Capitulo 2
—¡Maldita sea, Jack! —exploté lanzando le el ramo de flores—. ¡Entonces eso es lo que soy para ti, una mujer a la que puedes ofertar!
—¡No!, yo me refiero a que eres parte de la apuesta…
—¡Me acabas de decir que habías cambiado! ¡Lo único que hiciste fue involucrarme en tus caprichos! —Comencé a aplaudir—. ¡Pues felicidades señorito! —expresé con molestia y sarcasmo.
—En realidad, yo me refería a que cambié mis tácticas hacia ti —se excusó levantando sus hombros forzando una diminuta sonrisa.
Respiré hondo intentando mantener la calma. No quería creer lo que estaba escuchando, o para ser sincera, lo que estaba entendiendo, sabía que era mala idea hablar sobre esto en su estado de alcohol.
—Jack, dime que es una broma y que estás jugando conmigo —supliqué estando al borde del llanto, sentía que ya no podía más con esa discusión que apenas había comenzado.
—Mi amor, te juro por nuestro matrimonio que no es nada grave. Estás mal interpretando todo, si me dejas explicarte, sabrás que es por tu beneficio.
Me llevó tambaleando hasta la mesa del comedor quería que me sentara haciendo un ademán, pero yo opté por mantenerme de píe con los brazos cruzados. Él solo puso el ramo de flores en la mesa y se dirigió a sentarse del otro lado.
—Entonces… —exijí impaciente.
—Bueno, ¿por dónde empiezo? —se preguntaba así mismo rascándose la nuca.
—¿Qué tal por el principio? —ironicé tajante.
—Al comienzo todo era oscuridad…, pero luego una fuerza cósmica…
—¡No es momento para bromas!
—Está bien… Faltaba media hora para la salida, cuando mi jefe muy alegre nos anuncia que el CEO haría una pequeña fiesta para toda la empresa. Antes pasé rápido al baño por que no aguantaba las ganas de…
—Ve al grano —murmuré fuerte entre dientes.
—A ver… —Cierra los ojos con los brazos estirados sobre la mesa recordando—. Ya estaba mareado por varias copas, cuando escuché un sujeto arrogante hablar sobre algo que me llamó la atención…
—…las relaciones están sobrevaloradas, nunca falta para que algunos de los dos logren cometer una tontería que acabe con todo. Por eso prefiero no comprometer me nunca y me ahorro esos líos —mencionaba un señor de mediana edad. A lo que yo decidí intervenir.
—¡Un momento! ¿Cómo puede decir eso cuando no se ha enamorado de verdad? —expresé llamando la atención del grupo.
—¿Éste quién es? —preguntó al gerente que tenía a su lado.
—Jack Villegas, contrato reciente de varios meses, es mi arquitecto junior —respondió el señor Salazar, con una sonrisa forzada—. Oye, respeta, es el CEO —me susurró en bajo.
—Y pienso escalar para tener un buen puesto como arquitecto en su empresa, pero déjeme decirle que habla puras tonterías sobre las relaciones —agregué ignorando a mi superior.
—Haber muchacho, tienes valor para contradecirme cuando a simple vista se te nota cara de mujeriego. ¿Qué va a saber un niño como tú? Solo porqué de seguro te presta atención una de tus crush.
—Para su información, ¡Bum! —Le enseño mi mano con el anillo—. Llevo tres años casado con el amor de mi vida y así estaremos hasta que la muerte nos separe, porque, a diferencia de usted, yo sí creo en el amor verdadero y bien mantenido.
Decido sentarme a escuchar con más detenimiento su historia, ahí si se ganó mi atención.
—Y yo creo que, matrimonio joven, divorcio joven. Ahorita puedes estar feliz, pero llegará un momento que ya no querrás estar con tu actual esposa, ya te veré coqueteando con otra.
—No hace falta, todas las mañanas lo encuentro coqueteando con Sarah en la recepción —se metió el gerente.
—¡Hey, no es coqueteo! Solo soy simpático y re agradable. Además, Sarita y yo solo somos amigos. Acusa me si me veas besándome con otra que no sea mi esposa.
—Vaya que eres un niño ingenuo, no me sorprendería si tu esposa es la que te pone los cuernos —comentó el CEO ganándose las risas de los presentes.
—Mi esposa solo tiene ojos para mí, es la mujer más hermosa, sincera, trabajadora, honesta y leal que conozco. Mírala tú mismo —Le mostré tu foto en el fondo de pantalla—. Es perfecta. No sería capaz de ser me infiel, ni yo a ella, ni que llegara un hombre guapo, alto, atractivo en físico y más adinerado que yo.
—¿Enserio?, ¿y a cuántos a rechazado por ti? —cuestionó levantando una ceja.
—Pues… a ninguno, pero estoy seguro que lo haría —dije seguido de un trago.
—Si estás tan seguro, ¿por qué no probamos entonces? —arrojó luego de un breve silencio.
—¿De qué habla?
—Hablo de que yo intentaré coquetear y seducir a tu maravillosa esposa a ver si es capaz de ignorar me por ti.
—¿¡Qué!? ¡No quiero que le coquetee a mi esposa!
—¿Entonces tienes miedo?
—Vamos señor Edgar, no creo que él acepte esa idea tan... —comunicaba una chica presente que rompió su silencio al fin.
—¡Claro que no!, ¡podría apostar por ella sin dudarlo!
—¡Vaya chico! Pues que sea una apuesta entonces, coloca las condiciones, reglas y lo que quieras si es que ganas, aunque lo dudo.
>>Luego de llegar a un acuerdo, nos dimos la mano, seguimos con la fiesta y pulimos los detalles cuando me trajo en su auto —Al terminar de narrar lo acontecido no sabía ni cómo reaccionar me quedé pasmada completamente.
—Y y-yo... ¡Yo no quiero hacer eso! ¿Qué te pasa?
—Es sencillo, solo debes pasar una semana con él e ignorarlo.
—¿Y qué se supone que ganas con eso?
—Ven, toma mis manos —las estiró por encima de la mesa y yo las tomé en confianza— ¿Recuerdas que siempre habías querido ir de vacaciones y que no podíamos pagar algo bueno aún?
—Jack, no...
—Espera... Sé lo mucho que necesitas estás vacaciones y no es justo que solo estés aquí en la casa o vayas por ahí sin nada que hacer. Parte de la apuesta es que te vayas de vacaciones con mi jefe, él lo va a pagar todo. Entonces, si duras la semana sin caer en sus insinuaciones infieles, todo lo que se gaste en el viaje irá por su cuenta y tú habrás disfrutado de unas buenas vacaciones.
—¿Y sí llegara a perder? —pregunté cabizbaja por el gesto que hizo por mí, cuando menos lo pensaba siempre me lograba sorprender.
—¡Eso no va a pasar, confío mucho en tí! Pero igual debes saber que en caso de perder, debemos pagar todos los gastos del viaje.
—Pero no me agrada la idea que me coquetee por una semana tu jefe gordo, feo, calvo y sudoroso. Esos no serían vacaciones para mí.
—No es tan feo. Bueno, eso creo. Más guapo que yo, no —Me miró coqueto moviendo sus cejas pícaramente.
Santo cielo, ¿Cómo no amar a ese hombre? Claro que mete mucho la pata, es un estúpido la mayoría del tiempo, cuando tiene el ego por las nubes quien lo aguanta, es un desordenado, me empalaga cuando quiere que lo mime de más, su sonrisa arrogante me pone los pelos de punta, a veces pretende no querer bañarse cuando apenas hace frío, que solo le mida quinc...
¿A dónde iba con todo esto...? Bueno, el punto es que lo amo.
Me levanté de mi silla y fuí rápido a sentarme en sus piernas para besarle mil veces en la mejilla, en la boca no porque no me gusta cuando tiene el aliento con olor a licor, nada más con estar cerca no lo aguanto.
—Amor, jamás imaginé que harías algo así por mí. Sigue sonando como que fué una decisión estúpida por ser una apuesta, pero si me garantizas que tu jefe va a pagar todo entonces no me voy a quejar.
—¿Entonces si estás de acuerdo?
—Claro, amor. ¿Y cuando comenzamos con eso para ganar?
—Ese es otro detalle. Te irás mañana en la mañana, el señor Edgar vendrá por tí así que debes hacer la maleta.
—¿Mañana? —pregunté impactada levantándome de su regazo—. ¿Por qué tan rápido? ¿Y a dónde vamos?
—Ahí si no sé. Lo único que le pedí es que sea un viaje increíble, pero sí me dijo que debías llevar tu pasaporte.
Mi mente comenzó a maquinar los posibles escenarios, me imaginé algo dentro del país por un momento, ¿pero salir? Nunca había deseado llegar tan lejos, y aún estaba fuera de contexto sobre la fortuna de su jefe. Aunque sabiendo que es dueño de una constructora, sonaba lógico las expectativas que ni tenía. El único problema era viajar en la mañana después del largo día que tuve y las altas horas a la que me encontraba despierta por culpa de Jack.
—¿Y qué se supone que debería empacar si no sé a dónde voy? Ayúdame, por favor.
—Deja de complicarte, haremos eso en la mañana.
—No, eso es mentira que te vas a levantar tan temprano a ayudarme. Así que haremos eso ya —Me le acerqué y lo tomé de las orejas para llevármelo a la fuerza.
—Ay, ay, ay... ¿Por qué agarraste la maña de mi mamá?
Tomé la ubica maleta de viaje que teníamos para guardar lo que iba usar, o mejor dicho, lo que podía usar. Jack, para librarse de todo, agarró casi toda la ropa que tenía en el armario y la tiró adentro toda desordenada y sin doblar para luego lanzarse a dormir a la cama.
¿Por qué los hombres tienen que ser tan ordinarios para todo?
Me tocó arreglar la maleta yo sola. Ya hasta me estaba comenzando a arrepentir, pero igual terminé empacando todo. Pijamas, ropa casual, ropa para salir, ropa elegante, deportiva, cómoda, traje de baño, por si hay frío, zapatos, tacones, sandalias, botas, accesorios para la ocasión, un sombrero para el sol, varios calcetines, productos de higiene, maquillajes, protector solar, productos y herramientas para el cabello, toallas de baño y en caso de que Andrés se revelara... Y un paquetes de galletas de chocolate de emergencia, porque si las dejaba no iban a estar, estaba segura.
Supongo que se preguntarán: "Wao Roxana, ¿De qué tamaño era la maleta para poder guardar todo eso?". Digamos que era lo suficientemente grande para aún así no guardar todo, y esa cosa no cerraba ni aunque me sentará encima de ella.
Decidí cerrarla después en la mañana con ayuda de Jack si es que se dignaba a despertar. Ya eran casi las tres de la madrugada, y ni idea de a qué hora se iba a aparecer ese señor, así que debía dormír. El único problema es que no podía dormir aún estando sumamente cansada. No sabía cómo Jack dormía tan tranquilo y yo con un manojo de nervios, preocupada si algo sale mal, sobre pensando una y mil cosas que llegasen a pasar y vías alternativas en caso que necesitara huir por si terminaba siendo secuestrada.
Todo se fue al chorizo cuando ví que la habitación se estaba poniendo clara y el reloj marcaba las seis am. Sentía el peso que me quería lanzar el piso y dejarme ahí hasta que finalmente descansara, ni siquiera un baño de agua fría y una buena taza de café sirvieron. Jack, no despertaba aunque lo intentará.
Los minutos se me hacían eternos, estaba desesperada, sentía que tiraría la toalla y me acostaría a dormir ignorando todo. Muchas veces me lamenté por levantarme tan temprano, dijo en la mañana, pero no a primera hora. Más estúpida no podía ser. Eso siempre me pasa por ser buena gente.
El timbre sonó y no hallaba qué hacer. Jack no iba a despertar, y no iba a dejar a ese señor afuera. Bueno sí podía, pero no era correcto. Entonces caminé hasta la puerta y respiré profundo antes de abrir para prepararme para lo peor.
Já, lo peor... ¡Será lo más bueno que pude haber encontrado en la puerta de mi casa!
Un cabello castaño bien arreglado con esfuerzo, unos ojos verde marrones que reflejaban soberbia con tan solo mirarlos, y su barba corta le daba un poder más atractivo. Recorrí todo su torso, viendo su camisa con el cuello algo escotado, y sus brazos fuertes y velludos. Pero por alguna razón me quedé intentando adivinar el tamaño de su entrepierna. El calor me subió por todo el cuerpo, mis piernas temblaban y les juro que tuve un orgasmo...
Bueno ya, estoy exagerando con los efectos especiales, pero en definitiva es todo lo opuesto a lo que esperaba ver ahí en mi entrada.
—Buenos días —comenzó a hablar con un acento muy marcado—. Es un gusto conocerte, Roxana. Soy Edgar Wolf —Aún tonta ante la situación, toma mi mano derecha y la lleva a sus labios para besarla —Tu esposo ha hablado maravillas de tí.
Anonadada, dí un paso atrás invitando lo a entrar con un ademán, no podía apartar mis ojos de él, estaba más bueno que el pan, claro que sí. Y lo más importante, estaba cien por ciento segura de que no era un sueño.
—Bienvenido señor Edgar —logré decir al fin—, siéntese como en su casa. ¿Cafecito...? —ofrecí antes de que sus ojos volvieran a conectar con los míos—. Caliente —gimoteé en voz baja mientras me relamia los labios.
—No es necesario, pero gracias... Solo espero a que termine de prepararse que tenemos un vuelo en unas dos horas. No podemos retrasarnos mucho —Caminó seguro contemplando el lugar hasta terminar sentado en el sofá.
—Claro, ya no puedo esperar... Vacaciones... ¡Wuju! —Decía con tono estúpido en mi voz mientras me desplazaba sin quitarle la mirada de encima— Solo voy por mí ardiente, digo mi maleta y ya regreso.
Seguido de eso casi me llevo un mueble por delante, pero me recupero rápido sin quitar la sonrisa mañosa de mi rostro. Rápidamente corrí a la habitación a despertar a Jack.
—¡Jack!, ¡Jack! ¡Tú jefe está aquí! Ayúdame a cerrar la maleta —llamé agitando su cuerpo, pero solo recibí un gruñido de queja de su boca babeando.
Me llevé las manos a la cabeza dando vueltas pensando que hacer, hasta que mi cerebro prendió el foco. Acerqué la maleta a la esquina de la cama donde se ubicaba Jack, y lo próximo que hice fue tirar de el hasta que cayó encima de esta. Muy veloz me senté en su espalda para hacer más peso y evitar que se levantará.
—¡Ah! ¿Qué vergas? ¿Terremoto? —Balbuceó agitándose debajo.
—¡Espérate! ¡Quiero cerrar la maleta! —Con facilidad deslicé el cierre ignorando sus reproches, hasta que me quité de encima.
—¡Ah! ¡Qué horrible dolor de cabeza! —Se quejó al sentarse en el suelo contra la cama a su espalda.
—Ponte pilas que ya me voy —anuncié ya saliendo por la puerta de la habitación—Estoy lista. Bueno, creo que traigo todo —Informé a Edgar al salir a la sala.
—¿Te vas a llevar esa enorme maleta? —Frunció el ceño con extrañesa.
—¿Por qué no? Llevo lo importante...
—¡Oye! —Jack hace su aparición mientras se colocaba una playera —¿Te vas así a las patadas? —al decir eso quedó paralizado al ver a su jefe en el sofá y este se puso de pie—. ¿Y ese quién es? —me cuestionó en susurro.
—Tú deberías saberlo, es tu jefe.
—¡Ah, jefecito! ¿Cómo le va? —Se acercó a darle la mano.
—Muy bien joven Villegas. Veo que aún tiene los efectos del alcohol encima.
—¿Por qué lo dice?
—Porque solo tiene puesto una pierna del pantalón —le señaló, y de inmediato, Jack, terminó de meter el otro pie.
—Sí, es que ya sabe... la esposa, el ñaca ñaca, agacharse en la trinchera, el aprieta y afloja...
Y ya sé que matar está mal, pero en estupideces como esas me provocaba hacerlo.
—¡Jack! —grité avergonzada.
—Permita me un momento, ya se la traigo —Me tomó del brazo y me llevó a la cocina—. Oye, más respeto con mi jefe.
—¿Yo? Tú eres el que salió con media vergüenza afuera.
—Bueno, amor... ¿Ya estás lista para hacer ésto?
—Más que lista —desvié la mirada a su jefe que se encontraba contemplando el lugar impaciente.
No voy a mentir, estaba más preocupada de dejar que esos exquisitos atributos me llevarán a perder, pero había algo más importante en juego. Si perdía, debía pagar lo que claramente será una fortuna de vacaciones... Y bueno, también sería mi matrimonio.
—¡Oye, te estoy hablando!
—¡Ah! ¿Qué?
—Que eres la mujer más hermosa y maravillosa que me ha presentado esta vida y no quiero que se te olvide. Vamos a ganar vas a ver.
—No lo sé... Apenas es el día uno.
—Eres tan graciosa —Y no, no era un chiste—. Dame un beso.
—Wow, calma —Me aparté rápido—. No te has cepillado y tú aliento huele a diablo —Lo que hice fue darle un beso en la frente mientras me envolvía en un abrazo al cargarme.
Luego de soltarme volvimos a la sala con el señor Edgar agarrados de las manos.
—Bueno, veo que ya está todo listo. ¿Seguros de querer hacer ésto? Podemos dejarlo aquí y evitar futuros inconvenientes.
Jack y yo nos miramos las caras, ambos supimos la mirada confiada del otro, aunque la mía era más por emoción a... Mejor omito ese detalle.
—Todo listo —aseguré tomando mi bolso y mi maleta.
El señor Edgar se ofreció a llevarla mientras Jack me hace detener en la entrada.
—Jefe, ¿Desde cuándo tiene limosina?
—¿Es una pregunta curiosa o se te olvidó que ayer viniste en ella? —cuestionó cediendo mi maleta al chófer.
Jack se quedó en silencio, supongo que era porque apenas y recuerda que hacía despierto, hasta que desvía la atención hacia mí.
—Pasala bien mi amor, que tengas una buena semana de vacaciones. Ojalá pudiera estar contigo, pero no olvides que te amo.
—Yo también te amo —Y nos dimos un último abrazo de despedida —Ah, casi se me olvida. No vayas a hacer fiestas en la casa mientras no esté.
—¿Qué?, ¿Yooo? ¿Porque haría eso...?
—¡Jack!
—Bueno, no haré una fiesta —respondió volteando los ojos.
—Eso espero. Adiós —Solté su mano y camine a la limosina de Edgar mientras Jack entraba a la casa.
No vayan a creer que todo el cuento es desde mis perspectivas, porque igual me enteré de todo. Y en ese mismo instante, Jack buscó su teléfono y le llamó a Aron.
—¡Aron, amigo! Tengo casa sola, vente y trae al grupo... No, no va a ser una fiesta. Solo es una reunión chiquita. Sentido común, compadre.
En fin, el señor Edgar me abrió la puerta del auto con una sonrisa a la cual me deje contagiar, parecía padre de familia de una revista. Fue un momento dónde me cuestioné si habría posibilidades de que me gustaran mayores.
¿Y como no hacerlo?
Al entrar, me quedé en shock por la persona que se encontraba dentro. Era una mujer que me miraba sin expresión, no sabía si era extrañesa, sorpresa o estaba al tanto de la situación. Me escaneo con los ojos en cuestión de segundos y ahí me sentí súper incómoda.
Por un momento creí que era su esposa, pero era igual de joven que yo, no era posible que fuera su hija porque la diferencia era demasiada. A simple vista se veía una muy muy bella, algo tímida, y a la vez profesional; quizás por el manos libre que tenía y lo bien vestida que estaba, pero su mirada me seguía trayendo dudas, me sentía ofendida y no sé porqué.
—Hola —saludó sin más con una leve sonrisa.
—Muy bien Tadeo, vámonos —informó el señor Edgar al entrar.
Tiré un poco de la manga de su camisa hasta captar su atención.
—¿Y ella es...? —indiqué con extrañesa.
—Ella es Bárbara, me asistente personal. ¿Algún problema con ella?
—¡Sí! Digo, no perdón... Es que no sabía que alguien más vendría con nosotros.
—Pues para eso le pago, no te preocupes. Podemos ir liberando la tensión y conversar un poco antes de llegar al vuelo.
—Sí, sobre eso... ¿A dónde se supone que vamos si puedo saber?
—¿Tú esposo no te lo dijo? —Cuestionó levantando una ceja y yo negué con la cabeza—. Iremos a mí país natal, Alemania.
Y ahí supé el porqué de su acento tan extraño. Aunque ya eran demasiadas cosas extrañas en una mañana y menos sin dormir. Claro, no sé comparaban a las cosas que sucederían a continuación.
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¡He vuerto gente! Lamento retrasar el estreno oficial como tal por... dos meses, ¡No me peguen! 😖. Se me dañó la PC a mitad del capítulo y la recreación no salía, luego logré sacar el documento, pero aún así el tiempo con otras ocupaciones y el severo bloqueo no me dejaron, pero ahora sí le voy a meter potencia a actualizar más seguido.
Quiero darle agradecimientos a una colega de por ayudarme con la entrada de Edgar, claro que luego le dí el sazón, pero estaba enredado con eso. Ya había hecho milagros con ver a ojos románticos a Jack, otro tipo era mucho para mí jajaja. Así que agradescan le a Ranitamortimer porque gracias a ella no tarde un día más. Vayan a visitar su perfíl que sus historias están buenas 👀👌.
Ando de vacas de la Uni, así que voy a dedicarme a este libro. Gracias por esperar y por subir las vistas aunque no actualizaba, ahora se viene lo mejor y las sorpresas que les traigo espero que sean sorprendentes valga la redundancia XD. Hasta el siguiente capítulo que será este mismo mes, se los aseguro jeje.
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