Capítulo 34
Narra Dylan
Pedí otra copa, me la tomé de un trago y pedí otra. Así lo hice hasta que me harté y le dije al barman que dejara la botella aquí. Aunque, ahora mismo... odiaba mi resistencia al alcohol por no dejarme emborracharme como quisiera estar, pues quería olvidar lo estúpido que he sido en aquel momento por aceptar esa apuesta, aún creo que lo soy. Estaba cansado, de todo. Me iba bien sin encontrar a alguien que me moviera todo el mundo hasta estar patas arriba. ¿Por qué tuve que regresar aquí?
-Tsk -chasqueé la lengua con molestia y volví a beber otra copa de golpe.
Pero entonces noté a alguien sentarse a mi lado, por el ruido de los tacones supe de que era una mujer, pero no me interesaba ni siquiera voltear a verla. Antes lo hubiera hecho y si me era atractiva entonces no me costaría nada seducirla hasta llevarla a la cama. Pero ahora, en la única en quien puedo pensar es en Jin y en lo imbécil que me siento. Gruñí enfadado cuando me di cuenta de que la botella de la que tomaba se había terminado, solo me quedaba la mitad de mi copa.
-Disculpe, una copa de tequila, por favor -escuché a la mujer a mi lado.
-Enseguida, señorita.
Traté de ignorar todo a mi alrededor pero en cuanto le entregan su bebida ella me la entrega a mí. La miré de reojo, notando su sonrisa sensual.
-Ten... yo invito.
Dejé de observarla para beber de mi trago e ignorar a esta mujer que pareció sorprenderse por mi actuar.
-Hey... ¿Ocurre algo? -ella acaricia mi brazo, acercándose más a mí- ¿Hay algo en lo que pueda servirte, tesoro? Puedo hacer lo que sea para cambiar ese humor que tienes.
Su voz se hacía cada vez más seductora al igual que sus movimientos. Intentó apoyar su mano en mi regazo pero yo la sujeté por la muñeca y la aparté con una mirada frívola y hastiado. Conseguí que se sobresaltara y se apartara de mí.
-No tengo intenciones de compartir ni el aire contigo, mujer. Déjame en paz -hablé antes de volver a beber lo último que me quedaba de mi bebida. La escuché mover la silla e irse avergonzada.
-Oye, oye... ¿Por qué tan enojado, amigo?
Abrí los ojos de par en par y en un microsegundo agarré a Rod por el cuello de la camisa, llamando la atención de la mayor parte de personas en este lugar.
-Tú... ¡¿Por qué le enviaste ese video, Rod?!
-Wou, wou... cálmate, hombre. Yo no le mandé nada a nadie, ¿de qué me acusas? -frunce el ceño.
-¿Esperas que te crea, imbécil? Te juro que quiero partirte el rostro ahora mismo.
Él levanta las manos a modo de paz, un poco temeroso por saber de que soy capaz de hacerlo.
-Te lo juro, yo no le mandé nada a nadie, no sé de qué me hablas, Dylan.
Me miraba con tanta seriedad que me frustraba que fuera verdad. Bufé y lo lancé al suelo, pagué por lo que había bebido y salí del bar echando humo. Me jalé el cabello con furia y desesperación.
Si no hubiera hecho esa estúpida apuesta... nada de esto habría pasado.
-¿Qué sucedió? -Rod aparece tras de mí.
-Nada que fuera a importarte -espeté comenzando a caminar hacia mi auto.
-Es sobre Jin -asegura sin más. Me detuve en cuanto escuché su nombre pero seguí caminando-. Tienes razón en que no me importa lo que le ocurra a ella, pero jamás te había visto así, y tú sí fuiste mi mejor amigo.
Me reí sarcástico y giré mi rostro para verlo y enfrentarlo una vez más.
-Si hubieras sido mi mejor amigo, me hubieras apoyado, ahora no finjas que te importa.
-Me da curiosidad, y no importa lo que digas, sí te consideré mi mejor amigo -se encogió de hombros con una sonrisa pero luego me mira esperando que hablara.
-Tsk... Jin se enteró de la apuesta, le enviaron un video que nos habían grabado cuando lo hablamos.
-Uh, así que tu noviecita está con el corazón roto por tu culpa, te dije que las mujeres traen problemas.
-El problema me lo hiciste tú, al hacerme apostar contigo. No, mejor dicho al aparecer en mi vida.
-Hm, en parte tienes razón, no lo puedo negar -se ríe haciéndome molestar más-. Pero no me eches toda la culpa, fuiste tú quien aceptó apostar y vivir la vida que yo te ofrecí.
Estaba dispuesto a irme de una vez pero él vuelve a hablar y lo que dijo, sorpresivamente, fue interesante.
-¿Y... quién más crees que quisiera destruir su relación? Si yo no fui... debió haber sido cierta francesa celópata.
Abrí los ojos de par en par al darme cuenta de que tenía razón, era lo más lógico si es que él no lo había hecho.
-Jennifer... -solté pensativo y de inmediato fui a mi auto.
-Oye, oye ¿no me lo vas a agradecer? -preguntó cuando encendí mi auto.
-Vete al diablo -aceleré, dejándolo atrás y agarré mi celular.
-¿Hola?
-Jennifer... -traté de regular mi tono de voz y esconder mi enfado- ¿Dónde estás?
-¿Dylan, mi amor? ¿En serio eres tú?
Rodé los ojos y me aguanté las ganas de chasquear la lengua y soltar algún comentario sarcástico.
-Por supuesto, hermosa. Soy yo.
-¡Ay! Que bueno que me llamas por fin, estoy en un departamento. ¿Por qué preguntas?
-Quiero ir a verte, te necesito. Mándame tu ubicación y enseguida estaré contigo.
-Ahora lo hago.
Colgué la llamada y a los segundos me llegó su ubicación, yo fui rápidamente hacia allí, pensando en las mil y un formas en las que le sacaría la información antes de arrancarle la lengua bífida que tiene. Apreté el volante con fuerza y tensé la mandíbula.
Esa maldita perra... me las va a pagar.
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