» Capítulo XXIV
Hikaru Shinatora
Veía como Ishimatsu golpeaba sin detenerse el saco de boxeo que tenía enfrente horas antes del combate contra el Clan Shadow, por lo que lanzó un suspiro.
—¿Podrías parar? —Le preguntó—. O cuando subas al ring estarás exhausto y no podrás competir.
Lo escuchó resoplar con ligera molestia, sin embargo, no le importó en absoluto. Puso sus manos en puños sobre sus caderas y lo miró, sus ojos azules posados en él con fijeza.
—Golpear un saco no me dejará exhausto, Hikaru.
La chica negó, ocasionando que su flequillo se despeinara un poco.
—Claro que lo hará—Rebatió—. Sobre todo, cuando ni siquiera saben a quién están enfrentando.
Los ojos de Ishi viajaron a los de ella y, por un momento, un cosquilleo extraño recorrió cada parte de su cuerpo.
—El Japón junior se enfrenta a unos cobardes que ni siquiera quieren mostrar su jodido rostro—Respondió él—, podríamos vencerlos hasta con los ojos cerrados.
Y, cuando Hikaru quiso contradecirle, el estrepito ruido de la puerta del vestidor al abrirse, la interrumpió.
Shinatora y Sayuri se dejaron ver—Una más agitada que el otro—. Ella con el rostro entre cansado y preocupado, y él mostrando una falsa impasibilidad que Hikaru podía identificar con facilidad.
—¿Qué pasó, señorito Shinatora? —Bromeó Ishi al ver su estado, subiendo y bajando las cejas con diversión— ¿Ocurrió algo que no debió?
Hikaru le propinó un manotazo en la cabeza, por lo que el campeón de las peleas se quejó dramáticamente.
—Tienes que aprender a ponerte serio—Le regañó la pelinegra, observando a la mayor de los Kenzaki—. Sayu, ¿Qué ocurrió?
Y se lo preguntó a ella pues sabía que su hermano no diría nada, sobre todo, por cómo había cruzado los brazos sobre su pecho, deslindándose de toda la situación.
La pelinegra de ojos esmeraldas soltó un suspiro, su respiración completamente alterada, antes de decir:
—Es Jun—Informó—. No va a participar en el combate.
Con eso, incluso Hikaru quiso imitar a Ishi y desmayarse justo al mismo tiempo que Kath entraba a la sala.
🥊🥊🥊
Kanako Sanjo
Había pasado tres días desde que se disculpó con Amaya.
Tres días desde que la relación que tenían se fue a la mierda.
Tres días en los que había estado con Ryuu.
Tres días en los que había dejado de ser la heredera de todo.
Y, es que, quizá su hermana no estaba tan equivocada. Quizá sí estaba desquitando su enojo con el pobre púgil.
¿O no?
La verdad es que ni ella misma lo sabía.
Porque realmente le había gustado Ryuu. Al menos cuando lo conoció. Y después comenzó a enamorarse de su prometido.
Ex prometido.
¿Por qué se enamoró de Jun, en primer lugar?
1. Era demasiado guapo.
2. Por alguna extraña razón, las chicas buenas siempre se enamoraban del chico malo y arrogante. Y su caso no fue la excepción.
3. Le gustaba que nunca desistiera.
4. Le gustaba que fuera el mejor.
5. Le gustaba verlo sonreír, aunque no fuera por ella.
6. Por la seguridad que emanaba.
7. Porque le gustaba el brillo de sus ojos cuando veía algo que, quizá, le hacía feliz.
8. Porque era directo y sincero.
9. Porque quería creer que no era tan idiota como aparentaba, aunque con ella sí que lo fue.
10. Y cayó rendida cuando, una vez, le dijo que su vestido no estaba tan mal.
Sí, la verdad era que, ahora que lo pensaba mejor, todo parecía una reverenda tontería. Sobre todo, el punto número diez, puesto que, después que le dijera aquello, Kenzaki no pudo despegar los ojos de su móvil.
Específicamente, a una foto que Amaya había subido un día del año en el que ellos no hablaban.
¿Por qué le gustó Ryuu?
1. También era guapo.
2. Era noble y sincero.
3. Cuando lo conoció y supo que iba a hacerse boxeador, le pareció lindo.
4. Se preocupaba por ella y quería su bienestar.
5. Le gustaba su determinación y obstinación.
6. Le gustaba el que nunca se rindiera hasta conseguir sus metas.
7. No quería meterse con su hermana.
Pero, quizá el problema estaba en la diferencia de las palabras: Enamorar y gustar; y, aunque no quería aceptarlo, en el fondo sí que lo sabía.
No obstante, eso no le impidió decir:
—Sí, sí quiero.
Y, entonces, pudo ver como Ryuu le sonrió tímidamente a la vez que se acercaba, despacio y con calma, a donde ella para darle un suave, pequeño y cálido beso en los labios justo antes de empezar con la competición.
🥊🥊🥊
Amaya Sanjo
Yahi: ¿Ya sabes que Kenzaki no va a participar?
Rin: Sayuri les ha dicho a los chicos que Jun no participará. Su decisión nos tomó por sorpresa.
Leer esos textos de sus amigas, le sentó... mal. Sobre todo, porque Maya se tuvo que enterar por ellas y no por Jun. Sin embargo, se obligó a responder ese mensaje, con dedos temblorosos, aunque no fuera verdad:
Yo: Me acaba de decir.
Entonces Maya, decidida, dejó el móvil en la cama y comenzó a caminar hasta el estudio que Jun tenía en la segunda planta.
Sinceramente, ya no lo entendía.
No entendía porque se había pasado estos tres días entrenando arduamente, no llegando a dormir por permanecer en Concordia o el porqué de que apenas y la quisiese cerca.
¿Acaso le había hecho algo?
Quería creer que no.
¿Por qué no iba a competir?
Es decir, incluso él mismo le dijo una vez que jamás declinaría un combate por nada y por nadie. Así que este hecho solo la confundía aún más.
Cuando llegó a la puerta, pudo escuchar murmullos al otro lado, lo que la hizo dudar en llamar a ella, sin embargo, no había visto a nadie entrar a la casa, por lo que, con mucho cuidado y sigilo, giró la perilla y se asomó un poco por la rendija que había quedado despejada.
Y, cuando vio como Jun—Con las manos en los bolsillos de su traje negro, perfecto y alineado— estaba mirando por el gran ventanal y, como a sus espaldas, estaba la misma chica que la había atacado en el callejón, inclinada sobre una de sus rodillas, como si hiciera reverencia; costó todo de ella no entrar ya mismo.
—Es lo mejor, señor Jun—Le escuchó decir—. Ha tomado la decisión correcta. Lo mejor es que no luche contra su sangre.
También escuchó como el chistó con fastidio, aún con la mirada enfocada al ventanal.
—La chica—Volvió a escuchar la voz de la peli-rosa y, la mano que sostenía la perilla, casi comenzó a temblar al saber que se refería a ella—. La chica será un problema.
—Ya sabes que hacer.
Y eso fue todo para que Maya explotara.
Porque por un momento quiso creer que él no tenía nada que ver. Que solo quería protegerla. Que la quería...
Que, realmente, la quería.
Entró al estudio, furiosa, y, aunque sus ojos comenzaban a escocerle por las lágrimas retenidas, no dejó caer ninguna.
—Amaya—Le llamó Jun, asombrado, pero pareciendo impasible.
Ella solo lo ignoró.
—Si tanto quieres deshacerte de mí, Shadow—Se dirigió a la chica, sin voltear a ver la reacción que Kenzaki tuviera en ningún momento. No quería verlo. No... podía—, será sobre un ring. Hoy, en la Pendiente de Mil Millas de Osaka, en el combate contra el Clan Shadow. Tú no vayas a desistir, o a mandar a otros a que hagan el trabajo por ti.
Notó como la Shadow rosada primero desvió su mirada a Jun, y como este negó ligeramente, antes de devolverla a ella.
Pero ese gesto poco le importó pues, sin esperar respuesta, salió de allí al lugar en donde se haría el combate.
***
¡Holaaa! ¿Cómo están? ¿Extrañaron a estos dos tanto como yo?
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó? ¿Tuvieron momento favorito? ¿Cuál fue?
¿Se esperaron eso de Kanako y Ryuu?
Habíamos leído el punto de vista de todos, excepto el de ella y ya hacía falta.
¿Alguna vez se han desmayado como Ishi? xD Yo definitivamente no
¿Qué opinan de él e Hikaru?
¿Qué creen que planea Jun?
Nuestra reina se enfrentará con la Shadow rosa, ¿Qué esperan de esa pelea?
¿#TeamAmaya o #TeamShadowRosa?
Coméntenme todas sus teorías de lo que creen que pasará en los próximos capítulos porque cada vez nos acercamos más al final y me gustaría saber que expectativas tienen;)
Por cierto, siempre ha rondado en mi cabeza qué apariencia tendría Jun y Amaya si tuviesen que ser representados por alguien [Tipo Live Action], por fin les encontré una representación muy similar a la que tengo en mente. <3
¿A ustedes qué les parece? ¿Se los imaginaban así? ¿O tenían otra imagen en mente?
No se olviden de seguirme en mis redes para más contenido. Se los agradecería infinitamente.
¡Hasta el siguiente gong!
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