Takehito revolvía el contenido ambarino en su vaso al igual que el señor frente a él, pensando seriamente en lo que acababa de proponerle instantes atrás.

No estaba muy convencido.

—¿Y bien? —Habló el señor Kenzaki—. ¿Qué dices?

Desvió sus ojos oscuros a los grises, inspeccionándolo, y tomó lentamente de su vaso de whisky antes de darle una respuesta.

—Si decido aceptar—Comenzó a decir Takehito—. ¿Quién de las dos sería la que se tenga que casar con tu hijo?

Jigme ni siquiera tuvo que pensarlo demasiado para responder.

—Amaya—Musitó—. Tu hija mayor.

Y, al igual que él, Takehito también sabía su respuesta.

—No—Tajó—. Amaya está fuera de su alcance—Zanjó con determinación, asentando su vaso vacío sobre la mesa y mirando los ojos grises fijamente—, pero...

Jigme elevó una de sus comisuras, sonriendo con suficiencia a la espera de lo que diría su socio.

—¿Pero?

—Pero Kanako sí—Reveló—. Si quieres que Jun se case a futuro con una Sanjo, esa sería Kanako.

—Kanako Kenzaki, me gusta cómo suena—Probó Jigme antes de sonreír—. Tenemos un trato.

Takehito observó la mano que Jigme le había extendido, soltó un suspiro pesado y la estrechó.

—Tenemos un trato—Repitió con firmeza.

Jigme se levantó de su asiento, sacudiendo el polvo invisible de sus pantalones de vestir y acomodando su saco, para después caminar en dirección a la puerta. Sin embargo, antes de que cruzara el umbral, se detuvo en seco y, sin voltear a verlo, dijo:

—La fiesta de compromiso será en un mes—Anunció—. Espero que no haya ningún contratiempo.

—Espero lo mismo.

Cuando el señor Kenzaki cerró la puerta detrás de él, Takehito rodó los ojos y se sirvió otro trago de whisky, sus ojos oscuros observando la botella de ron de maple en una de sus vitrinas frente a él.

Sonrió ampliamente.

—Papá—Escuchó la voz de su hija mayor mientras se adentraba a su oficina— ¿Qué hacía el señor Kenzaki aquí?

—Vino por negocios, cariño—Aseguró—. Solo por negocios.

La vio asentir con una pequeña sonrisa, aunque no lucía muy convencida.

—Claro.

Después de que intercambiaran unas cuantas frases más, ella se despidió antes de retirarse de su despacho, dejándolo completamente solo y con un problema.

Tenía que informarle a su familia que Kanako se había comprometido con Jun Kenzaki.

Y, si hubo alguien que no lo tomó bien, esa fue Amaya.

Sin embargo, lo que no sabía, era que había iniciado una guerra.

¿O sí?

***

¿Qué tal ese nuevo prólogo? *Guiño, guiño*

Les aseguro que me sigo emocionando con la historia como si fuera la primera vez.<3

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¡Hasta el siguiente gong!