» Capítulo XX
Kath Ishimatsu
Kath se encontraba caminando por el pasillo que guiaba al ring, fuera de los vestidores. Había pensado tanto el dejar el tema del chico misterioso que ella siempre veía cuando menos se lo esperaba. Ya no quería carcomerse la cabeza con ideas fuera de lugar.
Ahora lo importante era el combate de su hermano.
Hace unos instantes había dejado a Ishi en su vestidor, deseándole la mejor de las suertes. Pero estaba segura de que no lo necesitaba.
Sabía que él iba a ganar.
Pasó frente al vestidor de Kenzaki y justo vio a Amaya salir de allí, quién le regaló una gran sonrisa y comenzó a caminar a su par.
—Hey, Kath—La saludó—. ¿Todo listo con Ishi?
La pelirroja asintió, tratando de imitar su sonrisa.
La verdad es que su amiga se veía mejor desde que les había contado que se había mudado con Kenzaki. Y se alegraba por ella.
Pero, por otro lado, no podía evitar que una pequeña punzada le llegara al pecho al verlos juntos. Es decir, su chico misterioso y el novio de Amaya eran tan parecidos que por un momento comenzó a pensar que se trataba de la misma persona.
—Todo listo—Confirmó—. ¿Qué tal con Kenzaki?
La castaña suspiró, lo que extrañó a Kath.
—Es tan testarudo, como la mayoría del tiempo—Confesó, antes de esbozar una tenue sonrisa—. Pero sé que va a estar bien y que ganará. Siempre lo hace.
—Es cierto—Kath pareció recordar un gran detalle— ¿Su brazo está del todo recuperado?
—Eso parece.
Mientras seguían su camino, conversaban de temas triviales. Para ser sinceros, a Kath le agradaba mucho la castaña, lo cual era mutuo de parte de esta. Ninguna se había equivocado en pensar que podrían ser grandes amigas.
Cuando pasaron frente al vestidor de Shinatora vieron salir a una chica de cabello negro con flequillo que no alcanzaba a cubrir sus grandes y cautivadores ojos azules, delgada, pero con unos cuantos centímetros de estatura más que Kath y Maya.
Ambas la miraron extrañadas, nunca la habían visto por allí.
—Joder—Musitó la chica asombrada cuando se dio cuenta de la presencia de las chicas—, Amaya Sanjo. Es un gusto volver verte.
Kath volvió la mirada a la castaña, pidiendo una explicación entre líneas. Pero Amaya no pudo dárselas. Estaba tan confundida como ella.
—¿Nos conocemos? —Le escuchó preguntar.
La pelinegra sonrió ligeramente.
—Te vi a lo lejos en la fiesta de compromiso de tu hermana—Le respondió la chica a la castaña. Kath alternaba la mirada cada vez que una contestaba a la otra—. Invitaron a la familia Shinatora.
Algo pareció encenderse en la cabeza de ambas chicas, sin embargo, fue Kath la que se adelantó y dijo:
—¿Eres familiar de Shinatora?
La de ojos azules asintió.
—Su hermana, para ser exactas—Respondió, con una sonrisa en sus labios—. Hikaru Shinatora— Le extendió la mano en un saludo—. Un gusto.
Kath tomó su mano y la agitó ligeramente.
—Kath Ishimatsu.
—Esto es genial—Musitó Amaya, con ligera emoción—. Ahora es mejor que nos apresuremos, no queremos perdernos de nada.
Tanto Kath como Hikaru asintieron con la cabeza y trataron de imitar su entusiasmo antes de que juntas comenzaran a caminar hasta el ring.
🥊🥊🥊
Amaya Sanjo
—¿Pero qué mierda es esta? —Farfulló ella, mirando con enojo como los ataúdes estaban sobre el ring. Dirigió su mirada a Yahisa, quien estaba a su lado y luego exclamó—: ¿En serio es válido que hagan esto? Vaya mierda.
La pobre Yahisa se encogió de hombros ante la pregunta de su amiga antes de responder:
—No estoy segura.
Rin, Sayuri, Kath e Hikaru también estaban desconcertadas ante la imagen que estaba frente a ellas.
Es decir, de pronto, mientras esperaban a que el equipo estadounidense se presentara, sin siquiera previo aviso, cinco ataúdes con el nombre de cada uno de los púgiles del equipo japonés cayeron desde la cúpula del estadio.
El pobre Ishi estuvo a nada de ser aplastado.
De no ser porque era un momento serio, la imagen hubiese causado mucha gracia.
—¿Pero porque hacen tanto escándalo por ello? —Inquirió Yahiko con diversión—. No es como si los fueran a utilizar. Al menos no ahora.
—No creo que a ti te guste ver un ataúd con el nombre de tu novia en él, chaval—Yahisa le reprendió, a lo que él solo entornó los ojos.
—¿Eso...? —Rin aclaró su garganta antes de continuar con su pregunta— ¿... eso es válido, Amaya? ¿No deben de ser penalizados por lanzar una amenaza de muerte o algo así?
—No van a hacer tal cosa como esa, Rin—Le respondió Sayuri, claramente molesta—. No se lo tomarán en serio cuando sí que lo es.
—Joder.
No entendieron al instante por qué Kath había maldecido tan por lo alto. Todos estaban tan concentrados con el tema de los ataúdes, que ni siquiera se percataron de que los estadounidenses ya habían trepado al ring y estaban rodeando a los japoneses.
—¿Qué pasa? —Decidió preguntar Hikaru al ver tan conmocionada a Kath.
Maya dirigió su mirada castaña a donde la de Kath estaba fija y, al igual que ella, igual se conmocionó aún más.
Rodeando a su novio y los demás estaban cuatro personas: Un reo—El que Jun le había mencionado días antes— que medía cantidades desproporcionales, haciendo que el suelo de lona se hundiera justo donde él se encontraba parado mirando con superioridad al pequeño Ishi. Un chico—Que realmente parecía una chica— con el cabello tan amarillo y los ojos de un color esmeralda hipnótico que tenía puesta la mirada en el chico melodía.
También estaba el gánster que igual le había mencionado Jun y que jugaba con un hacha al mismo tiempo que Shinatora sacaba su espada de la funda para interponerlo en su camino, la cual estaba en dirección a Takane, a quien Black Shaft veía con una sonrisa cargada de suficiencia, como si supiera los resultados del combate antes de siquiera empezarlo.
—Jun tenía razón—Musitó Maya—. Quieren acabar con el equipo de Japón antes de que se vuelvan más fuertes.
-
Maya no había sentido tanto alivio como cuando el torneo acabó y Japón tuvo una victoria absoluta sobre Estados Unidos. La mayoría se veía en un estado lamentable, pero al menos esos ataúdes no iban a servir.
Al menos no pronto, como había dicho horas antes Yahiko.
Maya vio como Kenzaki comenzaba a caminar en su dirección después de bajarse del ring, sin siquiera molestarse en estar presente mientras el cierre de ceremonia se daba. El estómago de Maya se contrajo de emoción al verlo mejor parado que a los otros y sonrió justo cuando su novio llegó a donde ella y rodeó su cintura con uno de sus brazos.
—¿Ves? Te dije que no tenías nada de qué preocuparte.
La chica vio como los labios del pelinegro se curvaron hacia arriba en una de sus características sonrisas de suficiencia, por lo que le dio un golpecito en el hombro.
—Contigo siempre tengo que preocuparme, Jun.
—Tomaré eso como un: «Felicidades por haber ganado, cielo, te mereces un premio.»
—¡Joder, no! —Chilló la castaña entre risas, rodeando el cuello de Jun con sus brazos—. Jamás te voy a llamar "Cielo". Suena tan cursi.
—Pero sí me has dicho que me querías—El chico le recordó. Maya sintió como la sangre subía a sus mejillas y, cuando quiso voltearse para que Jun no lo viera, él le tomó del mentón para que no lo hiciera—. Aún lo recuerdo, Amaya.
Maya vio un brillo en los ojos de Jun y supo que también los de ella debían de verse igual. Instintivamente sonrió antes de responderle:
—No planeaba que lo olvidaras.
Pero cuando ella notó como Jun entreabrió los labios para responderle, un estrepitoso estruendo lo interrumpió y logró que todos los presentes dirigieran la mirada a dónde provino el ruido.
Kawai, Shinatora, Ryuu e Ishi saltaron fuera del ring cuando la enorme bandera que colgaba de la cúpula cayó junto al mástil que la sostenía.
Eso no fue lo más importante—Y extraño— de todo. Lo fue el que la bandera hubiese tenido un gran corte en medio, justo en el círculo rojo del centro.
Claramente esa fue una señal de que algo grande se iba a aproximar.
***
¡Holaaa! ¿A qué creen que se refería Jun con "Premio"? *Guiño, guiño*
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Tienen teorías?:D
No sé cuántos capítulos exactamente faltan, pero sí que nos acercamos al final;)
¡Nos vemos hasta el siguiente gong!
¡Síganme para más contenido de mis historias!
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