Capítulo 8
A pesar de todos mis intentos, había pasado una semana y aún no pude hacer cambiar de parecer a Jin. Sabía que en todo este tiempo era imposible para mí hacer que ella y yo terminemos en la cama, pero ahora hasta estaba dudando en poder hacerlo incluso con un mes de tiempo. Pero eso para mí estaba en segundo plano ahora, por lo que la perseguía más era para que aceptara mi propuesta.
Sin embargo... también tengo mi trabajo que me está pesando en estos días y apenas tengo tiempo de ir a verla.
Miré mi celular mientras tecleaba en la computadora que tengo aquí en casa, pensé en escribirle, hice el amago de sujetarlo pero dudé.
-Tsk -dejé de mirar el celular para concentrarme en mi trabajo.
Aún me quedaban cosas por revisar a pesar de ya pasar la media noche, la tormenta de afuera era bastante fuerte, a pesar de gustarme el sonido de la lluvia ni siquiera eso podía sacarme el mal humor. Decidí que fue suficiente, me incliné hacia atrás y contemplé el techo de la oficina en casa antes de levantarme a por una taza de café, me hará falta.
Pero estando en la sala me di cuenta de lo silencioso que era aquí, Jennifer no estaba pues había conocido a una chica en una visita a un café cerca de aquí y ella se ofreció a ser su amiga hace unos días, había ido a su casa a pasar la noche. Lo cual no me desagradaba para nada, por fin tenía paz.
Escuché el tik tak del reloj y los truenos de afuera. Me acerqué a los ventanales para contemplar la lluvia que ha estado así de fuerte por unos cuantos días. Pude sentir que me relajaba por unos pocos segundos hasta que alguien llamó a la puerta y eso me hizo soltar una maldición antes de hacerme sentir confundido.
¿Quién era a esta hora? ¿Y por qué parece desesperado?
Los llamados se hicieron más fuertes e insistentes.
-Dios... Ya voy, ya voy -me acerqué a la puerta para abrirla de mala gana- ¿Qué es...? ¡Hm!
Me quedé en completo silencio, con los ojos abiertos de par en par y aún más confundido que antes, por verla allí en la puerta.
-Acepto -soltó con la voz temblorosa-. No me importa nada, solo... ayuda a mi clan... por favor.
Su voz se quebró al terminar de rogar, sus ojos estaban hinchados y aún tenía lágrimas cayendo de ellos. Estaba pálida... y su labio temblaba, toda ella lo hacía. La lluvia la había empapado tanto que aún seguía con gotas rodando por su piel y cayendo de su ropa y cabello. Soltó un suspiro cansado y noté que comenzaba a tambalearse, me moví en automático y la abracé, no me importaba que mojara mi ropa, solo la abracé. Esperaba a que me rechazara, me empujara y me gritara que dejara de tocarla, pero no, fue todo lo contrario. Se aferró a mí y comenzó a llorar en mi pecho, aunque trataba de detenerse a como dé lugar...
-Ya no lo soporto... no puedo más con esto, Dylan... -murmura por lo bajo, dejándome desconcertado.
Quizás fue solo una impresión mía... pero creía pensar que no solo se estaba refiriendo a la situación con su clan.
Dejé de lado mis pensamientos y la cargué, cerré la puerta y fui hasta la sala. La dejé sobre el sofá pero ella no me permitió apartarme, aunque yo no planeaba siquiera hacerlo...
-Ayúdalos, por favor... yo no puedo... no puedo hacerlo... -ruega entre llantos.
-Lo haré... No tienes de qué preocuparte, prometo que los ayudaré -respondí acariciando su mejilla y apartando su cabello que molestaba en su rostro.
Me miró fijamente antes de cerrar los ojos y volver a aferrarse a mí para sollozar unas cuantas veces más. Volví a abrazarla para intentar consolarla, pero notaba que sus alas mojadas igual temblaban. Saqué las mías, pues las había escondido, y abracé a Jin con estas para calentarla un poco. Me acomodé con ella, dejándola sobre mi cuerpo para que fuera más cómodo para ambos.
-Si todo ha estado mal, la lluvia lo ha empeorado -sollozó-. Destruyó tantas casas y ahora muchos se han quedado sin hogar, no sé... no sé que hacer.
-Lo resolveremos, ahora tienes mi ayuda y te aseguro que haré lo que sea necesario para sacar a tu clan adelante -sentencié.
Ella escondió su rostro en mi cuello y siguió llorando y temblando por varias horas que no las sentí pasar. Me quedé a su lado hasta que dejó de tiritar y llorar, noté que se había quedado dormida finalmente. La coloqué cuidadosamente en el sofá para no despertarla y así poder levantarme, me quedé observándola un momento, antes de apartarme e ir a mi habitación para cambiarme de ropa, pues esta estaba completamente empapada.
Salí hasta el balcón interno y la miré desde allí, se había envuelto con sus alas mojadas porque el frío volvía a hacerla temblar, pero sus alas tampoco la ayudaban. Aparté la mirada un segundo antes de regresar a mi habitación, agarré unas cuantas cosas y volví con ella. Noté como de su ojo caía una lágrima a pesar de estar dormida, la limpié con suavidad y suspiré profundo antes de secar sus brazos con la toalla que había traído, pero no iba a funcionar secar solo sus brazos y piernas.
-Solo... no me odies por esto, ¿sí? -murmuré.
Decidí quitarle la remera y pasar la toalla por su cuerpo, evitando mirar o tocar de más. Tampoco le quité la ropa interior, solo sequé por encima pero los pantalones sí tuve que removerlos, pues estos aún seguían hasta chorreando agua a montones. Acaricié sus piernas con la toalla y su cintura, pero me sorprendió hasta a mí mismo que no pensara en nada más que secarla. Esta era la primera vez que tenía a una mujer semidesnuda frente a mí pero yo no pensaba en nada con segundas intenciones. Claro, no iba a aprovecharme de ella jamás, ni de ninguna mujer. Si yo he hecho cualquier tipo de cosas con un montón de ellas fue porque me lo han permitido y porque sé que les gustaba.
Jamás me aprovecharía de Jin y menos en este estado.
Sequé su cuerpo y cabello, incluso sus alas, delicadamente con la toalla y tratando de no despertarla. Me imaginaba el escándalo que haría si se despertara ahora y hasta ganas de reírme me provocaba, lo hice en silencio al imaginarla enojada y sin ropa, todo al mismo tiempo. Era una divertida imagen.
Dejé de pensar aquello y procedí a colocarle una de mis camisas, que era lo más fácil de ponérsela sin despertarla, se la abotoné y acomodé para luego levantarme y llevar su ropa a secar. Al regresar junto a ella, me quedé un momento viendo como le quedaba mi camisa, era una imagen que no quería borrar nunca... y eso jamás me había pasado.
Decidí cargarla y llevarla hasta mi habitación para dejarla sobre mi cama, bajo las mantas. Me acosté igual, alejado de ella y dándole la espalda, pero a los segundos sentí como se empezó a mover hazta apegarse a mí, por lo que me di vuelta y la observé. Sus facciones se contraían y su labio temblaba, pareciera que iba a volver a llorar pero dormida... Dudé un segundo pero la abracé y la acerqué a mí para consolarla, ella se aferró nuevamente a mi cuerpo y yo acaricié el suyo.
Hoy... era la primera vez que hacía muchas cosas... y me sorprendía de mí mismo por hacerlas.
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