Capitulo 4
En la mañana siguiente en aquel hotel de Berlín, hubo un pequeño cambio de situación, por lo que tuve que atender una necesidad que tenía desde el día anterior. Por suerte para mí, tenía a Bárbara en completa disposición para la tarea que le pedí sutilmente.
—Roxana, esto es incómodo —expresó haciendo presión.
—Mueve te más, usa las piernas para impulsarte.
—Sí movieras las manos más rápido acabaríamos —pidió con un jadeo
—Tranquila, ya casi termino, tu sigue colaborando con tu trasero.
—Deja me cambio de posición a ver, así no puedo —Levantó las piernas y se acostó mejor, estaba sudando la pobre de tanto moverse.
Aprovechando eso, se me hizo más fácil para cerrar la cremallera de la maleta y por fin pudimos terminar.
—Okey, ahora veo que no debí traer tantas cosas. Para la próxima hago una maleta más ligera.
—Bueno, esto está listo —comentó colocándose de pie—. Bajemos, Edgar ya nos ha esperado mucho tiempo.
Salió de primera con algo de afán, pues sí, hace veinte minutos que Edgar me aviso para bajar a ir a otro lado, pero tardé intentando cerrar la maleta yo sola. Cuando Bárbara apareció a ver como estaba le pedí que me ayudara. Aunque irse así sin esperarme me hizo pensar que esa mujer tenía problemas personales o algo por el estilo, igual no la conocía aún.
Edgar sugirió llevarme a un lugar bastante entretenido por unos días, no me quería decir, era una supuesta sorpresa. Supuse cosas raras cuando vino a buscarnos el chofer con la limusina de su familia, pero era demasiado descabellado que me llevara a conocer a su familia si al menos tenia tantita dignidad. Por suerte solo fue para llevarme a un club campestre del que era miembro.
En el camino lo único que podía pensar era en Jack, o, mejor dicho, la casa. Por supuesto que mi informante fue a inspeccionar si la casa seguía en pie en aquel domingo por la mañana de su zona horaria.
—hugmmmmm, tocan la puerta —dijo Jack como pudo semi desnudo, dormido en el mueble, pero seguían tocando—. Aron... abre la puerta —pidió moviendo lo con la pierna a la cual estaba aferrada igual en el mueble.
—Abre tú, es tu casa...
Jack se levantó quitando se a su mejor amigo de encima y caminó por la habitación evitando a algunos, quienes dormían por todos lados hechos porquería. Abrió la puerta encontrándose con Leila.
—Hola, buenos días —le saluda con un beso en la mejilla—. Este beso te lo manda Roxana y no te lo doy en la boca porque luego me reclaman.
—Oh, pero igual... —Es interrumpido por una cachetada.
—Y esto te lo mandará cuando le diga que no le hiciste caso a lo que dijo.
—¡No, no-no! —Se le arrodilló en suplica—. No le vayas a decir nada. Eres mi amiga, cúbreme comadre —expresó abrazando sus piernas.
—Este loco... —dijo para sí misma—. Me gusta tener a los hombres rendido ante mis pies, pero primero va Roxana y luego los demás. Bueno, primero sería mi mamá, luego mi sobrinita Cristell porque es hermosa como su tía y después Roxi. ¡Además!, ¡Es tu castigo por no invitarme a la fiesta!
—No saques conclusiones precipitadas —Se puso de pie para encarar la—. No hice una fiesta, fue una reunión entre amigos.
—Ajá...
—¡Maldita sea! —Bostezó uno de los amigos de Jack—. Que buena fiesta, hasta soñé con la bailarina pagada y todo.
—¡Cállate Ricky!, ¡ya me condenaste!
Leila pasó a la cocina para tomar una olla y una cuchara. Usando esos objetos, comenzó a golpearlos entre sí para hacer ruido por toda la casa y despertar a todos.
—Bueno señores y señoritas, a vivir su vida en otro lado y vomiten sus resacas en dónde no me estorben. Cuando la dueña de la casa no está, la que manda soy yo —anunció y todos se levantaron de manera forzada para marchar se.
—¿Qué te pasa Leila? El que manda aquí soy yo porque también soy dueño de la casa.
—¡Callado y sentado! —Ordenó firme amenazando lo con la cuchara.
—Sí señora —Se sentó en el mueble sin más.
Casi todos se dieron a la fuga después de ser corridos de la casa en cuestión de minutos.
—Arriba que hay que limpiar todo este cochinero ya.
—¿Viniste a limpiar? —preguntó Aron—. Entonces la próxima fiesta se hará en mi casa para que Leila me preste su servicio —Bromeó dándole codazos suaves a su amigo.
—Ustedes van a limpiar, yo me sentaré a ver Netflix mientras me aseguro que lo hagan.
—¡Hey!, si no vas a ayudar entonces fuera tú también.
—Ay compadre... esta es su oportunidad para que yo no le diga nada a su mujer, así que pórtate bien conmigo —impuso desordenando más su cabello.
—Tranquilo hermano, será sencillo, mira —Aron se levantó del mueble para comenzar— Empecemos recogiendo mi camisa... me la pongo y... —Repentinamente salió corriendo a la puerta.
—¿A dónde vas idiota? —cuestionó Jack lanzándole un cojín como reacción.
—¡Hermano, voy tarde a... la iglesia! —dice y se desapareció corriendo.
Jack corrió intentando perseguirlo, pero al mirar por la puerta ya estaba lejos.
—PERO TÚ NO CREES NI EN TU FUTURO. IDIOTA.
—Mira el lado bueno, la fiesta aún sigue y no estarás solo porque esta escoba te está invitando a la pista de baile. No le metas mano o me pondré celosa, juicioso pues —le entregó la escoba seguido de unas palmadas en la espalda para irse al sofá.
—Sí claro, póngase cómoda su majestad —dijo con sarcasmo— Primero voy a vestirme.
—Vaya, que a mí me gustan cuando usan delantal.
—Ajá... No te vayas a tomar el ron que quedó —advirtió al ver que se encontró con una botella medio casi vacía en la mesa de café.
—El que se lo encuentra, se lo queda. Apura te ceniciento.
Retomando conmigo, el viaje hacia el supuesto lugar sorpresa fue corto y entretenido. Comencé a llevarme mejor con Edgar, en el camino en su mayoría hablamos de trivialidades y cosas aleatorias que nos sucedieron en la vida. Llegamos a un enorme club de campo en donde él era socio, casi siempre que tenía días disponible para relajarse iba a ese lugar y claro que en esa ocasión también fue opción.
Entrando, Edgar reconocía y saludaba a unas que otras personas, llegó un momento que me estaba cansando, ya que no podía ni al menos escuchar los chismes. Terribles vacaciones por ese lado. Cuando el hombre finalmente recapacitó al ver mi cara de fastidio, le pidió a Bárbara que me consiguiera una habitación mientras él hablaba cháchara en alemán.
Al estar en el dormitorio ubicado en un espacio como en pequeñas cabañas elegantes, decidí combinar mejor mi ropa, acomodar mejor mi cabello y mejorar mi maquillaje a algo más estético por el lugar. En eso sonó mi teléfono y al revisar, era una llamada entrante de Leila. Coloqué el teléfono sobre la mesita de noche junto a la lámpara que tenía esta como soporte y respondí.
—Hola amiga, ¿cómo va todo?
—¡Buenos días! Uy... ¿Para dónde tan arreglada mi vida?
—A recogerte mi corazón —Le guiñé un ojo y le lancé un beso, mientras terminaba de retocarme— Esta gente por aquí es muy fina y no quiero andar por ahí toda despelucada.
—Ya hasta le tengo envidia a tus vacaciones, hubiese sabido que Jack haría una cosa así y me voy contigo también.
—Oye, ¿qué pasó por fin con Jack? —En eso noté que él pasó al fondo y me acerqué al teléfono—. Una mejor pregunta, ¿acaso estás en mi casa?
—Leila, ¿con quién hablas? —dijo él fuera de vista.
En ese momento mi mente imagino cosas raras, pero era muy descabellado para ser verdad y si fuera así iba a ser una escena muy descarada de parte de ambos.
—Deja el chisme y siga en lo suyo —lo silenció llevando el dedo índice a sus labios—. Sí, aquí estoy. Tu esposo te extraña como no tienes ni idea...
—¡Estás hablado con Roxana! —se escuchó lejos.
—¿Y qué pasó con la limonada que dijiste que me ibas a traer? ¿Así te gusta tratar a las visitas? —preguntó llevando el teléfono a su pecho dejando la pantalla en negra.
—¿Cómo qué limonada?, ni limones tengo —Se quejó, percibí lo molesto que estaba.
—Pues tráeme algo, no seas mal educado —dicho eso mueve el teléfono y pude volver a verla —No te preocupes, me estoy adelantando al castigo que seguro le vas a dar.
—¿No me hizo caso verdad?
—Puedes estar segura de eso —respondió con una sonrisa y levantando una botella de Ron a casi terminar.
En eso, mágicamente, Jack, aparece detrás del mueble quitándole la botella en mano y la imagen ya no se entendía por el pleito de esos dos.
—¿Qué sed vas a tener tú si te andas chupando la botella? Abusadora.
—¡Jack, no seas cabrón! ¡Devuelve me la botella!
—Bien, pero me llevo el teléfono —Lo tomó y la imagen se agitaba sin que yo pudiera entender nada.
—¡Hey, no seas abusador tú!
Logré ver la cara desalineada de Jack con una sonrisa de oreja a oreja con la imagen en movimiento, obvio corriendo por la casa.
—¡Mí amor! ¿Cómo te está yendo, corazón? Me haces mucha falta, cariño —Vi como Leila se queda atrás con botella en mano de brazos cruzados.
—¿Enserio?, ¿y por qué no contestaste mis llamadas anoche? —cuestioné algo cabreada.
—Ay mi vida, lo siento. Yo te iba a llamar, pero me quedé dormido temprano.
—¡Sí, como a las cuatro de la mañana! —señaló Leila a la botella acercando se lo más posible para ser visible a la pantalla.
—¡Chica, pero que chismosa!
—Eso te pasa por no hacerme caso. ¡Y ya dame mi teléfono!
Y volvía la burra al trigo con la imagen agitada y sus peleas de fondo.
—¡Ya dejen de pelear, por Dios! Si fueran mis hijos, recibieran más cinturón que nadie.
La imagen se estabilizó, y otra vez, Leila era la protagonista de la llamada.
—Dependiendo en dónde y en qué contexto, yo sí te acepto los golpes con cinturón —dijo en tono coqueto.
—Por cierto, Roxi oxi —tomó la palabra Jack, haciendo se espacio en la imagen— ¿A dónde vas tan hermosa tempranito?
—¿Cómo que temprano? Si son las tres de la tarde.
—¿¡Tres de la tarde!? —dijeron al mismo tiempo, sus caras de confusión eran todo un poema.
—Roxana, ¿dónde te encuentras tú? —preguntó Jack con seriedad.
—En Alemania —respondí con algo de vergüenza y no sé por qué si no era culpa mía.
—¿¡En Alemania!? —expresaron de nuevo al unísono después de mirarse las caras.
—Por favor, Leila, ayer te dije dónde estaba —comenté irónico.
—Alto ahí mi loca. Usted me dijo que tomó un avión y estaba en un hotel, ¡Yo estoy suponiendo que estabas en el mismo país, o al menos al ladito, chica!
—Pues bueno, estoy en otro país del otro lado del mundo. ¿Qué se le va hacer? Disfrutar.
—Amor y... ¿Cuánto has gastado? —cuestionó con un tono y cara de preocupación, yo estaría igual en su lugar.
—¿Enserio te preocupas solo por el dinero? Probablemente la tengan secuestrada y manipulada para hacernos creer que todo está bien, ¿y te preocupas por el maldito dinero?
—Ay, tampoco exageres —comenté cuando la puerta de mi habitación es tocada.
—¿Quién es? —preguntaron ambos y se volvieron a ver las caras extrañados.
—Dejen de hablar al mismo tiempo que me están asustando. Y no sé debe ser Edgar creo.
Tomé el teléfono en mano para caminar a la puerta sin interrumpir la llamada.
—Roxana, sé que te dije que confió en que vas a superar la apuesta, pero sea como sea, debes ganar. Esa posible factura me está asustando.
—Qué poca fe le tienes a tu mujer —dijo Leila decepcionada.
—Jack, estoy consciente de eso. Nada más estoy en otro país con... otro idioma al que no entiendo ni papa, pero estoy...
Abrí la puerta para atender al que tocaba. Al otro lado me encontré a Bárbara, quién al mirarme elevó sus manos haciendo notar el mismo vestido y los tacones de la noche anterior dejándome congelada.
—Roxana, ¿por qué tienes esa cara? —mencionó Leila.
—¿Será falla de conexión? —sugirió Jack.
—Los llamo luego —les dije y finalicé la llamada de inmediato—. Okey, ¿cuál es la excusa de ahora? —puse mi brazo derecho en jarra.
—Yo solo hago lo que él me ordene, y pues... tengo que cumplirlo —se justificó levantado sus hombros.
—Bueno, tú que lo conoces mejor. ¿Esto va hacer todos los días?
—Estás en lo correcto. Ya demostraste que te puedes revelar a sus deseos, pero por tu bien este no será una de esas victorias —Pasó a la habitación sin pedir mi consentimiento.
—Bárbara, querida —me detuve a canalizar mis pensamientos antes de pasarme de desgraciada—. Sé que el problema no es contigo, pero me parece muy ofensivo que me hostiguen con eso. Edgar debe entender que yo no soy una de sus muñequitas a la cual la puede vestir y peinar como mejor le plazca.
—Cree me cuando te digo que te conviene vestirte así. En pocas horas el club dará una fiesta y tú necesitas verte... —hizo una pausa detallándome de arriba abajo pensando bien que decirme—, más hermosa —finalizó mirando a otro lado con un gesto tan hipócrita que no imaginé que tuviera.
—¿Pues sabes qué? Ese no es mi problema —dije ya sacada de quicio—. Sí lo que quiere él es que no me vea como una loca que le huele los gases, pues que se busque a una de sus amigas que tiene aquí que cumpla con esa función. De igual forma no somos nada y puede hacer lo que se le antoje —Tiré mi veneno, di media vuelta hacia la salida y antes de salir dije algo más—. Cierra la puerta cuando salgas.
Salí de la habitación con cierto nivel de impotencia que cargaba encima. No estaba ni a cinco pasos cuando me detuve a mirar las personas del club. Mujeres con vestidos sensuales, llamativos, coloridos, largos, escotados, brillantes; mientras que los hombres con traje, sombreros elegantes y bien peinado.
Nadie se detenía a notarme, seguramente pensaron que era del servicio de limpieza a algo por el estilo. Aun así, sentí que me obligaron a mirar como lucia y me di cuenta de que en definitiva no quería ser recordada así en otro país.
Retrocedí sobre mis pasos algo apenada regresando a la habitación. Me encontré a Bárbara cerca de la cama de pie sorprendiendo se al verme regresar.
—Mmmm, tal vez si necesito el vestido —mencioné lento muy incómoda mirando al suelo entrando con pasos cortos.
Al alzar la mirada vi como solo dejó caer de mala gana la ropa en el colchón para luego retirarse con un gesto bastante neutral, pero pude percibir lo molesta que estaba. No era para menos, la verdad si la traté feo y eso me dejó en aquella habitación con toda la vergüenza del mundo.
Ya después de haberme arreglado mejor, me contemplé un rato en el espejo y la verdad mi autoestima subió como no tienen idea. La verdad si estaba súper hermosa, pues figura a lo que cabe no es que haya tenido nunca, pero definitivamente un cambio de estilo elegante y sensual hace que me vea más deseada por mí misma.
Me tomé unas fotos en el espejo para enviárselas a Jack con el asunto: "Así podrías tenerme vestida toda sensual para ti, pero prefieres invertir en tus mugrosos animales".
No pasó mucho tiempo cuando recibo su respuesta: "Un momento, ¿Por qué andas vestida tan provocativa con ese tipo?". Seguido de tres emojis con la ceja levantada.
A los pocos segundos recibo un mensaje de Leila: "¡Amigaaaaaaaa! ¡Yo si te rompo ese vestido mi amoooooor! ¡DIVINAAAAA!". Seguido de varios emojis, una llamita, tres caritas babeando y un demonio perverso.
Me reí por dos razones. La primera por el hecho que más ganas me tiene mi mejor amiga que mi propio esposo, la segunda es que ya me imaginaba la cara de Jack, pero si no le respondí es para torturarlo. A Leila nomás le dejé un corazón y un emoji de beso.
Quería llevar mi teléfono en una cartera, pero como no combinaba y no lo quería dejar, me fui con el teléfono en mano. La verdad al salir no sabía para donde agarrar, pues sí justamente al frente se veía el enorme patio con las mesas, las barras de comida, los globos y bueno, todo el movimiento. Pero sin Edgar no quería moverme por ahí, y menos sin saber ni "hola" en alemán.
—Solo mira que hermosura —y justo cuando pensaba del rey de roma apareció—. ¿Qué hace una mujer tan hermosa sola? Ah, Roxana perdón. Me distraje mirándote que no noté que eras tú, es que nunca voy a terminar de sorprenderme cada vez que te veo —dijo en burla, pero a la vez en un extraño coqueteo que no le vi sentido.
—Sí, muy gracioso —reí con sarcasmo. Noté como me miraba de pies a cabeza y me coloqué de brazos cruzados —. Que coste que solo me lo puse porque la fiesta es de gala, porque si no, no me vieras así —expresé mirando a otro lado indignada.
—Bueno, no nos quedemos aquí, la fiesta es allá.
Pasó su mano de mi espalda baja a un costado de la cintura para atraer me a su cuerpo, me distraje tanto con la sensación cálida que me dio cosquilla y me erizó la piel sacándome una sonrisa. Cuando noto que ya estaba pegado a su cuerpo volteo a mirarlo encontrando me con esa mirada de superioridad disfrutando que me haya dejado dominar por un instante. Inmediatamente lo aleje de mí haciendo que me soltara.
—Ya va, ¿cuál es la confianza abusador? Mantente al nivel ¿Okey?
—Claro, esto es igual a pescar. El pez pica el anzuelo, pero en el tambaleo por resistirse es mejor soltar algo de cuerda, para luego volver a tirar de ella —intentó acercar su mano a mí de manera amigable, pero retrocedí deteniéndolo con un manotazo.
—Es enserio, le voy a pedir que se comporte o no lo acompaño.
—Está bien, está bien. Tú ganas por ahora —Se adelanta con una risa seductora al festejo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro