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» Querida Amaya🔞

ADVERTENCIA: Lo siguiente contiene escenas de violencia física, alusión a violencia psicológica, desnudos y mención de abuso sexual, entre otras cosas. Se recomienda discreción.

OJO: Nada de lo que leas aquí, quiere decir que está bien o es correcto.

Si eres sensible a este tipo de contenido, o te incomoda, POR FAVOR NO LEAS.🔞

Espera a que la siguiente parte (En este caso el Epílogo) sea publicado para que puedas continuar con la historia. No influye en nada lo que está aquí, así que estás en todo tu derecho si decides saltártelo.

Si decides quedarte y leer esto, es bajo tu responsabilidad pues, aunque quizá esto no sea lo más oscuro del mundo (Y puede que algunx esté acostumbrado a cosas más fuertes), lo es del mío y puede que no sea de tu agrado.

Habiendo aclarado esto, continua con tu lectura o sáltala si así lo deseas.<3

🥊🥊🥊

Amaya:

He intentado esto más veces de las que puedo contar, así que me sigue sorprendiendo el que aún no pueda hacerlo.

Creo que tengo miedo.

Sí, tengo miedo de lo que puedas pensar de mí después de que te cuente mi verdad y todo lo que hice para llegados a este punto.

No me enorgullezco de nada, en absoluto, pero hice lo que debía para tratar de mantenerte a salvo. No lo logré y ahora tú has perdido el 60% de tu visibilidad en el ojo izquierdo.

Fue mi culpa.

Todo lo que les pasó a ti y a tu mamá lo fue.

Su nombre es Azumi Nakamura y es la mujer más hermosa que había conocido jamás, claro, después de ti, hija.

¿Quieres saber cómo la conocí? Fue cuando éramos niños. Al igual que tú con Jun, con la única diferencia de que nosotros sí nos llevábamos bien desde un principio y, cuando crecimos un poco, fue inevitable que yo la quisiera solo como una amiga.

Amaba a tu mamá, Amaya. Aún la amo.

De hecho, ella vendrá en la noche a la nueva casa (Que tú no has venido a conocer, por cierto) porque tenemos más cosas de las que hablar.

Le he contado todo lo que te diré a ti y ¿Sabes? No me reprochó... tanto. Me entiende, supongo. Creo que esa es una de las muchas razones por las que me enamoré de ella.

Yo no puedo contarte las cosas a como las vivió tu mamá, y, lastimosamente, solo puedo decirte que fui obligado a casarme cuando tenía veinte años, justo como intentamos hacerle a Kanako y a Kenzaki. Yo no quería y fue por eso que iba a huir con tu mamá. Recuerdo que le di dinero para que comprara unos boletos de avión ¿Sabes cuál era nuestro destino? Las Vegas.

Nuestro plan era huir y casarnos allí, pero no conté con la amenaza de muerte que me iban a hacer a través de ella. Iban a matarla si no me casaba con Akira, Amaya. A ella y a tu difunta abuela.

Cuando Azumi llegó emocionada con los boletos que nos guiarían a nuestra nueva vida, yo ya me había casado.

Esa misma noche, tu abuela fue despedida y, por consiguiente, tu mamá se fue con ella a un lugar temporal que pude conseguirles. Mis padres también se mudaron a una nueva residencia y, a la semana de la boda, Abu llegó a trabajar a la mansión.

Una de las hijas de puta más grandes que he podido conocer.

Al mes, mis padres y el padre de Akira fallecieron eventualmente, ¿Sabes qué es eso? Murieron con unos días de diferencia y no. No fue casualidad.

Se me hizo extraño todo, desde mi casamiento con esa hija de puta hasta la muerte de mis progenitores. Así que no dudé en mandar a investigarla mientras volvía a ver a tu madre.

No quiero escribir más palabras altisonantes, porque creo que sabes a qué me refiero con volvía. Fue, en uno de esos tantos encuentros, que tu mamá quedó embarazada.

De ti.

Pero, volviendo al tema de la investigación, fue gracias a eso que descubrí que el padre de Akira le debía dinero al mío. No te imaginas cuánto, Amaya. Y, para pagar su deuda, le ofreció a su hija.

Mi padre, como el hijo de puta que fue, aceptó y es por ello que me casé con ella aun sin que tuviera un solo yen.

¿Sabes que más descubrí? Que Akira tenía un novio antes de casarse conmigo y al que dejó por lo mismo. Se llamaba Kojiro y es de mis primeros pecados. También supe que ella y Abu mataron a mis padres, y que la hija de puta mayor era alérgica al ron y al maple.

Benditos ron y maple.

Durante el tiempo en el que yo me veía a escondidas con tu madre, la suya falleció. Alguien la arrolló con un automóvil y, después, intentó hacerle lo mismo a Azumi cuando tenía seis meses de gestación, llegados hasta aquí, incluso tú sabes quién lo hizo.

Así que me tocó actuar y el inocente Kojiro (Que de ello no tenía nada) pagó las consecuencias.

Sé lo que debes de estar pensando, pero, por favor, sigue leyendo y entérate porque no me arrepiento de ello.

Era un proxeneta disfrazado de jardinero, Amaya. Manipulaba a niñas más pequeñas que tú y las metía en ese negocio. ¿Sabes que es lo peor? Que ninguna de ellas vivía para contarlo. Todas amanecían enterradas en fosas o por pedazos en una bolsa de basura.

¿Habías escuchado esa ridícula frase de que para cada loco existía su loca? Nunca pudo sonar mejor para describir a esta pareja de psicópatas.

Y, si te lo preguntas, sí, Akira sabía a lo que Kojiro se dedicaba. E incluso le había ayudado a conseguir unas niñas para su asqueroso negocio.

Mi mayor temor era que te enviara con él, Amaya. Menos mal pude arreglar eso a tiempo.

Te aseguro que no iba a poder soportarlo.

No me arrepiento de la muerte que le di y que no te escribiré pues esto ya es lo suficientemente fuerte de por sí. Solo diré que las ratas se dieron un festín con él... mientras estaba en vida.

¿Qué crees que ocurrió después de que le envié a la hija de puta lo que quedó de él?

Me amenazó con intentar, nuevamente, dañar a tu mamá y eso era algo que no iba a permitir. Azumi ya había sufrido lo suficiente por mi culpa y, si estaba en mis manos, evitaría que lo siguiera haciendo. Pero tu mamá le tenía miedo, Amaya. A tal punto, que quiso marcharse a escondidas de Tokio contigo.

Quise irme con ella en todo momento, que fuéramos solo nosotros tres, pero, quien sea que haya escrito mi destino, no lo quiso así y solo pude retrasar su huida por poco tiempo, mintiéndole al decirle que nos podríamos ir juntos cuando todo terminara.

Cuando tú nacieras.

Mientras tanto, para que Akira no pudiera hacerle nada, yo tenía muy claro lo que debía de hacer.

¿Recuerdas que siempre tenía una botella de ron de maple? Bueno, déjame informarte que no era solo una. Tenía un arsenal de ellas en cada recóndito rincón de esa casa.

No había algo a lo que la hija de puta le temiera más que al ron... y al maple. Solo imagínate cuanto daño le haría una mezcla de ellos.

Y yo lo sabía.

Después de que ella me amenazara, yo tenía que hacerle lo mismo.

Tenía que demostrarle que las riendas del juego las tenía yo.

Recuerdo que era más de media noche cuando entré a su habitación. La hija de puta se miraba en el espejo mientras se probaba una de las tantas joyas que se había comprado con mi dinero y, cuando sus ojos encontraron los míos en el reflejo, sonrió tan ampliamente que, para quien no la conociera, le hubiese causado un escalofrío.

Ese no fue mi caso, Amaya. Yo la conocía mejor que nadie y sabía de lo que era capaz.

Pero también me conocía a mí, cosa que tú no haces ni de cerca, así que, si cuando comiences a leer las primeras líneas notas que es más de lo que puedes soportar. No leas. Sáltate los párrafos y lee otra parte menos fuerte de mi historia.

Jamás le había contado esto a nadie, pero ya hemos llegado hasta aquí y supongo que ya no hay vuelta atrás.

Solo espero que no cambies esa imagen que tenías de mí.

Ella se levantó de la silla en la que estaba sentada sin dejar de mirarme a través del reflejo, mientras yo escondía la botella de ron de maple y el embudo detrás de mi espalda. Recuerdo que murmuró algo sobre el que ya había vuelto a casa.

Con ella.

Se giró en su eje para mirarme y, seguido a eso, dejó caer la bata de seda al suelo. Estaba desnuda cuando caminó para llegar a donde me encontraba. Recuerdo cada detalle de su cuerpo y como se movía durante todo el camino a la puerta, así como también la sensación de ahorcarla con mis propias manos y sentir como su cuerpo desnudo temblaba mientras intentaba buscar un poco de aire para seguir respirando.

Sin embargo, esas sensaciones no fueron nada comparadas a lo que hice después de que la solté y ella tosía desde el suelo.

La jalé del cabello antes de meterle el embudo a la boca y vaciar el contenido de la botella en él, ahogándola en el proceso.

La estaba matando, Amaya. Y, ¿Sabes que es lo peor de todo?

Que no sentí remordimiento alguno en ningún momento.

Al principio se resistió, pero al final de cuentas no le quedó más opción que ingerir el ron de maple aun en contra de su voluntad.

No la maté en ese momento por alguna razón que no comprendo hasta ahora, pero me hubiese gustado hacerlo.

Hubiese deseado hacerlo.

Recuerdo su rostro hinchado, el color rojo que tomó su piel blanquecina y la marca de mis dedos en su cuello. Sintió tan de cerca a la muerte como lo hizo tu madre cuando la hija de puta quiso arrollarlas. Después de dejarla con su reacción alérgica y más muerta que viva, salí de la habitación en dirección a la de Abu para decirle que la señora no podía respirar, que su garganta se estaba cerrando.

La vieja no tardó en correr a su ayuda y llevarla al hospital inmediatamente, gracias a eso, es que aún está de pie jodiéndole la vida a todos.

Había demostrado que yo tenía las riendas y, por ello, no se metió con tu mamá hasta días después de que tú naciste porque, aunque no pudo demostrarse, yo sé que ella tuvo que ver en que a tu madre la tomaran como desaparecida y después la dieran como muerta.

¿Sabes por qué?

Porque ella regresó esa noche con una bebé en brazos.

Eras tú.

No supe cómo es que lo había hecho hasta que hablé con tu madre hace unos días después de dieciocho años. Al parecer, las dos hijas de puta la golpearon, a tal punto, que estuvo inconsciente por veinte días y, de no haber sido porque su amiga Ari iba a visitarla justo ese día y es enfermera, Azumi no habría podido regresar.

Cuando te vi por primera vez, no pude evitar sentirme tan feliz. Y también supe que debía de hacer.

Has escuchado ese refrán que dice: Mantén cerca a tus amigos, pero aún más a tus enemigos.

Fue por eso que te mantuve conmigo, y no me deshice de Akira en ese momento.

Podía controlarla y cuidarte al mismo tiempo, o eso fue lo que creí. Lastimosamente, nunca se deben de hacer planes antes de tiempo.

Cuando tenías dos años caíste por las escaleras y te abriste la cabeza, Amaya. Ni siquiera pienses que fue un accidente, porque incluso tú, muy en el fondo, sabes que no fue así.

Abu te empujó siguiendo órdenes de la hija de puta, sin embargo, ella esperó a que ya estuvieses llegando a los últimos escalones para que el daño no fuera demasiado. ¿Sabes porque lo hizo así? Porque sabía que, si algo te pasaba, yo iba a cobrármelas e iba a ser su familia quien pagara las consecuencias.

Era muy capaz de mandarle los pedacitos de su madre en una bolsa, como le hice a Akira al mandarle al psicópata de Kojiro.

No obstante, no lo dejé pasar y, cuando ella lavaba su ropa en el río que está detrás de la casa, me acerqué por atrás y le hundí la cabeza en el agua mientras veía como sus manos se movían en el aire en busca de algo con lo que ayudarse.

Me servía más viva que muerta, porque podía recordarle, cada día de su mísera existencia, que ella fue la culpable de lo que le pasó a Azumi. Y no sabes lo reconfortante que era verla cuidándose de mí, o lo mucho que sufría al no poder dormir por las noches debido a las innumerables pesadillas.

Ese día también hice pagar a Akira de la manera más despreciable y que incluso, hasta el día de hoy, me sigue causando repudio de mí, sobre todo, cuando hay una chica de dieciséis años que me lo recuerda con solo verla.

Abusé de ella. De Akira.

Y de ello nació Kanako.

Entré a la habitación y primero comencé a ahorcarla. ¿Sabes que es lo más extraño, Amaya? Que ella disfrutaba eso. Sentir como el aire no llegaba a sus pulmones mientras sus ojos no dejaban los míos por nada del mundo.

No quiero ser muy explícito al relatarte esta asquerosidad. Solo quiero decirte que, aunque ella parecía disfrutarlo, eso no quitaba el hecho de que yo había abusado de ella y de que le había hecho cosas que prefiero no mencionar.

Ella acabó primero y después lo hice yo. Su cuerpo tenía moretones que, si bien no eran extremadamente graves, dejaban a relucir uno de mis más asquerosos delitos. Al mes, su prueba de embarazo dio positivo y, cuando cumplió los nueve, dio a luz.

Realmente, de mi parte, si fuera ella yo no hubiese podido tener a un bebé que fue producto de una violación, pero ella sí. Lo hizo.

Solo para poder manipular a Kanako años más tarde.

Yo no la quería, Amaya. La detestaba tanto que me era imposible mirarla al principio, sin embargo, tú parecías encantada con ella. Con la idea de tener una hermana.

Y no pude arrebatarte eso.

Así que aguanté lo más que pude su presencia, mientras Akira la cuidaba de mí y yo te cuidaba de ella. El primero que se descuidara, iba a ocasionar que su hija cayera.

Y la primera en hacerlo fuiste tú.

Y todo fue por mi culpa.

Por no cuidarte lo suficiente.

Tenías once años y ya decías que ese imbécil (No me refiero a Jun, aunque también lo es) era tu novio. Ese imbécil que te golpeó cuando eras niña y te mandó a terapia intensiva por un par de semanas.

Ese mismo imbécil que fue contratado por Akira para acercarse a ti y hacerte caer.

Nunca imaginé que ella usaría una técnica como esa, digo, después de todo, cada ataque había sido directo y sin necesidad de intermediarios, que no se me ocurrió que no era casualidad que un chico, dos años más grande que tú, se te acercara.

Y no me lo tomes a mal, que eres preciosa y entiendo porque siempre ha habido muchos imbéciles (Como Jun) que se han acercado a ti. Pero, ese en especial, no me inspiraba confianza y, aun así, lo dejé pasar y te entregué en bandeja de plata al enemigo.

No se quedó así, Amaya. Te lo aseguro.

Nunca me había metido con un niño (Que realmente no tenía trece como nos hizo pensar, sino diecinueve en ese entonces) y creí que no lo iba a hacer jamás, pero era necesario.

Primero lo cacé por varios rincones hasta que di con su paradero y, cuando lo tuve frente a mí, le pregunté quién era, porque lo había hecho y si alguien lo había mandado.

No respondió a ninguna de mis preguntas, así que tuve que abrirme camino a las respuestas por mi cuenta.

Lo torturé hasta que dijo lo que quería escuchar y lo maté después.

Le destrocé los tobillos para que nunca más pudiera mantenerse de pie, las muñecas para que no pudiera dar de puños jamás y le di una paliza que, si siguiera vivo, recordaría cada detalle y desearía haber muerto en uno de esos golpes.

Afortunadamente lo hizo. Lentamente tal vez, pero lo hizo.

Solo me tocaba hacerle lo mismo a Akira cuando volviera de su viaje de pánico con Kanako. Era por eso que se marchó del país, porque sabía que era lo que iba a hacer y cómo iba a reaccionar ante ello.

Era una lástima que los viajes no fueran eternos y tuviera que pisar nuestras tierras nuevamente cuando le cancelé todas y cada una de sus tarjetas.

Si algo aprendí muy bien con el paso de los años fue que el daño psicológico es más letal que el físico.

Aprendes a acostumbrarte al dolor que un golpe te ocasiona, sin embargo, cuando te rompen desde dentro, desde lo más profundo de tu ser, no puedes recuperarte jamás.

Y, con esto aprendido, fue con lo que jodí a la hija de puta mayor y no volvió a meterse contigo durante mucho tiempo.

La privé de sus sentidos, Amaya.

Estaba desnuda, con las manos atadas detrás de la silla de madera y los pies a cada una de las patas de esta, sus ojos vendados con una tela tan gruesa, que era imposible siquiera forzarse para tratar de observar algo. Sellé sus labios con cinta industrial para que lo único que pudiera hacer fuera escuchar salir de mi boca todo lo que le iba a hacer a Kanako si ella volvía a tocarte.

Gritaba, aunque no pudiese entendérsele, se movía, aunque no podía zafarse e intentaba mirar a través de la venda, aunque la habitación estuviera simplemente iluminada por un foco que daba directo a su cara.

Lo peor fue que tuvo que soportar el olor nauseabundo que el cadáver del chico al que mandó a golpearte desprendía, así como cuando yo paseaba una parte de él por su piel y la manchaba de su sangre.

Estuve rompiéndola durante una semana, destrozando hasta la más minúscula parte de ella mientras tú estabas en una cama del hospital.

Y lo logré.

Nunca iba a hacerle nada a Kanako, pero eso ella no lo sabía, así que fue el as perfecto para lograr lo que quería.

Que me temiera.

Que supiera que el que mandaba era yo.

Que siempre había sido así.

¿Sabes que descubrí? Que ella no quería a Kanako porque fuera su madre, sino porque sabía que era su garantía para que no la matara.

Porque sabía, perfectamente, que no sería capaz de arrebatarle a una niña a su madre.

Así como ella lo hizo contigo.

Cuando la dejé salir de esa habitación, no fue la misma.

Ni ella ni Abu lo fueron.

Descubrieron de lo que podía ser capaz si tocaban a lo que más amo en el mundo, descubrieron que podía romperlas a mi antojo y no permitir que se reconstruyeran jamás.

Descubrieron que yo era quien controlaba el juego y, cada que te trataban mal (Que claro que sabía que lo hacían), pagaban las consecuencias.

Y de ello ni siquiera Kanako podía salvar a Akira.

Quiero hablarte un poco de ella y de todo lo que sentía ante la situación en la que yo mismo la metí. Como ya te había dicho antes, la detestaba, a tal punto, que me dio lo mismo si ella era la que se casaba con alguien al que no quería.

Me daba igual porque no me importaba.

Al menos no lo hacía hasta hace poco.

Y, si te preguntas porque le hablaba con cariño frente a todos, era porque necesitaba aparentar que, detrás de la intachable familia Sanjo, no existía toda esta jodida y retorcida situación.

¿Te imaginas que llegaría a pasar si algo de esto se supiera? A mí me llevan preso al igual que Akira. Quizá serían piadosos y me darían la pena de muerte de una vez, pero ¿Y si no? ¿Sabes todo lo que me harían de no ser así?

Pero bueno, dejando este tema de lado, sigamos con Kanako.

¿Sabes cuánto tiempo tardé en poder mirarla como otra cosa que no fuera un producto de una violación? Dieciséis años, Amaya. Y todo fue gracias a que me di cuenta de lo mucho que te quería ella, así también como todo el esfuerzo que hizo cuando saliste hace unos meses del hospital. Y como, a pesar de todo lo que habían pasado, existía un vínculo fuerte que las unía.

Allí comencé a verla como lo que era, como mi hija. Porque Kanako lo es, aun cuando no pidió concebirse de aquella manera. Y, así como te protejo a ti, comenzaría a protegerla a ella.

Cuando dejaste la casa, yo no creí que fuera porque la hija de puta te sacó. Es más, al llegar, yo pregunté dónde estabas y me respondieron que habías ido a pasar la noche con tu amiga Yahisa, por eso fue que, cuando no volviste al día siguiente, comencé a preocuparme.

Fui al Centro Olímpico, pero ya te habías ido. Fui a la mansión de los Inoue, pero me dijeron que solo pasaste la noche con ellos y que no sabían si volverías.

Así que, al llegar a nuestra casa, supe donde buscarte. Con el imbécil mayor, alías Kenzaki.

Akira se invitó sola a mi rescate y se armó todo el espectáculo frente a tu novio solamente para que yo no supiera lo que había hecho. Si te soy sincero, si algo debo de aplaudirle a Jun es el que supiera jugar sus cartas para ganar: Me hizo enterarme de lo que había sucedido, así como también asustar a la hija de puta con pisar la cárcel por abandono.

Y, estando allí, iban a descubrir todo lo que había hecho y no volvería a salir.

Así que el que él la amenazara, me vino de maravilla igual a mí.

Después de percatarme de que ibas a estar bien, pude ir a cobrármelas. Y, esta vez, mi arma fue la miel de maple.

Dejé caer una cubeta sobre ella, cubriendo por completo su cuerpo, tanto, que había momentos en los que no podía respirar. Menos mal resistió y no ingirió una gota, porque si no la historia de la última vez se repetiría y, quizá, ni Abu hubiese podido correr a su rescate.

Porque ya no trabajaba para ella, ahora lo hacía para mí.

Es por ello, que Kanako se fue a vivir con ella cuando decidió salirse de casa. Porque yo sabía que no iba a ser capaz de hacer(les) algo si quería que nada le pasara a su familia.

¿Qué más te digo, hija? Te he revelado cada parte de mí y, aunque sé que es posible que estés detestándome ahora mismo, decidí correr el riesgo porque quería que supieras quien había sido tu padre, que no había sido ni de cerca perfecto, pero que intentó protegerte lo más que pudo y a su manera.

No me queda nada más que decir que nos vemos más tarde, cariño. Disfruta de tu fiesta sorpresa, que yo llegaré después y espero que nadie haya ingerido alcohol ¿eh? Ya ha llegado mi comida y ya sabes que no me gusta que se enfríe.

Ah, y ¿Amaya?

Te quiero. Siempre te he querido y eres lo mejor que me pasó. Perdóname por no protegerte como debía, pero te aseguro que di lo mejor de mí.

Espero que haya sido suficiente.

Espero que no me odies después de esto.

Takehito Sanjo.


***

¡Hola! ¿Cómo están? Pregunta: Del 1 al 10 ¿Cuánto esperaron (im)pacientemente la carta?

Al fin sabemos que fue lo que ocurrió y lo que hizo Takehito, supimos, igual, lo que él y Akira pasaban tras bambalinas mientras Maya, Jun y los demás chicos luchaban con sus propios problemas.

Ahora entendemos muchas cosas, desde el comportamiento de Akira para con Maya hasta el que Takehito no supiera que a ella la habían sacado de casa o que ahora Abu las cuidara.

Al igual que el accidente de nuestra niña, que de ello no tuvo nada.

Quiero que se desahoguen aquí, así que preguntaré ¿Qué piensan de  él?

¿De todo lo que hizo?

¿Cuál creen que fue su peor crimen?

¿Qué piensan de Akira? ¿Qué creen que suceda con ella?

¿De lo sucedido con Kana?

Aclaro que él siempre estuvo asqueado con lo que hizo, no hubo un día en el que no se sintiera culpable de ello. Pero el daño ya estaba hecho y, aunque estuviera arrepentido, es algo que jamás va a remediar.

Dato: Ese día que él narra fue la primera vez que estuvo con Akira. Nunca, en sus dos años de matrimonio, había mantenido relaciones con ella hasta ese momento.

¿Cómo creen que lo tomará Maya?

Lo más importante: ¿Qué hará ahora que lo sabe?

Chiquis, ¿Estamos de acuerdo que Takehito dejó un manual criminal en las manos de Maya y que solo ella sabrá si utilizarlo para seguir sus pasos o corregirlos?

Yo había mencionado que TODOS tienen un lado oscuro ¿Maya será la excepción? ¿Y Kana?

¿También estamos de acuerdo en que, si Maya no se hubiese enamorado de Jun y no hubieran hecho de todo para estar juntos, él se iba a casar con Kanako y, probablemente, repetirían esta historia?

Démonos cuenta, igual, de que todo fue causado por la guerra interna de Takehito y Akira. Que, de no haber sido por ellos, nada de lo que pasó Maya, Kanako e incluso Azumi, hubiese sucedido.

Todo fue culpa de su lucha por tener el control aunque, al final de todo, sabemos quien terminó cayendo...

¿O no? Aun tenemos que descubrirlo;)

¡Nos vemos en el epílogo! ¡Los amo!

No se olviden de seguirme en mis redes para más contenido. Se los agradecería infinitamente.

¡Hasta el siguiente gong!

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