Extra #5
Extra #5 | Ganar por Completo o Perderlo Todo
15 años después. Septiembre 4
—¿Te ayudo, Maya? —Había preguntado Yahisa, su mejor amiga—. He acabado ya con el Ramen.
Yahisa ya no tenía el cabello rosa como hace unos ayeres, sino que ahora era de su color chocolate original y le llegaba poco más de los hombros. Sin embargo, sus ojos Jamaica seguían brillando como de costumbre.
—Por favor—Maya asintió, señalando con la mirada donde se encontraban los guantes de nylon para que Yahisa los usara—. No debí de haberme postulado para preparar el Sashimi, es tan complicado—Se quejó—. No entiendo porque a Jun y a los niños les gusta tanto.
Isa soltó una pequeña risita.
—Mira que Kath también la tiene difícil ¿eh? —Comentó una vez se puso los guantes y tomó un cuchillo—. Que eso de conseguir carne de Kobe tampoco es tan fácil.
—Cierto—Concordó Maya y sonrió nostálgicamente—. No puedo creer que ya hayan pasado quince años de reuniones familiares—Sinceró—. Todavía recuerdo cuando todos nos conocimos en el Champion Carnival hace... ¡Dios! —Exclamó con sorpresa—. ¡Fue hace casi veinte años!
—Hace casi veinte años—Repitió Kanako cuando entró a donde ellas se encontraban con varias bolsas vacías de golosinas que depositó en la basura—. Y mírennos ahora, casadas y la mayoría con hijos.
Kanako tenía el cabello castaño suelto y largo hasta un poco más allá de los hombros, sus ojos castaños resplandecían y la sonrisa nunca había desaparecido de su rostro.
Tanto Yahisa como Maya asintieron.
—Por cierto, Kanako—Dijo Isa— ¿No has visto a mi esposo?
La aludida soltó una risita y señaló el ventanal.
—Está ayudando a Jun y Ryuu a inflar el trampolín—Respondió—. Pero los tres son un desastre.
Y, efectivamente, aquellos tres imponentes hombres se veían realmente graciosos mientras intentaban inflar aquel trampolín de colores brillantes y medidas desproporcionales.
—Quien lo diría—Bromeó Maya—. De pelearse por el campeonato pasaron a convivir juntos e inflar juegos para los niños durante quince años—Maya comenzó a reír terminando, por fin, el platillo que le había tocado con ayuda de Yahisa—. Kana, ¿los Ayaris están cuidando a Adler y a Kanae?
Kanako asintió, apuntando nuevamente hacia el ventanal.
—Ayari más que nada está cuidando que ninguno de esos tres acabe con la mesa de dulces antes de tiempo.
Yahisa negó al ver como Adler casi logra tomar un dulce junto a Kanae antes de que se echaran a correr.
—Y allí van los dangos—Murmuró Maya—. Solo espero que la maña de culpar a mi pobre esposo se le haya ido.
Y sí, fue Asa quien había logrado robar un dango preparado por Kanako ante el descuido de su melliza, mientras levantaba al pequeño Adler en sus hombros y tomaba a Kanae de la mano para luego echarse a correr.
Lo más gracioso era que aun la familia no estaba completa.
Vaya que esta iba a ser una reunión... interesante.
-
Rin y Sayuri habían depositado sus respectivos platillos en la cocina, mientras que tanto Kawai como Shinatora habían llevado a sus pequeñas al jardín para que se encontraran con Adler y Kanae.
—¡Hana! —Gritó Kanae apenas vio a la niña.
Kanae tenía el cabello castaño como Kanako y los ojos chocolate que Ryuu poseía, su vestido lila adornaba su cuerpo y, justo como su madre, la sonrisa no abandonaba sus labios. Tenía once años.
—¡Kanae! —Le gritaron de vuelta antes de que corriera a su encuentro.
Contraria a Kanae, Hana tenía nueve años, la piel trigueña y el cabello negro como Shinatora, sin embargo, sus ojos eran verde esmeralda, como los de Sayuri, y resaltaban completamente con su conjunto amarillo.
Eran buenas amigas, quizá porque, después de Asa y Ayari, eran las mayores entre los niños. Es por ello que, después de aquel efusivo saludo ante la mirada de los antiguos púgiles, fueron a la fuente central a conversar.
Por otro lado, el pequeño y alegre Adler le dio un fuerte abrazo de oso a la pequeña Nara, ocasionando que sus carrillos se tornaran completamente colorados, así que ella decidió revolverle el cabello rubio y comenzaron a parlotear de cosas que los adultos no entendían.
Seis años tienen.
—La verdad es que no considero que sea necesario tener un rubio en mi familia—Comentó Kawai viendo como Nara le presumía su vestido verde al pequeño Skorpion quien la miraba con una sonrisa—. Estoy seguro de que mi solcito está de acuerdo conmigo.
—Yo creo que sí es necesario tener una pelinegra, específicamente de ojos dorados, en la mía—Le incordió Führer.
Jun soltó una carcajada.
—Pero tu de que te ríes, chaval—Regañó Shinatora—. Si el que más huele a suegro aquí eres tú.
Entonces las risas comenzaron, derivadas a raíz de la carcajada que lanzó Ryuuji.
—Ayari no tiene novio—Murmuró Jun, muy convencido—. Ya nos lo hubiera presentado.
—Dices tú—Comentó Asa, quien pasó comiendo un dango que se había robado de la mesa de dulces—. Yo la he visto conversar mucho con un chico del grupo contiguo.
Las carcajadas no se hicieron de esperar y al pobre Jun estaba que le daba un tic en el ojo gracias a lo su hijo había dicho.
Mientras tanto, al otro extremo del jardín.
—No se porque siento que Asa está incordiando a papá—Murmuró Ayari, enarcando una ceja—. Y lo siento tía Kanako, no pude salvar tus dangos.
—No te preocupes, Aya. Sabía que Asa se los podía acabar así que hice una porción extra.
—¡Kanako al rescate! —Bromeó Rin.
—Bien dicen que mujer prevenida vale por dos—apoyó Hikaru con una sonrisa, dándole una pequeña palmadita en la espalda a la Sanjo menor— pero es que con esos niños nunca se sabe.
Hikaru tenía su cabello oscuro sujeto en una coleta alta, su fleco desigual cubría parte de su frente y su creciente vientre sobresalía con el vestido ajustado que portaba.
En unos meses llegaría un pequeñín más a la familia.
—¡Ni que lo digas! —exclamó Kath cuando llegó a donde sus amigas se encontraban, mientras desviaba la mirada a donde Shadow se hallaba con su pequeño hijo, Light, sobre sus hombros—, aún recuerdo como Asa nos arruinó la sorpresa de navidad de los niños hace ya dos años, cuando les mostró antes de tiempo los regalos que habíamos dejado escondidos aquí en casa de Maya.
—Y terminó culpando a papá de ello—murmuró Ayari, su cabeza se sacudía en negativa mientras miraba con los ojos entrecerrados a su mellizo.
—Ya ni siquiera nos sorprende.
Ante el comentario de Sayuri, nadie pudo evitar que las carcajadas dejaran sus labios, disfrutando, como siempre, este momento en familia que todos compartían y de la sensación tan cálida del vínculo que los unía.
Cuando la mesa estuvo servida y todos en sus respectivos asientos, la ausencia de Ayari fue aun más notoria, pues después de esa pequeña charla compartida con sus tías, la casi pelinegra se había esfumado como por arte de magia, ocasionando que tanto Adler, como Kanae, Hana y Nara se enfrascaran en una búsqueda exhaustiva por toda la mansión Kenzaki, de la que no habían obtenido los resultados que esperaban.
—Amor—Jun llamó la atención de Maya—, ¿Dónde está mi hija?
El asiento vacío frente a él lo comenzaba a preocupar, y no era porque Ayari no supiera defenderse, que claro que sabía debido a los entrenamientos que ambos mellizos tenían con su padre, quien no por nada había sido campeón mundial hace ya varios años.
Pero es que la idea de algo ocurriéndole a su hija lo ponía demasiado inquieto.
—Quisiera decirte que lo sé, Jun. Pero te mentiría—confesó Maya, con un tono preocupado latente en su voz—. Sabes bien que nunca se va sin avisar.
De un momento a otro, tanto Kenzaki como Asa se pusieron de pie, despertando las alertas de todos los presentes y, justo cuando se disponían a comenzar a elaborar un plan para encontrar a Ayari, pudieron divisar a la susodicha descender los contados escalones que daban de la mansión al jardín, muy fresca, como si no hubiera desaparecido hacía ya más de media hora.
—¿acaso vino con alguien? —con total asombro Yahiko exclamó, dirigiendo su mirada directamente hacia Kenzaki cuando Ayari volvió a subir los escalones, mientras sus cejas bailaban de manera sugerente—, ¿o porque parece estarle hablando a la puerta?
—Como que alguien de aquí sí olía a suegro.
—Y parece que hoy es día de conocer al yerno.
Con las burlas de Shinatora e Ishimatsu, el ceño de Jun se frunció. Incluso Maya y las demás chicas rieron al ver la expresión seria y fulminante en su rostro, pero si hubo alguien que no parecía estar compartiendo las risas, ese fue Asa, cosa que Führer no dejó pasar.
—No queda duda que son padre e hijo, míralos Yahi—se burló mientras sus ojos dorados buscaban los de su esposa—, y pesar que Asa hace un rato se estaba burlando del genio.
Maya negó con la cabeza, como si ni su esposo ni su hijo tuvieran remedio.
En eso, Ayari se estiró hacia dentro de la puerta, de manera que parecía jalar con fuerza a quien se encontrara en su interior hasta que logró que dejara su escondite y la siguiera hasta la mesa donde toda su familia estaba reunida.
Kanae, Hana, Adler y Nara no eran los únicos que miraban como su prima mayor tenía tomado de la mano a un chico que parecía ser solo un poco mayor que ella, sino que Asa y Jun también lo hacían, incluso su expresión de descontento había sido la misma, que Maya solo pudo entornar los ojos al mismo tiempo que en sus labios se curvaba una sonrisa.
Ayari parecía estarle murmurándole cosas inentendibles al chico que venía a su lado, quien solo asentía ligeramente con la cabeza a todo lo que ella le decía.
Lo cierto era que ese joven misterioso no era para nada mal parecido, sino todo lo contrario, el color oscuro en su cabello contrastaba con lo pálido de su piel, sus ojos parecían un par de obsidianas que no dejaban ni por un momento el rostro de Ayari, como si fuera lo único que conocía en el mundo, y definitivamente la camiseta de color blanco se cernía a sus brazos, dejando en claro su figura esbelta y atlética.
Cuando ambos llegaron a la mesa, el silencio reinó, mismo que primero fue rotó por Yahiko cuando le dio un mordisco a su zanahoria ante la mirada reprochadora de su hermana y después por Maya, quien se había puesto de pie y caminado la distancia que la separaba de los menores.
—Que bueno que llegaron—musitó, una sonrisa pícara bailó en sus labios, gesto que la caracterizaba desde hacía ya bastante tiempo—, comenzábamos a preocuparnos.
Ayari le sonrió a su madre en agradecimiento, podía observar el apoyo en sus ojos castaños aun cuando su papá se había posicionado a su lado con los brazos cruzados sobre su pecho, logrando que sus músculos se tensaran aun por debajo de la camisa de vestir grisácea que los cubría.
—¿y tú quién eres? —siseó el pelinegro, desviando sus ojos grises a la mano de Ayari— ¿y porque sostienes la mano de mi hija?
Casi por inercia, el chico iba a soltarse del agarre que compartía con la menor, cosa que Aya no permitió.
Todos los presentes estaban expectantes, sobre todo Asa, quien por la mirada que le brindó al acompañante de su hermana, denotaba que lo conocía.
—Discúlpeme, señor Kenzaki—el pelinegro habló rápidamente al mismo tiempo que hacía una reverencia perfecta de 90 grados—, no quería faltarle al respeto, mi nombre es Seo Yeong.
—Y es mi novio—completó Ayari—. Así que espero que no lo molesten—sentenció la casi pelinegra—, y sí, lo digo por ustedes, tíos.
—No prometemos nada.
Está de más decir que ese había sido Yahiko.
Mientras las carcajadas volvieron a inundar el lugar, relajando un poco el ambiente, Ryuu había ido en busca de una silla para que el nuevo invitado pudiera acompañarlos, mientras Kanako y Maya ayudaban a poner su lugar en la mesa y servirle su porción inicial de comida.
Una vez el nuevo lugar fue asignado, Asa, quien estaba contiguo a Yeong, rodeó los hombros del chico con uno de sus brazos, dándole una mirada de advertencia.
—He de admitir que me causa intriga como ustedes comenzaron a salir—inició diciendo Asa—, sobre todo cuando eres dos años mayor que mi hermana.
—Y que tú.
La mirada asombrada de Asa buscó a su madre, quien solo había atinado a soltar una risita. Y ni hablar de Ayari, quien incluso le había sacado la lengua a su hermano en señal de triunfo.
—Ni digas nada que te lo ganaste.
Yeong dio gracias por los alimentos que estaban compartiendo con él y la comida transcurrió como de costumbre, Ishimatsu y Yahiko se la pasaron haciéndole preguntas al chico—como el significado de su nombre y si en verdad era coreano—, ganándose el primero un buen jalón de orejas de parte de Hikaru.
Yahisa, Kath y Kanako de vez en cuando preguntaban cosas sobre como iniciaron su relación o cuanto tiempo llevaban saliendo, Sayuri y Rin le advirtieron que no iba a ser fácil ganarse a su suegro —mientras Jun escuchaba con el entrecejo fruncido, obviamente—, y los niños le preguntaban si de verdad era novio de su prima y que era lo que más le gustaba de ella.
Yeong respondió a todas las preguntas con amabilidad y sinceridad, incluso esta última, que con su respuesta logró que Ayari se sonrojara y su corazón se saltara un latido. Maya miraba la escena enternecida, aun cuando Asa y Jun no parecían querer dejar la expresión seria que habían adoptado.
Después de un tiempo, cuando todos ya habían terminado de comer, dejado que acabaran en segundos con la mesa de dulces e incluso de cantarles a los mellizos por su quinceavo cumpleaños, Jun soltó un suspiro y se acercó a Yeong con paso calmo.
—Señor Kenzaki—volvió a saludar al pelinegro—, gracias por permitirme estar en su casa y compartir el cumpleaños de Ayari con toda su familia. Espero pueda confiar en mí para cuidar de su hija.
—No confío en nadie más que mi esposa, muchacho—le espetó—. Pero te daré el beneficio de la duda, así que espero que sepas que estar con mi hija es como apostar en el ring.
Yeong lo miró con curiosidad.
—¿Cómo apostar en el ring? —repitió.
Jun asintió.
—Cuando apuestas en el ring solo tienes dos resultados: Ganar por completo o perderlo todo—musitó con tranquilidad, arrastrando la voz mientras sus ojos grises se desviaban a donde Ayari y Asa se encontraban abrazados para que Inoue les sacara una fotografía junto a su pastel—. Nunca lo olvides, porque si un día veo a mi hija llorar, créeme que haré que lo pierdas todo.
Yeong asintió con una pequeña sonrisa de boca cerrada.
—No tiene que preocuparse por ello, señor Kenzaki—aseguró, sus obsidianas también desviándose a donde Ayari se hallaba—, no pienso defraudar su confianza. Aya es importante para mí, y haré todo lo posible para cuidar que esa sonrisa nunca desaparezca de su rostro.
Jun no dijo palabra alguna y, con un asentimiento de cabeza, dio por zanjado el tema. Por lo que, cuando Yeong pidió permiso para retirarse y así poder tomarse una fotografía con la cumpleañera, Maya se acercó a donde su esposo, rodeando su torso con sus brazos mientras pegaba su cabeza a su pecho.
—Lo estás haciendo bien, Jun—susurró con una sonrisa, sus ojos castaños brillaron al encontrarse con los grises—. Estoy orgullosa de ti.
—¿sabías que traería a alguien?
Maya negó.
—De ser así te habría dicho—cuando las palabras dejaron los labios de la castaña, una de las manos de Kenzaki viajó hasta su cabeza, acariciando su corto cabello ondulado—. Sabes que los secretos están prohibidos entre nosotros.
Jun asintió.
—Lo sé—concordó—. Amaya.
—Dime.
Jun suspiró.
—Nunca voy a terminar de agradecerte la maravillosa familia que me has dado y lo increíble que ha sido compartir mi vida contigo estos casi veinte años—Jun pudo ver como los ojos de Maya se cristalizaron, por lo que decidió afianzar el abrazo que compartían—. Siempre diré que nuestra apuesta valió la pena y que ganamos por completo.
Amaya trató de pegarse lo más posible al cuerpo de su esposo, su cabeza llegaba a la altura de su pecho, así que podía escuchar perfectamente el ritmo que marcaba el corazón que hacía acelerar el suyo. Mientras Kenzaki podía apoyar la barbilla sobre el cabello de su esposa y envolver su pequeño cuerpo con sus brazos.
—Te amo, Jun.
La sonrisa que ambos compartieron fue tan amplia, que era digna de fotografiarse.
—Te amo, Amaya.
Y así seguiría siendo hasta el último de sus días. Aún cuando Asa y Ayari tuvieran que extender sus alas y volar lejos de ellos, porque siempre habían sido uno.
Y eso nunca iba a cambiar.
🥊
¡Holaa! ¿qué tal ese final?
Jun dándole el beneficio de la duda a Yeong 🫱🏽🫲🏽 Asa siendo el vigilante en secreto de la relación de su hermana
Como dato curioso, Ayari es la mayor tan solo por unos minutos, sin embargo, Jun y Asa la procuran como si en verdad fuera la menor.
Este extra lo tenía empezado desde hace ya tres años, y no fue hasta ayer que logré terminarlo, siento que con esto cierro una etapa con ATEER, viendo a Jun y Maya realizados como padres, siendo un apoyo siempre para sus pequeños, y estos extendiendo sus alas para comenzar a volar.
Un día dije que independizaría ATEER, y no he cambiado de parecer, un día seguiré con ese proyecto e incluso le haré una historia a Asa y Ayari porque lo que tengo pensado para ellos es top, sin duda. Espero que puedan seguir hasta ese momento<3
Hace poco xmoongiax me envió un nuevo boceto de Jun y Maya, con un nuevo estilo pero con la misma esencia, en verdad lo amé y espero ver el resultado en un futuro cercano, y quien sabe, quizá tengamos una nueva portada🙈 (Gracias Ale, t amo💙)
¿opiniones del extra?
¿de Ayari? ¿de Asa? ¿de Yeong?
¿de los primitos?
¿de Jun y Maya?
¡Espero que nos leamos pronto! Gracias por haberme acompañado hasta aquí<3
Hasta el siguiente gong.
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