Las partes que nos conforman (Sciles)
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"...entonces oí una risa, una risa fresca y juvenil como el roció de la mañana. Levanté la cabeza, mi corazón se iluminó al verlo, y supe que era él. Porque todas las historias tienen un héroe y él era el héroe de la mía. Lo admire unos segundos o talvez fueron horas pero lo único que pude pensar fue: Él es perfecto. Perfecto."
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Moviéndose despacio, Isaac se desperezó y miró alrededor, la dramática pausa de su amigo había durado demasiado y él quería escuchar el resto del relato. Al final, se consumió la corta mecha de su paciencia.
—Stiles...
—¿Si? — el castaño lo miró.
—Y entonces, ¿Qué pasó? ¿Hablaste con él?
—Claro que hablé con él. Si no hubiera hablado con él, no habría historia para contar. Pero, aunque describir esa parte, no entraña grandes dificultades. Antes he de describirlo a él. Y honestamente no sé cómo hacerlo.
Isaac se movió, inquieto, en la silla. Stiles suspiro y se borró la irritación del semblante del rubio para ser sustituido por la burla.
—¿Qué pasa? ¿Describir a un hombre atractivo acaso te resulta a ti tan fácil como contemplarlo?
Isaac agachó la cabeza y se encogió de hombros; Stiles le puso una mano en el brazo y agrego.
—Mi problema, Isaac, es que él es muy importante. Es importante para la historia. No se me ocurre cómo describirlo sin quedarme corto.
—Creo que te entiendo, Stiles —dijo Isaac con tono conciliador—. Yo también lo vi. Una vez.
Stiles se recostó en la silla, sorprendido.
—Es verdad. Lo había olvidado. —Se llevó una mano a los labios—. Bueno, y ¿cómo lo describirías tú?
Isaac se animó ante esa oportunidad. Se enderezó en el asiento, se quedó un momento pensativo y luego dijo:
—Tenía unos ojos hermosos. —Y esbozo una sonrisa al recordarlo.
Peter bufo por todas las veces que había escuchado lo mismo.
—¿Sus ojos? ¿Qué tenían de especial? —pregunto Peter con una sonrisa de lado. Isaac miró al escribano con profundo desdén.
—Mucho y en este caso, tendrás que creerme. Eran hermosos.
—Creo que en eso has acertado —coincidió Stiles. Hizo una pausa, y cuando volvió a hablar lo hizo despacio, con la mirada ausente—: El problema es que él no se parece a nadie que yo haya conocido. Tenía algo intangible. Algo cautivador, como el calor de un fuego. Tenía una elegancia, una chispa...
—Tenía la mandíbula torcida, Stiles —dijo Isaac interrumpiendo el ensueño de su amigo. Stiles lo miró, y una arruga de irritación apareció en su frente.
—¿Qué?
Isaac levantó ambas manos poniéndose a la defensiva.
—Solo es un detalle, Stiles. Todos los hombres de tu historia son atractivos. Normalmente no puedo refutarlo, porque no los conozco. Pero a él sí lo vi. Tenía la mandíbula un poco desviada. Y si hemos de ser sinceros, tenía unas cicatrices en el rostro. No era una belleza impecable, Stiles. Te lo digo yo, que he dedicado mucho tiempo a estudiar estas cosas.
Stiles miró largamente al chico de rulos con expresión solemne.
—Somos algo más que las partes que nos conforman, Isaac —dijo con un deje de reproche.
—No digo que no fuera encantador, Stiles —se apresuró a añadir Isaac—. Me sonrió, y su sonrisa era... Tenía una especie de... Iba directo a tu corazón, no sé si me entiendes.
—Te entiendo, Isaac. Pero yo lo conozco. —Stiles miró a Peter—. Verás, el problema surge de la comparación. Si digo que tiene el cabello castaño, tú podrías pensar: «He conocido a muchos hombres morenos, y algunos eran encantadores». Pero te quedarías muy corto, porque esos hombres no tendrían, en realidad, nada en común con él. Esos otros hombres no tendrían su dulzura, su amabilidad, su encanto natural. No se parecía a nadie que yo hubiera conocido...
Stiles se quedó absorto, mirándose las manos. Permaneció tanto rato callado que Isaac empezó a moverse, inquieto, mirando alrededor con nerviosismo.
—Supongo que no tiene sentido que me preocupe tanto —dijo Stiles por fin levantando la cabeza y haciéndole una señal a Peter—. Dudo que al mundo le afecte mucho que estropee también esto.
Peter tomó la pluma, y Stiles empezó a hablar antes de que la hubiera mojado en el tintero.
—Tenía los ojos castaños. Oscuros como el chocolate, como el café, como la madera lustrada del laúd de mi padre. Su cara era morena de un bello tono y ovalada.
De pronto Stiles se interrumpió, como si se hubiera quedado sin palabras. El silencio que se produjo fue tan repentino y tan profundo que Peter levantó brevemente la vista de la hoja, algo que todavía no había hecho nunca. Pero en ese preciso instante, Stiles empezó a hablar de nuevo:
—Su sonrisa podía parar el corazón de un hombre. Tenía los labios pálidos. No del rojo artificial, que tantas mujeres creen que las hace parecer deseables.
» Estuviera donde estuviera, siempre era el centro de todas las miradas. —Stiles frunció el ceño—. No me interpretes mal. Quiero decir era un alfa verdadero, pero eso no quiere decir que él mismo buscara la atención, no era egocéntrico, ni vanidoso. Si miramos el fuego es porque parpadea, porque resplandece. Lo que atrae nuestra mirada es la luz, pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que te atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a el. Con Scott pasaba lo mismo.
Mientras hablaba, la expresión de Stiles iba cambiando, como si cada palabra que pronunciaba lo hiriera más y más. Y aunque las palabras eran claras, encajaban con su semblante, como si cada una lo rasparan con una áspera lima antes de salir de sus labios.
—Era... —Stiles tenía la cabeza tan agachada que parecía que hablara con sus manos, recogidas sobre el regazo—. ¿Qué estoy haciendo? —dijo con voz débil, como si tuviera la boca llena de grises cenizas—. ¿Para qué puede servir esto? ¿Cómo puedo explicárselo a ustedes si yo nunca lo he entendido?
Peter ya había escrito esas palabras cuando se dio cuenta de que seguramente Stiles no quería que lo hiciera. Se quedó quieto un instante, y luego terminó de anotar el resto de la frase. Entonces esperó quieto y callado un momento, antes de levantar la cabeza y mirar a Stiles.
Stiles lo miró también. Eran los mismos ojos oscuros que Peter había visto antes. El Nogitsune. Los ojos de alguien más poderoso de lo que se ve a simple vista. Alguien capaz de controlar un espíritu oscuro de más de un siglo en él. Peter estuvo a punto de apartarse de la mesa, pero se contuvo. Se produjo un gélido silencio.
Stiles se levantó y señaló la hoja que Peter tenía delante.
—Tacha eso —dijo con voz firme.
Peter permaneció inmóvil, como si le hubieran clavado las manos a la mesa y como no parecía que lo hubiera escuchado, Stiles estiró un brazo y quitó la hoja a medio escribir de debajo de la pluma de Peter.
—Si no te sientes inclinado a tachar... —Stiles rompió la hoja con cuidado; el sonido acabó por hacer reaccionar al escribano.
Con mucha parsimonia, Stiles tomó una hoja en blanco y la puso delante de Peter.
—Copíalo hasta aquí —dijo con una voz fría e inmóvil como el hierro. El hierro también estaba en sus ojos, duro y oscuro.
No discutieron. En silencio, Peter copió hasta donde Stiles tenía puesto un dedo sujetando la hoja a la mesa.
Una vez que Peter hubo terminado, Stiles empezó a hablar con voz crujiente y clara, como si mordiera trozos de hielo.
—¿En qué sentido era hermoso? Me doy cuenta de que nada de lo que diga será suficiente. Está bien. Ya que no puedo decir suficiente, al menos evitaré decir demasiado.
» Escribe esto: que tenía el cabello castaño. Eso es. Incontrolable y suave al tacto. Tenía los ojos cafés y el cutis moreno. Eso es. Tenía la cara ovalada, Escribe que tenía aplomo y elegancia. Eso.
Stiles respiró hondo antes de proseguir:
—Y, por último, escribe que era perfecto. Es la única manera de expresarlo. Que era tremendamente atractivo, aunque tuviera fallos o defectos. Era perfecto, al menos para Stiles. ¿Al menos? Para Stiles era el más perfecto. —se corrigió a si mismo y por un instante el castaño se puso en tensión antes de continuar su narración parecía como si también fuera a arrebatarle esa otra hoja a Peter.
Entonces se relajó, como una vela cuando deja de soplar el viento.
—Pero para ser sincero, he de decir que había otros que también lo encontraban atractivo...
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¡Hola! lo siento pero leí este capitulo de mi libro y no pude dejar de pensar en las similitudes que tenia con Scott así que esta es una pequeña adaptación de un fragmento del libro "El nombre del viento".
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