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Red


"Su jugo es tan dulce que es necesario saborearlo"

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No hay nada comparado a la emoción  que siente una persona cuando está de camino a cumplir un sueño. El corazón se dispara en el pecho con un millón de pulsaciones por segundo, la sonrisa no se sale de los labios y el anhelo se dispara por todo el cuerpo con adrenalina. Así se sentía él en aquel momento. Tan vivo y radiante como nunca antes.

Siempre había pensado en conocer otras culturas, otras ciudades. En sentirse libre por una vez en su vida, después de tanto tiempo encerrado yendo de aquí para haya. Siendo cuidado por sus padres y amigos.

Él era un chico frágil.

Desde su niñez sufrió muchísimo los efectos de sus defensas bajas. A su corta edad habia sido forzado a ser medicado constantemente y un tanto alejado de las personas; por miedo a ser contagiado por enfermedades, que en un futuro, lo afectaran gravemente.

Con el paso de los años se acostumbró a eso. A ser cuidado, protegido y mimado por la gente que le rodeaba. Pero estaba cansado de ello. Después de pasar la pubertad había cambiado bastante en comparación a su niñez.
Los doctores empezaron a darle tratamiento para sus defensas y todo estaba mejorando para su bien.

Decían que él solo tenía que mantenerse alimentado y tomar sus pastillas a tiempo, para que su vida transcurriese con normalidad.

Y así fue.

En un principio era fastidioso el hecho de estar tomando drogas todo el tiempo, pero entendía que ello era mejor. Sus padres le habían abierto el camino para conocer el mundo, al caer en cuenta de que eso le ayudaría y ahora se sentía completo. Estaría más apegado a la vida y a las personas. Agradecía muchísimo tener esa oportunidad.

Hoy estaba viajando a aquella ciudad lleno de ilusiones. Sus mejores amigos y compañeros de universidad estaban allí con él.

Esperaba todo fuese tan bello y emocionante como se lo imaginaba.

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Al fin estaba allí. Sus ojos no dejaban de contemplar todo a través de las ventanas del vehículo. Era impresionante ver tantos edificios y monumentos históricos a su alrededor. El encanto y el romanticismo de aquella ciudad era apabullante, inquietante y místico. Estaba totalmente enamorado, fascinado y ansioso por ver todo. Sus ojos revoloteaban insaciables en todas direcciones.

ㅡ¿Cuando vamos a dar una vuelta, Hyeong?ㅡ preguntó el muchacho con una voz abrazada en todas aquellas emociones que le recorrían.

ㅡCuando dejemos nuestras cosas en el hotel, haremos un pequeño recorrido por la ciudad si te pareceㅡ contestó el pelirosa con labios estirados. Él era uno de los tantos que siempre lo sobre protegía. No dejaba que comiera comida chatarra en exceso o andara de descuidado sin tomar sus medicamentos.

Jimin se recostó en el asiento, impaciente por todo lo que pasaría en aquellas vacaciones. Visitarían los lugares más hermosos de Italia, los más reconocidos por todo el mundo y en toda la historia. Se sentía muy contento por estar allí.

Salieron del taxi, cuando aparcó. En este sólo iban Seok Jin, JiMin y Ho Seok. El que venía detrás lo ocupaban los revoltosos de Tae Hyung y Jungkook.

Jimin observó el hotel donde se hospedarían por ese tiempo. Era un lugar bastante encantador por fuera era de piedra, con colores cálidos en respectivos lugares. Un botones se acercó y les indicó la entrada hasta la recepción. Allí Seok Jin, quien era el único del grupo que podía entablar una conversación fluida en inglés, saludó a la chica. Esta, con cortesía, les entregó las llaves de las habitaciones y deseo a todos una buena estancia.

Tae Hyung, JiMin y Seok Jin ocuparon la primera habitación, mientras que los demás la otra. Se dispusieron inmediatamente a dejar sus maletas cerca de la cama.

ㅡ¿Tomaste tus pastillas?ㅡ preguntó Tae, quitándose la chaqueta para entrar al baño y darse una ducha rápida.

ㅡSi, pero necesito comer algo. Ya mi estómago se está quejando por el viajeㅡ expresó el menor, revisando su teléfono. Su madre le había escrito un mensaje.

ㅡYa vamos a bajar y así comemos en algún restaurante por aquíㅡ indicó Jin, con la vista fija en él. Dirigiendola luego al contrario que se perdía hacia el baño ㅡ. Tae Hyung, ¡no te quedes en el baño! Los demás nos están esperandoㅡ gritó.

Ese chico tenía complejo de sirena. Eso lo tenía seguro.

ㅡNo te preocupes, Hyeong. ¡Saldré en un minuto!ㅡ respondió el castaño.

Seok Jin hizo una mueca. Cómo si fuesen ciertas aquellas palabras. Ya lo conocía muy bien como para creerle esa tontería. En unos minutos tendría que sacarlo por las orejas.

El peligris soltó una risita. Esa era la disputa de siempre entre su mayor y su mejor amigo. Ambos eran insólitos. De la misma manera que peleaban, así se querían.

La puerta de su habitación se abrió, apareciendo tras ella Jungkook y Ho Seok, que sonreían animadamente.

ㅡ¿Ya nos vamos?ㅡ pregunto el de cabello negro, mientras hacía algunas muecas a Jungkook y su risa chillona retumbaba en toda la estancia.

ㅡEstamos esperando a Taeㅡ contestó JiMin, dejando su teléfono dentro de su bolsillo. Abrió la puerta de cristal que conducía a un balcón y observó la vista nocturna, tomando una amplia bocanada de aire fresco. Para ser un hotel de mediana categoría, era bastante acogedor y bonito.

ㅡ¿Hay comida aquí?ㅡ preguntó Jungkook escaneando el área.

ㅡPor supuesto que no hay comida, a menos que llames a servicio a la habitaciónㅡ dijo Ho Seok recostándose en una de las camas.

ㅡPero en la nuestra habían chocolates.

ㅡPues tienen suerte de haberlos encontrado. Porque aquí no hemos visto nadaㅡ Seok Jin se incorporó de la cama para ir al baño y sacar a aquel mocoso de allí. Él también moría de hambre y el castaño solo los estaba retrasando más. Para su bien, Tae Hyung salió con una toalla envuelta en sus caderas y el cabello mojado. Le brindo una sonrisa cuadrada simple y fue por su ropa.

ㅡMás te vale haber salido de allí. Porque te iba a buscar y no sería bonito como.

El resto de los chicos empezó a reírse de lo dicho. Incluso, el mismo castaño que se colocaba unos jeans y una camiseta holgada de mangas largas.
JiMin entró a la habitación y cerró la puerta de cristal. Observó a sus amigos en una conversación amena.

Llevaba muchos años conociéndolos. Toda su vida habían vivido en un complejo de apartamentos en Seúl. Jungkook y Seok Jin eran familia. Después del accidente con los padres de Jungkook, Seok Jin se había hecho cargo de él. Ya había terminado sus estudios en una Universidad de artes escénicas y trabajaba como conductor en un programa de televisión. Los había conocido luego de que el mayor le pidiera llevar un detalle a la casa cuando Jimin y sus padres se mudaron.

Tae Hyung y Ho Seok eran solo compañeros. Después de viajar de sus ciudades, para estudiar en una de las escuelas más importantes en el ámbito del baile, habían alquilado un departamento que compartían y también los había conocido cuando se mudaron.

Se volvieron amigos y compañeros desde ese momento. Aunque solo conocieron a JiMin verdaderamente al empezar sus estudios en la universidad de artes plásticas. Pues, debido a su estado propenso a obtener enfermedades, permanecía más tiempo en casa que fuera.

JiMin era un apasionado del renacimiento y las obras de Miguel Ángel. Amaba como el arte era una de las expresiones más hermosas en el mundo. Cómo los artistas habían creado obras dignas de admiración y elogio puro. Él anhelaba ser como ellos. Los admiraba.

Sus años en la escuela le habían influenciado bastante. Aunque no era tan bueno en ello, se había inscrito en una materia de expresión corporal por medio de la danza. Solo para probar y le encantaba, pero una de sus más grandes aspiraciones era ser un gran pintor.

Un gran artista.

Ya todos estaban en el vestíbulo del Hotel. Seok Jin buscaba algunas opciones en su teléfono, de restaurantes cercanos para llevar a los chicos. Encontró uno que estaba a unas cuadras y le indicó al grupo que le siguieran.

ㅡHyeong, ¿sabes a donde nos dirigimos? No quiero que después nos encontremos a algún maleante que nos quite lo que tenemos encima ㅡ dramatizo un ocurrente Tae Hyung, haciendo cara de disgusto. Seok Jin rodó los ojos. El muchacho decía las cosas con buena intención, pero en muchas veces solo quería estrangularlo.

ㅡHo Seok, hazme el favor de callarloㅡ respondió el mayor, caminando hasta que dió con el restaurante después de algunos minutos que les parecieron interminables.

El lugar se veía acogedor y hogareño. El mayor empujó la puerta, que tintineó por una campaña sobre ella, y le indicó a los demás que pasarán.

El aroma era increíble.

Salsa de tomate, albahaca, ajo y otras especias adornaban todo el restaurante. Un joven mesero se les acercó.

ㅡBuenas noches, mi nombre es Donatto. ¿En que les puedo servir?ㅡ pregunto el chico en italiano. Seok Jin entonces sin comprender al susodicho, abrió su boca para hablar en inglés, cosa que el mesero respondió sin ningún problema.

Pidieron ravioles rellenos con salsa boloñesa y empezaron a comentar sobre las cosas que querían hacer al día siguiente.

La mayoría de ellos estaban igual de interesados que JiMin en los monumentos históricos, porque no puedes ir a un país sin visitarlos, ¿no? Hablaron de visitar la Ciudad del Vaticano, El coliseo y otros lugares importantes. JiMin los escuchaba atento, tomando de la bebida que le habían llevado y escuchaba lo igual de entusiasmados que estaban sus amigos.

Cuando la comida llegó, el murmullo terminó y empezaron a engullir gustosos los alimentos. El peligris se deleitaba en el sabor, en lo perfecta de la masa echa a mano y cómo el queso se derretía en su boca. Con la boca llena de pasta pensó en todo lo mencionado. No podía imaginar todo lo que le brindaría ese estupendo país.

¿Que más le tenía preparado Italia?


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