Capítulo 1 🎄
—¿De gata? —salí con ropa interior negra, unas orejas con un cintillo que antes solía usar y una cola que me compré para atarla a mi cintura.
—Nop —indicó volviendo la mirada a su computadora.
—¿De vaca? —le modelé gustosamente con un traje de baño de cuerpo completo con manchas de vaca, que me encantó cuando lo vi, y un pequeño cencerro como collar.
—Tampoco.
—¿Qué te parece de pavo real? —le agité mi trasero usando un cachetero azul y unas plumas de colores en mí cintura que quité de mi disfraz de carnaval que usé en noveno año.
—Colorido, pero no.
Seguía ignorándome, así que decidí ponerme la artillería pesada.
—Entonces de conejita —Me presenté con un disfraz que terminé comprando en un sex shot—. ¿Me das mí zanahoria? Tengo hambre.
—Aun no tengo mi resultado… —canturreó exigente.
—¡Demonios, Jack! —exclamé y me dirigí a quitarle la laptop que reposaba en sus piernas.
—¡Oye, no te pases!
Se me lanza a recuperar su laptop y rápidamente me quité mi tacón para amenazarlo, pensaba darle justo con la punta de aguja si seguía con esa aptitud desinteresada.
—Estoy intento llamar tu atención, pero a ti, ¡Ni se te levanta el gallo! —Le reclamé molesta.
—El gallo es mi animal de la suerte, no voy apostar por otro. Devuelve me la laptop, ya van a salir los resultados de los animalitos —me suplicaba más yo me negaba.
Llegó un tiempo que las apuestas con sus amigos se volvieron frecuentes, un reto tras otro, y no me importaba si salía humillado siempre encontraba la manera de animarlo y motivarlo para la próxima. Pero luego se metió con los juegos de azar, lotería y todas esas cosas que lo único que hacían era tenerlo como un zombi hambriento por ganar.
—Tú y tus tontas apuestas, me van a volver loca. Ya deja de gastarte el dinero que lo único que haces es malgastarlo.
—Pero y si gano…
—Tú nunca ganas —le interrumpí—, solo pierdes, como ahora que te vas a dormir al sofá.
—No hablas en serio, ¿O sí? —mencionó con una risita.
No le dije nada, en cambio, le contesté con una mirada totalmente fría a la cual se le borró la sonrisa del rostro.
—Sí, señora —dijo tomando su almohada levantándose de la cama.
Él se retira dejándome sola en la habitación, era la primera vez que se me ocurre mandarlo a dormir al sofá. Dejé la laptop a un lado de la cama y me senté para quitarme el otro tacón.
—¿Y si te pones de nuevo el de pavo real? —pidió asomándose por el marco de la puerta con su sonrisa de yo no fui.
—¡Tuviste tu oportunidad! —reproché y él se marcha de inmediato.
Fue el primer momento en que sentí la cama sola. Aunque claro, ya había dormido sola antes debido a que Jack, algunas veces, se desaparecía una noche del fin de semana a festejar con sus amistades. Pero tenía la seguridad de que, al despertar en la mañana, lo vería a mi lado… Hecho una porquería, pero a mí lado. Y fue un despertar bastante solitario cuando la alarma sonó y no estaba del otro extremo de la cama, quejándose para dormir cinco minutos más.
El reloj marcaba las seis y treinta am. Me extrañó que la alarma sonará a esa hora ya que regularmente está pautada a las cinco y punto am, para que Jack se levantara para ir a trabajar. Llevé mis manos al rostro soltando un suspiro, me levanté rápidamente colocando mis pantuflas de panda, pero a la vez con la pesadez del sueño. Creí que Jack seguía dormido en el sofá por lo que me tocó ir a despertarlo por lo tarde que era, pero al salir a la sala, las luces se encontraban encendidas, él no estaba en el sofá y se escuchaba en la cocina, por lo que tuve que checar que hacía.
Al asomarme lo encuentro ya casi vestido completamente con afán de un lado a otro, sirviendo comida en unos platos y probando de lo que servía. Yo solo me quedé observando con grima como mi cocina estaba hecha un sastre, cuando finalmente me nota quedando sorprendido.
—Veo que despertaste. Quería hacerlo con el desayuno en la cama, pero sabes que soy lento cocinando, así que puse la alarma a esta hora por si acaso, pero veo que no terminé a tiempo —explicaba mientras terminaba de preparar un plato el cual me trae—. Mira, esta mitad de la tortilla con el tocino abajo, te representa a ti durmiendo como una reina en la cama. Y esta otra mitad de la tortilla con el tocino achicharrado encima, lo hice apropósito, no se me quemó; me representa a mí durmiendo en el sofá anoche.
>>Ahora mira qué pasa si pongo mi tocino debajo de la parte de mi tortilla y luego la junto con la tuya. ¿Qué tenemos?
—A un hombre bastante grandecito para jugar con la comida —respondí indiferente, aunque también medio dormida.
—¡No! ¡Un desayuno completo! Provecho —mencionó con una sonrisa tomando mis manos para que sujete el plato.
—¿Y crees que con hacer el desayuno y decir palabras bonitas vas a resolver tú aptitud de anoche? —cuestioné fría, pero repito, seguía adormilada.
—Nop, pero… —regresa a la mesa de mármol por otro plato—, espero que este rico panqueque con carita triste si lo haga.
Me mostró el plato con el panqueque, con una cara hecha con unas cuatro fresas haciendo unos labios con una curva hacia abajo, dos ojos de banana y miel por encima de los supuestos ojos que se chorrean por el platillo. Jack, acercó el plato a su rostro imitando la expresión reflejada en la comida, gesto que admito me hizo reír, pero como seguía molesta me la aguanté, aunque no sirvió por mucho tiempo. ¡Soy débil!, pero en mi defensa se veía tan tierno.
—¡Ajá, ya sonreíste! —exclamó victorioso pellizcando mi mejilla a la cual aparté de inmediato.
—¿No se te hace tarde para trabajar? —pregunté dejando escapar la sonrisa que quería negar.
—¡Ah, cierto! Debo terminar… —Volteó a mirar hacia la cocina y luego regresa la mirada hacia mí sonriendo a la fuerza—, ¿Limpias por mí?
—No me queda de otra… —dije después de voltear los ojos.
Al decir eso corre a terminar de arreglarse, no sin antes darme un beso en mis mejillas. Odio que Jack siempre se salga con la suya, sé que nadie es perfecto, pero si tan solo las apuestas no lo distrajeran de ser un buen marido, yo estaría más tranquila. Después de que Jack saliera de la casa, me dispuse a comer el desayuno que preparó, al terminar limpié rápido la cocina antes de que el tiempo me alcanzara y me ponga a correr a mí también. Ya a buen tiempo me consentí con una ducha tibia larga y me vestí con mi uniforme para salir a trabajar.
¿De qué trabajo? Solo en el mejor salón de belleza en la ciudad, y digo el mejor porque soy la dueña del negocio junto con Leila. Sencillo no fue, la universidad no nos impulsó bien a nosotras, más por el hecho de intentar carreras que nunca quisimos. El lado bueno de juntar mis tres semestres de administración de empresa, junto con los dos de publicidad de Leila, nos ayudó a dar frutos. Tuvimos apoyo financiero de nuestras familias a las cuales le debemos una y mil gracias por confiar en lo que parecía un simple sueño, que a vista de críticos solo era arreglar uñas y planchar el cabello, pero fuimos más allá de eso y el ingenio de ambas nos ayudó a ser buenas mujeres emprendedoras.
Todo comenzó con dos locales en venta, una al lado de la otra, en donde la idea fue usar el dinero de cada una para cada local. Leila uso su mitad para comprar todo tipo de mercancía en cosméticos y productos de belleza; con mi parte armé una peluquería con la cual ambas nos enfocábamos más. Tiempo después, hicimos remodelación y juntamos ambos locales para hacerlo más interesante a vista del público, por lo que queda a nuestra asesoría que desean hacerse y que productos recomendar para comprar y usar. Apenas salimos de ese cambio y a futuro pensamos hacer un segundo piso para elaborar un spa. A todos esos machistas ardidos, vean lo que pueden hacer un par de mujeres con más que solo colocar “uñas”, y no les saco el dedo medio porque en literatura no es igual.
—… y él anoche solo pegado a su pantalla esperando sus resultados de sus estúpidas apuestas... —me desahogaba con mis compañeras mientras desenredaba el cabello a una cliente muy querida por su frecuencia.
—Roxana… —quería intervenir Mariana, quien labora a mi lado izquierdo.
—No puede pretender que con solo hacerme el desayuno voy a olvidar todo…
—Roxi, querida… —Thomas, quien labora a mi lado derecho, también intentaba opinar, pero aun no terminaba de hablar.
—Es que entiéndanme —levanté la voz para que nadie se metiera aun, solo me alteraba más—, también tengo necesidades que necesitan ser atendidas, apenas son tres años de matrimonio…
—¡Roxana! ¿Le piensas arrancar toda la cabellera a la señora Carmen? —escuché a Leila quien me grita desde su lugar de manicura a lo que caigo en cuenta y le suelto el cabello.
Estaba soltando todas mis angustias, que no me había dado cuenta que la pobre señora, de mediana edad, gimoteaba por la manera en que apretaba su cabello en una cola de caballo, mientras cepillaba bruscamente.
—¡Ay, santo Dios! Perdone me señora Carmen, no me había percatado de como la estaba tratando.
—Por un momento pensé que la ibas a dejar calva como mi hermano a mis muñecas —comentó Leila desde su lugar pintando las uñas de su cliente con un color escarlata.
—No te preocupes hija, hace rato que un hombre no me jalaba del cabello como lo has hecho tú, si quieres puedes seguir jalando —confesó mi cliente muy gustosa ganándose expresiones picaronas de todos los presentes.
—Uy, quien la oyera, señora Carmen —mencionó Leila entre risitas.
—Dios aprieta, pero Roxana jala rico —agregó Thomas ganándose las risas de todas, mientras que la señora Carmen lo recibía como halago sonrojándose.
—Ante lo que mencionabas sobre tu esposo… ¿Ya intentaste llamar su atención de otra manera? —retomó Mariana, quien parece que si prestó atención a mis quejas.
—Sí, solo necesitas un poco de salsa picante… —añadía Thomas dándose una nalgada—, para que ese hombre te agarre y no te suelte.
—¡Eso intenté anoche! Me vestí de las maneras más provocativas, pero no sirvió de nada porque a mi marido no se le para —dije de manera muy notoria que un breve silencio incómodo se hizo presente en el local—. Las ganas de apostar, claro —aclaré liberando la tensión de todos.
—Yo que tú no me dejo dar mala vida con eso. Así son los hombres querida, al ponerle atención a otra cosa por encima de uno misma, significa que la relación está muy fría. Y es una pena que pase en un matrimonio tan joven como el tuyo —informaba mi clienta.
—¿Usted también pasó por lo mismo? —pregunté nomás a ver si ella me podría dar consejos o soluciones.
—Ay, quisiera decir que no —soltó con un suspiro—. También me casé joven con mi ex esposo sin dudarlo, siete años de matrimonio que se fueron a la basura cuando esa perra llegó a nuestras vidas. Cuando me había dado cuenta, la consentía más a ella que a mí, y por su culpa no dejábamos de pelear, así que sin dejar que se prologara la situación que tanto me afectaba le puse las cartas sobre la mesa y dije “O soy yo, o te vas de la casa con ella”.
—¿Y él que hizo? —pregunté, aun sabiendo la respuesta.
—¿Qué más va a ser hija? ¡Se fue de la casa con su perra! Lo cual fue lo mejor porque a mí no me gustaba tener animales en mi casa.
—¿Estaba hablando de una cachorrita? —intervino Leila.
—Sí, ¿de qué otra cosa les iba a hablar? —respondió con inocencia haciéndonos balbucear por una respuesta que jamás salió—. En fin, a lo que quiero llegar es, que expongas las medidas y que se sujeten a las consecuencias para salir de eso de una vez, nadie quiere vivir casado con los problemas que no se resuelven. De todas maneras, si es un idiota y te deja, la soltería es mucho más divertida.
—Tan divertida que le hacía falta que la jalen del cabello —mencionó Thomas bulón en confidencia conmigo, con la voz alta para que la señora Carmen igual escuchara. Después le sonríe para simpatizar con ella.
—Bueno, el hecho de ser una mujer libre de pecado no significa que, como dice Roxana, “no tenga necesidades” —confesó entre risas ganándose un silbido seductor de Thomas que nos hizo reír a las demás—. Igual tienes todo lo que necesitas para ser una mujer independiente sin estar casada con un hombre, ya llegará alguien que sea mejor o peor, pero eso ya está en tus manos si seguir con alguien más o no.
Si algo me enseñó ese día una caliente cliente, es que no podía permitir que mi matrimonio con Jack, terminara mal por no solucionar ese problema que afecta la relación. Estuve ese día considerándolo, aunque la verdad no sentía que era buen momento, ya que era mi último dia de trabajo para darme unas vacaciones, a las cuales Leila insistió por verme estresada con la situación. Si algo salía mal, mis vacaciones iban a ser horribles, y se suponía que aprovecharía los fines de semana para hacer actividades con él, ya que mi trabajo me mantiene todos los días de la semana ocupada.
Era importante actuar rápido y no dejar que eso me quitara mi tranquilidad y la situación empeorara por ignorarlo, había que hablar seriamente. Si tan solo hubiera llegado temprano esa noche, me encontraba nerviosa pensando como saldría todo, que no me quería ir a la cama y hablarlo en otro momento. Era un poco más de media noche de un viernes, era obvio, Jack se encontraba de fiesta en quién sabe dónde esta vez. Debía esperarlo, ya había practicado mil maneras de decirlo y que tan seria me iba a mantener para encararlo.
Escuché un vehículo llegar y estacionarse al frente de la casa, supuse que Aron lo trajo en su carro estando ambos echo un lio, no me quise asomar a la ventana debido a que quería recibirlo con una postura estoica. Su voz, adornada con palabras alargadas, cantaba una canción que parecía inventada, estaba a tono, pero de borracho, de afinado no. Llega a la puerta introduciendo sus llaves en el cerrojo, a lo cual no identificaba cual estaba usando para intentar abrir. Empecé a sentir pánico, estaba asustada por el resultado, hasta que Jack finalmente abre la puerta entrando con su traje hecho un desorden y un ramo de flores en la mano, se llevó una sorpresa al encontrarme parada en la sala sin más.
—Mi amor, que haces despierta tan tarde… —Cerró la puerta, y por causa del mareo que cargaba, se va con ella cerrándose en un estruendo. Su única reacción, fue reírse de su torpeza.
—¿Dónde estabas, Jack? —cuestioné cruzándome de brazos.
—El jefe realizó una pequeña celebración en la empresa… —Se quitó la corbata como si esta lo asfixiara—, porque le aprobaron un negocio o algo así —Lanza la corbata al mueble, pero lo menos que hizo fue atinarle—. ¿Qué tal tu día amor? ¿No puedes dormir?
Jack, tambaleando, se acerca a mí para besarme, pero yo me aparto de él inmediatamente al oler el tufo que cargaba en su aliento. No es el momento adecuado para eso, menos con lo que debíamos hablar, aunque teniéndolo borracho puede ser un poco complicado.
>>¿Sigues molesta, Roxi oxi…? Ya perdóname, mira te traje estás flores… —Me entrega el ramo y al recibirla noto que están algo maltratadas, pero lo omito— Además, debes sonreír por la novedad que te traigo.
Me cuestionaba intentarlo con su estado de ebriedad, pero debía decirlo, debía reaccionar y eso hice… El único problema es que lo que salió, fue una cachetada hacia él.
—¡Hey! ¿Y esto por qué?
—Po-porque… —Me estaba arrepintiendo, ni yo supe por qué—. ¡Estabas de fiesta y de seguro te lanzaste una nueva apuesta ya borracho! ¿Cuándo vas a parar con eso? ¿A que perdamos la casa? —Llevándome por el desahogo, lo tomo por la camisa amenazante— Jack, en donde metas mi negocio en tus apuestas vamos a tener problemas.
—Wow, wow… No te apresures, amor —responde en risas soltándose— Mira, podré perder todo mi sueldo de un golpe… Podré atreverme a apostar el antiguo televisor…, lo cual ya sé que fue mala idea… Puedo terminar dando toda mi ropa y llegar desnudo a la casa… Incluso puedo apostar a mi mamá…—Un hipo intervino en su relato—, para que le haga el almuerzo al ganador por una semana… —colocó sus manos en mi rostro mirándome a los ojos—. Pero nunca esposa mía, podré apostar cualquier pertenencia que te has ganado con el sudor de tu frente. Ya cambié por ti.
Ojalá esas palabras hubieran llegado a mi corazón, pero hablando todo enredado y mareado, fue difícil digerir la información. Aunque la última frase me causó intriga y una diminuta emoción “Ya cambié por ti”, <<Será que él solo se dio cuenta del problema y dejó las apuestas>> fue lo que pensé, y es como dicen, los borrachos sueltan todo.
—Entonces… ¿Hoy no hiciste ninguna apuesta? —pregunté alegre aferrándome a las flores que me dio.
—Claro que la hice, y fue la mejor apuesta que pude haber hecho —dijo orgullos borrando la sonrisa de mi cara.
—Jack… ¿Qué apostaste?
—¡Pues a ti mi amor! —expresa con tal alegría que la sonrisa en su cara era grande, pero no tanto como la ira que me recorría por toda la sangre.
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Jo, Jo, Jo… Feliz víspera y feliz navidad 🎄 pequeños lectores de mente sucia XD. Aquí mi regalito 🎁 como agradecimiento por haber superado más de 350 vistas con el prólogo en 2 semanas🎉. La historia sigue pautada para tener más actualizaciones quizás a mediados de enero, tengo mis argumentos, solo me falta desarrollar e historia lista para escribirse sin problemas. Por cierto, me llegó un concurso de prólogos e inscribí el de este sin dudarlo, estoy seguro de guerrear en los primeros 3 puestos🏆.
¿Qué tal el capítulo? Me la gocé escribiendo la escena en la peluquería💅, me sentía vivo jajaja. Creo que me estoy tomando muy enserio escribir el romance desde el punto de vista de una chica, luego vi que Jack es el tipo de chico que puedo llegar a ser en el amor y mi heterosexualidad sigue intocable😎, aunque claro no es algo que sea de mucho orgullo😅.
Espero puedan sobrevivir a mis actualizaciones, pero me gusta hacer mis historias y tramas bien hechas y tampoco quiero decepcionarlos con algo que se hizo solo para entregar un capitulo. Los invito a leer otros de mis libros, en la lista corta y ya terminada les puedo recomendar “Kira”👀, tiene suspenso, misterio, paranormal, drama, diría romance, pero cada quien como acepten a los personajes.
Espero les haya levantado el ánimo a más de uno 😘. Los quiero y me despido 😎✌️.
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