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Capítulo 26

-Oye... Tengo una pregunta -comenta Jin rebuscando en mi armario por alguna camisa mía que le gustara. Ya tenía una puesta, justamente la que me había quitado hace un rato.

-¿Sí? -pregunté acostado boca abajo en mi cama, observándola rebuscar.

-¿Por qué no dejabas que otras mujeres usaran tu ropa? Eso es lo que dijo Jennifer -encontró algo de su agrado y sonrió.

-Pues no me gustaba, me sentía incómodo con tan solo verlas y saber que podían arrugarla, ensuciarla y dejar su olor que sinceramente... era demasiado fuerte -arrugué la nariz.

-Oh... -ella miró la remera que había sacado recientemente-. Pero a mí me dejas hasta elegir.

-Claro, porque verte usando mi ropa me hace sentir bendecido por los Dioses -sonreí-. Y mejor aún si dejas tu aroma, pues es el único que me encanta y me hace sentir tan relajado.

Ella sonríe, vuelve a mirar mi ropa en sus manos y dobla la que sacó para volverla a guardar y cerrar la puerta del armario. Se acerca a mí y se acuesta sobre mi espalda, pegando su pecho a mí y sintiendo su respiración contra mi oreja.

-¿Te relaja? -cuestiona con una voz baja y suave, más sensual.

-Totalmente... -respondí cerrando los ojos, sintiendo cada parte de su cuerpo sobre el mío.

Me vi sorprendido cuando comenzó a besar mi oreja y a morderla un poco. Pasó a mi nuca y bajó por mi espalda. Solté un suspiro profundo mientras disfrutaba de sus besos contra mi piel, hasta que no pude aguantar más. Me levanté e hice que quedara por debajo de mi cuerpo, sosteniéndome de mis manos a ambos lados de su cabeza.

-¿Qué estás intentando? -pregunté con una sonrisa ladina.

-Nada, ¿por qué insinúas que tramo algo? -su sonrisa angelical no terminaba de convencerme.

-Ya, y yo jamás he tenido sexo -dije como comentario sarcástico.

-Pues entonces eres un virgen -se dio vuelta para evitar mirarme mientras suelta una risilla pequeña.

Fue mi turno de acostarme sobre ella aunque sin dejar caer todo mi peso, solo quería que me sintiera como ella hace un instante. Me acerqué a su oreja, copiando sus acciones.

-Como si un virgen pudiera hacer todo lo que estoy planeando hacer contigo, mi reina... -mordí su oreja y frote mi pelvis contra su trasero.

Ella se tensó y no respondió, sonreí victorioso. Su piel se eriza, más cuando sintió mis besos bajando por su cuello y luego iba a su nuca, apartando su cabello. Deslicé la yema de mis dedos por su espalda para que sintiera el recorrido de mi mano, delineé su curvatura hasta meter mi mano por entre sus piernas y tocar su intimidad por encima de sus bragas, pues no traía short.

-¡Hmg! -ella se aferra a la almohada al sentir mis dedos acariciando su intimidad.

Los froté comenzando a sentir la humedad traspasando la tela de su ropa, ella vibra de placer y jadea sin parar. Metí mis dedos por debajo de sus bragas y toqué directamente sobre su piel sensible, comenzando a entrar en ella.

-¡Mhm! -levantó la cabeza para soltar unos gemidos que comenzaron a afectarme-. Dylan...

-Dime si quieres que me detenga, aunque tu cuerpo me grita que no -susurré en su oreja, ella no dijo nada y gimió con más fuerza al sentir como metía un segundo dedo y la embestía con estos-. Eso creí.

Me movía con facilidad, estaba tan mojada que la lubricación era perfecta. Se sentía cálida pero poco a poco se calentaba cada vez más. Decidí detenerme y darle la vuelta, separé sus rodillas y estiré sus bragas para quitarlas, ella me ayudó levantando sus caderas. Estaba tan roja que eso la hacía verse más adorable.

-Deberías mirarte... te ves tan inocente pero tan perversa al mismo tiempo -me acerqué a sus labios y los besé intensamente-. Mientras aquí te ves avergonzada... -frote mis dedos en su intimidad y ella soltó otro gemido-. Aquí te ves tan necesitada.

-Dylan... -ella me regaña por burlarme de su vergüenza, pero no podía tomar sus regaños en serio en estos momentos.

-Lo siento, te haré sentir bien para compensarte -reí ligeramente.

Bajé mi cabeza hasta su estómago, besé su vientre bajo y seguí bajando hasta toparme con su intimidad. Lamí aquel lugar haciéndola arquearse al instante y de pronto vi sus alas aparecer, no comprendía porqué las había sacado hasta que yo también sentí el peso en mi espalda. Habían aparecido por sí solas gracias al placer que no nos dejaba controlarlas.

-¡Mhg! -adentré mi lengua y la moví en su interior- ¡Oh, Dios! ¡Hmg... Dylan!

Escucharla gemir mi nombre lo hacía sonar más excitante, amaba cuando lo hacía ella que me hizo querer arrancarle más gemidos. Mejoré mis movimientos con mi lengua y ella temblaba por eso, podía sentir como estaba apunto de correrse. Lo hizo en mi boca y yo me encargué de no desperdiciar ninguna gota de ella.

-Ah... -suspiró agitada.

Subí de nuevo hasta ver su rostro perfectamente, ella me mira y extiende su mano hasta mí. Acaricia mi cabello y baja por mi cuello, siguiendo por mi pecho y mi abdomen, sintiendo mi cuerpo hasta el elástico de mis pantalones grises.

-Quiero... seguir -comentó con la mirada llena de lujuria-. Quiero esto... en mi interior.

La miré sorprendido por su petición directa, me había hecho sentir más deseoso de ella que incluso mis alas se agitaron y las plumas se erizaron. Ella las vio y alcanzó una, tocandola y consiguiendo que yo me estremeciera.

-Joder, Jin... no puedes ser más excitante, no lo creo -sonreí al igual que ella.

Besé sus labios con necesidad y lujuria, ella metió su lengua en mi boca mientras su mano se metía en mi ropa inferior hasta tocar mi miembro.

-¡Hmg! -solté en su boca.

Ella deslizó su mano por mi longitud, mis alas se agitaban y mi cuerpo quería ceder ante sus caricias. Hice que se detuviera porque o sino haría que me corra realmente fácil, y no me puedo permitir una humillación como esa. Decidí quitarle la remera que llevaba puesta, notando que no traía sostén bajo esta.

-Me corrijo, sí puedes ser más excitante -murmuré al ver su cuerpo de nuevo, pero ahora permitiéndome la libre exploración e imaginación.

Ella quiso que me quitara el resto de mi ropa, así que me levanté para hacerlo y alcanzar el cajón de mi mesita de noche y así sacar un preservativo. Me lo puse con facilidad pero entonces miré a Jin con un par de dudas. Estaba por hacerlo con ella de verdad y no ganaría nada con nadie más. La apuesta había terminado, pero aún así yo me sentía culpable.

-¿Qué esperas? -Jin me mira frustrada y entonces me sorprende separando sus piernas y sus labios inferiores con una mano-. V..Vamos, hazlo de una vez.

Tragué con dificultad, verla haciendo esto me dejaba sin palabras y sin razonamiento. Me coloqué entre sus piernas y presioné la punta de mi miembro en su entrada, suspiró de placer al sentirme.

-¡Mhg! -se arqueó en cuanto metí mi miembro por completo.

Podía sentir lo profundo que había entrado y lo bien que se sentía estar dentro de ella, tan caliente y suave. Me apretaba como si quisiera que lo mantuviera dentro por un tiempo para acostumbrar.

-Ah... Dylan -jadeo temblando.

-Mi reina... eres tan perfecta -murmuré acercando mi rostro al suyo para besarla. Encontré sus manos con las mías, entrelacé nuestros dedos y las sostuve sobre su cabeza.

Empecé a moverme dentro de ella, saliendo y entrando, comenzando suave y lento para luego continuar haciéndolo más duro y rápido. Ella dejó de besarme pues no aguantaba los gemidos que escapaban de su boca.

-¡Hmg! Ah... Joder... ¡Dylan! -sus alas se agitaban y sus plumas se erizaban al igual que las mías.

Bajé mis besos por su cuello, lamiendo su piel y mordiendo, mientras ella inclinaba su cabeza hacia atrás. Continué hasta encontrar sus senos y poder jugar con sus pezones duros. Verlos rebotar era algo que me encantaba presenciar, llevé uno a mi boca y lo chupé a la vez que usaba mi lengua, luego hice lo mismo con el otro mientras seguía golpeando su interior.

-Y..Ya no puedo... aguantar -comentó entre gemidos.

-Yo tampoco -respondí sintiendo como estaba en mi límite.

Solté sus manos para sostenerme mejor, ella de inmediato se sujetó de mí, rasguñando mi espalda. Mis embestidas fueron aún más rápidas y descontroladas hasta que finalmente la sentí correrse junto a mí. Respiré agitado y dejándome caer sobre su cuerpo para descansar un poco, acosté mi cabeza sobre sus senos y ella acarició mi cabello con suavidad.

-Debo de admitir que... empiezo a comprender a las otras mujeres -menciona Jin haciéndome reír-. Pero me siento mal por ellas.

Volví a reír y levanté la cabeza para verla al rostro.

-Es verdad. Nadie podrá hacerlas sentir tan bien como yo te hice sentir a ti -besé sus labios una vez más.

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