga en redes sociales y por Twitch. De repente están hablando de lo más tonto del mundo y luego cambiaban a algún descubrimiento equis que le emocionaba a la chica y eso le fascinaba extrañamente a él.

Aquella pelirroja no hay día que no le salga con un tema diferente o un dato curioso como lo llamaría él. Le hablo sobre la supervivencia de las moscas, los peces, caballitos de mar, estrellas marinas, acerca del cuerpo humano... de tantas cosas que ahora él también sabe y que no podía sacarse ahora de la cabeza.

—Eh, Roiler: llevas más de media hora mirando el pinche celular y nada que nos pelas, mien —se quejó su amigo.

—No seas mentiroso, pinche Osvaldo —respondió él, soltando una risita nerviosa.

—¿Con quien hablas, Roier? —Rivers lo miró con intriga y burla a la vez, dejándose caer en el respaldo del sofá.

—Con nadie —se adelantó a decir, con la mirada en otra parte—. Estaba en el insta.

—¿Apoco ya tienes novia, papi? —preguntó con repentina emoción El Mariana.

Y aunque no lo quisiese, por inercia se le vino a la cabeza Barbara y sus temas de conversación.

—No mames, no —rió nervioso—. Estar soltero es lo que está de moda ahora, chicos.

—A mi se me hace que ya tienes novia —Rivers le picoteo el hombro con burla con mucha más fuerza de la que pensó, pues una mueca se abrió paso en los labios del chico, aunque eso a la rubia no le pudo importar menos—. ¿Quién es? ¿La conocemos?

—¿Es streamer? —Osvaldo se cruzó de brazos, uniéndose a la ronda de preguntas.

—Que no es nadie, culeros —dijo, en tono desesperado.

—Confía en nosotros: sirve que te ayudamos —propuso Rivers.

Sebastian suspiró, pasándose las manos por el rostro.

Finalmente, y tras un debate largo consigo mismo, lo soltó sin más:—. Nada más no vayan a decir nada.

Mariana y Rivers chocaron los cinco.

—Ya sabía que había alguien —mencionó con orgullo Osvaldo, acomodándose las gafas.

Roier, rendido, se adentró de nuevo a Instagram. Entró al perfil de la pelirroja y mucho antes de que él les extendiera el teléfono, ellos rápido le arrebataron el aparato para verla con detalle.

Los dos mejores amigos la estaban analizando a consciencia, y todo iba bien hasta que entraron a la historia que apenas había publicado (hace 36 segundos, exactamente).

El corazón del muchacho se detuvo al ver lo que habían hecho.

—¡No, pendejos! —exclamó alterado, con las manos en la cabeza—. ¡Se va a dar cuenta!

—Vete a la verga, mien —los ojos de Osvaldo se abrieron de par en par y miró a su amigo con sorpresa—. Tiene novio, Boiler.

¿Novio?

Aquella pregunta rondaba por su cabeza como un eco sin fin.

Nunca habían hablado de parejas. Bueno, ella estaba enterada de su estado civil, pero él... él jamás se animó a preguntarle aquello.

—¡Mojón! —Rivers le proporcionó un golpe en la parte baja de su cabeza—. Puede ser su hermano, baboso —se giró hacia el de banda azul—. No le hagas caso, Roier.

Claramente quería subirle el ánimo a su amigo, y Roier lo sabía, pero siendo honesto también prefería pensar que era un malentendido y que aquel chico era su hermano en realidad, además que aquella instastories no comprometía a la pelirroja en ningún aspecto.

Solo tomaban helados, no tenía nada de malo.

—Es su hermano —afirmó la rubia tras un par de minutos en silencio—. En la siguiente historia lo anda pendejeando y abajito puso que lo daba de regalo para navidad.

Roier, sin saber en que momento lo había dejado de recibir automáticamente, sintió como el oxígeno volvía a él.

No es que le interese, pero los hombres de ahora solo quieren algo de una sola noche para después largarse. Él no quería que le pasase algo parecido a ella, quería protegerla.

Si, solo la protejo de los hombres. Se repetía a si mismo, observando como sus amigos seguían revisando algunas destacadas de la pelirroja.

Solo eso y nada más que eso.

No le gustaba.

Era guapa, si, y se veía demasiado bien en aquella historia que había publicado: el blanco hacía contraste con su cabello pelirrojo y ojos azules, creando una combinación que sin duda se volvió su favorita, pero claro que no le gustaba.

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