El viaje hacia la casa de Yoongi fue acompañado por la lluvia que caía suavemente sobre el coche. Jimin miraba por la ventana, admirando la danza de las gotas de agua en los cristales y sintiendo la melancolía que traía consigo la lluvia.

De vez en cuando, se atrevía a echarle miradas furtivas a Yoongi, que estaba concentrado en conducir. Su mente estaba dividida entre la curiosidad y la atracción que sentía hacia aquel hombre misterioso. A pesar de las circunstancias, no podía negar que había algo en Yoongi que lo atraía.

La manera en que conducía con seguridad y la forma en que sus facciones serias se iluminaban cuando sonreía de manera sutil, intrigaban a Jimin. Era un hombre mayor, pero eso no disminuía su atractivo. La serenidad en su mirada y la confianza que transmitía le daban un aire misterioso y a la vez cautivador.

Jimin se sorprendió a sí mismo por tener esos pensamientos en medio de la situación difícil en la que se encontraba. No era el momento adecuado para sentirse atraído por alguien, pero su corazón parecía no entenderlo y seguía latiendo con fuerza cada vez que se cruzaban sus miradas.

—¿Tan guapo soy? —Indagó curioso luego de descubrir a Jimin mirarle y después volverse para ver la lluvia caer.

—¡No! No es eso. —Se excusó al verse expuesto, agradecía que el coche estuviese oscuro por que de lo contrario él notaría su sonrojo. —Quiero comer. —Pidió en un intento de cambiar de tema.

—¿Que se te antoja? —Preguntó orillando el coche, dedicándose a observar al pequeño.

—Alcohol. —Respondió sin dudarlo. —Tal vez vodka o bourbon, no lo cualquier cosa que me ayude a olvidar que estoy con un desconocido y tal vez un abusador.

Yoongi no pudo evitar sonreír ante la ingenuidad de Jimin al pedir alcohol para olvidar lo sucedido. Sabía que no era apropiado ofrecerle alcohol a un joven como él, pero no podía negar que la sinceridad de Jimin era encantadora.

—Lo siento, Jimin, pero no puedo darte alcohol. Eres demasiado joven para beber. Pero puedo llevarte a cenar hamburguesas con muchas papas fritas si eso es lo que deseas. —Respondió mordiendo su labio inferior al observar atentamente al pequeño.

Jimin asintió con una sonrisa, agradecido por la oferta de comida.

—¡Eso está perfecto! Me encantan las hamburguesas y las papas fritas. —Chillo de emoción cuando sintió su estómago rugir.

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En el restaurante, Jimin se sintió sorprendido y agradecido cuando el desconocido no solo le llevó a cenar, sino que también le compró todo lo que quería. Desde una hamburguesa con muchas papas fritas hasta una deliciosa malteada de fresa.

—¡Gracias, desconocido! No esperaba que me consentirías tanto. Esto es increíble. —Chillo olvidando por primera vez en la noche lo sucedido.

Yoongi solo sonrió, aceptando el agradecimiento y se dedicó a observar al menor comer y disfrutar de la comida.

—Amo el baile, es mi escape, mi forma de expresarme y liberar mis emociones. Me hace sentir vivo y libre. —Explicó sintiendo la necesidad de saber más del hombre frente a él, y para lograrlo necesitaba que ese hombre supiera sobre él. —¿Y tu? ¿Que hay sobre ti, desconocido?

Sin embrago Min seguía sin hablar, solo dedicándose a apreciar al joven.

Mientras Jimin disfrutaba de su malteada, Yoongi decidió presentarse formalmente.

—Jimin, creo que ya es hora de que nos conozcamos de manera formal. No soy un desconocido, soy Min Yoongi y tengo 26 años. Un gusto conocerte.

Jimin sonrió y extendió su mano en un gesto amistoso.

—Un gusto conocerte también, Min Yoongi.

Yoongi estrechó su mano con suavidad.

El destino había entrelazado sus vidas de una manera inesperada, y solo el tiempo revelaría cómo sería su futuro y qué significaría realmente esa conexión que había nacido entre ellos.

La incertidumbre de lo que le esperaba en esa casa y las emociones encontradas lo mantenían alerta. Pero, en el fondo, Jimin estaba determinado a enfrentar la situación con valentía y descubrir cómo sería su vida a partir de ese momento.