002. what's up
↯ CAPÍTULO DOS . . . !
▬ ❝ qué onda ❞ ▬
narra bárbara
actualidad
—Soy la reina de las pendejas —me di un golpe en la frente, aún lanzándome maldiciones por lo bajo—. ¿Como que Rodrigo?
Lo escribí todo mal.
Que pena.
Y si, aunque no los vaya a ver jamás, pensaba en corregirme.
ay, perdóname jsjs
no era rodrigo
fue culpa de mi autocorrector
y mi mente más dormida
que despierta
¿sabe, tripón?
es su culpa que me desvele: el
que debería pagar las
consecuencias es usted
y no yo
pdn, ya no me voy a quejar,
parezco loquita del centro
Salí del chat, aún lamentándome mi repentina babosada. Deje el teléfono sobre la barra de la cocina y me giré hacia el refri, en busca de mi querida Coca-Cola (soy adicta, lo siento).
Estaba vertiendo el líquido en uno de mis vasos (de plástico: intente tener de vidrio pero la vajilla se rompió a la semana) cuando el sonido de una notificación entrante en mi celular se escuchó.
Di un sorbo a mi bebida, observando la pantalla. Sonreí con el vaso todavía en la boca al ver de que se trataba.
roierr agregó contenido a sus historias.
Deje de lado mi vaso y me metí a ver la historia. Se trataba de una foto suya tomada desde un espejo, se veía muy bien.
Tenía un estilo bastante equis, pero eso lo hacía atractivo. Él era atractivo.
Recargando los antebrazos en el mármol de la barra me dediqué a responderle la historia como ya era costumbre para mi.
respondiste
esa canción esta padre pero,
¿sabe cual le quedaría mejor?
con una buena canción de
Paulo Londra, para ser
especifica "cámara lenta"
o si de plano no eres de los míos
(ósea fan de Paulo, ajá) te quedaría
bien algo así como "que onda" de Fuerza Regida 💪🏻
Qué onda le diría yo coquetamente si lo tuviera de frente ahorita mismo. Se ve divino con esa camisa negra más la expresión de seriedad en su rostro, es simplemente wow.
Mire una última vez la historia antes de ir directo a mi habitación para así cambiarme por algo más cómodo para salir a caminar: desde que era niña me había acostumbrado a salir a caminar por el malecón para mantener mi salud bajo control, y si bien ya no lo hacía todos los días por mi trabajo, no dudaba en hacerlo cuando tenía el día libre, como hoy. Me peine con una coleta alta, configure mi Apple Watch para que contara mis pulsaciones, mis pasos y para que me avisara cuando me estuviera comenzando a deshidratar.
Tome mis audífonos de la mochila y me los puse, guardando mi teléfono dentro del bolsillo de mi licra negra, para después dirigirme hacia mi cocina y tomar mi botella de agua de dos litros bien fría.
Una vez estuve lista me dispuse a salir pues no quería que se me hiciera muy noche: si bien Mazatlán era un lugar bastante iluminado, no era fanática de estar en la calle de noche si no era por trabajo.
Mientras salía del edificio me dispuse a poner mi playlist mezclada (tengo de todo ahí, ósea más de 40 horas de música) y comencé a caminar hacia el malecón, el cual quedaba a unas tres cuadras de mi departamento.
[...]
Volví a mi departamento unas horas después (2 para ser exacta), feliz con saber que estuve a unas pocas cuadras de haber llegado hasta el faro. Quizá y mi siguiente día libre alcance a llegar: mi condición no estaba por los suelos como pensé.
Luego luego me metí a bañar porque apestaba a puro sudor (si, me baño dos veces cuando tengo mucho calor, ¿y?), una vez estuve limpia y fresca, con mi pijama de chihuahuas puesta, me dispuse a revisar mi teléfono: no parecía haber nada relevante.
Solo un par de mensajes de mis padres, Mauricio y Natalia los cuales no me tarde mucho en contestar.
Cuando estaba respondiéndole un "ya que, yo lo llevo" a Natalia con respecto a un material que nos habían pedido a ambas, una notificación cubrió la parte superior de la pantalla de mi teléfono.
Era de Roier de nuevo.
Natalia podía esperar.
Instintivamente me adentré a insta para ver que había subido el chico y, para mi sorpresa, era otra historia.
Otra historia que iba a costarme un pulmón y maybe una garganta nueva.
Le pique al icono con su carita con suma normalidad y tranquilidad, la cual se esfumó apenas y escuché los primeros acordes de esa canción con una foto de fondo.
—¡No mames, vete a la chingada! —me levante de un salto de mi cama, dejando caer la toalla de mi cabello hasta el suelo—. Me están jodiendo, me están jodiendo.
Ahogue un grito, pero después no pude contener los chillidos que se escaparon de mi boca. Lancé a mi pobre teléfono hacia mi tocador, dedicándome a dar brincos de felicidad por toda mi recámara como vil loca mientras me recordaba a mi misma que no podía ser posible eso.
Solo tenía que ser una coincidencia.
Una GRAN coincidencia.
Seguramente ya la tenía programada o algo así.
Me preguntaran (y si no, se aguantan): Barbie, ¿qué te tiene vuelta loca?
Bueno.
Ahí les va.
¡Siéntense porque se van a caer!
Roier subió otra foto (grito interno) y de fondo sonaba la canción "Que onda" de Fuerza Regida, junto con algunos emojis de la carita sudada, la roja esa.
Si bien no era mi emoji favorito, si él la usaba rápidamente podría estar en mi barra principal desde ahorita, solo digo.
Esto no está pasando, es mera coincidencia... ¡si! Estoy bien segura de ello, aunque eso no evitaba que mis mejillas estuvieran tan rojas como un tomate.
No me atreví a ni a reaccionar a la historia, lo único que hice fue tomarle captura de pantalla porque necesitaba evidencias para no parecer una loca drogada (drogada no estoy, loca si).
—Respira... —tome una leva bocanada de aire— y suéltalo —intente hacerlo lentamente, pero el aire se me escapó a la primera—. Fue una coincidencia.
Esto estaba de locos.
Y increíblemente surrealista.
—Si, si... solo una coincidencia.
Me tire en mi cama como si fuera una estrella de mar observando hacia el techo, sintiendo como mi pecho latía muy rápido, sintiendo el "pum, pum" en mis oídos.
Cerré mis manos con fuerza al sentir la necesidad de tomar mi teléfono.
No podía hacerlo.
Primero necesitaba mentalizarme con el hecho de que no era posible que me leyera. No, no: no tiene lógica que lo hiciera.
Ya llévame diosito.
[...]
—Nat, te lo juro —me persigné y bese la cruz de forma tronada, haciéndolo notar a través de la llamada.
Si, una hora y media después no pude resistirlo y la terminé llamando para contarle mi nuevo logro (¿o no?).
—Babie —su tono hizo que un puchero creciera en mis labios—. Créeme que no quiero decepcionarte o algo similar, pero...
La interrumpí, subiendo mis pies a la cabecera de mi cama.
—Ya sé, Natito —suspire—. Puede ser una coincidencia y así, pero... ¿y si no fue?
Siendo sincera, tenía una pizca de esperanza en mi sistema todavía. Digo, crecí con la frase de Austin Butler de "Arriba la esperanza abuelita", ¡claramente la tenía!
Por más que quería no pensar en que quizá leyó mis miles de mensajes, resultaba ultra mega imposible. Mi lógica, o a lo que había llegado en mi media hora de reflexión solitaria, era que no creía que el chico vaya por el mundo leyendo los mensajes de sus fanáticos locos, ósea los míos.
—Bueno, es que también me pone a dudar, ¿y si lo vio? —una de las cejas de Natalia se alzó.
Y en una pequeña respuesta bufé.
No me ayudaba para nada: se supone que me tenía que hacer entrar en razón, hacerme entender que esto no podía ser posible porque de las dos yo era la esquizofrénica.
—Ay no —murmure, haciendo una mueca: si bien me encantaba hablar de Roier, este tema me taladraba la cabeza—. ¿Sabes que? Mejor hay que cambiar de tema.
Ella asintió.
Nos quedamos en silencio unos pocos segundos hasta que la voz de la morena volvió a oírse.
—Se me antojo una chorreada —dijo, relamiéndose los labios.
—¿Una chorreada? —empece a reír por lo bajo: no hay día que no se le antoje algo. A veces pensaba que esta embarazada, pero luego recordaba que no tenía novio o ligue y se me pasaba—. No pues, a mi también.
Sobe mi barriga con una mueca.
No me había alimentado desde hace horas: ya era justo y necesario.
—¡No se diga más! —Nat se puso de pie de un salto de su cama—. Vamos por una —sonrió de oreja a oreja.
Le hice ojitos.
—¿Vienes por mi, verdad?
Ella asintió.
—Llegó en diez, Babie.
Hice una mueca graciosa como despedida, ella me la devolvió y finalmente colgué.
Me arregle un poco, hace algo de calor y el clima está un poco húmedo a pesar de estar ya el cielo oscuro. Mi amiga me mando un mensaje unos quince minutos después avisándome de su llegada, así que sin dudarlo tomé mis llaves y salí de mi departamento.
Subí a su coche y en menos de veinte minutos llegamos a la plaza en donde sabíamos vendían unas chorreadas muy buenas (éramos expertas catadoras con respecto a este manjar).
—Anda, no manches —aspire con fuerza el aroma al queso derretido—. Siento que me voy a desmayar por el olor.
Nat rió entre-dientes—. ¿Cuantos quieres?
Lo pensé un poco.
—Sólo dos —las cejas de la morocha se alzaron—. Y ya después vamos por un agua de garrafa.
Natalia asintió, de acuerdo con mi plan, y se encaminó hacia el mostrador mientras yo me quedaba sentada en una de las mesas del local, esperando pacientemente a que mi amiguita regresase.
Solo por ella me la paso comiendo, pero no me quejaba. Después de todo uno vive para comer, ¿o no?
Natalia volvió unos minutos después con nuestras órdenes de chorreadas: salimos del establecimiento y fuimos por esas aguas de garrafa. Como ya era costumbre, pedimos dos de limón, nuestra favorita.
Caminamos y comimos con una buena plática de por medio, con muchísimas risas incluidas.
Pasar el tiempo así con ella es lo mejor.
—¡Voltea, voltea!
La obedecí, sintiendo como un flash me cegaba momentáneamente. Para mi sorpresa, no salía nada mal: y eso que mis ojos salieron entrecerrados por la potente luz.
Sin dudarlo la subí a Instagram con la canción "Dorothea" de Taylor Swift, pues según yo era la canción que representaba nuestra amistad en todos los sentidos posibles.
—Etiquete a Roier en nuestra fotito —mi cabeza se giró automáticamente en dirección a Natalia.
—¿Cómo por? —reí, dándole un sorbo a mi bebida.
—Porque por azares del destino estamos usando un filtro de él —se encogió de hombros, con desinterés.
Fruncí el ceño. ¿Roier tiene un filtro? Jamás supe de ello. Mejor dicho, más bien alguien hizo un filtro referente a él.
Ignórenlo, da igual.
—Me muero del calor —se abanicó con su propia mano—. Vámonos mejor.
Me tomó de la mano cuidadosamente y me llevo con ella en dirección a su auto.
—Vamos.
No revise en ningún momento mi celular, por el momento necesitaba distraerme. Si me buscaban y no me hallaban por mensajes, me marcarían.
Sino, no sería importante.
Estuvimos como locas cantando en el carro, hablando tontería y media todo el recorrido hasta mi departamento.
—Servida, princesa... —Nat alargó la última vocal, sonriéndome.
—Muchas gracias, mi lady —reímos y sin más, me despedí de ella con un beso en la mejilla.
Baje de su auto y me adentré a mi edificio, apurándome a llegar a mi departamento.
Una vez llegue deje mis cosas de lado, tirándome en el primer sofá que hallé cerca. Después de tanto tiempo (dps horas más o menos) revise mi teléfono.
Mis ojos se abrieron de par en par al leer una notificación. ¡Me pedí el stream de Roier! Carajo.
Ya no consumí mi pan de cada día por una pinche chorreada.
—Todo me pasa a mi —mire hacia el techo de manera fulminante—. Ya me canse de ser tu mejor guerrera, diosito, ya suéltame.
Lloriquee y deje caer mi teléfono sobre mi rostro, aún quejándome por lo bajo.
[...]
buenas noches, tripón
no me llegó ninguna notificación
de su stream :/
¿cómo se encuentra el día
de hoy?
¿sabe? hoy salí a caminar
con mi bestie
hace mucho que no lo
hacia, pero se sintió
bn bonito
aún así, me hubiera gustado
ver su stream
ay, JAJAJAJA
ya le envié como mil
mensajes qpdo
ni q fuera mi diario, pdn
bno, prosigo (ya q, dirías si
me leyeras)
hoy me comí una chorreada,
y no, no es un pastel ni nd de eso,
es como una quesadilla pero
con carne
ahora si, el último mensaje
lo prometo🤚🏻
descanse tripón, sueñe con
los angelitos
se le quiere
<33
Solté un suspiro largo. Me cubrí con mis mantas y mire hacia el techo, alrededor de mi lámpara colgada ahí arriba tengo pegadas unas cuantas estrellitas que prenden en la oscuridad. Me gustaba mirarlas pues me relajaban.
Volví a suspirar, sintiéndome cansada al saber que mañana sí que tendría que ir al trabajo.
De nuevo regresaba a mi rutina de todos los días, mi aburrida rutina.
Mire algunos tikitokis del stream de Roier: en todos y cada uno de los clips que sacaron se veía guapo. ¿Qué digo guapo? ¡Lo que le sigue!
Y eso, aunque no lo admitía en voz alta, me preocupaba.
Mauricio tenía tanta razón: si sigo así nadie se va a fijar en mi.
¿Me importaba? No, ni un poco. Al único hombre que necesito en mi vida es a Sebastián y ya, los demás me daban igual; claro, solo a mi me podía ir a gustar una persona que es inalcanzable, que vive a miles de kilómetros y que está a horas de aquí. ¡¿Por qué tengo que ser yo la castigada?!
Tuve que haber hecho algo muy malo en mi vida pasada para merecer esto: todo sería tan fácil si me gustaran los de mi edad y los que están a la vuelta de la esquina, pero no. ¡Que increíble!
Noten él sarcasmo.
—Los del trabajo son insoportables, en la universidad son mujeriegos, a los vecinos los tendré que ver cuándo ya no estemos juntos —bufé—. La vida amorosa es tan complicada...
No hice nada más que suspirar de nuevo.
—Los novios a distancia requieren de mucha confianza y dinero —acomode mi trenza—. Y solo estoy dispuesta a hacer todo eso si se trata de Sebastian. Por él si lo hago, nada más por él.
Conseguiría hasta diez trabajos con tal de verlo seguido, por lo menos una vez al mes.
—No, si —me pase las manos por la cara, cansada—. Estoy segura de que estoy pagando algo malo que hice en mi vida pasada —terminé por chillar, abrumada—. Carajo.
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