III
—Karl, ¿puedes ayudarme a sentar? Estoy cansada de estar acostada.
—Madre, sabe usted muy bien que debe estar en reposo mientras le hace efecto estas primeras píldoras, según Melody dijo que debía pasar por hoy el día acostada o se puede marear.
—No me quedaré acostada todo un día, así que ayúdame a sentar Karl.
La mujer reprochaba, puesto que llevaba ya cinco horas en su cama, no tuve más alternativa que ayudarle a levantar conduciéndola a la sala donde estaba Karolina con Melody, al parecer ambas se llevaban muy bien.
—Karl, escuché que Mayson está buscando personal para su construcción, dile que te integré.
—No creo que sea buena idea madre, sabes bien que él y yo no somos los mejores amigos que digamos.
—Lo sé, lo sé... Pero sería bueno que empezaras a trabajar, mira que yo ya no podre ir a la plaza hasta que me mejore.
—Si quieres yo cubro tu lugar en la plaza, prefiero eso antes que ir con Mayson.
—No, Karl, la comida que tenía para vender la arreglaré con Melody y la guardaremos para que no nos falte a nosotros, un pequeño mercado de verduras que nos ayudará a subsistir mientras recibes tu primer salario.
—Bien, buscaré trabajo mañana en cualquier lado menos con ese hombre, él siempre le ha gustado humillar a las personas y yo no me dejaré.
Dije con aquella firmeza antes de tomar asiento. Melody nos había preparado de cenar, en verdad hacía las comidas muy deliciosas, tuve que darle mi habitación para que durmiera con comodidad con la pequeña bebe, mientras que por mi parte estaría en el sofá, mi segunda cama.
—Sigo insistiendo que tú deberías dormir en tu habitación con tu hija.
—Todavía no sé si es mi hija, y no, eso sería muy descortés de mi parte ponerte a dormir aquí en este sofá mientras está la cama en la habitación, a mí no me molesta.
Mire a la puerta donde había provenido la voz de Melody observándola con su pijama puesta, le sonreí algo hipnotizado sin dejar de verle, creo que lo noto, puesto que se cubrió un poco con sus brazos, por lo que me sonroje levemente al escucharle reír un poco sin haber pronunciado palabra.
—Está bien Karl, descansa y buenas noches.
—Buenas noches, Melody.
Al momento que cerró la puerta solo pude suspirar, no entendía nada de lo que pasaba por mi mente, no entendía por qué era a mí a quien le pasaba estas cosas, aún no entendía que mal había hecho. Pero bueno, tocaba enfrentar el mañana con cabeza en alto, aunque no tuviese ni idea de lo que haría, en vez de pensar tanto mejor me acomode para poder dormir, puesto que necesitaría mucha energía para el amanecer.
El canto del gallo de la vecina me despertó, tenía medio cuerpo fuera del sofá por lo que sentía ese horrible dolor de espalda al levantarme, solo pude tronar mi cuerpo para ir a bañarme, la nueva rutina empezaba desde las cinco de la mañana, hora en la que aún no salían ni los primeros rayos de sol en esta ciudad. El agua fría como si de cubos de hielo se tratara me termino de despertar, que temblando salí a mi habitación con la toalla a la cintura adentrándome con cuidado para no despertar a las dos nuevas integrantes que dormían en mi cama, pero tropezar con el cascabel de Karolina me hizo hacer todo el ruido necesario para que ambas despertaran, Melody asustada y la pequeña en llanto.
—Lo siento... Buenos días, solo venía por mi ropa, pero no quise encender la luz para evitar que se despertaran...
—No te preocupes Karl, saldré para que te puedas cambiar con comodidad.
La joven se levantó de la cama sujetándose el cabello en una coleta, tomando seguidamente a la niña en brazos meciéndola para calmarla mientras salía de la habitación, por mi parte suspire levemente para acercarme al armario para mirar dentro, termine por sacar un jean que milagrosamente no tenía rotos y una camiseta de color rojo, colocándome mis zapatos para salir a la sala viendo a las tres mujeres que me acompañaban en esta casa.
—¿Me veo bien?
—No, Karl, no puede ser que te pongas eso.
—¿Me veo mal? — miré mi ropa arqueando mi ceja.
—No hijo, te ves muy bien, pero es raro porque esa muda de ropa, creo que lleva como cinco años guardada, me sorprende que no huela a guardado.
—Dios, madre, me asusto.
Al escucharlas reír negué cruzándome de brazos para poder tomar asiento en la mesa mirando el plato de comida que mi madre ponía, un delicioso huevo en tortilla con cebolla y tomate, al igual que un trozo de pan junto a su respectivo café con leche.
—¿Dónde piensas ir a buscar trabajo Karl?
—Bueno, madre, pensé en ir al centro, vi en el periódico que buscan vacantes de mesero.
—¿No necesitas cursos para ello?
—Sí, pero veré si puedo aplicar, si no Jhonny me dijo que nos pusiéramos a cantar en los buses mientras tanto.
—Karl, ¿cantas en serio?
—Mi hijo puede ser un gran cantor o escritor, pero paf no usa sus talentos para nada bueno.
—Mamá... No digas así, no me dejes mal, por favor.
—Es que me enoja, aunque me alegra que haya pasado todo esto para que decidas cambiar y aunque no lo quieras aceptar, es lo mejor que pudo sucederte en la vida.
—Yo aún no te he conocido del todo Karl, pero las referencias que tienen de ti no son muy buenas que digamos, deberías seguir los consejos de tu madre y hacer que todos los que no confiaban en ti queden atontados al ver que cambiaste.
—Estoy con Melody, hijo ya estás viejo y no has hecho nada por tu vida, que Karolina llegara es una gran responsabilidad, mi enfermedad que se desató cuando menos lo espere, todas estas pruebas son para tu cambio.
—Madre, aún no sabemos si Karolina es mi hija, así que solo debemos esperar en dos días el resultado.
—¿Por qué no aceptas que es tu hija? Por favor, solo mírala.
—Aunque la mire y la recontra mire, ella no es mi hija, ¡no lo es! Yo no he tenido hijos, ¿entendido?
—Eso está aún por verse y a mí no me levantas la voz, no te lo permito.
La mujer golpeó con fuerza la mesa respirando de forma agitada, Melody la empezó a tranquilizar y otra vez por los ruidos fuertes, Karolina empezó a llorar, mi apetito se había ido del todo por solo esa conversación. Me levanté sin decir nada más para emprender camino a mi habitación, tomando la mochila y salir de la casa azotando la puerta, necesitaba aire, mucho aire.
Al cerrar el portillo que comunicaba a nuestra vecindad con la calle empecé a caminar rumbo a la parada de autobuses que quedaba en la cuadra siguiente, me senté en el banquillo de metal que había para la espera notando un pequeño afiche arrugado a una esquina de este, lo tomé curioso para al abrirlo ver que era una invitación a una convocatoria para nuevos escritores. Debo aceptar que me emocione, yo sufro de la famosa "imaginación excesiva" la cual me daba a crear manuscritos no muy largos, pero si interesantes según mi madre, de niño siempre quise ser escritor, aunque no le daba atención porque todos decían que sería una pérdida de tiempo, pero por cosas del destino puedo decir que esto si ha sido una patadita de la buena suerte.
—Hey Karl, ¿estás listo parar ir por ese empleo?
—Ya no quiero trabajar Jhonny, mira si participo y gano podre aparecer en un libro y ser famoso.
Le enseñé el papel con tal emoción a mi amigo que llegaba en ese momento a la parada de autobuses, el cual solamente negó para mirar con ese semblante como si de un padre aconsejador fuese, aunque bueno, tenía cuatro hijos y todos profesionales o en proceso de serlo, no me sorprendería.
—Yo te apoyo si deseas participar amigo, pero iremos por ese trabajo, te recuerdo que tienes a tu madre enferma, además de una nueva integrante que es tu hija.
—Cuantas veces tengo que repetir que esa niña no es mía, no hasta que salga en la prueba de paternidad.
—Sí que eres testarudo, vas a ver que esa niña llevara tu sangre, así que si quieres participar hazlo, pero iremos por el trabajo, depender de los libros no es mal negocio, pero si no te funciona qué.
—Bien, lo haré para que no me regañes, pero cuando sea el escritor más importante de este olvidado país, todos los que se burlaron se morderán el codo y mi hija estará orgullosa.
—No, que no era tu hija hasta que saliera el positivo, ¿al ser famoso si será tu hija?
—Mejor cállate y vamos, que ese es nuestro bus.
El hombre simplemente soltó una risita para estirar su mano deteniendo aquel medio de transporte que los llevaría al centro, encontrar trabajo en Grinfing no era para nada fácil, pero tampoco imposible, si no salía nada tocaría inventársela para no sufrir hambre.
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